29/3/09

Manuel Muñoz Alcón, “Manolo Sanlúcar”

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Vaya por delante una confesión: de flamenco no tengo ni idea.

No obstante lo anterior, como me gusta acercarme a (casi) todo, y de manera muy especial a (casi) todo lo relacionado con el arte, de vez en cuando me aproximo al flamenco, como expresión artística que es, asistiendo a alguna actuación. No logro distinguir los “palos”, pero sé apreciar lo que me sabe bien, lo que me suena bien, lo que me gusta (aunque no lo entienda).

La última vez que asistí a una actuación de flamenco fue a primeros de este mes de marzo; y después, va en mi carácter, pude estar en una improvisada tertulia que realizaron los organizadores del evento: “El Planeta”.

“El Planeta” es una entidad sin ánimo de lucro cuyo finalidad primordial es la promoción y divulgación del flamenco y, aunque está integrada por un reducido número de miembros (Enrique Morente dice que “es una peña que coge en un taxi”), su labor es tan brillante y digna de elogio que tiene el honor de haber recibido de la “Cátedra de Flamencología” de Jerez de la Frontera el Premio Nacional a Entidades Flamencas.

En aquella tertulia posterior a la actuación no pude decir nada, sólo escuchar; pero en un aparte sí que hablé con uno de los componentes de “El Planeta” sobre la relación entre el flamenco y los toros, y de esa charla surgió su ofrecimiento para colaborar con esta bitácora escribiéndonos un artículo relacionado con dicho tema.

Así pues, como soy lego en el flamenco, dejaré que sea un entendido el que, a modo de colaboración, aporte a la sección “Toro y Artes” un artículo que versa sobre una muy concreta obra de arte flamenco: el disco “Tauromagia”, de Manolo Sanlúcar.


“Tauromagia”, de Manolo Sanlúcar
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Las relaciones entre el mundo del flamenco y el planeta de los toros se remontan a los orígenes del primero, allá por los finales del siglo XVIII, época que coincide con la racionalización de la lidia a pie y aparición de las primeras figuras del toreo como Pepe-Hillo, Pedro Romero, Paquiro o José Cándido. Este último fue el padre del mítico Jerónimo José Cándido, unificador de las dos escuelas originarias: la rondeña y la sevillana. José Cándido, el viejo, fue muerto por un toro en la plaza del Puerto en el año 1771 y este luctuoso suceso se recogió en un cante por martinetes, recopilado por el fundador de la flamencología Don Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, en su libro “Colección de Cantes Flamencos”:
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En er Puerto murió Candio
y ayí remató su fin.
Lo mató un torito e Bornos
por librá a Juaquilín.
Y al otro día siguiente
salieron toos los toreros
bestios e negro luto
po la muerte e su maestro.

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No es éste el único suceso trágico que recogen las coplas flamencas. José María Ponce Albiñana era un ebanista gaditano que se enamoró de Cristina Ortega Díaz, hermana de los banderilleros Enrique El Gordo, Manuel Lillo y Francisco de Asís El Cuco. Para estar a la altura de tan taurina familia, que no veía con buenos ojos su oficio, cambió las gubias por los estoques, toreando con éxito por España y América. Pero en Lima le esperaba la cornada fatal. Fue en 1872 y el gran cantaor Silverio Franconetti, gran amigo de su cuñado Enrique el Gordo, compuso en su memoria la siguiente seguiriya:
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Pobresito e Ponce
en Lima murió.
Como murió llamando a Cristina
miren que doló.
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(Si alguien quiere escuchar este cante magníficamente interpretado, se puede encontrar en la voz de Carmen Linares, que lo tiene registrado en su disco “Un Ramito de Locura”.)
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Por cierto, debido a su tendencia a la obesidad, Enrique El Gordo abandonó los ruedos y se dedicó al cante flamenco, dominando todos los estilos de su época. Andando el tiempo sería bisabuelo de los Gallos Rafael y Joselito por un lado y de Manolo Caracol por otro.

Pero no todas los hechos recogidos por la copla flamenca han tenido este carácter doloroso, también han habido anécdotas jocosas y más o menos divertidas. Como por ejemplo la cantiña que dice:
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Martes por la mañana
un torito de Cabrera
le hizo bailar la matraca
al Marqués de la Torre Nueva.

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Este cante lo interpretaba, lo tiene grabado, por mirabrás el cantaor Rafael Romero El Gallina. Enrique Morente, gran conocedor y mejor aficionado a su arte, lo lleva en su repertorio y se lo hemos oído interpretar en varias ocasiones. Recojo esta copla por la mención de una de las castas fundacionales del ganado de lidia: la casta Cabrera, de donde desciende el actual ganado de Miura, y sirva este dato para apoyar la afirmación hecha arriba acerca de las tempranas relaciones entre el mundo taurino y la música flamenca.

Esta clara endogamia entre estos dos mundos es el cimiento que, quizá, pudo motivar al guitarrista Manolo Sanlúcar a acometer la composición de su gran obra “Tauromagia”. Aparte, según narra en sus recién publicadas memorias, siendo muchacho alimentó el gusanillo del toreo, llegando a hacer sus pinitos en los tentaderos.


“Tauromagia” fue publicada en 1988 y está concebida tomando el mundo del toro como protagonista, desde su nacimiento hasta su muerte. A este universo se acerca el hombre para participar en el drama del sacrificio y fiesta que como un fatum marcara el destino de ambos, siempre utilizando la música flamenca como elemento discursivo de la historia.
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....................Foto: Yannick Olivier
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La grabación se abre con un solo de guitarra sobre un rumor sonoro que recuerda la pureza y quietud de los campos, es el tema “Nacencia”, donde podemos imaginar esa vaca en solitario resguardada entre encinas y con el rumor de las aguas de un arroyo dando a luz al indefenso becerro, que llegando el tiempo venderá cara su vida. La voz del hombre interviene y al grito de “Manuel” anuncia a los cuatro vientos la buena nueva del alumbramiento. Siempre el hombre participando en el devenir de la naturaleza y a la espera.

El segundo tema del disco, al claro aire de tangos flamencos, vuelve a traer la intervención humana en la vida del toro, esta vez es la figura del maletilla que va “hacer la luna”. El torerillo se queja de la presencia del mayoral, Gerión de ese mundo campesino, que cuida de la virginidad de sus criaturas… aún es un utrero y no está preparado para enfrentarse a las artimañas de los engaños humanos. El tema se titula “Maletilla”, al que le presta la voz el cantaor José Mercé:
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¡Mira el utrero que en la encina está!
¡Mira que pena!
¡Que si no fuera por el mayoral!
¡Ay! ¡Que faena!
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Al fin y al cabo el maletilla, que ha saltado el cercado de piedra, y el joven novillo participan de una misma esperanza: ganarse la gloria y conquistar la fama… pero hay que esperar, ya se cumplirá el rito.

En todas las plazas de toros hay un lugar de recogimiento, la luz tenue hace sentir el frío y la sequedad de boca que anuncia la soledad de lo incierto: es la Capilla, donde casi todos los toreros se retiran para disponer de un momento a solas con ellos y su destino. Es el momento de la “Oración”, que así se titula el tercer corte del disco. Es un tema por granainas, solo de guitarra, que con su obsesivo trémolo intenta reflejar los miedos e inseguridades a los que el hombre se va a enfrentar, algunos rezan otros simplemente exorcizan el misterio. Toda la imaginería, estampas, fotos, velas y escapularios quedaron en la mesilla del hotel, donde el hombre se vistió con el traje de sacerdote de un antiguo rito. En este lugar invocamos a la suerte… pues suertes se denominan los distintos lances del toreo. El antiguo maletilla se va a encontrar con el antiguo utrero, devenido en cinqueño, que espera su turno después del encierro en los corrales de la plaza. Todo está preparado para la representación, pero no hay papeles ni personajes, se va a representar la vida misma.
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“Maestranza”, no podía llevar otro título para un andaluz la composición que refleja el ambiente previo a la corrida. Es un tema por bulerías con una sugerente percusión que recuerda el cascabeleo de los coches de caballos conduciendo hasta el coso a los cientos de aficionados plenos de expectación y esperanza. Aquel grito tan optimista: “¡A los toros!”. Escuchando esta música uno se imagina el sevillano paseo de Colón atestado de bullicio y ve la algarabía cruzar por el puente de Triana y desembocar en la puerta del Príncipe, las conversaciones en los bares aledaños rebosantes de expectación y de claveles. Toda la fuerza de este tema se eleva con una sección de vientos, homenaje a los clarines que anunciaran las diferentes fases del rito y a la banda de música, que desde su palco, subrayará los momentos cumbres, o simplemente entretendrá el tedio.

Ya está el gentío ocupando sus lugares y el protagonismo gira otra vez hacia el toro y el hombre, suenan los clarines y timbales y comienza lo mistérico, aquello que el azar y la fortuna controlan y que el hombre intentará encauzar hacía la razón y el arte. El quinto corte de la grabación relata el comienzo de la corrida y, como no podía ser de otro modo, Sanlúcar lo titula “…De Capote”. Es un tema al compás de bulería por soleá con la afillá y broncinea voz del desaparecido Bernardo Silva, “El Indio Gitano”. Comienza con trémolo de guitarra que recuerda el toque de clarines y timbales sobre la voz del cantaor que a manera de pregón anuncia: “Pregonero con voz de plata…”. Después la música se torna al marcado compás de la bulería por soleá. Aire vivo que recuerda los primeros lances de recibo hasta que una vez parada la res, ya más despacio, el capote conduce la embestida hasta el tercio. Se ha producido el milagro del primer encuentro:
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De Triana traigo niña quien me compra
un capote de menta y de canela
Quien me compra un ¡olé!
pa lucirlo a la luz de las estrellas.

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“Tercio de varas” es un tema por bulerías. Manolo Sanlúcar comenta aquí: ¿Han visto ustedes a Rafael llevar por chicuelinas el toro al caballo? Evidentemente, ese Rafael no podía ser otro que Rafael de Paula y como jerezano no se le podía homenajear mejor que con una música por bulerías, después de una breve introducción por mineras. Aunque pensándolo con más amplitud, quizá Sanlúcar no haya querido reflejar en este “Tercio de varas” la potencia y la lucha que supone el encuentro del toro con el caballo de picar, sino más bien la sutileza del quite con que el matador prueba las condiciones del animal después de tan duro lance. Momento único para la competencia entre los espadas, donde quintaesencian su arte y su valor. Desgraciadamente, que pocas veces en los últimos tiempos podemos disfrutarlo.

Muchos han comparado la planta de los banderilleros, su gracilidad, movimiento y exposición con la Giralda sevillana y su veleta El Giraldillo. Puede ser por este motivo por lo que el tema “Banderillas” suene como un aire de sevillanas. Es un tema coral, como coral es el tercio de banderillas: está el peón que brega, los dos que parean, guardando la espalda el matador que sigue en el turno, esos otros dos que harán el quite a la salida del embroque y muy atento al comportamiento del toro su matador. Así es el tema “Banderillas”, interviene un coro femenino, hay cuerdas, vientos, percusiones y la segunda guitarra de Vicente Amigo.

Escribe Sanlúcar con respecto al tema “…De muleta”: El toreo de muleta es tan sobrio, tan íntimo, que aún estando la plaza a rebosar, el torero puede sentirse en la más pura y hermosa soledad. Es él y la conciencia de la medida de su ser. Pero el toreo de muleta termina con la muerte del toro y aquí es donde se me produce a mí una gran turbación. Me duele la muerte del toro pero a la vez la defiendo como inevitable. El toro bravo ha nacido para morir en la plaza. Es ahora la voz de “la Macanita” la que entona la copla:
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Suena en la muleta
con temple y con son
un viejo cante que al alma
busca en silencio.
Como una pena.
Como una oración.

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La contradicción que cuenta Sanlúcar que su espíritu siente ante el desenlace final de la corrida parece bien reflejada en el tema, por un lado la voz melancólica de La Macanita cantando los versos anteriores y por otro una guitarra firme y viva con marcado compás que avanza hacia el inexorable fin.
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Y llegamos, como de otra manera no podía ser, al triunfo final de la razón sobre la fuerza ciega y noble de la naturaleza. El torero triunfa y abre la puerta grande, que en este caso es, otra no lo sería, la “Puerta del Príncipe”. Tema coral por alegrías donde Diego Carrasco apostilla:

Plaza de Caí
Con el capote que tenéis, gitano…


Para terminar me gustaría hacer notar la singularidad de esta obra musical desde el punto de vista de su intencionalidad compositiva. Es música flamenca, metida en coordenadas y formas del flamenco más tradicional, pero está elaborada desde un sentimiento y profundo conocimiento taurómaco y, aunque Manolo Sanlúcar la titula “Tauromagia”, bien podría ser una Tauromaquia musical.

...............................................“El Planeta”


(Nota: la foto de Manolo Sanlúcar está tomada de su web; la de la carátula del disco “Tauromagia” está tomada de... pues, de verdad, no me acuerdo de qué página de venta online la tomé; la tercera fotografía que se incluye es del gran fotógrafo francés Yannick Olivier y aparece en el blog “Campos y Ruedos”; la cuarta es de esas fotos que trota por la red al mismo son que los caballos de la feria; y la quinta, la de Curro sacado a hombros por la Puerta del Príncipe, no sé quien se pueda ser su autor, pero yo me la he bajado del blog “Churumbelerías”.

23/3/09

Don Quijote de La Mancha

El día 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro. Como quiera que por entonces estaremos embarcados en andanzas taurinas y resulta que hoy falta justamente un mes para esa fecha, he decidido emplear esta entrada para poneros en antecedentes sobre esa conmemoración y recomendaros que os acerquéis a una librería para comprar un libro (fundamental este detalle, pues también es el Día Mundial de los Derechos de Autor) y, por supuesto, que leáis el libro adquirido.

¿Qué libro? ¡Un libro! Un libro que sea medianamente bueno, claro está. Pero, como siempre habrá quien quiera que se le recomiende el mejor libro, ahí va: “El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha”, de don Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616).

El Quijote no sólo es la obra maestra de Cervantes, es la obra cumbre de la literatura española y, además, la más importante de la literatura universal de todos los tiempos.

Y esa última apreciación no proviene de un análisis subjetivo mío, fue el “Instituto Nobel de Oslo” quien definió así a este libro en el año 2002 tras una votación realizada por 100 prestigiosos escritores de 54 países, en la que se impuso El Quijote con un 50% más de votos sobre el título que quedó en segundo lugar.

Y lo cierto es que esta maravillosa novela, además de gustar a los entendidos, ha conquistado al mundo entero. La prueba está en que, tras La Biblia, es la obra más traducida. El Quijote se ha traducido a prácticamente todos los idiomas de los cinco continentes y también a lenguas de carácter universal como el Esperanto o el Braille; hay, incluso, hasta una curiosa traducción al latín macarrónico: “Historia Domini Quijoti Manchegui”.

El colectivo de los corredores de encierros es muy heterogéneo y estoy seguro que habrá quien ya haya leído El Quijote. Ahora bien, también tengo la seguridad de que muchos no lo han hecho aún y es a ellos a quienes ruego que lo compren el próximo 23 abril y se animen con su lectura.

Disfrutaréis con las aventuras de nuestro hidalgo más ingenioso.

Entre ellas, podríamos destacar el pasaje en el que Don Quijote, Sancho Panza, Rocinante y el rucio se ven inmersos en una conducción de toros por el campo (o, permitídmelo, encierro por el campo) y todos ellos terminan siendo arrollados y derribados por el tropel de toros y mansos. Y es que a Don Quijote, aunque valiente, se le acusa de habérsele secado el cerebro y para ser corredor de encierros hay que estar muy cuerdo.

Pero la recomendación que hoy os hago en la sección “Biblioteca” de esta bitácora no tiene su base en ese mínimo detalle de tan magna obra; ni tan siquiera tiene enfoque taurino. Hoy, simplemente, os recomiendo El Quijote para que el próximo día 23 de abril conmemoréis el Día Mundial del Libro con la compra y la lectura de un libro; en este caso, el libro más importante de la literatura universal de todos los tiempos.

16/3/09

Casta Navarra

(Toro de casta Navarra. Óleo sobre papel. Autor: Pablo Moreno Alcolado)


Las reses vacunas que pastaban libres y salvajes en la Península Ibérica hasta la fundación de las primeras ganaderías de toros de lidia se fueron asentando en tres grandes agrupaciones que presentaban entre sí unas características morfológicas distintas dado su variado origen, el aislamiento al que estaban sometidas por los accidentes geográficos que las separaban y la diversidad de climas, entornos y pastos de las regiones en las que cada una permaneció durante miles de años.

Una de esas tres agrupaciones de reses vacunas, la que se quedó asentada en la cuenca fluvial del Ebro, y de manera especial en el margen izquierdo, es la que se conoce como reses de raíz navarra y a todas las ganaderías de toros de lidia que se fueron formando con reses de esa procedencia se las identifica como ganaderías de “casta Navarra”.


Orígenes

No se sabe con certeza cuál puede ser el origen de las reses de raíz navarra, por lo que todas las teorías que existen al respecto son sólo hipótesis.

Así, se dice que el origen de las reses de raíz navarra puede estar en bóvidos autóctonos de la cuenca del Ebro, en bóvidos que en períodos interglaciares emigraron desde latitudes más septentrionales y terminaron asentándose en dicha región o en reses que algún pueblo celta introdujo por el norte de la Península.

Otra línea doctrinal recoge la teoría de que podrían estar emparentadas con las reses de raza “Betizu”, cuya procedencia se pierde en la más remota antigüedad y que aún sobrevive en completa libertad en algunos montes públicos del norte de España, especialmente de la Comunidad Foral de Navarra.

No es posible acreditar una relación de descendencia directa entre las reses de raíz navarra y las de raza “Betizu”, pero hay similitudes morfológicas innegables entre ambas que se pueden observar en un reportaje de la web “festejos populares.es”.


Ahora bien, hay que dejar constancia de que la mayoría de los tratadistas defienden la teoría del origen celta de las reses de raíz navarra.


Por mi parte, quiero decir que me resulta difícil imaginar que fue una única circunstancia la que dio lugar a su origen y, por tanto, creo que es más lógico pensar en varias causas; o, mejor dicho, que el origen de las reses de raíz navarra puede deberse al cruce entre reses de algunas de las hipótesis contempladas anteriormente de forma individualizada.


Sea cual sea su procedencia, hasta bien pasada la Edad Media las reses de raíz navarra vivían libres y salvajes en la cuenca del río Ebro: en tierras navarras de los términos de Tudela, Corella, Funes, Fustiñana, Arguedas, Buñuel, Caparroso, Peralta, Lodosa, Tafalla, Villafranca y, principalmente, en las Bardenas Reales; en territorio aragonés, sobre todo en la comarca de las Cinco Villas; y en un número menor en otras zonas de Guipúzcoa, La Rioja e, incluso, Cataluña y Castellón.

El clima frío de las zonas pirenaicas y su abrupto terreno habrían ejercido una notoria influencia en la conformación de su morfología.

El prototipo racial de las reses de raíz navarra era de escasa alzada, con un tamaño y un peso pequeños; tenía una cornamenta fina y corta, aunque veleta o en forma de lira en los casos más desarrollados; y lucía capas coloradas, retintas o castañas, principalmente.


Casta fundacional Navarra

La mayoría de tratadistas defienden que el Marqués de Santacara, don Joaquín Antonio de Beaumont Escurra y Mexía, fue el ganadero que tras recoger reses que pastaban libres y salvajes en territorio navarro seleccionó ese ganado y conformó en 1670 una ganadería de toros de lidia que marcó la fundación de la denominada casta Navarra.

No obstante lo anterior, las primeras noticias de ganaderos navarros son del siglo XIV. Así, se tiene constancia de un Juan Gris que mandó dos de sus toros a Pamplona para las fiestas que se celebraron en 1388 en honor del Duque de Borbón. Y, por otro lado, una reciente línea de investigación afirma que el Marqués de Santacara no formó su ganadería con reses que pastaban libres y salvajes, sino que las habría adquirido de la vacada de don Agustín Ximénez, de Corella (Navarra), cuya antigüedad se remonta a 1630 y que, por tanto, sería la primera en conformar la “casta Navarra”.


Con reses del Marqués de Santacara se formaron posteriormente una serie de ganaderías que alcanzaron una merecida fama y que encumbraron la casta Navarra a las más altas cotas de popularidad: Lecumberri, Zalduendo, Pérez Laborda, Lizaso, Guendulaín y Carriquiri.

Según los investigadores, es de la ganadería de Guendulaín de donde procede todo el ganado de casta Navarra que ha llegado hasta nuestros días.

(Toro de la ganadería navarra de Lizaso, finales del s. XIX. Fuente: “sasua.net/estella”)


Peligro de extinción

Los toros de casta Navarra causaban a sus lidiadores grandes dificultades durante la lidia, pues eran duros, rápidos, codiciosos y pegajosos, se revolvían rápidamente tirando cornadas en cada derrote e, incluso, llegaban a saltar la barrera con el ánimo de seguir acosando al torero o a los banderilleros.

A Rafael Guerra, “Guerrita”, se le atribuye una frase muy definitoria de los toros de casta Navarra: “Le temo más a los picotazos de los mosquitos de Navarra que a los zarpazos de los tigres de Veragua”.

Este comportamiento de los toros navarros les llevó a ser considerados inadecuados para la forma de torear que empezó a imperar a finales del siglo XIX y principios del XX (un toreo con un canon de belleza estética, propiciada por la quietud del torero, lo que requería que el toro aportase una bravura más noble y fija), forzando su desaparición de los ruedos y, con ello, su casi extinción de la cabaña brava.

No obstante, un reducido número de ganaderos ha logrado conservar reses de casta Navarra con mayor o menor grado de pureza, amparándose para su subsistencia en los festejos taurinos populares y, sobre todo, en el mucho esfuerzo que se las ha dedicado.


Desde finales del siglo XX existe un serio trabajo de depuración de ejemplares de casta Navarra por vía de ADN en el Instituto Técnico de Gestión Ganadera (ITG). Este trabajo persigue más la supervivencia de esta casta que su recuperación para la lidia, algo casi imposible por los gustos imperantes en la actualidad.

También es digna de destacar la labor que viene realizando en los últimos años la denominada “Asociación de Amigos de la Casta Navarra”, una entidad sin ánimo de lucro que promueve todo tipo de actividades encaminadas a potenciar la raza de ganado bravo denominada "Casta Navarra", su conservación en el ámbito de las ganaderías de reses bravas y un mayor conocimiento de la misma por parte de los aficionados.


Prototipo racial

Los toros de casta Navarra son de pequeño tamaño y escaso peso, presentando un mayor desarrollo del tercio anterior que el posterior. La cabeza suele ser pequeña, el morro ancho y los ojos grandes, saltones y de mirada muy viva. Sus astas son finas, acarameladas, de escasa longitud y veletas generalmente, aunque algunos ejemplares las lucen en forma de lira. El cuello es corto y ancho, con morrillo marcado pero no prominente. Las extremidades son cortas y las pezuñas finas. Las capas son, casi exclusivamente, coloradas, en todas sus versiones: coloradas, castañas y retintas, aunque también salen algunas negras.
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(NOTAS: con la entrada de hoy también abro una ENCUESTA en la parte superior de la barra lateral. La pregunta que propongo es la siguiente: “Serías partidario de la contratación para los sanfermines de una ganadería de casta navarra bien presentada dentro de su tipo racial?” La pregunta se ciñe a los sanfermines por la denominación “Feria del Toro” que tiene el ciclo taurino pamplonés. La encuesta estará abierta durante las próximas cuatro semanas. Respecto a las FOTOGRAFÍAS publicadas, la primera es de un óleo sobre papel de Pablo Moreno Alcolado, que podrá compartirse citando su autoría y colocando un enlace a este blog; la segunda está tomada de la web “sasua.net/estella” y ruego que se permita mantenerla publicada pues no tengo fines lucrativos con esta bitácora.)

9/3/09

Año de nieves, año de... crisis


Dicen que “año de nieves, año de bienes”; pero todo el mundo habla de los efectos de la crisis a nivel general, y el colectivo de los corredores de encierros de la reducción que, en concreto, puede acarrear en el número de festejos taurinos populares o, cuando menos, en su calidad.
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Después del Carnaval tuve unos días muy estresantes. Por ello, como terapia de relajación planifiqué para el domingo una tranquila jornada de campo que incluía almorzar unas migas en plena naturaleza con mi amigo Antonio, “el Barbas”. Un pastor de los de toda la vida de Dios.

Así, ese día, muy de mañana, salí de casa con “Chico”, con mi perro. “Chico” se lo pasó fenomenal: olisqueó todo, dejó su impronta en cada mata, correteó tras las perdices que nos salieron al paso, persiguió sin éxito a una liebre... Yo, por mi parte, disfruté viendo a mi perro y saboreando todo lo que te ofrece el campo.

A las diez había quedado en “Peñarrubia”, por lo que minutos antes dejamos aquel paseo sin rumbo y nos dirigimos hacia el lugar de la cita. Nada más asomarme al barranco vi por “La Toba” las ovejas de Antonio y, mientras “Chico” corría raudo al encuentro de la perra que las pastorea, de “Chica” (y no es coña, se llaman así), yo me dirigí hacia donde estaba mi amigo.

-“¿Qué tal, Antonio?” –Le dije, a modo de saludo.
-“¡Ya ves! Encendiendo la lumbre para las migas”.
-“¿Este año no os quejaréis los del campo con tanta nieve como ha caído?” –Le pregunté.
-“Al campo no le viene mal, lo que hace falta es que llueva en su tiempo; pero la nieve no es buena para las ovejas porque no se las puede sacar. ¿Y a vosotros? ¡Vaya la que se lió!”
-“¡Calla, hombre, calla! La que se montó fue tremenda. Menos mal que en Valdemorillo hubo suerte y la nieve respetó los encierros.

-"¿Estuviste en Valdemorillo?"

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En Valdemorillo no se ha notado la crisis, pues el Ayuntamiento ha ofrecido unas buenas jornadas de encierros. Se puede decir, como poco, que han estado en línea con las de años anteriores; y no es exagerado mantener que, incluso, este pueblo serrano ha sumado puntos con el órdago que lanzó el Concejal de Festejos al decir que echaría a la calle todas las corridas, incluidos los toros de la encerrona de César Jiménez, y mantener su palabra íntegramente. Así, todos los días se corrieron en manada las reses que iban a ser lidiadas en el festejo de la tarde y el sábado 7, dado que eran ejemplares de distintas ganaderías, finalmente se optó por echar los toros de uno en uno, arropados con dos paradas de cabestros que fue turnando la organización.

Si bien correr un toro sólo no es lo que más nos gusta a algunos, hay que aplaudir que pueblos como Valdemorillo planifiquen toda la feria plantando previamente sus reales ante los toreros con la advertencia de que las corridas van a la calle y que el matador que no lo quiera así que no se apunte.

Por ello, y porque no se ha reducido el número de festejos ni, más o menos, la calidad, tendremos que convenir que en Valdemorillo no se ha notado la crisis. Al menos en este 2009.

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En el fondo del barranco de “Peñarrubia” reinaba la tranquilidad. Los alegres ladridos de “Chico” y “Chica” mientras jugueteaban, el suave balar de las ovejas pastando y el cántico de las perdices no hacían sino dar a armonía a todo aquel remanso de paz.

Hasta parecía natural el chisporroteo de la lumbre. Y es que Antonio, al tiempo que escuchaba atentamente lo que yo le iba contando, ya se había liado con el almuerzo y tenía a punto el sofrito de ajos, chorizo y panceta.

Mientras sacaba de su morral un paño en el que, según pude ver luego, traía el pan ya cortado y en ligero remojo, me preguntó:

-“¿Has ido a más encierros?”

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En Ciudad Rodrigo tampoco se han notado los efectos de la crisis; o casi no se han notado.

Es cierto que esos dos toros que se echaron de menos en el encierro del sábado suenan a ajuste de presupuesto; pero, en cambio, se ha apreciado que el Ayuntamiento ha puesto toda la carne en el asador para que en el Carnaval del Toro 2009 hubiese eso: ¡¡¡toros!!!

La presencia de muchas de las reses se asemejaba al trapío habitual de los toros que siempre se echaron a las calles de Ciudad Rodrigo por Carnaval y nos hizo olvidar por momentos las feas hechuras de los novillotes de los últimos años. Destacaron el berrendo del sábado a nivel individual y el encierro del martes como conjunto. A mi modo de ver.

También se pudo comprobar que, en cuanto clase, los toros de algunos de los encierros iban a por todo lo que se movía. Como ocurrió el domingo, que la jornada terminó en drama. Pero ahí intervinieron otros factores y estamos hablando de la crisis.

Ante el aluvión de críticas del año pasado, el Concejal de Festejos ha rectificado y, en vez de programar el Carnaval por el sistema de pliego, se encargó a la Comisión Taurina que llevase el trabajo de forma directa. Y se ha notado la diferencia. Desconozco datos y cifras, pero es lógico pensar que todo lo presupuestado en ganado ha ido destinado precisamente a una mejor selección de los toros, pues este año no había lugar a esa lógica partida de ganancia de la empresa que se encargaba por pliego de organizarlo todo.

Está claro que el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo ha optado por programar un buen Carnaval del Toro y dejar aparcada la crisis para el día después del Miércoles de Ceniza. Al fin y al cabo, ese es el fundamento del Carnaval: disfrutar de unos días de buena fiesta antes de la llegada de la Cuaresma.

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A Antonio se le veía que, además de su oficio de pastor, dominaba el arte culinario. No había dejado de mover y mover los trocitos de pan que casi copaban el caldero y aquello ya no era simplemente pan, chorizo y panceta; lo que ya se veía en el caldero eran unas migas con una pinta estupenda. La pinta que sabe dar a las migas un pastor. Además, también había traído un racimo de uvas como detalle final.

Para ir abriendo boca, decidimos echar un trago de vino.

-“¿Pero digo yo que la crisis terminará afectando a los encierros de muchos pueblos?” –Me preguntó Antonio tras darle un buen viaje a la bota.

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El hecho de que en Valdemorillo y Ciudad Rodrigo no se haya notado la crisis puede ser debido a que el presupuesto destinado para los toros de estos dos pueblos venga del ejercicio anterior y que sea a partir de la primavera cuando empecemos a ver pueblos con fiestas que han sido presupuestadas en este año y, por tanto, en las que se reduce el número de encierros o, cuando menos, la calidad o el trapío de los toros que se suelten.

Es lógico pensar que, si los ayuntamientos han calculado que obtendrán menos ingresos en el 2009, las partidas municipales de gastos se vean reducidas y que entre ellas esté la correspondiente a las fiestas en general y a los festejos taurinos en particular.

Del mismo modo, también se resentirán, y mucho, los festejos que son organizados por peñas; ya que sus componentes, españolitos de a pie, seguro que se verán afectados en estos tiempos de zozobra. Y más aún en los casos de festejos organizados por peñas con aportaciones o subvenciones de los ayuntamientos; pues ahí se junta el hambre con las ganas de comer.

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Huelga decir que por entonces ya estábamos almorzando las exquisitas migas que había preparado mi amigo. Muy sueltas y bien doraditas. ¡Un lujo! Y más aún en el campo.

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Lo que no tengo claro es que tipo de pueblos se verán más afectados, si serán los pueblos pequeños o, en cambio, las grandes localidades, que antes contaban con una gran cantidad de ingresos procedentes de actividades que ahora están completamente paradas, como la construcción, y que este año habrán tenido que reducir sus presupuestos en un tanto por ciento muy superior al de aquellos otros que ni antes ni ahora gozaban de grandes ingresos, pero que hacían malabarismos para organizar sus encierros.


Por lo pronto, ya sabemos por el blog de Aitor que en Almassora y Vall d’Uixó no se correrán este año los encierros de toros cerriles.


Que la crisis va a afectar a los encierros es evidente y ello puede provocar que en pocos años se derrumbe lo logrado durante toda una generación de bonanza económica y que nuestros enemigos declarados encuentren más excusas para esgrimirlas en su lucha.

Por ello, sería necesario que se esfuercen especialmente en no bajar el listón aquellas localidades que tienen festejos taurinos de gran tradición o que son señeros y tienen una gran repercusión social y mediática.

Pueblos como Beas, Coria, Brihuega, Tudela, Tafalla u Onda deberían intentar a toda costa mantener el nivel de cantidad y calidad de sus festejos respecto a años anteriores. Cuéllar no debería programar menos de sus habituales cinco encierros, y en Arganda sería importantísimo que se siguieran celebrando, como mínimo, sus tradiciones seis encierros de dos carreras cada uno.

El máximo ejemplo lo tenemos, precisamente, en el encierro más representativo de toda España: Pamplona, que ya tiene anunciadas para la Feria del Toro 2009 las ocho ganaderías que se van a correr. El mismo número de siempre y con un nivel similar al de otros años...

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Antonio se quedó meditabundo, como si estuviera reflexionando sobre esa relación de pueblos con encierros señeros que deberían dar ejemplo y mantener sus días de fiestas a pesar de la crisis. De repente, me miró a los ojos, con esa mirada franca que tienen los pastores, y me dijo:
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-“Y en San Sebastián de los Reyes, ¿qué? ... ¿Otra vez una semana de encierros? ... ¿No?”
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(NOTA: La fotografía que encabeza esta entrada está tomada del blog “Toro, Torero y Afición”. La otra fotografía, la de Antonio, está sacada de la tarjeta de mi cámara)

1/3/09

Fotos de encierros


Navegando por internet, que no naufragando, llegan internautas diariamente hasta esta bitácora buscando fotos de encierros. No es que sea adivino; lo sé porque es una de las informaciones que me ofrece el contador de visitas. Y me imagino que la inmensa mayoría de los que llegan hasta aquí con esa única y exclusiva finalidad, decepcionados, saldrán rápidamente porque no habrán encontrado lo que iban buscando. Incluso puede que me dediquen alguna que otra lindeza al mismo tiempo que deciden salir.

Ya lo avisé en la primera entrada, allá por el 26 de mayo de 2008, cuando dejaba aclarado que “esto no va a ser una revista de encierros, que no colgaré reportajes fotográficos...”

Y lo vuelvo a repetir ahora, y con mayúsculas, que en internet equivale a decirlo en voz alta:

............“NO PUBLICO FOTOS DE ENCIERROS”


Y no es que esté en contra de las fotografías de encierros. Yo también guardo algunas. Como tampoco estoy en contra de los webmaster’s que publican reportajes fotográficos de festejos taurinos populares en sus respectivas páginas. Y, en caso de duda, me remito a los enlaces que tengo insertados en la barra lateral y a mis palabras de reconocimiento a su labor en la entrada que publiqué el 13 de junio de 2008.


Lo que no puedo entender es ese afán desmedido que tienen algunos corredores de encierros por buscar y coleccionar fotos, fotos y fotos. ¿Y qué decir de los que van por ahí llevando debajo del brazo su álbum, su portátil o su web? Pues que... ¡Apaga y vámonos!


El disparate más grande que he escuchado en relación a las fotos de encierros se dijo en una de las cadenas de televisión que en los últimos dos años se ocupan de retransmitir los encierros de Pamplona (puede que fuera en Cuatro, aunque no lo puedo asegurar). Uno de esos reporteros que son fichados para la ocasión sin tener ni idea de lo que es un encierro vino a decir, más o menos, la siguiente frase: el ÚNICO TROFEO para un corredor es conseguir una foto suya corriendo en el encierro.

¡Dios santo! ¡Qué barbaridad!

Y nos podemos esperar que diga cualquier cosa de ese estilo un reportero dicharachero seleccionado de no sé qué magazine y que de la noche a la mañana se planta en Pamplona y se pone a hablar de encierros. Pero lo que no es comprensible es que haya corredores que, con sus actos, parecen dar la razón a quien pueda pensar de esa manera.


Alguien que siga con regularidad los mensajes que se dejan en los foros de encierros se puede encontrar con usuarios de ese tipo, con corredores que presentan claros síntomas de “fotitis”; ya que, más que pedir, hasta exigen fotos a los webmaster’s. ¡Y con malos modos!

Los moderadores de “Tradiciones Taurinas” podrían contarnos bastantes casos al respecto; sobre todo de una época en la que todos sabíamos que no podían actualizar porque tenían problemas con su ordenador y, sin embargo, siempre aparecía algún “fotoadicto” por su foro montando la tremolina.

También podrían hablarnos de ello los responsables de “Los Encierros” (por cierto: mi ánimo a los responsables de la web tras su vuelta a la actividad), que seguían recibiendo mensajes en el foro reclamándoles reportajes hasta en la época en la que confesaron que no podían actualizar. Y ni por esas. Ahí, “erre que erre” con las fotos.

En ambos casos, no paraban de reclamarles reportajes fotográficos. No ya nuevos contenidos; no. Reclamaban fotos concretamente. Y algunos, incluso, se permitían hasta el lujo de reclamar “sus” fotos.

A este respecto, recuerdo un mensaje en el foro de “ToroAlcarria” que me hizo mucha gracia. El remitente se quejaba porque, según él, en las fotos que publica esa web siempre salen los mismos corredores; que él (el remitente del mensaje), a propósito, se había puesto a correr en un encierro en la parte del recorrido que cubría uno de los fotógrafos que colabora con dicha página y que, sin embargo, no publicaron en el posterior reportaje ninguna foto en la que saliera él corriendo. Vamos: que el chico quería tener su foto y los hermanos Muñoz cometieron el “delito” de no darle el capricho.

Creo recordar que en el foro de “Tradiciones Taurinas” también hubo un cruce de mensajes en el mismo sentido no hace mucho tiempo.


Lógicamente, es muy dispar la apetencia de fotos entre los corredores de encierros. Hay muchas actitudes intermedias entre los que no buscan fotos pero si se topan con una la guardan y aquellos otros que van continuamente a la caza y captura de “sus” fotos. Y creo que no es necesario aclarar que sólo a estos últimos me estoy refiriendo.

No sé que opinarán ustedes, pero yo pienso que para sentirte corredor de encierros no es necesario disponer de un curriculum vitae ilustrado con un álbum o un pen drive cargado de fotos, puesto que las mejores imágenes de una carrera son las que se te quedan grabadas en la retina. Y, sobre todo, que el mundo de los encierros y de los toros es demasiado rico como para dedicar todo el tiempo libre que disponemos en conseguir una buena, bonita y amplia colección de fotos.

Seguro que muchos estaréis pensando que cada cosa en su justa medida. Yo también lo pienso. Por eso, como de ofrecer fotos de encierros ya se encargan los colegas que tengo enlazados (y, además, lo hacen fenomenal), aquí quiero compensar la balanza y “jugar” a otra cosa.


Y si lo del “trofeo” es el disparate más grande que he escuchado en relación a las fotos de encierros, tengo que decir, en relación a lo que he visto, que una de las escenas más repudiables que he contemplado en una foto de encierros es la que apareció reflejada en una instantánea que fue publicada en prensa digital el pasado domingo 22 de febrero, correspondiente al encierro a caballo que se corrió ese día en Ciudad Rodrigo.

Por supuesto, no me refiero a la foto en sí, sino a lo que en ella aparece reflejada.

La fotografía capta el momento de la cogida de uno de los heridos en ese encierro (se dice, incluso, que pudiera ser el de mayor gravedad), y en la imagen también se ve alrededor del toro y del mozo a una docena de personas, entre las cuales se encuentran tres individuos que, en vez de tratar de auxiliar al que está siendo volteado en ese instante, permanecen grabando la escena con su cámara de vídeo a muy pocos metros de distancia.

Es lo más triste, penoso, lamentable y repudiable que he visto reflejado en una foto de encierros.

Y no les reprocharía a esos tres individuos que no hubiesen intentado un quite, pues cada uno coge el miedo que quiere, lo que les reprocho es que sí tuvieron cojones para aguantar ahí grabando la escena.

Estos tres individuos actuaron de una forma vergonzosa y repulsiva. Ni se les puede llamar taurinos ni corredores de encierros ni, mucho menos, compañeros; pues su actitud fue la propia de unos morbosos o la de unos mercaderes de morbo.

Y no me sirve que ahora puedan decir que no van a publicar ni a vender las imágenes que captaron. El hecho está ahí, la vida de un corredor les importó menos que grabar la secuencia con su cámara de vídeo.


Pero ya el colmo, en relación a esa foto, fue el artículo que sacó el periódico regional “La Gaceta” el martes 24 de febrero con el título siguiente: “Comprensión para quien graba y no socorre”.

La entrada del redactor o redactora del artículo ya es como para no seguir leyendo.

La justificación que ofrece el cirujano Enrique Crespo es de aurora boreal: “estos vídeos, si llegan a tiempo, nos pueden servir para conocer mejor qué es lo que nos vamos a encontrar cuando tengamos al herido por asta de toro en la mesa de operaciones”.

¡En eso precisamente estaban pensando los tres individuos que grababan la escena, en entregar el vídeo al equipo médico! ¡¡¡ Ja !!!

La otra justificación, la de don Javier Iglesias, alcalde de Ciudad Rodrigo, sólo se le puede ocurrir a eso, a un alcalde, a un político: “estos vídeos son una fantástica promoción de nuestra Fiesta Grande”.

¡“Manda güevos”!

¿Opinaría lo mismo el señor Iglesias si ese vídeo “promocional” mostrara la cogida de algún ser querido?

Más le valdría al señor Alcalde que ordenase al servicio jurídico municipal la búsqueda de una base legal que permita sancionar a estos tres individuos por estar en el recorrido con una cámara de vídeo, tratar de identificarlos y abrirles un expediente sancionador.


Y, por otro lado, no voy a citar a la tercera persona que aparece en ese artículo, un conocido de todos los corredores de encierros al que ya tuve la ocasión de decirle personalmente el mismo martes que le “habían colado un gol”; y, efectivamente, él mismo me confesó que sus palabras las habían sacado del contexto en el que las había pronunciado. Algo que, por otro lado, también ha dejado aclarado en un foro.

En fin: muy lamentable todo lo relacionado con el hecho que se refleja en esa imagen.Tanto que, aunque al principio de la entrada decía que no publico fotografías de encierros, hoy casi me puede la tentación de colgar esa instantánea a la que me vengo refiriendo. Pero no he podido. Se me revuelven las tripas cada vez que la veo.


Así pues, continúo con la idea de no incluir aquí fotos de encierros (actuales, se entiende); aunque ello suponga que sea menor el número de visitantes a mi bitácora. No es esa la finalidad que busco.

Por ello, agradezco la fidelidad a todos los que os pasáis habitualmente por aquí. Y lo que me alegraría es que algún corredor de encierros dijera que es seguidor de esta bitácora desde que entró un día buscando unas fotos “suyas”; ya fuera navegando o naufragando por internet.