27/9/08

Guadarrama

Municipio de la Comunidad de Madrid (España), situado hacia el noroeste de la misma, en la vertiente sur de la sierra del mismo nombre y a unos 48 kilómetros de la capital.


Muchas localidades de la Comunidad de Madrid celebran sus fiestas en septiembre. Se podría decir que los corredores tienen hasta problemas para elegir los encierros en los que quieren participar y que, incluso, se ven obligados a descartar pueblos que en cualquier otra fecha habrían tenido su recorrido repleto de mozos dispuestos a correr.

Y es precisamente en este mes cuando coinciden los festejos de un buen número de municipios cercanos a la Sierra de Guadarrama. Unos pueblos que pareciera como si tuviesen entablada cierta rivalidad entre ellos por ofrecer el mejor encierro; algo que redunda en beneficio de los corredores que acuden a esta comarca y, por supuesto, de nuestra afición.

Por alguno de estos pueblos serranos habría que empezar y, por tener el mismo nombre que la sierra que lo cobija, he elegido para esta temporada a Guadarrama.

HISTORIA

Guadarrama es la puerta hacia una de las pocas zonas de paso entre las dos grandes mesetas de la Península, por lo que es lógico que distintas civilizaciones hayan dejado su impronta en el municipio. Así, respecto a vías de comunicación propiamente dichas, quedan vestigios de la época de la dominación romana; por otro lado, el topónimo de Guadarrama, referido al río, procede de la lengua árabe (río de arena, vendría a significar); y la localidad, por citar un último ejemplo, fue fundada (repoblada definitivamente según otras líneas de investigación) en plena reconquista cristiana, en concreto en 1268 por Alfonso X “el Sabio”.

Dado que sus tierras se encuentran en la vertiente madrileña de la sierra y que, en cambio, aquellos primeros pobladores del s. XIII provenían del Concejo de Segovia, durante años hubo disputas entre Madrid y Segovia por lograr su titularidad, sin que los distintos monarcas que se fueron sucediendo adoptasen una decisión definitiva.

Guadarrama, englobada en el conjunto denominado el Real de Manzanares, fue donada a la familia de los Mendoza en 1383, pasando a ser población de señorío hasta el año 1504, que fue cuando recibió del rey Fernando “el Católico” el título villa-villazgo y, con él, el derecho de jurisdicción propia.

El traslado de la Corte a Madrid en 1561 y la construcción de El Monasterio de El Escorial entre 1563 y 1584 supusieron un importantísimo impulso para el pueblo, tanto por el aumento del número de habitantes como por la apertura de nuevas actividades productivas, laborales y comerciales que se sumaron a las que tradicionalmente provenían de la agricultura y la ganadería.

Una nueva época de expansión se produciría en el s. XVIII cuando se proyecta un nuevo trazado para unir a las dos Castillas por el Alto del León, lo que hoy es la carretera nacional y entonces recibió el nombre de Camino Real, que se terminó de construir en 1749. Pocos años después, en 1785, junto al Camino Real se construyó la Fuente de Piedra, también conocida como de Los Caños. Ese hito de la vía se convirtió en parada obligatoria de viajeros y, con el tiempo, en el nuevo eje dinamizador de la vida de Guadarrama; hasta el punto que el pueblo se desplazó hacia allí desde su núcleo originario, que estaba en el entorno de la antigua iglesia.

La condición de importantísimo lugar de paso, que siempre fue determinante en el desarrollo de Guadarrama, también conllevaría graves perjuicios en los episodios bélicos más recientes: la Guerra de Sucesión, la Guerra de Independencia y la Guerra Civil, que terminó siendo la más traumática para el pueblo, pues quedó prácticamente arrasado. En su reconstrucción intervino decisivamente el Estado a través del organismo denominado “Regiones Devastadas”.

Posteriormente, la cercanía a la capital, el encanto del pueblo y su privilegiado entorno contribuyeron para que Guadarrama se fuese convirtiendo en centro de referencia de la actividad turística en la comarca y, además, para que su población experimentase un significativo aumento.

MONUMENTOS Y ARTE

Paseando por Guadarrama puedes encontrar su Plaza Mayor, que es de estilo escurialense; la antigua iglesia de San Miguel Arcángel, que ha sido reconvertida en centro cultural, aunque conserva su ábside mudéjar y su torre medieval; o, como un último ejemplo, el nuevo templo que se levantó sobre la base del antiguo Pósito.

Por otro lado, los corredores no necesitaréis desplazaros del recorrido del encierro para contemplar otro monumento de Guadarrama: deteneros en el punto exacto donde la larga recta adoquinada desemboca en la antigua carretera nacional, asomaros por encima del vallado que cierra la curva y podréis ver la Fuente de Piedra, o Fuente de Los Caños, que ha sido restaurada recientemente.

Está construida a base de sillares irregulares de granito y su composición asemeja al alzado de una iglesia barroca. Acercaros un momento y, de abajo hacia arriba, podréis ver dos cabezas de león, de cuyas bocas asoman los caños por donde brota el agua; la inscripción donde figura el año de su construcción: 1785; el escudo del Duque del Infantado, señor que fue de estas tierras; y, arriba, en una hornacina bajo el frontón de remate veréis una imagen de San Miguel Arcángel, uno de los dos patronos de Guadarrama que se veneran en estas fiestas.


EXCURSIONES

Los últimos días de encierro de este año coinciden con fin de semana, lo que representa una oportunidad ideal para preparar alguna excursión.

Naturaleza.- En Guadarrama hay zonas aptas para que personas de cualquier edad y condición puedan disfrutar de la naturaleza, como el Área Recreativa La Jarosa o el propio embalse de La Jarosa. También se pueden hacer rutas de montaña con distintos niveles de dificultad y, pensando en corredores con chavales, os voy a recomendar una de nivel bajo, pero muy curiosa, porque combina naturaleza y literatura: la ruta al Monumento Natural Peñas del Arcipreste de Hita.

Este espacio fue declarado en 1930 Monumento Natural a petición de la Real Academia Española de la Lengua, como homenaje a los 600 años del “Libro del Buen Amor”, obra del Arcipreste de Hita en la que se describen los senderos de esta zona de la sierra.

Os dejo un enlace con la ruta.

Turismo.- La construcción de El Monasterio de El Escorial supuso un gran impulso para Guadarrama. Esta joya, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1984, se encuentra a escasos quince minutos en automóvil, por lo que sólo tenéis que elegir el día para acercaros hasta allí.

Os dejo un enlace.

FIESTAS

Guadarrama honra en estas fechas a sus dos santos patronos: San Miguel Arcángel el 29 de septiembre y San Francisco de Asís el 4 de octubre. Para ello, esos dos días y la semana que media entre ambas celebraciones se programan toda una serie de festejos, entre los que destacan actos religiosos, verbenas, espectáculos taurinos y, por supuesto, encierros; tanto para adultos como para chavales.
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El ciclo de encierros de Guadarrama ha ido creciendo en espectacularidad en los últimos años.

Todo comenzó a finales del siglo pasado, cuando se apostó por echar a la calle las novilladas que se anunciaban en los carteles. Luego, se pudo ver una firme determinación por querer completar una gran feria de novilladas picadas, con ganaderías de renombre y reses muy bien presentadas. Y, finalmente, cuando en el 2006 hubo que derribar el edificio de la plaza de toros y elegir sitio para colocar una portátil, Guadarrama sorprendió de forma grata a los corredores con un gran recorrido: bonito, especialmente la recta adoquinada que hay al principio; con una zona intermedia quebrada, curva cerrada incluida, que sirve para definir la composición de la manada; y con un largo tramo final en el que los mozos pueden acortar las distancias y realizar templadas carreras.

Tres decisiones que han llevado a que Guadarrama cuente en la actualidad con un encierro espectacular y que los corredores tengan en su calendario marcada en rojo la semana posterior a San Miguel.

(Plaza de toros levantada junto a la actual iglesia en la época en que ésta era reconstruida. Fotografía cedida por Javier Iglesias.)

Sólo resta desear que en el futuro, y especialmente cuando se construya una nueva plaza de toros, se sigan tomando decisiones encaminadas a consolidar el ciclo de encierros de Guadarrama como una de las grandes referencias de la Comunidad de Madrid.
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(NOTA: Las fotografías insertadas en tercer y cuarto lugar me las ha cedido Javier Iglesias, autor del blog “quintos94” (de Guadarrama, lógicamente), al que públicamente quiero mostrar desde aquí mi agradecimiento por su gentileza y amabilidad. Sobre el resto de fotografías sólo puedo decir que la primera está tomada de “la comunidad el pais.com” y que la segunda aparece en “sierra guadarrama manzanares.org”, pero en ninguno de los casos consta el nombre del autor. Con esta bitácora no tengo fines lucrativos y ruego se me permita mantener dichas reproducciones; no obstante, serán eliminadas si así me lo solicitan quienes posean los derechos de autor)

19/9/08

Castas fundacionales del toro de lidia

...................................Foto: Etienne Barbazan

Entre la fauna que predominaba en la Península Ibérica durante el paleolítico estaba el uro, que se habría asentado ahí como consecuencia de una expansión natural o de migraciones, también naturales, por razones climáticas.

Fue posteriormente, en el neolítico, cuando el uro comenzó a ser domesticado y, a partir de entonces, las nuevas razas de vacuno que iban surgiendo de ese proceso acompañaban al hombre en sus movimientos migratorios, colonizadores y comerciales. Así, otro tipo de uro apareció por el norte de la península con la cultura celta; varios siglos después, las culturas del norte de África introducirían una nueva variante por el sur; y, lógicamente, debemos pensar que se tuvieron que producir cruces naturales o inducidos entre estos nuevos prototipos de uros y los ancestrales que se encontraban en las zonas en las que aquellos fueron introducidos.

Las barreras que suponen los grandes accidentes geográficos limitaron aquellos primitivos movimientos migratorios, tanto del hombre como de los animales que lo acompañaban y, por supuesto, de las especies autóctonas, lo que coadyuvó para que se fueron formando en la Península Ibérica diferentes concentraciones de ganado vacuno que, dado el cierto grado de aislamiento al que estaban sometidas, presentaban unas características morfológicas distintas entre sí por su variado origen y, además, por el diverso clima, entorno y pastos de la concreta región en la que cada una de esas concentraciones quedó asentada durante miles de años.

Por ello, se puede hablar de tres grandes raíces del toro de lidia:
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A) Una raíz navarra, que se correspondería con el ganado asentado en la cuenca fluvial del Ebro y que podría tener una procedencia derivada de uros autóctonos de la zona con posibles cruces de otros uros salvajes que llegaron hasta allí desde zonas más septentrionales y las reses que introdujo el hombre por el norte de la península.

B) Una raíz andaluza, que se correspondería con el ganado asentado en la cuenca fluvial del Guadalquivir y que podría proceder del introducido por el hombre desde el norte de África con posibles cruces con uros autóctonos de la zona.

C) Una raíz castellana, que se correspondería con el ganado asentado en las dos mesetas centrales de la península, con una rama ubicada en la cuenca fluvial del Duero y otra distinta que ocupaba las de los ríos Tajo y Guadiana, con una posible procedencia derivada en ambos casos de uros autóctonos, aunque siempre cabe la posibilidad de hablar de contactos con reses introducidas por el hombre en zonas aledañas.

Los propietarios de ganado mantuvieron sus vacadas sin realizar una selección orientada de forma específica a los primitivos juegos de toros.

Hablando en términos generales, se podría decir que fue con el inicio del toreo a pie, en la primera mitad del siglo XVIII, cuando algunos ganaderos contemplaron la posibilidad de realizar selecciones y programar la reproducción de sus vacadas con la finalidad de criar unos ejemplares que reuniesen una serie de características para poder destinarlos a la lidia. Entre esas características, que han ido cambiando o evolucionando con el devenir del tiempo, ha habido una que se mantenido como eje: la bravura.

Fue así como surgió el toro de lidia. Y esas primeras vacadas dedicadas a su crianza han sido denominadas castas fundacionales, ya que posteriormente resultaron ser las matrices de la totalidad de la cabaña brava.

Los tratadistas no se ponen de acuerdo respecto a su número, pero siguiendo un criterio bastante generalizado vamos a fijar las siguientes castas fundacionales del toro de lidia:
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1.- Casta Navarra. Aunque parece ser que hubo ganaderos desde siglos anteriores, fue a finales del XVII cuando don Joaquín Antonio de Beaumont de Navarra y Ezcurra Mejía, Marqués de Santacara, tras recoger y seleccionar el ganado salvaje existente en los términos próximos a las Bárdenas Reales, se erigió en el primer ganadero de relevancia de reses de raíz navarra con destino a la lidia y, a posteriori, en el tronco del que arrancaron las más prestigiosas ganaderías de reses de esta procedencia.

El ganado de casta Navarra era, muy mayoritariamente, de capa colorada, pequeño tamaño y con astas acarameladas, veletas y de escasa longitud.

2.- Casta Morucha Castellana. Dada su antigüedad, las reses que se criaban en El Raso de Portillo, en el término de La Pedraja de Portillo (Valladolid), tenían el privilegio de romper plaza en los festejos reales. Unos tratadistas dicen que era ganado autóctono de Castilla, mientras que otros argumentan razonamientos para defender la existencia de cruces con reses de casta Navarra. Aún cuando en un principio se criaron en régimen de comunidad de bienes, a nivel individual se nombra a don Alonso Sanz como el primer ganadero que, hacia mediados del s. XVIII, crió reses de este origen.

Eran toros de hechuras grandes, cornalones y, generalmente, de pelaje negro.

3.- Casta Jijona y Toros de la Tierra. Aprovechando las posibilidades que le ofrecía su cargo de intendente de la vacada del Real Patrimonio, don Juan Sánchez Jijón Salcedo fundó a principios del siglo XVII una ganadería en Villarrubia de los Ojos, seleccionando toros de los que pastaban en tierras de Madrid, Toledo, Ciudad Real y Albacete.

Uno de los criterios que siguió el fundador fue elegir toros de pelaje colorado encendido. Por otro lado, eran reses de cornamenta muy desarrollada y de gran alzada, corpulencia y peso.

Los denominados como “Toros de la Tierra” tienen realmente el mismo origen que los de casta Jijona, aunque se podría establecer como mínima diferenciación que, en su génesis, hay más presencia de reses procedentes de la cuenca del Jarama y del área de Colmenar Viejo; por otro lado, sus capas eran más variadas, incluso predominaba el pelaje negro, y eran toros muy recios de patas, quizás derivado de la dureza del terreno donde pastaban.

El primer ganadero de Toros de la Tierra fue el colmenareño José Rodríguez García, a mediados del siglo XVII.

4.- Casta Cabrera-Gallardo. Hay opiniones encontradas entre los tratadistas respecto a si el ganado de origen Gallardo debe considerarse como una de las castas fundacionales o si, por el contrario, debe quedar incluido dentro del grupo de casta Cabrera. Ante la discrepancia, he optado por hacer una denominación conjunta.

Fue hacia mediados del siglo XVIII cuando don Luis Antonio Cabrera fundó en Utrera una ganadería con reses de las que se ignora su procedencia, aunque históricamente se viene manteniendo que era ganado de alguna comunidad andaluza de religiosos que, a su vez, traía origen del cobro de los diezmos.

Los toros de Cabrera eran largos, de gran alzada, corpulencia y peso, pero de aspecto agalgado, con defensas desarrolladas y pelajes muy variados.

Con reses del mismo tronco frailero, aunque cruzadas con otras de casta Navarra, partió en el siglo XVIII el sacerdote de Rota Marcelino Bernaldo de Quirós para crear una vacada que posteriormente adquirió don Francisco Gallardo. Este ganadero de El Puerto de Santa María, tras eliminar lo de procedencia navarra y llevar a cabo una rigurosa selección, fue quien fijó los caracteres de estas reses: corpulentas, de gran trapío, muy dotadas de cuerna y con gran variedad de capas; muy en consonancia con los de casta Cabrera.

5.- Casta Vistahermosa. En la segunda mitad del siglo XVIII fundó su ganadería don Pedro Luis de Ulloa, el primer Conde de Vistahermosa, al comprar la vacada de los hermanos Rivas, de Dos Hermanas (Sevilla), que estaba compuesta de reses de origen desconocido.

Los pelajes primordiales de los toros de esta ganadería eran negros, cárdenos y colorados; por otro lado, presentaban unas cornamentas proporcionadas y eran finos de hechuras, aunque algo terciados.

6.- Casta Vázquez. Con toros de procedencia desconocida, don Gregorio Vázquez fundó una ganadería en Utrera (Sevilla) a mediados del s. XVIII. Años después agregó reses de casta Cabrera, que proporcionaron a la ganadería mayor corpulencia y peso; pero sería su hijo, Vicente José Vázquez, quien daría el elemento definitorio decisivo a la vacada: consiguió reses del Conde de Vistahermosa que, al cruzarlas, aportaron una mayor dosis de bravura.

Eran toros cortos de patas, anchos, muy bien armados y, por la diversidad de sangres, salían con capas variadísimas.

La suerte que han corrido estas castas fundacionales es muy dispar. Hay práctica unanimidad en dar por extinguidas las castas Morucha, Jijona y de Toros de la Tierra. Respecto a la casta Navarra, si bien se mantienen ganaderías con reses de este origen, actualmente se descartan para los festejos de lidia ordinaria. De la casta Cabrera sólo resta como representante en la actualidad la ganadería de Miura; y Partido de Resina de la casta Gallardo. De Vázquez se citan como supervivientes a Concha y Sierra, Prieto de la Cal y la ganadería portuguesa de Fernando Pereira Palha, aunque algunos especialistas les niegan la pureza a todas ellas. Finalmente, la historia más fecunda la proporciona la casta Vistahermosa, pues de ella proceden la práctica totalidad de las ganaderías bravas actuales; incluso se han ido formado estirpes de ella, “encastes”, que presentan diferencias morfológicas entre sí.

Precisamente, la encuesta que dejaré abierta en el lateral durante las dos próximas semanas versa sobre la cuestión apuntada en el párrafo anterior. Y digo apuntada porque en próximos textos se tratará de analizar la historia y evolución de cada una de las castas fundacionales del toro de lidia.
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(NOTA: Los dos gráficos que os ofrezco son de autoría propia. Dados mis escasos conocimientos de informática, son demasiado simples y toscos, por lo que pido disculpas por ello; no obstante espero que sirvan al lector para, al menos, hacerse idea de la información que he tratado de ofrecer. En cambio, la fotografía que encabeza esta entrada es de Etienne Barbazan y está colgada en la web "toroslidia.com". Con esta bitácora no tengo fines lucrativos y ruego se me permita mantener dicha reproducción; no obstante será eliminada si así me lo solicita el propietario de los derechos de autor)

12/9/08

Entrevista a un veterano corredor de encierros de Fuenlabrada

Para preparar la ficha de Fuenlabrada (Madrid) conté con la ayuda de Candelas Naranjo, una fuenlabreña de pura cepa, licenciada en Historia, que se ha preocupado de investigar la historia de su pueblo. Además, casualmente, esta mujer es hija de un veteranísimo corredor de encierros.
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Esta circunstancia me proporcionaba una oportunidad única que no iba a desaprovechar: realizar una nueva entrevista para esta bitácora y recuperar el pasado de los encierros de otra localidad. En este caso, además de presentaros a un nuevo compañero, trataremos de averiguar cómo eran los encierros de Fuenlabrada en tiempos de la posguerra.
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Cecilio Naranjo González, “Bonifa”,
de Fuenlabrada (Madrid). 83 años.
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(P) ¿CÓMO SE LLAMA?
(R) Cecilio Naranjo González.

(P) ¿ES CONOCIDO POR ALGÚN APODO EN FUENLABRADA?
(R) ¡Sí! Por el mismo que toda la familia de mi padre: “Bonifa”.

(P) ¿DÓNDE NACIÓ Y EN QUÉ FECHA?
(R) En Fuenlabrada, el 15 de febrero de 1925.

(P) ¿EN SU FAMILIA HABÍA ANTECEDENTES DE CORREDORES DE ENCIERROS?
(R) ¡No! Nunca escuché a mi padre que le gustase correr, ni nadie me lo ha dicho tampoco.

(P) ¿A QUÉ EDAD COMENZÓ A CORRER ENCIERROS?
(R) Desde que en Fuenlabrada se reanudó la tradición después de Guerra, por lo que tendría 14 ó 15 años, depende de que el primero fuese en 1939 ó 1940.

(P) ¿Y AÚN SIGUE EN LA BRECHA?
(R) Correr, lo que se dice correr, ya no puedo. ¡Qué más quisiera! Pero me gusta estar cerca de los toros y, como aún estoy bastante ágil, me muevo por la calle, voy de puerta en puerta y de ventana en ventana para ver lo que ocurre. Procurando siempre no estorbar a los chavales.

(P) ¿CÓMO FUE ESE PROCESO DE CORREDOR A ESPECTADOR PRIVILEGIADO?
(R) Hasta los 35 años trabajé con mi padre en la huerta y tuve mucha libertad para ir de encierros, ya que planificaba el horario de trabajo a mi manera.
Luego entré en una fábrica y ya sólo pude ir de encierros en el mes de permiso, pues trabajaba todos los días de la semana, incluidos los domingos. Por eso, y porque la responsabilidad ya era mayor, empecé a pensármelo más y fui quitándome poco a poco, hasta que llegó el momento en el que me limité a observar, pero siempre lo más cerca posible del toro.

(P) DESPUÉS DE CASARSE, ¿SU MUJER LE PEDÍA QUE LO DEJASE?
(R) Ella ahora lo está negando con la cabeza, pero sí que empezó a decírmelo cuando llegaron los hijos.

(P) ¿CÓMO ERAN LOS ENCIERROS DE FUENLABRADA EN SUS AÑOS MOZOS?
(R) Hay que distinguir dos períodos: En los años 40’s los toros pasaban la noche anterior al encierro en un prado llamado “Taraza”, a un kilómetro y medio del pueblo. Por la mañana íbamos allí, unos a pie, como yo, y otros a caballo, y los traíamos al paso hasta que se empezaban a ver las casas. Ahí era cuando los jinetes arreaban a la manada y la traían a la carrera para encerrarla en el corralón de “Pichorronco” por una puerta que daba a las traseras (esquina de la avenida Francisco Javier Sauquillo con callejón de la Huerta en la actualidad).
Luego, después de dejar pasar un tiempo para que pudiéramos llegar los que habíamos salido a pie, volvían a soltar la manada por otra puerta del corralón que daba a una calle del pueblo, y el encierro terminaba en la plaza del Ayuntamiento, donde se montaba una plaza con carros y se podía recortar a los toros hasta que entraban en el toril. En esta segunda parte sólo había un jinete que era el que abría el encierro gracias a una subasta.
Pero había veces que uno o varios toros se espantaban antes de entrar al corralón y, entonces, además del encierro por la calle con los toros que habían entrado, el del campo podía durar todo el día.
Después, en los años 50’s y en los 60’s, ya no se traían los toros desde el campo. Unos días antes de la fiesta los traían en camiones al corralón de “Pichorronco” y el encierro sólo era por las calles y en la plaza. Y tampoco salía ya el jinete abriendo carrera.

(P) ¿QUÉ CALLES ERAN LAS QUE COMPONÍAN EL RECORRIDO URBANO?
(R) La puerta del corralón de “Pichorronco” por donde comenzaba el encierro daba a la calle de la charca y a muy pocos metros estaba la esquina de la calle Madrid; seguía por esta calle hasta la esquina donde empieza el “Pelagatos”, y por ahí subía hasta la entrada al Ayuntamiento.
[Actualizado: calle Miguel de Unamuno (15 metros), calle de la Paz (80 metros) y calle Maximino Pérez (60 metros). Total 155 metros. Un encierro corto, con calles de tierra y la última en cuesta y cerrándose en embudo].

(P) ¿SABE SI HABÍA ALGUNA RAZÓN CONCRETA PARA QUE EL ENCIERRO SE ORGANIZARA DE ESA FORMA?
(R) Después de Guerra, “Taraza” y otros prados comunales estaban arrendados a “Pichorronco” y a cambio, entre otras condiciones, tenía que dar gratis los toros para la fiesta; y él montaba el encierro así. Luego se dejaron de hacer a caballo porque se pusieron de acuerdo todos los ganaderos de los pueblos de la comarca para dejar de hacerlo por el campo, ya que hacen falta muchos cabestros para mover el ganado y no les compensaba tenerlos todo el año para los pocos días de las fiestas.

(P) ¿CORRÍA MUCHA GENTE ENTONCES EN EL ENCIERRO DE FUENLABRADA?
(R) Por el “Pelagatos” corríamos todos los mozos del pueblo, unos más “apretaos” y otros menos, pero a recortar ya salíamos menos.

(P) ¿RECUERDA LOS NOMBRES DE OTROS MOZOS DE SU ÉPOCA QUE ANDASEN BIEN CON LOS TOROS?
Así, de repente, me acuerdo de “Burrión” y de “el Chato”, aunque éste era más de andar trasteando. Y el que era bueno toreando era “el tío Canete”.

(P) HA DICHO QUE EN FUENLABRADA SE PODÍA RECORTAR, ¿QUÉ LE GUSTABA MÁS A USTED: CORRER O RECORTAR?
(R) Las dos cosas, pero más recortar.

(P) PUES, DIGANOS: ¿CÓMO RECORTABA?
(R) Yo lo que hacía era entrar al toro por delante y en la reunión le ponía entre los cuernos la vara que siempre llevaba para que el toro derrotara; entonces, me ajustaba todo lo posible a sus riñones para forzarle y si me buscaba salía corriendo hacia los carros para saltar a lo alto de la rueda.

(P) Y ¿DÓNDE CORRÍA: EN EL CAMPO O EN LAS CALLES? ¿EN QUÉ TRAMO?
(R) En el campo, más que correr, iba moviendo a los toros apoyándome con los caballos, por si se venía alguno.
Luego, cuando soltaban los toros por el pueblo, lo que yo pretendía era entrar a la plaza, por lo que corría al final, en el “Pelagatos” (calle Maximino Pérez). Me ponía en la esquina de “Paca, la Esquila” (calle de la Paz con calle Maximino Pérez), esperaba a que aparecieran los toros por la esquina de la charca (calle Miguel de Unamuno con calle de la Paz) y yo arrancaba cuando los toros pasaban por “en ca el Chato”. Y, como el “Pelagatos” se estrechaba, lo que hacía era medir al primer toro que venía para tratar de entrar a la plaza justo delante de él. Pero hubo alguna vez que me vi muy “apretao” antes de llegar y la única solución era tirarse al suelo y rezar.

(P) APARTE DEL ENCIERRO DE FUENLABRADA, ¿CORRÍA EN LOS DE OTROS PUEBLOS?
(R) Cuando trabajaba en la huerta iba a todos los pueblos en los que había encierro entre Madrid y Toledo: Humanes, Móstoles, Navalcarnero, El Alamo, Carranque, Cedillo...; ¡A todos, vamos! Luego, al entrar en la fábrica, ya sólo iba a los que había en septiembre, que es cuando cogía el permiso.

(P) ¿CÓMO SE DESPLAZABA EN AQUELLA ÉPOCA?
(R) Iba en bicicleta; hasta que me compré una Vespa al año de entrar en la fábrica.

(P) ¿ALGÚN PERCANCE SERIO?
(R) Sí, uno. Con 28 años me cogió un toro en Fuenlabrada y me pegó una cornada en una pierna. ¡Bueno! Otro año me pegó un pisotón un toro al ir a recortarlo, pero no me llegó a coger.

(P) ¿Y NO LE ENTRARON DUDAS A RAIZ DE ESA COGIDA?
(R) Mis padres, porque aún no me había casado, se pusieron muy serios conmigo y algo sí que bajé el pistón, pero seguí corriendo encierros bastantes años más.

(P) ¿POR QUÉ CORRÍA ENCIERROS?
(R) ¡Anda! ¡Porque me gustaba!

(P) ¿ENTRENABA PARA LOS ENCIERROS?
(R) ¡Sí! ¡En la huerta con el azadón!

(P) ¿USABA ALGUNA ROPA ESPECIAL PARA CORRER?
(R) ¡No! La ropa de diario.

(P) ¿ANTES DEL ENCIERRO REZABA, TENÍA ALGUNA MANÍA O SUPERSTICIÓN QUE CUMPLIR?
(R) ¡No!

(P) APARTE DE CORRER EL ENCIERRO, ¿PARTICIPABA DE ALGUNA OTRA FORMA EN LAS FIESTAS DE FUENLABRADA?
(R) Lo típico: iba a la procesión el día del Cristo y al baile todas las noches. Lo que también hice muchos años fue ir con “la Justicia” a escoger los toros del encierro.

(P) Y, POR ULTIMO, ¿HASTA CUANDO PIENSA DEJARSE VER POR EL ENCIERRO?
(R) Mientras tenga salud y fuerzas...

(...)

(NOTA: Deseo que la salud y las fuerzas acompañen por muchos años a nuestro compañero corredor de encierros “Bonifa”. Por otro lado, sólo me resta dar las gracias a Candelas Naranjo por toda la ayuda prestada y a Miguel Pedrero, nieto del protagonista de esta entrevista, por conseguir la difícil tarea de realizar la fotografía que encabeza esta entrada)

8/9/08

Fuenlabrada

Municipio de la Comunidad de Madrid (España), situado hacia el sur de la misma y a unos 20 kilómetros de la capital.

El encierro de Fuenlabrada fue a la antigua usanza hasta el final de la década de los 40’s. Luego, durante dos decenios, se realizó solamente por las calles y la plaza del pueblo, sin caballos. Años después, en los 70’s y en los 80’s, pasó a ser una suelta de reses que adquirió arraigo en el entorno de la plaza de la Fuente de los Cuatro Caños. No obstante todos esos cambios siempre fue uno de los mejores encierros de la zona sur de Madrid.

La dejadez de un alcalde poco amante de lo taurino empezó a surtir efectos en los 90’s, y el encierro de Fuenlabrada fue languideciendo. Por último, desde 1996 agoniza por el nefasto Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares de la Comunidad de Madrid.

La inmensa mayoría de los nativos de Fuenlabrada no desean que su encierro se “pamplonice” o, mejor dicho, que se “sansebastianice”. Su ilusión sería volver a disfrutar de una gran suelta de reses en el entorno de la Fuente de los Cuatro Caños, pero eso resulta imposible con el actual reglamento. Por ello, boicotean el encierro clonado que se les impone e intentan que resulte un “contraencierro”: que los toros no lleguen a corrales.


HISTORIA

La historia más remota de Fuenlabrada hay que buscarla en una serie de pequeñas aldeas que ocupaban parte de su actual término municipal: “Loranca”, que pudo tener su origen en una antigua villa romana; “Acedinos”, donde se ha excavado un poblado visigodo; así como “Fregacedos” y “Alúa”, de las que sólo hay noticias tras la conquista de Toledo en 1085.

Estas cuatro aldeas estaban situadas en lo que se denominaba “tierra de Madrid”, pero limitaban con pueblos que: o bien pertenecían a otros concejos mucho más poderosos, o bien habían sido entregados a grandes señores en régimen de señorío o, incluso, a una Orden Militar. Esta situación ocasionaba a aquellas cuatro aldeas numerosos problemas de límites territoriales y un continuo hostigamiento, lo que provocó finalmente que se fueran despoblando y que sus vecinos se fueran concentrando en una única población, Fuenlabrada, que se funda en la segunda mitad del siglo XIV.

El nuevo municipio aparece plenamente integrado en la vida del Concejo de Madrid a partir del s. XV. Se sabe que allí tenían casa algunas familias ilustres de Madrid (especialmente la de los Vargas), que dos de sus vecinos eran monteros del rey Fernando “el Católico”, con la consideración que ello conllevaba, y que el traslado definitivo de la Corte a Madrid en 1561 supuso un empuje importante para su economía.

Sus habitantes se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y a la ganadería, pero también existían algunas actividades artesanales de cierta relevancia (tejedores y rosquilleros) y, dada la cercanía con Madrid, un buen número de vecinos buscaba su sustento abasteciendo de paja (pajeros) a las numerosas caballerizas de la Corte. Llama la atención el número de fuenlabreños que, siendo de un núcleo rural, cursaron estudios universitarios a partir del siglo XVII, pues a lo largo de su historia encontramos entre sus naturales algunos cargos relevantes en la administración civil y religiosa, varios catedráticos de universidades, dos obispos y un músico, Dionisio Aguado, que está considerado como uno de los precursores de la guitarra clásica.

La Guerra de la Independencia tuvo graves consecuencias en Fuenlabrada, pues en el cuartel de Leganés (a 7 kms.) había un destacamento francés que periódicamente exigía alimentos y enseres para su mantenimiento y, por otro lado, en la zona se movían varias partidas de guerrilleros, lo que ocasionó fuertes enfrentamientos.

En el siglo XX ocurren dos hechos transcendentes para el municipio: la explosión de un polvorín durante la Guerra Civil, que destruyó gran parte de su casco antiguo, y una descomunal expansión urbanística durante la segunda mitad del siglo, que supuso un cambio radical en su fisonomía.

De 2.908 habitantes que aparecían censados en 1960, la localidad pasó a tener 7.369 en 1970, 65.181 en 1980, 141.496 en 1990 y, prácticamente, 200.000 vecinos con el cambio de siglo. Así, tan bruscamente, Fuenlabrada dejó de ser un pueblo rural para convertirse en la ciudad que hoy conocemos.


MONUMENTOS Y ARTE

Os recomiendo que, en uno de los tres días de encierro, visitéis la iglesia de San Esteban Protomártir. Desde el exterior observaréis sus dos fases de construcción: el ábside de piedra, obra de la segunda mitad siglo XVI, y la nave actual, que se levanta en la primera mitad del siglo XVII siguiendo modelos del barroco madrileño.

En el interior encontraréis un interesante templo de una sola nave y, sobre todo, una importe colección de retablos barrocos. Entre ellos, hay que destacar su impresionante retablo mayor, que se atribuye a José Benito de Churriguera, aunque no se ha podido documentar su autoría.

En uno de los laterales del templo se encuentra el altar del Santísimo Cristo de la Misericordia, en cuyo honor se celebran estas fiestas de septiembre. La talla es moderna, del s. XX, pues la anterior fue destruida en nuestra Guerra Civil.

Más información sobre este apartado la tendréis en este enlace.


EXCURSIONES

Naturaleza.- No cuenta el término de Fuenlabrada con espacios naturales de especial interés. Sólo cabe mencionar la curiosidad de prepararse un buen almuerzo e ir a tomárselo al prado de Valdeserrano, que es el lugar donde tradicionalmente acuden sus vecinos el día 9 de marzo para pasar un día de campo en recuerdo de la figura de la santa Juana.

No obstante, los amantes de la naturaleza siempre tienen el recurso de acudir al madrileño Parque de la Cuenca Alta del Manzanares, que está a menos de una hora de camino y del que os enlazo una página aquí.

Turismo.- La escasa distancia a la que se encuentra Madrid facilita una oferta amplísima de visitas turísticas de todo tipo.

Para esta temática concreta os dejo este enlace.


FIESTAS

Fuenlabrada siempre estuvo bajo el patronazgo de San Esteban, cuya fiesta se celebra el 26 de diciembre; pero en mayo de 1738 se produjo un hecho que los fuenlabreños consideraron milagroso. Tras un periodo de intensa sequía, el día de la Ascensión comenzó a llover tan copiosamente que se pudo salvar una cosecha que se consideraba perdida. El milagro se lo atribuyeron al Santísimo Cristo de la Misericordia y, posiblemente, a partir de ese año se debió constituir la Hermandad con el voto de hacer una función en su honor el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz.

La devoción al Cristo de la Misericordia y el creciente protagonismo de sus fiestas terminaron por eclipsar a San Esteban; aunque aún se conserva como fiesta local.

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Las fiestas del Cristo siempre han estado vinculadas a la celebración de festejos taurinos. Apenas cuarenta años después de los hechos narrados, en 1774, se habla de “dar una corrida de novillos como es costumbre para la función...” Y, al menos, desde principios del siglo XIX se celebraban el 15 y el 16 de septiembre los tradicionales días de toros. Está constatado, para envidia de los corredores actuales, que se llegaban a soltar unas 30 reses para encierros y capeas en los dos días de fiesta.

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(NOTA: La primera y la tercera fotografía que aparecen insertadas han sido tomadas de sendos programas de actos y festejos de la localidad, y me las ha facilitado, junto con la otra fotografía, Candelas N.G. Con esta bitácora no tengo fines lucrativos y ruego se me permita mantener dichas reproducciones; no obstante, serán eliminadas si así me lo solicitan quienes posean los derechos de autor)