23/3/11

¡Gracias!



A finales de la semana pasada se publicó en los medios de comunicación la grata noticia de que había sido dado de alta el herido más grave en el pasado Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo. Por ello, desde esta bitácora quiero mandar mi enhorabuena al compañero y rendir un sincero homenaje a todo el despliegue médico, de enfermería y Cruz Roja que intervino. Un homenaje que hay que hacer extensivo a los dispositivos de las fuerzas y cuerpos de seguridad que, además de cumplir con las funciones que le son propias durante las fiestas, también colaboraron facilitando un rápido traslado hasta el complejo hospitalario de la capital salmantina.

Las informaciones que iban llegando el Lunes de Carnaval eran alarmantes: un compañero jienense había sufrido una cogida en la capea del mediodía y su estado era crítico, pues le había causado una sección en el segmento superior de un riñón, rotura hepática y afectación del diafragma y otros organos de la caja torácica.

La esperanza, por otro lado, se centraba en que los efectivos de Cruz Roja habían actuado eficazmente en el primer traslado, que el equipo médico de la Plaza de Toros de Ciudad Rodrigo había realizado con maestría una primera intervención de urgencia en las dependencias mirobrigenses y que, con la ayuda de los cuerpos y fuerzas de seguridad, se había conseguido trasladar al herido rápidamente a Salamanca para continuar allí las labores cirujanas y médicas precisas para su curación.

Ahora, tras once días de hospitalización, sabemos que todo la labor de esos despliegues se ha culminado con una exitosa recuperación del compañero.

No es la primera vez que nos tenemos que felicitar por noticias como ésta en Ciudad Rodrigo. De hecho, llevamos tres años seguidos con otros tantos percances de compañeros que provocaron que se llegara a temer por sus vidas. Tanto el riojano del 2009 como el madrileño del 2010 se recuperaron, y se sabe que han vuelto a pisar las calles de la vieja Miróbriga. Y lo que ahora deseo es una total recuperación a este jienense herido en el 2011; y que, si lo tiene a bien, en el 2012 vuelva a Ciudad Rodrigo para disfrutar del Carnaval del Toro. Ya sea en su parte más lúdica, ya sea en la totalidad del programa de festejos, incluidos los taurinos. Eso ya es una cuestión menor.

Tratando de ser fiel a la costumbre que me impuse al iniciar esta bitácora, no he citado el nombre del corredor herido; aunque ya es sabido. Del mismo modo, tampoco he querido personalizar el homenaje de agradecimiento con la imagen o el nombre de alguno de los profesionales y voluntarios que han intervenido para su restablecimiento; ni tan siquiera con el doctor que dirige el equipo médico de Ciudad Rodrigo. En el maniquí de la ilustración que encabeza esta entrada van representadas todas aquellas personas que velan por la salud y la seguridad de los corredores de encierros, tanto las de Ciudad Rodrigo como las de cualquier otra localidad en la que tenga lugar un festejo taurino popular.

A todas esas personas, de verdad: ¡¡¡ GRACIAS !!!
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Lagun
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12/3/11

Carreras en Madrid con un toro suelto

Foto: Campúa – Revista “Nuevo Mundo” – Hemeroteca Municipal de Madrid


Es de sobra conocida la historia del toro que la mañana del 23 de enero de 1928 anduvo suelto por medio Madrid, hasta que se adentró en la populosa Gran Vía, donde el torero Diego Mezquiarán, Fortuna, supo aguantarlo con su abrigo y, finalmente, logró estoquearlo.

También es famosísima la fotografía con la que se suele ilustrar esta anécdota, en la que aparece el toro que la protagonizó, ya muerto y tendido sobre el adoquinado; y tras él, posando en corrillo, el diestro Fortuna y una veintena de personas más. En otra de las instantáneas que se suele incluir al respecto se ve en primer plano al toro aún vivo, cruzado en plena Gran Vía, y al fondo un grupo de personas a la expectativa (ambas fotos están insertadas a lo largo de este texto).

Pero sí me he decidido a rememorar esta anécdota de la historia de Madrid es porque, naufragando por Internet, he visto una fotografía de aquella mañana que yo no conocía, y he querido compartirla con todos vosotros. Es la que pongo de portada. En ella, como se puede ver, aparece el toro corriendo por la Gran Vía y, delante de él, tres hombres a la carrera.

A la vista de esta imagen, muchos pensarán que esos hombres huyen despavoridos ante la llegada del toro. Pero yo quiero pensar, a la vista de su vestuario, de la zona de la Capital donde se encuentran y dada la ausencia de más viandantes cercanos, que se trata de tres mozos que disfrutaban de aquel improvisado “encierro” en el centro de Madrid.

Y es que, hablando de reacciones, no es difícil imaginar que los desprevenidos madrileños actuaron de muy diversas maneras ante la irrupción de aquel toro en las calles de la ciudad.

Como es lógico, hubo escenas de sobresalto y alarma a lo largo de todo el recorrido que siguió el animal: gritos, carreras para ponerse a salvo, cierres de comercios que se bajaban a su paso... También se vivieron escenas estremecedoras, especialmente en los primeros momentos, que todavía no había corrido la voz de alarma y el toro aún estaba fresco; como ocurrió en la zona de Plaza de España con la calle Leganitos, donde varias personas de edad avanzada sufrieron cogidas y revolcones. Hubo, incluso, un momento de pánico, con imágenes que debieron ser dantescas, al irrumpir el toro en el mercado de San Ildefonso, junto a la Corredera Alta de San Pablo.

Ahora bien, desde el primer momento también surgieron espontáneos lidiadores, hombres al quite ante situaciones apuradas y mozos que aprovecharon la ocasión para correr aquel toro suelto o intentar capearlo con cualquier prenda.

....................Foto: Ángelo – Diario “ABC”


Y, como suele ocurrir, este suceso también tuvo su “héroe”: Diego Mezquiarán, Fortuna, un torero cuya trayectoria profesional estaba en declive, pero que aquella mañana estaba paseando por la Gran Vía y, al percatarse de lo que acontecía, no dudó en despojarse de su abrigo para utilizarlo a modo de capote y, con oficio, sujetar al toro.

Cuentan las crónicas que, una vez fijado el astado, las calles y los balcones de la Gran Vía se asemejaban a los tendidos y las gradas de una plaza de toros, vitoreando a aquel torero; hasta el punto que del Gran Casino Militar le bajaron un sable para que rematase la faena. Pero el diestro estimó que no era posible hacerlo con ese tipo de arma, por lo que mandó que alguien le trajese una espada de su domicilio, en la cercana calle Valverde.

En tanto en cuanto ello acontecía, se dice que Fortuna se opuso a que el animal fuera abatido a tiros por miembros de la fuerzas del orden, alegando que esa no era muerte digna de un toro.

Cuando, por fin, le hicieron llegar uno de sus estoques, Fortuna cuadró al animal para entrar a matar. Media y dos descabellos precisó. Pero los balcones se tiñeron de blanco con el incontable número de pañuelos que pedían un trofeo para el maestro.

Felicitaciones, saludos, abrazos… y fotos; como la más famosa de todas las realizadas, en la que el diestro se distingue por llevar el abrigo más claro:

....................Foto: Alfonso Sánchez


Aquel hecho le valió a Diego Mezquiarán, Fortuna, la concesión de la Cruz de Beneficencia y, además, le sirvió para relanzar su carrera como torero.

Pero de aquella mañana, reconociendo la torería innata que demostró Fortuna y lamentando la suerte de los heridos, yo me quedo con la imagen del “encierro” improvisado por la Gran Vía, que fue inmortalizada con la foto de Campúa y escenificada por los tres mozos captados a la carrera.

Y no sólo hubo carreras por esa gran arteria madrileña. Hay que recordar, según cuenta la versión oficial, que el día 23 de enero de 1928, a eso de las ocho de la mañana, de un grupo de reses que eran conducidas al matadero por la ribera del Manzanares se desmandaron un toro y una vaca en dirección al centro de Madrid.

Cruzaron el Puente de Segovia, siguieron por el Paseo de la Virgen del Puerto y, tomando la Cuesta de San Vicente, entraron a la Plaza de España. Ahí, y en el entorno de la calle Leganitos, es donde cuentan las crónicas que acaecieron las primeras cogidas, los primeros quites y los más tempranos lidiadores.

Después, y tomando como referencia un conjunto de fuentes informativas, se sitúa al toro y a la vaca que lo acompañaba en la Plaza Conde de Toreno, así como en las calles San Vicente Ferrer y de la Palma, para aparecer a la altura de la Corredera Alta de San Pablo e internarse en el Mercado de San Ildefonso, que es donde se vivieron las mayores escenas de pánico.

Hacia las once de la mañana las crónicas no hablan ya de la vaca y sólo se refiren al toro desmandado, y cuentan que se dirigió desde el citado mercado hacia la Gran Vía, a la que habría entrado cruzando por la calle del Desengaño, y que recorrió hasta la altura del Gran Casino Militar.

Resultaría imposible trazar la totalidad del itinerario exacto, pues debieron ser muchas las idas y venidas, así como los cambios de dirección; pero con los datos que se facilitan se puede hacer este plano aproximado del recorrido de aquel “encierro”:


En total, unos cuatro kilómetros recorridos en unas tres horas de carreras, sustos y sobresaltos.


No es deseable que ocurran este tipo de sucesos, ni que se repitan; pero, si se diese algún otro…
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Lagun
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Nota: Ruego a los propietarios de los derechos de autor de las imágenes publicadas que me permitan mantenerlas en esta entrada, pues con mi bitácora no tengo fines lucrativos, se han incluido por una mera cuestión informativa y se ha indicado el nombre de sus autores a pie de foto.
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6/3/11

El toro bravo en el campo


Escrito por José Luis Prieto Garrido, El toro bravo en el campo es un libro cuya gran pretensión es rendir un homenaje al Toro, presentándolo en su hábitat y mostrando todos los procesos que va experimentando desde su nacimiento hasta su definitiva selección para la lidia, así como los manejos que son precisos en todas las fases de su cría. Consecuentemente, con este libro también se homenajea al ganadero y a toda la cuadrilla de criadores.

Respecto a otros libros de temática similar, en éste es de destacar que, al leerlo, se aprecia la formación académica del autor (Licenciado en Veterinaria por la Universidad de Córdoba), aunque trata de huir de erudiciones y nos ofrece un lenguaje claro y conciso.

Prieto Garrido nos conduce a la dehesa y aborda cuestiones como la selección de los sementales y las hembras a cubrir, la gestación, el parto, la identificación de los becerros, el herradero, la tienta, la alimentación, el crecimiento del animal y la clasificación de los distintos ejemplares para determinar su destino. No se olvida el autor de la importancia que tienen los cabestros en una ganadería de bravo y también nos habla de su manejo.

Por otro lado, también se presenta en el libro la vida del ganadero y la labor diaria de los vaqueros.

Como complemento y para facilitar la comprensión de todo su contenido, se incluyen más de 350 ilustraciones y un diccionario campero del Toro.

En definitiva, una obra que resultará muy interesante para todos los amantes del toro bravo y para todos aquellos que, sin tener esa concreta afición, estén interesados por el mundo de la fauna, ya que con la lectura de El toro bravo en el campo conocerán más a fondo a esta raza animal única.
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Título: El toro bravo en el campo
Autor: José Luis Prieto Garrido
Edita: Almuzara
Precio (aprox): 30,00 €.
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