26/5/08

Prólogo: "mi circunstancia"



El pensamiento de D. José Ortega y Gasset se populariza en una frase que, en un principio, parecía escrita de forma ocasional, pues sólo estaba incluida en el prólogo de su primer libro, pero que terminaría siendo el núcleo de toda su filosofía: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.

Nuestro gran filósofo y ensayista nos quiso decir con esta frase que el hombre está ligado a su entorno, a todos los elementos que configuran su “circunstancia”, lo que incluye todo tipo de perspectivas: históricas, políticas, sociales, culturales e, incluso, las de la vida cotidiana; y que hay que buscar el sentido de todo eso que nos rodea para poder entendernos a nosotros mismos.

Esta idea de la “circunstancia” desembocaría después en un pensamiento mucho más elaborado: la teoría de la “razón vital”. La vida está continuamente en elaboración y es una incesante fuente de sensaciones y estímulos, positivos y negativos, lo que obliga al hombre a una permanente orientación antes de tomar las decisiones que irán forjando su devenir en la vida.

(...)

Nací en el seno de una familia con una gran afición taurina. Mi padre y su hermano, además de aficionados a las corridas de toros, corrían encierros; y lo mismo ocurría con un hermano de mi madre. Una afición por los toros que también estaba muy arraigada en mi pueblo, así como en toda España, que se reunía por entonces frente a unos pocos televisores para ver a Diego Puerta, Paco Camino y Jaime Ostos, los mandones en el escalafón, al tiempo que hablaban de la inmediata alternativa de “el Viti” y la descarada valentía de un chico nuevo al que apodaban “el Cordobés”.

Con ese entorno familiar y social, con esa “circunstancia”, no es difícil entender que fuera sólo un crío cuando tuve el impulso de cruzar por primera vez el vallado del encierro de mi pueblo para intentar ver de lejos los toros que habían soltado ese día. ¡Imposible! Ni siquiera estaban en esa calle. De pronto, me estremecí al ver como empezaron a correr los mozos que estaban en una lejana esquina. Me volví y corrí con todas mis fuerzas; animado por las voces de los hombres, que me instaban a seguir corriendo, y asustado por los chillidos de las mujeres, que yo creía que me avisaban de la peligrosa inmediatez de los toros. No miré hacia atrás hasta que no estuve a salvo bajo un carro y, entonces, con cierta decepción, comprobé que allí no estaban los toros. Recorrí con la mirada toda la calle, hasta llegar a la esquina en la que antes corrían los mozos, y tampoco vi a los toros. Era evidente que había sido sólo un amago, que los toros ni tan siquiera habían doblado aquella esquina situada a más de cien metros y que yo, muerto de miedo, había corrido alocado por la otra punta del recorrido. Me sonrío ahora al recordar aquella carrera. Mi primera “carrera” en un encierro.

Seguí saliendo otros años en las fiestas de mi pueblo y, progresivamente, fui acortando distancias; hasta que en una ocasión me vi corriendo delante de un toro. Las sensaciones que tuve ese día me llevaron a decidir que quería ser corredor de encierros.

Ha pasado el tiempo y, afortunadamente, he visto cumplido aquel deseo. En mi currículum no puedo poner que haya logrado fama ni gloria (la una nunca la he buscado y la otra no la he merecido), pero sí puedo presumir de cuatro “premios”: los amigos logrados, el amor que siento por el toro, las gratificantes sensaciones que he tenido corriendo junto a él y, como no, los viajes realizados, que me han mostrado paisajes, pueblos y monumentos que, probablemente, nunca habría visitado sin los encierros.

Este año, cuando la inmensa mayoría de los que empezaron a correr conmigo ya lo han dejado y yo aún me resistía a hacerlo, una lesión me ha impedido ir a los primeros encierros. Es más, aunque voy camino de recuperarme de forma positiva, me perderé toda la temporada y no sé si lo más prudente es que no vuelva a correr más. Por lo que tengo que tomar una decisión.

Pensando en ello fue cuando me acordé de don José Ortega y Gasset y de su teoría de la “razón vital”, de la que al principio dejaba un simple esbozo de enunciado.

Es evidente que parte de “mi circunstancia” ha variado y que debo reubicarme antes de decidir. Si me recupero y no vuelvo a correr por el mero hecho de tener miedo a lesionarme nuevamente sé que estaría obrando mediatizado y que una duda me acompañaría para siempre; en cambio, si pudiera volver a correr, aunque sólo sea una vez, volvería a sentirme un corredor de encierros y, lo que es más importante, libre para razonar y poder adoptar la decisión de si sigo o no sigo intentando lograr ese mágico instante de situarte en carrera delante de un toro.

Pero desde que empecé con todo esto, y mientras pasa la temporada, o para sobrellevar el supuesto de alguna complicación que me impida volver a correr, tenía la necesidad de buscar una forma imaginaria de seguir sintiéndome corredor de encierros; y, tras descartar varias posibilidades, me he decidido por abrir una bitácora. Esa es la razón de este proyecto. Y los contenidos que pretendo incluir son los siguientes:

-Unas fichas de las localidades donde se fueran a celebrar los encierros a los que supuestamente voy a asistir, aunque sólo sea con la imaginación; con unos apuntes sobre su historia, monumentos, excursiones cercanas y, como no, sobre sus fiestas.
-Los carteles, si los hubiese, de los encierros a celebrar en esas localidades; con una breve indicación de las ganaderías, si fuese posible.
-Un apartado de comentarios. Esos que habrían surgido entre los amigos en los almuerzos posteriores al encierro.
-Un bloque de escritos relacionados con el mundo del toro en general y los encierros en particular.
-Una sección de biblioteca; y no sólo de temas taurinos, pues hay que leer sobre muchas más cosas que de toros.
-Un reto apasionante, aunque difícil de lograr: entrevistas a corredores ya retirados, con preguntas sobre su época de corredor, sus vivencias y, fundamentalmente, sobre los encierros que ellos corrieron.
-Y un “cajón de sastre” para lo que fuese menester.

Trataré que las actualizaciones tengan una cadencia semanal. Y, desde este mismo momento, dejo aclarado que esto no va a ser una revista de encierros, que no colgaré reportajes fotográficos ni calendarios. Alguien me podrá decir que no he puesto todavía este encierro o el otro; que el de su pueblo es más antiguo, más importante y más bonito que el que yo haya elegido en una determinada fecha. ¡Vale! Tomaré nota para posibles actualizaciones futuras. Pero quien eso diga, o el que eso piense, no habrá captado nada de la filosofía de esta bitácora.

Lagun

NOTA: La fotografía está tomada de Wikipedia. Con esta bitácora no tengo fines lucrativos y ruego se me permita mantenerla. No obstante, será eliminada si el propietario de los derechos de autor así me lo solicita.