29/6/10

Los Divinos

........................ Oroz – http://www.latiradeoroz.es/


En el encierro de Pamplona, tradicionalmente, siempre se entendió que la participación era de carácter popular y colectiva, de ahí que la referencia a los corredores se hiciese de una forma genérica y que, para ello, se hablase de “los mozos”. Nunca, salvo desgracias, se hacían referencias a los datos particulares de los corredores y, de esa forma, no había lugar a ningún tipo de protagonismo personal.

En cambio, como a los toros se les atribuía el carácter de exclusivos protagonistas del encierro, era normal que en los periódicos y revistas apareciesen los datos concretos de sus nombres, sus números, sus ganaderías y sus procedencias, así como que las crónicas se centrasen en relatar el comportamiento de las reses en la carrera y que sólo vagamente citasen el de los mozos.

Mozos, sin indicaciones específicas de nombres, edades, naturaleza o profesión de cada corredor. Mozos, siendo irrelevante que esa masa la conformasen participantes habituales en el encierro, que no era lo más común, o participantes ocasionales, ya fuesen madrugadores empedernidos, trasnochadores impenitentes, comerciantes del mercado con su mandarra recogida a la cintura o domingueros con traje y sombrero en su día de asueto. Mozos, al fin y al cabo.

Y siempre fue así, tanto para el espectador en general como para los medios de comunicación. La locución tradicional que se empleaba por todos era la de “mozos y toros”. A modo de anécdota podría decir que tengo una revista de los años sesenta del pasado siglo XX (de la que desconozco su periodicidad, pero de la que guardo un número como oro en paño) que su cabecera es “Mozos y Toros” y que en ella no hay ni una sola alusión específica sobre la identidad de los corredores que aparecen en las numerosas fotografías que se muestran.

Pero en los años setenta surgió en España una nueva corriente periodística, más populista y en gran medida enfocada al logro de alcanzar un puesto alto en el ranking de ventas, que en lo referente a la información sobre el encierro de Pamplona comenzó a personalizar con nombres y apellidos a las figuras de los corredores, buscando satisfacer la innata curiosidad del ser humano, del lector, por conocer a aquellas personas que destacan en las distintas parcelas de la vida; en este caso, en el encierro.

Como abanderado de esa nueva corriente periodística y esa nueva manera de ofrecer información referente al encierro de Pamplona se puede señalar al periódico de tirada nacional “Diario 16”, cuyo primer número apareció en octubre de 1976. Posteriormente, y de forma paulatina, los periódicos de la capital navarra se fueron sumando a esa mueva tendencia y a esos nuevos modos periodísticos en relación al trato de los corredores del encierro en sus crónicas.

La lejanía en el tiempo hace que resulte difícil precisar las fechas, pero se puede decir que fue contemporáneamente cuando empezó a aumentar el número de fotografías del encierro que se publicaban en la prensa diaria, y también por entonces los fotógrafos profesionales descubrieron el filón de comercializar en sus estudios las imágenes del encierro que captaban con sus cámaras. Por otro lado, en el año 1982 comenzaron las retransmisiones televisivas en directo del encierro de Pamplona. Todo ello contribuyó a popularizar, además de sus nombres y apellidos, los rostros de una serie de corredores que destacaban en el encierro por sus carreras, especialmente de los que a diario aparecían corriendo delante de las astas en el tramo de “la Telefónica”, que era el que siempre tuvo una mayor cobertura mediática.

Con estos antecedentes, un año de la década de los ochenta se personó en Pamplona una periodista catalana y estuvo entrevistando a todos esos mozos que habían ido adquiriendo fama de ser excelentes corredores del último tramo del encierro. Y, en ese concepto de excelencia que ofrece el diccionario de nuestra lengua, la periodista calificó a todos esos corredores, en conjunto, como “los divinos”.

La expresión caló en la población y se comenzó a llamar “divinos” a aquel grupo de corredores que cada mañana destacaba por sus carreras en el tramo de “Telefónica” (años después, el grupo se iría disgregando y algunos de ellos pasaron a correr en distintos tramos de Estafeta). Eran, aproximadamente, una docena de mozos, generalmente vinculados con el deporte en su vida diaria, con una muy buena forma física, por tanto, y que abogaban por una concepción atlética del encierro, entre otras ideas.

A partir de entonces, y en un claro afán por aumentar el número de ventas, todos los días de encierro los periodistas buscaban obtener de los divinos sus impresiones sobre la carrera. Y, de forma inevitable, sucedió que a ese encono de la prensa se unió el hecho de que a una parte de los integrantes de dicho grupo parecía entusiasmarles la idea de ser entrevistados o, al menos, no ponían reparos en que lo hicieran. Así, en apenas unos diez o quince años, en los medios de comunicación se había pasado de hablar de “mozos”, en genérico, a tratar como figuras mediáticas a una serie de corredores con nombre y apellido, amén de fotografía expresa con su rostro.

Una de las consecuencias de todo ese proceso fue que, en cada “San Fermín”, y todos los días de encierro, aparecían repetidamente en los medios de comunicación las mismas opiniones de los mismos divinos, y que esas opiniones, a fuerza de ser repetidas año tras año, pasaron a convertirse en “doctrina ex cátedra” para la generalidad de los espectadores de televisión y los lectores de prensa, que nunca habían corrido el encierro y sólo tenían como referencia esas opiniones que continuamente escuchaban o leían.

En cambio, entre el colectivo de los corredores locales del encierro, en un principio, se dividieron las opiniones. Los divinos tenían sus defensores y sus detractores. Ahora bien, a medida que la presencia en televisión de algunos de los integrantes del grupo se fue haciendo repetitiva, esos divinos empezaron a ser considerados como tediosos y, hasta, odiosos para la generalidad de los corredores locales del encierro, pues no necesitaban que ningún “experto” les repitiera constantemente a qué hora se tenían que acostar en fiestas, cuándo se tenían que levantar, cómo tenían que calentar, si es que debían hacerlo, ni el modo en que debían correr delante de un toro. Ellos ya sabían muy bien lo que tenían que hacer; eran sus fiestas y era su encierro.

Además, como consecuencia de incidentes que se producían en carrera, entre los aficionados locales al encierro se fue generalizando la opinión de que el divino, con tal de coger toro y poder aparecer diariamente delante de las astas en las imágenes de televisión y en las fotos, era capaz de empujar y de dar codazos al resto de los corredores de su mismo tramo. Esa opinión se fue afianzando cuando se extendió el rumor de que, mediando precio, algunos corrían con camisetas que llevaban publicidad, por lo que forzosamente necesitaban aparecer corriendo ante las astas de los toros, aunque para ello tuvieran que practicar esos malos modos de los que ya les venían acusando.

Consecuentemente, el significado del término "divino" fue mutando y, de ser elogioso, pasó a convertirse en despectivo para la generalidad de los pamploneses y de los corredores locales del encierro, que consideraban que los divinos sólo tenían afán de protagonismo y, en algunos casos, de lucro.

En la actualidad, ya están retirados la mayoría de los corredores que conformaban aquel grupo, pero varios de ellos aún siguen corriendo el encierro a diario. Y, como ocurrió desde un principio, entre los que siguen en activo hay alguno que trata de huir de todo tipo de polémica y popularidad; pero hay otros que, en cambio, con su forma de actuar siguen alimentando la polémica.

El sentimiento que tiene la generalidad de la sociedad pamplonesa sobre estos mediáticos corredores resultó evidente en el año 2006, cuando se opuso frontalmente a que en el Monumento al Encierro, que por entonces estaba ultimando el escultor Rafael Huerta, apareciese la figura de un corredor con el rostro de uno de los divinos, concretamente el divino más famoso y, a la vez, el más aborrecido.

Un sentimiento que se ha ido labrando históricamente por las razones antes mencionadas y que en los últimos años había seguido fomentando con actuaciones como abrir una página web en la que, además de colgar sus fotos, publicitó la oferta de dar cursos para enseñar a correr el encierro; amén de dejar en la página frases para la historia como la de que el corredor es el verdadero protagonista del encierro. ¡Increible! Todo un ejercicio de antropocentrismo que choca frontalmente con la auténtica filosofía del encierro.
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Por ello, no debe extrañar (aunque yo no lo compartí) todo lo que ocurrió en la solanera de la plaza de toros de Pamplona la tarde del día 12 de julio del 2004, el día que dicho corredor resultó cogido por un “jandilla” que le propinó cinco cornadas.

Con todo, lo más preocupante no es que esa generación de buenísimos corredores que conformaron los divinos promoviese unas ideas y unas formas que, desde mi exclusivo punto de vista, son discutibles; sino que, a fuerza de ser repetidas y ensalzadas por los medios, esas ideas y esas formas calaron en una generación de niños de toda España que cada mañana de los sanfermines se sentaba frente al televisor para ver el encierro de Pamplona y que, inevitablemente, crecieron mamándolas, de forma que ahora son el “credo” de una gran parte de la actual generación de corredores de nuestros encierros.
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Lagun
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NOTA: El dibujo publicado es obra de César Oroz (http://www.latiradeoroz.es/), a quien tengo que agradecer públicamente que, sin conocerme de nada, me lo haya remitido desinteresadamente para que lo publique en esta bitácora. El dibujo es de 1992 y apareció publicado en el “Diario de Navarra”. Formaba parte de una serie de tipos sanfermineros titulada “Quién es quién en San Fermín”. Y, lógicamente, no podía faltar “el divino”.
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21/6/10

¡¡¡Ya falta menos!!!

¡Sí! Ya falta menos para los Sanfermines 2010. Concretamente, 15 días.

Entonces, alborozados, asistiremos al acto orgásmico del lanzamiento del Txupinazo. Y, que conste, con lo de “orgásmico” no me refiero al espectáculo que últimamente vienen protagonizando algunas chicas mostrando sus tetas a la abigarrada masa que se concentra en la Plaza Consistorial de Pamplona. Una vez que el cohete anunciador de las fiestas retumbe en los cielos de la vieja Iruña, habrá comenzado una “cosa singular”: las fiestas de San Fermín.

Será entonces cuando los guiris, especialmente, se dirigirán en dirección a la Navarrería para lanzarse desde la fuente de Santa Cecilia, o desde donde les deje la Corporación si es que la desmontan un año más. Otros, los más rezagados, grupos de curiosos y, sobre todo, algunos navarros románticos permanecerán en la Plaza para escuchar la Biribilketa de Gainza interpretada por La Pamplonesa y la Banda de Txistularis del Ayuntamiento de Iruña. Es el primer baile de las fiestas, el tradicional primer baile de los sanfermines, y esos románticos navarros no podrán evitar que se les ponga el vello de punta o, incluso, que alguna lagrima moje sus mejillas.

Habrán comenzado las fiestas de San Fermín, los sanfermines, unas fiestas sin igual, llena de tradiciones y contradicciones, como lo es la fecha en que se celebra o la supuesta vinculación del santo con Pamplona. San Fermín, el eje a nivel religioso, al que se honrará en las Vísperas Solemnes, con Riau-Riau, aunque sea alternativo; un San Fermín al que se venerará el día de su festividad con Procesión y Misa Solemne; un San Fermín que, como todos los santos, tal y como reza el dicho, también tiene su Octava.

Serán, oficialmente, nueve días de una continuada fiesta, en los que el PROGRAMA anuncia festejos para gentes de todas las edades y condición.

Yo, que nunca he dejado de tener alma de niño, asistiré a alguna de las salidas de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos, e intentaré incordiar a algún Kiliki o algún Zaldiko para que me persiga hasta darme un vergazo. Y algún día me pasaré por la Plaza del Conde de Rodezno, para ver como se divierten los niños en sanfermines; por la Plaza del Castillo, para asistir al Desfile de Caballeros en Plaza; y por la Plaza de Santiago, para correr los Toros de Fuego. Porque ellos, los niños y los chavales, son el futuro de la fiesta.

Pero el presente es de la gente joven y, aunque yo ya ando un poco pasado de años, cada día me dejaré llevar por la marea que te arrastra a través de San Nicolás, de Jarauta, de Labrit, de Navarrería o de la calle Estafeta para emparejarme a unos katxis (a una australiana será difícil) y disfrutar de la música, ya sea enlatada o en directo. Katxis y música en las verbenas de Antoniutti o en las de las plazas del Castillo o de La Cruz, donde este año se gritará “¡Viva San Bertín!” (y no es un error); en los conciertos al aire libre en las plazas de Los Burgos o de Los Fueros, con mi colega, por muchas razones, Rosendo Mercado; y, como no, me echaré algún bailable de txistu y me dejaré arrastrar por las peñas al son de sus charangas. Hasta caer derrengado.


Los sanfermines, en los que algún día trataré de ir de “fisno” y, para ello, buscaré que un socio me pase una invitación para poder entrar en el Casino Principal y marcarme el mañanero Baile de La Alpargata; luego, al mediodía, asistiré al sorteo en la Plaza de Toros y, quizás, con un poco de suerte, al día siguiente salga en las páginas de ecos de sociedad de los diarios navarros junto a algún famoso; y por la tarde a los toros, a la sombra, claro, a beber champagne y disfrutar con la corrida.

Pero eso será sólo un día. El resto, la inmensa mayoría, serán jornadas de almuerzos con los amigos, de poteo por “lo viejo”, de tendido de sol, de kalimotxo y, ¿quien dijo toros?, de entonar la sintonía de Eurovisión, cantar “El Rey”, “La Chica Ye-Ye”, el “No hay tregua” de Barricada... y lo que se tercie. Serán jornadas en las que al paso por la calle Olite dudaré entre concentrarme en la bebida o en las camareras que sirven en sus terrazas. Serán noches en las que me dejaré engañar por algún vendedor ambulante para colocarme cualquier gorro, gafa u otro adefesio, y disfrutar de la fiesta en la calle. Serán, por fin, madrugadas en las que habrá que entonarse con unos churros de la Mañueta para, después, poder seguir de fiesta al son de las dianas de La Pamplonesa.

¿Y así nueve días? Será difícil resistirlo.

Alguna mañana habrá que salir de Pamplona para poder desconectar de tanta vorágine festiva. Y, por ejemplo, una buena idea es acercarse a conocer el bello pueblo medieval de Ujué, a 53 kilómetros de Pamplona y a tan sólo 20 de Tafalla, con sus estrechas y pronunciadas calles, que te conducen en todo lo alto del pueblo al Santuario-Fortaleza de Santa María.

También, será reconfortante dedicar algún momento para dar en el mismo Pamplona algún paseo por sus jardines: la Ciudadela, la Media Luna, Antoniutti, la Taconera y puede que este año hasta me acerque al Parque Yamaguchi. Aprovecharé algún ratito para recorrer los rincones más entrañables de la vieja Iruña, como lo es la zona de la Plaza de San José, la Calle de Redín y el Rincón del Caballo Blanco. Y, ya, aprovechando, siempre será un placer visitar la Catedral de Santa María, el monumento más emblemático de la ciudad y el que conserva más tesoros histórico-artísticos, como su claustro gótico, que es la joya de la catedral y una de las cumbres universales del estilo gótico.

Y si alguien quiere conocer a los mocetones del norte, los sanfermines te ofrecen la oportunidad de asistir a torneos de deporte rural en la Plaza de los Fueros (los de sierra mecánica son la releche) y a partidos de pelota en el frontón Labrit (ya tengo una pelota firmada por Beloki y espero tener algún recuerdo de Aimar Olaizola, que creo que este año se ha lesionado de gravedad y no podrá participar).

Unos momentos de relax y de emoción para poder volver a la fiesta con energía, ya sea a cualquiera de los actos del programa oficial de fiestas, como cada noche lo son los Fuegos; ya sea a cualquiera de los alternativos, como lo es, por ejemplo, el Struendo de Iruña, que nunca se sabe qué día saldrá, pero siempre te terminas enterando.

Es lo que tienen los sanfermines, que es una fiesta total.


Y se dice, yo también lo pienso, que el acto más representativo de los sanfermines es el ENCIERRO. Y, por supuesto, ni iba a dejar de mencionarlo ni yo dejaré de asistir siempre que me sea posible. Lo que ocurre es que esta vez, como diría un amigo mío, pamplonés de pura cepa y gran corredor, lo he dejado para el final porque no deja de ser un acto más del programa de festejos y, al fin y al cabo, sólo viene a durar unos pocos minutos mientras que el día tiene veinticuatro horas de fiesta continuada.

Puede que tenga razón y, quizás, tratar de restarle importancia sea una de las formulas para intentar aliviar algunos de los males que sufre el encierro. Pero... ¿quién lo duda?... si hay algo por lo que muchos deseamos que pase pronto el año es por poder volver a correr el encierro de Pamplona.

Miércoles, día 7, Peñajara
Jueves, día 8, Cebada Gago
Viernes, día 9, Fuente Ymbro
Sábado, día 10, Dolores Aguirre
Domingo, día 11, Miura
Lunes, día 12, Victoriano del Río
Martes, día 13, El Pilar
Miércoles, día 14, Jandilla

Ese es el calendario de encierros de los Sanfermines 2010, y sólo cabe desear que las ocho carreras se culminen sin heridos de importancia, para que todos disfrutemos del encierro, de sus encierrillos al atardecer y de todos los actos de las fiestas.

Sólo así nadie podría faltar a aquél con el que se cierran: el Pobre de Mí. Ya sea en el oficial, que tiene lugar en la Plaza del Ayuntamiento, ya sea en el Pobre de Mí Alternativo, que “El Guti” dirige cada año en la Plaza del Consejo.

Y, como el que no tiene más fiestas es porque no quiere, ojalá que este año también se vuelva a correr el día 15 el “encierro de la villavesa”, y que resulte limpio y sin incidentes.

Pues, señores, para todo eso: ¡YA FALTA MENOS!

7/6/10

Cedillo del Condado


Municipio perteneciente a la provincia de Toledo, de la Comunidad Autónoma de Castilla – La Mancha (España). Está situado en la comarca de La Sagra, a unos 40 kilómetros de su capital provincial en dirección norte.


En La Sagra está muy arraigada la tradición de los encierros; y sus gentes, además de taurinos, son buenos anfitriones. Por ello, esta comarca situada entre los ríos Guadarrama y Tajo es una zona ideal para “ir de encierro”.

Los actuales reglamentos tienden a propiciar la desconfiguración de las tradiciones habituales que esta comarca tenía en materia de encierros. Pero, aún así, en su manera de concebirlos actualmente se advierten todavía unos usos que nos hacen ver que son lo que nunca deben dejar de ser: un Festejo. El acto festivo más esperado y deseado durante el año, y el que concita una mayor participación.

Uno de los pueblos de la comarca de La Sagra es Cedillo del Condado.


HISTORIA

La primera noticia que se dispone de la población de Cedillo es del siglo XII y no se tiene certeza sobre su posible origen. La única noción que se puede ofrecer es que su término municipal se ubica dentro del territorio de la Carpetania prerrománica.

Así, restos arqueológicos encontrados en poblaciones limítrofes y cercanas nos indican la presencia de carpetanos en la comarca, y posteriormente de su ocupación por los romanos y de la dominación que en ella ejercieron los árabes.

Tras la conquista de Toledo por Alfonso VI, en el año 1085 la frontera cristiano-musulmana se situó en el Tajo y el territorio de Cedillo pasó a la corona de Castilla. La Sagra se repobló en conjunto para ocupar rápidamente toda esa zona que era fronteriza por entonces, aunque aún tuvo que sufrir oleadas de ataques musulmanes hasta que la frontera se desplazó más al sur.

Es a ese fenómeno repoblador al que debemos la primera noticia de Cedillo: la carta-puebla que en 1152 concedió el Conde Manrique de Lara, nominado como “Conde Amalrico”, lo que evoca abolengo visigodo. Cedillo aparece nominada en dicho documento como “Cidello” (que pudiera ser un diminutivo en lengua romance del vocablo árabe “Cid”, que significa “Señor”), y de la literalidad de su texto se desprende que ya debía existir la aldea con anterioridad, pero es ahí donde aparece mencionada por primera vez.

Cedillo vuelve a aparecer en un documento del año 1211 bajo la forma “Cidiello”, siguiendo una antigua regla de la fonética castellana. En dicho documento se dice que la iglesia de la localidad pertenecía a la Orden del Hospital, también llamada de San Juan de Jerusalén. Y posiblemente perteneciera a dicha orden todo el pueblo, pues en 1216 le otorgó fuero.

En fecha 10 de abril de 1445, el rey Juan II donó Cedillo (junto con otros lugares) a D. Pedro López de Ayala, hijo del canciller mayor de Castilla, convirtiéndose así en señor de Cedillo. Pocos años después, en 1487, un descendiente suyo también llamado D. Pedro López de Ayala vendió la villa a D. Hernando Álvarez de Toledo, que siempre fue un gran servidor de los Reyes Católicos y en recompensa recibió para su hijo primogénito el título de Conde de Cedillo, según cédula real del 3 de agosto de 1496.

Mantuvo Cedillo la condición de lugar de señorío hasta que a principios del siglo XIX se abolieron todos los señoríos jurisdiccionales. No obstante, hay que hacer constar que su titularidad pasó por distintas ramas familiares y que, incluso, hubo épocas en las que el título de Conde de Cedillo estuvo revocado.

Ese hecho de ser cabeza de condado fue determinante para que en 1916, cuando se reformó la nomenclatura de muchos pueblos de España para evitar coincidencias, la localidad recibiese el nombre que tiene en la actualidad: Cedillo del Condado.

El paso de la historia por la localidad no nos ofrece hechos de notoria trascendencia a nivel nacional; si bien, como todas, ha tenido que sufrir los desastres que conllevaron algunos episodios de epidemias sanitarias y los enfrentamientos bélicos de nuestra historia moderna. Respecto a su población, de los 520 habitantes que Cedillo podía tener al tiempo de las Relaciones Topográficas de Felipe II (1575), ha pasado a censar en la actualidad a unas 2800 personas. Unas gentes que tradicionalmente han vivido de la agricultura, pero que en las últimas décadas se han ido abriendo a las posibilidades que ofrece la industria y el sector servicios.


MONUMENTOS Y ARTE

Cedillo del Condado no tiene edificios artísticos de notoriedad. De la generalidad de las construcciones, sólo destacan la antigua casa palacio del los condes y el templo parroquial, que está dedicado a Nuestra Señora de la Natividad.

Se sabe que en el año 1211 ya existía una iglesia en Cedillo, y sobre ella, muy posiblemente, se debió construir la actual. Las obras comenzaron en 1584 y finalizaron en 1588. Su estilo debió ser mudéjar en origen, pero una serie de reformas le han ido dando el aspecto que presenta hoy en día. Entre ellas, cabe destacar la realizada entre 1714 y 1753, que fue sufragada en su mayor parte por D. Manuel González de Mesa, un señor natural de Cedillo que emigró a América y allí hizo fortuna. Igualmente, hay que reseñar la reforma llevada a cabo para la reparación de los daños ocasionados por la caída de un rayo en 1856.


EXCURSIONES


Cedillo del Condado carece de parajes naturales reseñables, pues se encuentra sito en una alta y despejada llanura que el hombre ha dispuesto preferentemente para la agricultura. Pero sí que resulta interesante conocer su comarca: La Sagra.

El término de Cedillo está dentro de la denominada Sagra Alta, que posee un bagaje cultural, etnográfico y gastronómico que merece conocerse, y para ello, a tan sólo un vuelo de perdiz sobre sus tranquilos campos de trigales, viñas y olivares, están sus pueblos, donde se alzan templos con esbeltas torres, donde aún se conservan típicas construcciones labriegas y donde, poco a poco, se van descubriendo restos arqueológicos que nos dan cuenta del pasado de estas tierras. Para tener una mayor noción de esta zona, pulsad el siguiente enlace.

Y, como punto de partida de cualquier ruta por estos parajes, la ciudad de Toledo siempre ofrece al visitante su importantísimo patrimonio monumental, entre el que cabe mencionar a la Puerta de Bisagra, que es la que da acceso desde el interior de la ciudad a toda esta comarca de La Sagra.


FIESTAS DE SAN ANTONIO DE PADUA

Fotografía publicada por “JAM^2” en "Picasaweb"


El 13 de Junio, fecha dedicada a la advocación de San Antonio de Padua, es el Día Grande de Cedillo del Condado.

Sus gentes, tanto las que viven en la localidad como las que han debido salir a otras tierras, dejan sus obligaciones cotidianas para honrar a su Santo y celebrar su festividad con oficios religiosos, espectáculos musicales, deportivos, lúdicos y, como no, con encierros.

En el presente 2010, el programa de fiestas señala que en la madrugada del viernes 11 al sábado 12 tendrá lugar un encierro nocturno. Posteriormente, a las 09:00 de la mañana del mentado sábado 12, se correrá su tradicional encierro; y a la tarde, a las 19:30 un encierro infantil, para que en los más pequeños vaya prendiendo la llama con toros de sueño e imaginación.

¡Sí! Antiguamente, los mozos salían al campo para encontrarse con los toros, que venían pastoreados desde su finca, y para participar en su conducción hasta la plaza, cerrada al efecto con carros y estructuras de madera. Al día de hoy, esas formas tradicionales se han perdido, pero las gentes de Cedillo del Condado sigue conservando el mismo espíritu de antaño, que hacía del día de los toros un festivo "día de encierro”.


NOTA: Las dos primeras fotos de Cedillo, la panorámica y la de la iglesia, están tomadas de la web “esmipueblo.com/cedillo”; la imagen nocturna de la Puerta de Bisagra, de la web “toledo-turismo”; y la fotografía antigua de la plaza de toros de Cedillo, como ya he hecho constar al pie, está tomada de la galería que tiene colgada “JAM^2” en “Picasaweb”. Ruego a todo los propietarios de los derechos de autor que me permitan mantenerlas en esta entrada, pues con mi bitácora no tengo fines lucrativos.