31/12/08

¡Adiós 2008!

....................................(Foto de Tomo.Yun)


A lo largo de un año ocurren demasiados hechos y es imposible que todos salgan “de dulce”. Por ello, la sensación normal cuando llega esta fecha y miras hacia atrás suele ser agridulce. Lo que entra en juego a partir de ahí son los matices; la manida gama de grises.

Pero, ¡joder!, es que para mí este año ya empezó mal y el balance final termina siendo muchísimo más agrio que dulce, de un gris muy oscuro, ya que hubo un día en el que todo se tiñó de negro.

Por ello, nunca será bueno mi recuerdo de este 2008 y me alegraré al poder cambiar de dígito dentro de unas horas. De ahí el título elegido para esta entrada.

Si tuviera que destacar un hecho personal que me evoque alegría, vitalidad sería más exacto, tengo que reconocer que sería todo el proceso de gestación de esta bitácora y, como no, su nacimiento el 26 de mayo de 2008.

Esta aventura se gestó por la necesidad personal de conservar un sentimiento, pero se ideó con la finalidad de intentar ser útil al colectivo de los corredores de encierros y de manera especial a los más jóvenes. Y con ese mismo objetivo afrontaré el año que está a punto de comenzar.

Quiero dar las gracias a mi cuadrilla de compañeros y amigos por el ánimo que me dan; a todos los que me han aportando trabajo, fotos o ideas; a todos los que han insertado algún comentario; a todos aquellos que han entrado habitualmente, aunque nunca hayan dejado un mensaje; y, por supuesto, a todos los que alguna vez se hayan asomado a esta bitácora a lo largo de sus treinta y dos primeras semanas de singladura.

A todos os deseo que la salud os respete y, a ser posible, un...

¡¡¡ FELIZ 2009 !!!


(NOTA: la preciosa fotografía con la que abro esta entrada es una obra de Tomo.Yun y la encontraréis en su web “yunphoto.net”)

23/12/08

La Trashumancia con ganado bravo


Andaba días atrás naufragando por internet con la idea de encontrar para estas fechas un tema relacionado con el Toro que no fuese habitual, que nos devolviera al pasado, que tratase sobre alguna de esas costumbres o formas de hacer las cosas ya en desuso en estos tiempos que nos ha tocado vivir. Y tuve suerte; por duplicado, además: di con una forma tradicional de manejar el ganado bravo que, además, aún no se ha perdido definitivamente.

Trashumancia, según el diccionario de la Real Academia Española, es la acción y efecto de trashumar, de pasar el ganado con sus conductores desde las dehesas de invierno a las de verano, y viceversa.

Aunque, históricamente, la trashumancia se suele asociar más con el ganado ovino, también fue una práctica ganadera del vacuno de carne y, en menor medida, del ganado bravo.

Si hablamos de movimientos de largo recorrido de ganado bravo, lo más normal hasta finales del s. XIX fue, por obligado, la conducción de corridas de toros desde las ganaderías hasta las plazas donde serían lidiadas. También había, aunque en número menor, conducciones de puntas de ganado o incluso de ganaderías enteras por transacciones comerciales. Pero poco más. Y es que, ante las peculiaridades de la raza de lidia y de su explotación ganadera, los movimientos estacionales de este ganado solían ser escasos en número y de poca entidad, limitándose la mayoría de las veces a cambios entre fincas cercanas de un mismo propietario.

No obstante, siempre hubo ganaderos de bravo trashumantes.

Pero en el s. XX se fue abandonando la práctica de la trashumancia para todo tipo de ganado. Entre las causas se pueden destacar la generalización del transporte por ferrocarril y carretera, el proceso de industrialización en las explotaciones ganaderas, la falta de relevo generacional en la mano de obra precisa, la reducción del terreno dedicado a pastizales o el deterioro de las cañadas y las vías pecuarias.

Y si es normal pensar que en la actualidad son escasos los supuestos de movimientos trashumantes en el ganado ovino o en el vacuno de carne, más lógico puede ser creer que la trashumancia es una práctica en total desuso en el ganado bravo. Pues, afortunadamente, no es así. Aún siguen quedando unos pocos ganaderos de bravo que practican la trashumancia con sus reses.

Sólo a modo de ejemplo de aquellos que aún la practican, vamos a conocer a uno de ellos.

César Chico Andreu nació en 1933, en Huélamo (Cuenca) y en el seno de una familia de pastores y ganaderos. Su vida, su futuro profesional y la forma de entender su gran afición vendrían marcadas por esas raíces, que después se verían reforzadas al contraer matrimonio con Alicia García Merchante, también procedente de familia ganadera.

Licenciado en Veterinaria, ejerció la profesión durante 45 años y la combinó con la cría de ganado bravo. Hasta donde alcanzo a saber, regenta tres hierros: uno a nombre de Valdelarina SA, otro en el que es su mentada esposa la que aparece como titular y un tercero en el que reza como dueña su hija, Alicia Chico García. Pero el aspecto más genuino de sus raíces se hace patente por el hecho de que este ganadero sigue fiel a una práctica ganadera que siempre se practicó en su familia: la trashumancia.

El ganado que regenta César Chico pasa el verano en fincas radicadas en la Sierra de Albarracín (Teruel), pero a mediados del mes de noviembre es trasladado hasta una finca del término municipal de Vilches (Jaén), entre Sierra Morena y la Sierra de Cazorla, para que realice allí la invernada. Luego, en el mes de mayo vuelve el ganado a los frescos prados turolenses.

Los toros, ya sean añojos, erales, utreros o cuatreños, realizan el viaje en camión, para evitar complicaciones; pero el resto de las reses son conducidas a pie, conformando una comitiva de vacas, crías sin destetar, algún semental y cabestros que, dirigida por vaqueros a caballo, cubren los 400 kms que separan los puntos de salida y de destino en unos 25 días, aproximadamente.

El recorrido que sigue este grupo es el de la Cañada Real Conquense o de Los Chorros. Así, en el mes de noviembre, tras abandonar la provincia de Teruel, cruzan la provincia de Cuenca de arriba a abajo y recorren parajes de las provincias de Albacete y Ciudad Real hasta entrar finalmente en la de Jaén.

Quien dirige la trashumancia de la ganadería de César Chico desde hace unos 30 años es su mayoral: Gerardo Barrera, vecino de Noguera de Albarracín (Teruel). Junto a él, un pequeño grupo de vaqueros, todos a caballo y auxiliados por perros, se encarga de realizar las labores precisas para cumplir dos veces al año con esta tradición que se remonta a... al Neolítico, sin duda.

La actividad comienza muy temprano cada jornada. Con las primeras luces del alba, se agrupa la manada y se la hace pasar por algún lugar estrecho para contarla; si sale la cuenta, se inicia la marcha hasta el mediodía. Luego, tras un prolongado descanso, se vuelve a hacer un nuevo recuento para reanudar el camino hasta que llegue la noche. Pero ahí no termina la labor, porque los componentes de la expedición deben hacer turnos de vela para controlar en la oscuridad de la noche que el ganado permanece concentrado en el lugar de acampada y tratar de evitar posibles problemas con animales que se puedan separar del rebaño.

Por otro lado, y como es lógico, Gerardo y los vaqueros deben ser autosuficientes durante el mes que viene a durar el viaje.

(Gerardo Barrera y sus compañeros almorzando en un viaje trashumante)

Lógicamente, estos hombres son remunerados por su labor; pero, más que con una profesión, con lo que cumplen dos veces al año es con una tradición de la que, sin duda, son gustosos practicantes. Por que sería imposible si no fuese así que en pleno s. XXI aguantasen durante un mes las rigurosas inclemencias del tiempo que se suelen encontrar durante el viaje y en las condiciones de vida que se ven obligados a llevar: montados a caballo por el día y durmiendo al raso por la noche.

Hay que dejar constancia que, no obstante el romanticismo que puede inspirar esta entrada, ganado y vaqueros encuentran en su marcha múltiples problemas derivados del poco respeto que tenemos con las vías pecuarias: vertidos de basuras, escombreras, cruces de carreteras a nivel, trazados de carreteras sobre la misma vía pecuaria, edificaciones en la ruta... Acciones humanas que conllevan, cuando menos, la degradación o el estrechamiento de las vías pecuarias, cuando no la desaparición del algún tramo.

La trashumancia es una tradición que no se debería perder. Y no sólo por una cuestión de romanticismo, está constatado científicamente que el pastoreo extensivo y la trashumancia son muy importantes para mantener la biodiversidad de nuestro entorno.

Pero, para que se mantenga la tradición de la trashumancia es necesaria la confluencia de muchos factores, especialmente a nivel político, aunque aquí sólo mencionaré tres a nivel ciudadano: Uno, que todos respetemos las vías pecuarias; dos, César Chico Andreu es sólo el ejemplo del resto de ganaderos que, aunque no han sido nombrados aquí, aún siguen practicando la trashumancia, pero sería necesario que más ganaderías siguieran con esta tradición y que sus sucesores, como Alicia Chico García, la conservaran; y tres, es imprescindible que hombres como Gerardo Barrera y los vaqueros que le suelen acompañar tengan relevo generacional.

Si todo ello ocurriera, y los políticos tomaran las decisiones pertinentes, conseguiríamos que no se perdiera para siempre la bucólica imagen de una ganadería de bravo trashumando por nuestros campos.


EPÍLOGO:

No he puesto nombre a los vaqueros de este texto, salvo a Gerardo Barrera por ser el mayoral; pero a él también le incluyo en este grupo de vaqueros anónimos. Y no les he puesto nombre por que son pastores, de ganado bovino, pero pastores al fin y al cabo, como lo eran aquellos a los que, cuando dormían al raso, un Ángel les anunció el nacimiento de Jesús en Belén. Y de aquellos tampoco sabemos el nombre.

¡Sí, señores! ¡Estamos en Navidad!

Y con este texto en el que, hablando del TORO, intervienen unos pastores encontré la forma, naufragando por internet, de entrar a felicitaros estas fiestas.

Son unos días en los que se suele buscar la compañía de familiares y amigos. Por eso, hoy, hasta la mañana del día 31, os dejo publicado este texto; para que todos los que entréis por aquí sepáis que yo os considero componentes de una gran familia de amigos y que os siento junto a mí en cada momento.

¡¡¡Feliz Navidad, amigos!!!

(NOTA: la fotografía que encabeza este texto está tomada de la web “trashumanciadebravo.es”; la segunda, la de Gerardo Barrera y los vaqueros, la podéis encontrar en “nogueranaturalmente.com”; y la tercera está colgada en la web “consumer.es” y aparece firmada por “José María”. Con esta bitácora no tengo fines lucrativos, por lo que ruego a los propietarios de los derechos de autor que me permitan mantener estas reproducciones)

18/12/08

Variabilidad genética de la raza de lidia

(Don Javier Cañón Ferreras / Fotografía del periódico digital "larazón.es")

Naufragando por internet, en una serie sucesiva de enlaces sin sentido lógico, llegué en el mes de septiembre a un trabajo científico cuyo título era “Estudio de los encastes y ganaderías utilizando marcadores de ADN”.

Como podrán suponer todos aquellos que me conocen, me descargué el archivo y me dispuse a leerlo. Pero debo reconocer que me superó. Hubo un momento en el que me perdí en medio de términos que ignoraba y aún ignoro: nucleótidos, haplotipos, heterocigosis, autosomas... Y confieso que dejé la lectura de aquel estudio para seguir naufragando por internet en busca de... otras cosas que me recreasen más la vista.

No obstante, conservé el archivo dentro de la carpeta que tengo destinada a la bitácora y, de vez en cuando, le iba echando ojeadas para tratar de comprender todo lo que en aquel trabajo se decía y mantenía. Pero, la verdad, no me resultaba fácil. ¡Soy de letras, al fin y al cabo!

Puede que nunca hubiera sacado a relucir aquí ese estudio, pero se ha dado una concatenación de hechos que me llevó a encontrarme otra vez con él.

Hace unas semanas quedé con dos de los más asiduos visitantes a esta bitácora para tratar de un tema relativo a una posible idea que publicaría hacia el mes de mayo del 2009. En la comida que mantuvimos salieron a relucir otras materias. Una de ellas fue el Aula de Tauromaquia de la Universidad San Pablo CEU que dirige don Rafael Cabrera Bonet y, a la vista del calendario de este curso, decidí que asistiría a la conferencia del día 4 de diciembre, cuyo título era "Variabilidad genética del toro de lidia basada en información molecular".

Así, el pasado día cuatro fui al Aula de Tauromaquia y (¡¡¡sorpresa!!!) el contenido de la conferencia, aunque con un título distinto, era exactamente el mismo que el de aquel estudio que me encontré tres meses antes naufragando por internet.


El conferenciante era don Javier Cañón Ferreras, Catedrático de Genética de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, quien precisamente había dirigido aquel estudio científico que yo no había sido capaz de digerir totalmente, y debo reconocer que en el Aula se esforzó por utilizar una terminología comprensible para todos los que asistimos a la presentación de su trabajo. El resultado: una conferencia muy interesante. De ahí que voy a intentar haceros partícipes de, al menos, algunas de sus conclusiones (de todas me resultaría imposible).




Sobre el origen del toro de lidia, nos contó el profesor Javier Cañón que hay presencia genética tanto del Uro que se domesticó en Oriente Próximo como del domesticado en el Sahara Oriental. Desde ambos lugares, por movimientos migratorios, se produjo una difusión de ejemplares hasta llegar a la Península por el norte, atravesando los Pirineos, y por el sur, a través del Estrecho de Gibraltar.

La mayor influencia proviene de las razas de Oriente Próximo. Como dato concreto, creo recordar que la influencia de las razas africanas en los encastes actuales es, a nivel general, de un 15 % aproximadamente; pero, como es lógico, esa influencia africana no es la misma en cada uno de los encastes. Así, como apunte curioso, se puede comentar los casos de las ganaderías de Miura y Partido de Resina, a cuyos encastes respectivos siempre se les atribuye un origen similar. Pues bien: mientras en Partido de Resina es nula o prácticamente nula la influencia de las razas africanas, en el caso de Miura esa influencia supera el 50 %.


Partiendo de vacadas asentadas en distintos valles fluviales de la Península en las que nunca se había hecho una selección basada en la bravura, en el s. XVIII aparecieron ganaderos que ya sí criaron toros para la lidia según criterios basados en la estampa, el poderío y la bravura; y fue ahí cuando surgió la raza del toro de lidia actual. De esas primeras ganaderías, que han sido denominadas castas fundacionales y que ya tenían orígenes diferentes (geográficos y morfológicos principalmente), unas han desaparecido (al menos en la UCTL), otras se han mantenido con cierta pureza desde su origen y sin dividirse, mientras que otras se han diversificado en distintas líneas que se denominaron encastes.

Posteriormente, cada ganadero, que partía ya de un material con origen diferente, fue realizando a su vez una selección propia y diferenciada; y, lo que es más importante, sometiendo a su ganadería a un régimen de aislamiento más o menos estricto. Resultado de todo ello es, según don Javier Cañón, que la distancia genética entre los distintos encastes de la raza del toro de lidia es, por término medio, casi tres veces superior a la distancia que hay entre cualquier pareja de razas de otros bovinos europeos.

Ese hecho que revela el estudio llevó a su director a afirmar que la raza del toro de lidia, más que una raza, vendría a ser una “metaraza”; es decir, que sería una raza de razas o, lo que es lo mismo, una raza que está compuesta de muchas razas distintas, ya que hay gran diversidad genética entre los distintos encastes que la constituyen y se podría llegar a mantener que muchos de esos encastes serían, en sí mismos, una raza individualizada.

A modo de concreción, por el estudio se han descubierto los encastes que están más distanciados genéticamente como consecuencia de su aislamiento reproductivo o, para entenderlo mejor, por haber intercambiado menos reproductores: Cuadri, Albaserrada, Pablo Romero y Miura. Por el contrario, los encastes Contreras, Carlos Núñez, Hidalgo Barquero y Juan Pedro Domecq serían los más próximos en promedio por haber intercambiado más reproductores.

Y, como puntualización curiosa a esa concreción, nos explicó el conferenciante que del estudio se desprende, por ejemplo, que los encastes Albaserrada y Pablo Romero han estado sometidos a un gran aislamiento, pero sobre todo con sus machos, por que las hembras sí que las han compartido, adquirido o cedido con otros encastes. Y, al contrario, el alto grado de aislamiento de Miura viene proporcionado más por sus vacas que por sus toros.



Tras analizar todos las conclusiones de su trabajo, el profesor Javier Cañón realizó una advertencia y una recomendación.

La advertencia: al contrario de lo que ocurre con encastes como Domecq o Núñez, que hay muchas ganaderías procedentes de ellos, de cada uno de los encastes Cuadri, Pablo Romero y Miura sólo hay una ganadería representante, por lo que un accidente en estas ganaderías que provocara su desaparición equivaldría a la extinción de esos encastes. Y, por tanto, como decíamos antes, a la extinción de una auténtica “raza”; por lo que se puede asegurar que estos encastes o “razas” de toros de lidia están en un evidente y continuo peligro de extinción (Albaserrada tiene tres ganaderías y, por lo tanto, está en una situación menos preocupante).

La recomendación: es de vital importancia conservar la diversidad genética que conllevan estos encastes únicos y, para evitar o minimizar su peligro de desaparición, debería realizarse un programa de conservación que, en vez de partir del hecho de la existencia de una única raza del toro de lidia, debería tener en cuenta que esa raza está dividida en encastes y que varios de ellos corren un serio peligro de extinción para, así, elegir las decisiones conservacionistas oportunas en base a las particulares situaciones de riesgo existentes.


Evidentemente, al margen de las conclusiones, nos comentó don Javier Cañón que son muchas las aplicaciones posibles que se pueden desprender de este trabajo. La que se puede intuir más fácilmente es que, como a través del análisis del ADN de una muestra del cuerpo de un toro de lidia (un pelo, por ejemplo) es posible conocer el encaste de origen e, incluso, la proporción de genes que ese toro puede tener de distintos encastes, un ganadero que se sirviera de este tipo de análisis podría llegar a conocer a la perfección la vacada que dirige y, así, podría seguir organizando los cruzamientos en base a su particular percepción empírica como ganadero pero apoyándose en esta base científica para tener mayores garantías de éxito en la consecución de la línea ganadera deseada.

(...)

Espero (deseo más bien) que haya sabido transmitir, más o menos claramente, algunas de las conclusiones (no todas) que se desprenden del estudio dirigido por don Javier Cañón y que de forma tan brillante nos trasladó en la conferencia impartida el pasado día 4 de diciembre en el Aula de Tauromaquia de la Universidad San Pablo CEU.

Sólo me resta unirme a la petición que este ilustre Catedrático de Genética de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid realiza a los organismos públicos.

Con independencia de que estemos ante unos animales que son de propiedad privada, la diversidad de nuestra cabaña brava debe ser preservada por los organismos públicos y deben arbitrar las medidas oportunas para evitar o, cuando menos, minimizar el peligro de extinción en el que se encuentran algunos de los encastes más emblemáticos de la raza del toro de lidia.

No debemos resignarnos a la idea de que en un futuro la raza del toro de lidia esté compuesta únicamente por ejemplares de casta Vistahermosa o, lo que sería aún peor, de encaste Domecq.


(NOTA: Los dibujos que he incluido en la entrada son dos figuras similares, que no iguales, a otras tantas que aparecen en el estudio que se comenta, pero no son fidedignas y además se han eliminado las leyendas explicativas, por lo que carecen de rigor científico y sólo deben tomarse como ilustraciones del texto y no del estudio. Por otro lado, la foto que encabeza esta entrada apareció ayer publicada en el periódico digital "larazón.es", sin que conste su autoría. Con esta bitácora no tengo fines lucrativos, por lo que ruego se me permita mantener la fotografía y las ilustraciones insertadas. No obstante, serán eliminadas si soy requerido para ello)

14/12/08

Federico García Lorca


No voy a colgar un texto de introducción sobre la influencia del tema taurino en nuestra literatura. Y no lo voy a hacer fundamentalmente por una razón: no estoy capacitado para ello. Hay eruditos con un bagaje cultural infinitamente superior al mío que tratan esta materia y, si esos expertos ya confiesan que resulta imposible realizar la tarea en unas pocas cuartillas, os podéis imaginar como quedaría el resumen que yo hiciera.

Es por ello que a los interesados en el tema os remito a obras como El Cossío, por ejemplo, que en varios de sus tomos aparecen estupendos artículos que hacen referencia a esta materia; o a este mismo medio, a internet: como muestra os enlazo el discurso de ingreso del Dr. José Antonio Trujillo Ruiz en la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas, cuyo título fue, precisamente: “Los toros en la literatura”.

Lo más que puedo hacer yo es centrarme concretamente en alguno de nuestros literatos más reconocidos, dejar alguna que otra pincelada de su obra y, con ello, descubrir algunas de las genialidades que el mundo de los toros ha inspirado en aquellos que dominaron la pluma. Después, será labor vuestra profundizar en esos y en otros autores.

Así, hoy, por ser la primera vez que toco el tema de la literatura, me he decidido por hablaros de Federico García Lorca. Hay muchas razones para esta elección, sobre todo por calidad, pero os cuento sólo una que tiene un trasfondo cultural muy genérico:

Actualmente somos testigos de un fenómeno que hacía tiempo no se producía. El torero José Tomás ha despertado el interés por los toros en gente de la literatura, la música, las artes en general y muchos otros sectores sociales que hacía mucho tiempo que no se asomaban al balcón de este viejo rito. Así, vemos frecuentemente en los medios de comunicación a personas del campo artístico o escénico que le siguen allá donde torea. Es más: José Tomás está siendo fuente de inspiración para todos ellos y al cabo de unos años habrá obras que versarán sobre este torero en particular y sobre el mundo de los toros en general.

Hace algo menos de cien años ocurrió un fenómeno parecido; puede que de mayor calado artístico, pero eso son cosas de los tiempos. Ignacio Sánchez Mejías, un torero con menguadas cualidades artísticas, pero valiente como ningún otro, fue fuente de inspiración de toda una generación de artistas, especialmente del mundo de las letras: la Generación del 27. Entres sus componentes, elogiaron la figura de ese torero Miguel Hernández, Rafael Alberti y, como no, su amigo Federico.

Federico García Lorca (1898-1936), natural de Fuente Vaqueros (Granada).

Su estilo como dramaturgo es muy poético, se desarrolla en espacios míticos y encara problemas sustanciales del ser o el existir. El tema taurino aparece dentro de su obra teatral en “Mariana Pineda” (1927). En una de las escenas describe una corrida de toros en la plaza de Ronda.

“En la corrida más grande
que se vio en Ronda la vieja.
Cinco toros de azabache,
con divisa verde y negra...”

“Cinco toros mató; cinco,
con divisa verde y negra.
En la punta de su espada
cinco flores dejó abiertas,
y a cada instante rozaba
los hocicos de las fieras,
como una gran mariposa
de oro con alas bermejas...”
.
.
Donde García Lorca juega más veces con el tema taurino es en su poesía. En su obra poética conviven la tradición culta y la más popular, y es el reflejo de un sentimiento trágico de la vida. Así, una obra donde se alude al tema de los toros y que sirve como ejemplo de su estilo es el “Romancero Gitano” (1928), en el que los dos grandes temas son la muerte y la incompatibilidad moral del mundo gitano con la sociedad burguesa.
.

Uno de los poemas que están incluidos en él es “Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla”.

“Antonio Torres Heredia,
hijo y nieto de Camborios,
con una vara de mimbre
va a Sevilla a ver los toros...”

(...)

“Cuando las estrellas clavan
rejones al agua gris,
cuando los erales sueñan
verónicas de alhelí,
voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir...”


Ahora bien, la inspiración taurina más fuerte de Federico García Lorca estalla con la desaparición de Ignacio Sánchez Mejías, que murió de gangrena por la cornada del toro “Granadino” en Manzanares.
.
“Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” (1935) está considerada como su obra cumbre y, además, como la cima de toda la poesía elegíaca.

En el primer poema, “La cogida y la muerte”, Lorca nos habla del momento de la cogida del torero y de su posterior muerte por gangrena, pero no concatena los dos momentos, el tiempo lo detiene “a las cinco de la tarde” y la repetición de ese verso tiene el mismo sonido de una campana tocando a muerto.

“A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde...”

(...)

“Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde...”


En el segundo poema, “La sangre derramada”, García Lorca se muestra conocedor del necesario y trágico peaje que lleva implícito el toreo, pero aquella vez le había correspondido pagarlo a un amigo y Lorca no puede resistir el dolor que le causa saber que nunca más podrá disfrutar de su presencia, que ese ser tan querido ha partido hacia... la eternidad:

“¡Que no quiero verla!

Dile a la Luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla! ...”

(...)

“¡Que no quiero verla!
Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea! ...”


Después, en el mismo poema, convierte al torero muerto en héroe de los héroes y en espejo en el que deberían mirarse el resto de los humanos:

“No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada
ni corazón tan de veras...”


En los dos últimos poemas, “Cuerpo presente” y “Alma ausente”, Federico García Lorca nos habla de la defunción, de la ausencia, del tiempo, del olvido... pero él se aferra al recuerdo de su amigo:

“No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre...”

(...)

“No te conoce nadie. No. Pero yo te canto
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento...”


“Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” es un canto de amistad de Federico García Lorca, pero también un conjunto de poemas en los que la fiesta y la tragedia de los toros irrumpen en la poesía y dan esplendor a nuestra literatura. Podéis disfrutarlo en este enlace, pero yo os recomiendo adquirir un libro para poder leerlo siempre y en cualquier momento.
.

8/12/08

Visita a "Los Bolsicos"


Un pequeño grupo de amigos tuvimos la fortuna de poder visitar en el último fin de semana de noviembre la finca de la ganadería de los Herederos del Excmo. Sr. Conde de la Corte: “Los Bolsicos”.

También, como no, fueron dos días en los que disfrutamos de platos típicos de la comarca más sureña de Extremadura, especialmente los derivados del cerdo ibérico, cuya muestra más representativa es un plato de jamón de... “del de allí”. ¡Tremendo!

En el almuerzo posterior a la visita no hablamos en exceso, ya que se corría el riesgo de perder comba en la mesa, pero todos los comentarios que se hicieron fueron referentes a lo que habíamos visto minutos antes.

La primera sorpresa de la visita fue que nos atendió el propio representante de la ganadería: don Luis Guillermo López Olea; y, además, debo subrayarlo, con un trato fabuloso. Luego, más que una sorpresa, vimos confirmada una esperanza: hacer la visita en automóviles; así, los pasos por los distintos cercados pudieron ser mucho más intensos que cuando se hacen en remolque y, sobre todo, muy cercanos a los toros. Y, por decir sólo una tercera, que la visita fue muy completa, ya que duró más de dos horas.

“Los Bolsicos” es una preciosa dehesa de unas 765 hectáreas perteneciente al término municipal de Jerez de los Caballeros (Badajoz), con una orografía que presenta ondulaciones y un terreno variado, pues abarca desde zonas de monte hasta una zona de ribera junto a la que transcurre el río Ardila. Ahí precisamente, pegado al cauce, tiene la finca un impresionante corredero de un kilómetro y medio de longitud para realizar las tientas a campo abierto.


Preside la finca un imponente caserío, construido sobre los muros de una antigua torre templaria. En la misma línea del caserío y frente a él se encuentran algunas de las dependencias propias de una ganadería (cabellerizas, cuadras...), y el espacio que separa ambas fachadas, más que una calle, es una preciosa manga hacia el resto de las dependencias (plaza de tientas, zonas de saneamiento, manga de embarque...) por la que tienen que pasar forzosamente las reses para realizar todas las labores del ganado bravo.


Mientras Salvador Magallanes, el mayoral, enseñaba a mis amigos algunas de esas dependencias, yo preferí quedarme en la manga. Soñando. Allí, yo solo, me imaginé al ganadero en la puerta de su caserío, emocionado, viendo pasar a su lado a todos los becerros de una nueva camada camino del herradero; también me le imaginé en esa misma puerta viendo pasar con lágrimas en los ojos una corrida camino del embarcadero, despidiéndose de los seis toros y pidiéndoles que lucieran y defendieran con orgullo la divisa del Conde de la Corte.


Rodeando el caserío y las dependencias, el terreno aparece dividido por unas altas y robustas paredes de piedra que delimitan los distintos cercados; los más próximos son los de los toros de saca y los más alejados donde pastan vacas, añojos, erales y utreros.

Lo primero que salió a relucir cuando en los comentarios del almuerzo tocamos el tema de los toros fueron los breves apuntes que recordábamos de la historia de la ganadería: con reses compradas en 1920 a la viuda del Marqués de Tamarón (procedentes de Parladé y, por tanto, de casta Vistahermosa), fundó esta ganadería don Agustín Mendoza Montero, Conde de la Corte; en 1964 la heredó su sobrino don Luis López Ovando, quien en 1988 se la cedería a sus hijos, recayendo su dirección y representación en don Luis Guillermo López Olea. Desde 1967 tiene un segundo hierro a nombre de doña María Olea, madre del actual ganadero, aunque ambas vacadas se llevan en conjunto, sin más distinción que la administrativa.

En la actualidad, según nos dijo el ganadero, cuenta con unas mil cabezas de ganado, entre las cuales hay 207 vacas de vientre y 18 sementales.

De memoria hice la cuenta y resulta que, conjuntados ambos números, el porcentaje de toros transmisores de “sangre condesa” viene a ser más alto de la media que suelen tener otras vacadas; y es que, según López Olea, en esta mítica ganadería, como no se quiere introducir sangre ajena para mantener impoluta su pureza, sólo queda el recurso de aumentar el número de sementales y abrir más líneas de selección para evitar problemas de consaguinidad y buscar el equilibrio ideal entre casta y nobleza.

Según íbamos pasando de cercado en cercado y viendo los toros dispuestos para ser lidiados en el próximo año, entre seis y siete corridas, se hacían evidentes las características básicas del toro del Conde de la Corte.

(Un “condeso” de 3 para 4 años que ya se encuentra en un corral de saca)

La capa que predomina es la negra, pero también vimos castañas, coloradas y burracas; la cabeza es ancha de sienes, con encornaduras finas y de buen desarrollo generalmente, aunque no vimos tantos toros como creíamos con cornamentas tan impresionantes como las de los seis que corrieron el año pasado por las calles de Pamplona; la talla es media, sin embargo se aprecia claramente la línea ganadera de buscar un toro más “pegado al suelo”; del cuerpo destaca la diferencia entre la robustez del cuarto delantero y el poco desarrollo del trasero, que resulta anguloso y algo caído; y, por lo demás, es un toro fino de cabos, morrillo poco marcado, y de cola larga y muy poblada en su extremo.

Tan cerca vimos a los toros del Conde que os puedo decir, incluso, que resulta llamativa la nobleza de su mirada. Aunque, como curiosidad, os contaré que hubo uno que va para cinqueño, galán y gallardo, que se me encaró cuando, tras cerrar la puerta de uno de los cercados, me dirigía andando hacia el coche que abría la comitiva. A la que dejó de mirarme le tiré una foto.


Para rematar el tema de la morfología típica de los toros de esta ganadería nos dijo López Olea que, no obstante todo lo anterior, unos años salen las camadas más igualadas y otras más dispares. Como parece ser que ocurre con la del próximo año, en la que bajo mi exclusivo punto de vista me pareció ver una gran disparidad de hechuras.

Luis Guillermo López Olea sacó a lo largo de las más de dos horas de visita muchos temas de conversación sobre su propia ganadería, otras ganaderías, ganaderos, toreros, veedores y periodistas. Ahí estuvo generoso en anécdotas, pero este texto se alargaría en exceso si las refiriera todas. Así, sólo os contaré una referente a su ganadería. Nos dijo que es costumbre en la casa herrar al toro número 100 con los dígitos en orden inverso: 001.

(El toro 100 de esta camada herrado con los dígitos en orden inverso)

También os diré que, cuando toqué el tema de los festejos taurinos populares, me dijo el representante de la ganadería que no era muy partidario de vender sus toros para ese tipo de festejos. Y, cuando nos mostró el espectacular corredero de la finca y le pregunté si el año pasado hizo “entrenar” ahí a los toros reseñados para los sanfermines, me comentó que él criaba el ganado a la usanza clásica y que, aunque en los últimos años se dice algo de eso de las ganaderías que van a Pamplona, él no hizo correr a sus toros en las fechas previas a San Fermín.

Donde ya no estuvo tan locuaz el ganadero fue respondiendo a las preguntas sobre las distintas líneas de sementales que se siguen en la ganadería. Algo que es lógico y, además, comprensible. Esos son secretos de la casa. No obstante, don Luis Guillermo nos enseñó a todos sus reproductores; y, entre ellos, al que según él atesora la “sangre condesa” más pura. También, como curiosidad, nos mostró a la vaca más vieja de la casa, que tiene veinte años.


-“Oye, chaval” –llamé al camarero-. “Ponnos otra de jamoncito”.


En fin: siempre quedará en mi recuerdo que la mañana del día 30 de noviembre del año 2008 visité “Los Bolsicos”, la finca de la ganadería del Conde de la Corte. Una de las más señeras, de las más puras y, sin duda, la madre del mayor número de ganaderías existentes en la actualidad.

(Toro de saca para la próxima temporada en el que el ganadero tiene puestas grandes esperanzas por sus hechuras; especialmente por ser de “manitas cortas” y por su forma de descolgar la cabeza)

Yo os recomiendo, sobre todo a los más jóvenes, que visitéis ganaderías. Sólo en el campo se aprende a amar al toro; después, ese sentimiento se traducirá en respeto y admiración cuando es soltado en una calle o salta a un ruedo


(NOTA: En esta ocasión no procede que haga la habitual relación de méritos y agradecimientos, pues las fotografías que quedan incluidas en esta entrada fueron realizadas por varios miembros del grupo mientras realizábamos la visita. Pueden ser utilizadas para otros espacios de la red, pero se deberá citar su procedencia y añadir un enlace a esta bitácora)

4/12/08

Correr los toros en España



Francisco J. Flores Arroyuelo es antropólogo, profesor titular de Antropología en la Universidad de Murcia y miembro de la Real Academia Alfonso X el Sabio. Como escritor, ha cultivado el género de la narrativa y además es autor de multitud de estudios y ensayos sobre historia, arte, literatura y etnografía, entre otras materias.

Entre las obras de Flores Arroyuelo hay una que lleva por título: “Correr los toros en España. Del monte a la plaza”. Un título y una obra que, con esta entrada, incluyo en la biblioteca de mi bitácora.

El autor analiza en este libro el origen de la fiesta de correr los toros, así como los procesos evolutivos que se derivaron de esa práctica hasta llegar, por un lado, a las corridas de toros y, por otro, a las diversas variantes de festejos populares en cientos de pueblos españoles. Y todo ello mediante un completo y exhaustivo análisis de las fiestas de toros en España desde la Edad Media hasta nuestros días.

Es un libro que se termina leyendo con avidez, por lo enriquecedor que resulta; aunque pueda parecer denso al principio y de difícil lectura, dado el numeroso material etnológico que aporta y la rigurosa documentación que nos presenta. No quiero desanimaros con esto; al contrario: os lo recomiendo encarecidamente. Y lo hago en esta fecha para que lo tengáis en cuenta de cara a la lista de regalos que tenemos que ir haciendo para las próximas navidades.

Título: Correr los toros en España. Del monte a la plaza
Autor: Francisco J. Flores Arroyuelo
Edita : Biblioteca Nueva, SL
Precio (aprox): 17,00 €