31/5/10

Nuevo ideario taurino


La Ferida de San Isidro 2010 pasará a la historia como una de las peores de la historia o, directamente, como la peor.

Dos pruebas evidentes de la pésima calidad que han tenido los festejos celebrados son el triste balance final de cinco orejas cortadas y que el Jurado de los Premios Taurodelta, la empresa organizadora, haya decidido por mayoría declarar desiertos los premios al Triunfador de la Feria, al Torero Revelación y a la Mejor Faena.

Y lo peor de todo es que era algo esperado. En la "blogoesfera taurina" se criticaron los carteles de esta Feria desde el mismo día de su presentación y se vaticinó el desastre que finalmente se ha producido.

Por tanto, si es cierto, como se dice, que el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid aprobó por unanimidad la programación presentada por la empresa Taurodelta, todos los miembros de su dirección deberían ser cesados inmediatamente o, si tuvieran algo de dignidad, deberían presentar en bloque su dimisión.

Pero, sin duda, soy demasiado optimista. Estoy seguro que no ocurrirá ni lo uno ni lo otro, y que la Consejería seguirá adelante con el único punto de su ideario taurino: cobrar de la empresa adjudicataria el canon fijado con independencia de los resultados logrados.


Si el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid es el responsable último de la programación de la Feria de San Isidro 2010, pues dicho organismo es el que debe aprobar la propuesta que se presenta por la empresa adjudicataria, es a ésta, a Taurodelta S.A., a la que hay que responsabilizar de la nefasta gestión de la Plaza de Toros de Las Ventas y de la contratación de los carteles.

Los carteles anunciados eran simplemente muy malos, fiados únicamente en la contratación del diestro José Tomás, no ya para la Feria de San Isidro, sino en su satélite de la Feria del Aniversario. Unos carteles que, dejando al margen la calidad, sólo estaban pensados para rellenar con el menor coste posible la gran cantidad de festejos que componen una feria que está pidiendo a gritos una reducción. ¡No hay toros ni toreros para tanto festejo! A la Feria de San Isidro no se debe traer a nadie para hacer méritos, esos hay que ganárselos en el resto de la temporada, que Taurodelta deja abonada a la desolación en los tendidos.

Es indignante que Manuel Martínez Erice, como empresario de la primera plaza del mundo, diga públicamente que le suenan a Prehistoria encastes como Veragua o Vega Villar; y, además, resulta irresponsable a la vista de los resultados obtenidos por las ganaderías contratadas, que en general ha sido descastadas.

Ahora bien: ¿alguien duda que la empresa Taurodelta S.A. pedirá el tercer año de prórroga al que tiene derecho para explotar (nunca mejor dicho) la Plaza de Toros de Las Ventas? ¡La pedirá! Está en su ideario taurino: la obtención del máximo beneficio económico con independencia de los resultados de su gestión.


Examen de conciencia deberían hacer los ganaderos de nuestro campo bravo. Es tristísimo comprobar como los auténticos ganaderos de reses bravas van desapareciendo, por el desprecio al que los someten empresarios del corte de los de Taurodelta, y como ha irrumpido en el sector una nueva generación de “vende-toros” (expresión con las que eran definidos la pasada semana por Rafael Cabrera Bonet en un artículo publicado en su espacio de la COPE), cuyo gran objetivo es verse anunciados junto a las figuras del toreo, buscando la comercialidad de su “producto” aunque sea a costa de llevar al toro bravo a su decadencia.


¿Qué decir de los toreros? Alguien se preguntará si aún queda alguno... y la verdad: alguno queda. Pero entre ellos no están, precisamente, ninguno de los que encabezan el escalafón. A las figuras les importa un carajo Madrid. Ya tienen la temporada hecha desde hace meses y la talega llena. Pero lo peor, con todo, es ver el conformismo y la mentalidad de muchos modestos y de la mayoría de los novilleros.


Sobre los presidentes de los festejos ("¿A quien defiende la Autoridad?"), veterinarios, veedores, etc. sólo cabe decir que es a ellos a quienes habría que sacarles el pañuelo verde.


Todo el entramado taurino está copado por personas que desprecian al Toro y al Toreo, y que han ido creando un nuevo ideario taurino cuyo eje se sustenta únicamente en las efímeras figuras del escalafón de toreros, en la estrellas que les proporcionan fulgor y dinero.

Pero no hay que olvidar a quien da cobertura publicitaria a todos este contubernio de figurantes: la prensa. La vergonzosa manera que tiene de tratar, de enjuiciar y de entender la Fiesta de los Toros se resume con el montaje programado para la denominada “Corrida de la Prensa”, en la que se permitió a las figuras contratadas que vinieran con sus dos “toritos” debajo del brazo y que se lidiaran sin respetar el consuetudinario criterio de su antigüedad.

“MundoToro”, que simboliza a ese sector en internet, proclamó en su web que tiene la solución a los males de la Feria de San Isidro: cubrir la Plaza de Las Ventas. ¡Manda güevos! La prensa oficialista, en general, lleva años empeñada con ese objetivo, aún sabiendo que atenta con su declaración como Monumento Histórico Artístico. Ya de paso, les propongo que en el proyecto de reforma arquitectónica que presenten incluyan la modificación del remate superior de la fachada del edificio, concretamente la placa de cerámica donde reza la inscripción “Plaza de Toros”, y que la sustituyan (como les propongo en la fotografía que encabeza este texto) por otra que es mucho más acorde con su ideario taurino: “Plaza de Toreros”.
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24/5/10

¿Periodismo puro y duro o morbo?


En la tarde del pasado viernes, 21 de mayo, se celebró en la Plaza de Toros de Las Ventas una de esas corridas en las que el toreo, visto desde la exclusiva perspectiva del lidiador, se nos presentó con sus dos facetas más definitorias. La cara de la moneda vino acuñada con el rostro de El Cid, que consiguió cortar una oreja y lograr un éxito con el que parece que pudiera salir de ese mar de brumas en el que últimamente estaba sumido. La cruz vino representada con la escena de la escalofriante cogida de Julio Aparicio, que en su intento de obtener el triunfo pudo encontrar la muerte y además de una forma espeluznante. Afortunadamente, el diestro ya ha comenzado una recuperación que, aunque será lenta, deseo que sea plenamente satisfactoria.

Dos noticias, dos momentos, dos imágenes que nos deben servir de medida para evaluar los criterios de selección y el tratamiento informativo de las noticias de ámbito taurino por nuestros medios de comunicación.

Al día siguiente, en los puntos de adquisición de prensa de la capital se podían observar las siguientes portadas de los periódicos que he logrado rescatar naufragando por internet:


Los cuatro diarios de información general con tirada nacional ofrecían como titular de portada frases alusivas a la situación político-económica que actualmente se vive en España. Ahora bien, para la foto de portada, El País, El Mundo y ABC obviaban esa temática de información política de ámbito nacional a la que habían dado mayor importancia en sus titulares y publicaban una foto con el instante más pavoroso de la cogida sufrida el día anterior por Julio Aparicio. El periódico La Razón fue el único que se decantó por no hacer referencia en su portada a lo sucedido esa tarde.

No cabe negar que esa imagen de la cogida de Julio Aparicio era noticia. Pero también cabe preguntarse si, periodísticamente hablando, era una imagen de portada o no. Con toda lógica, cada director tiene sus criterios de selección y a los particulares sólo nos cabe la oportunidad de mostrar nuestra opinión sobre esa decisión, ya sea a favor o en contra. Y seguro que las opiniones estarán muy divididas. Como muestra, sólo quiero recoger la opinión de dos periodistas de radio, es decir: dos profesionales de la información, que ese mismo sábado en sus respectivos programas calificaron la elección de esas fotos de portada como “periodismo puro y duro”, uno de ellos, y de “morbo”, el otro.

Mi opinión, sin ser del medio, como simple lector de la prensa diaria, es que estoy en desacuerdo con la decisión de llevar esa imagen a portada. La considero noticia, sí, pero sólo encuadrable dentro de su sección, no en portada. Y más aún cuando el mundo de los toros no suele ser casi nunca titular de primera página. De hecho, sobre el triunfo de El Cid aquella misma tarde no había la más mínima alusión en ninguno de los pies de foto de portada, que siempre suelen tener una mayor margen de explicación que el resto de los que se incluyen en páginas interiores.


Esto respecto a la prensa, pero...

¿Qué se puede decir de la retransmisión de Digital+ por televisión?

A Manolo Molés, como director del equipo, y a Digital+ se les ha vuelto a ver el plumero sobre cuál es su criterio sobre el tratamiento informativo cuando llega el momento de la cornada, de la sangre.

Una vez ocurrida la terrible cornada, Digital+ repitió las imágenes en distintas ocasiones: nada más producirse el percance, tras la muerte del toro, cuando terminó la operación del equipo médico de la plaza que dirige el doctor García Padrós y al final de la retransmisión del festejo (cuando menos). Y, por supuesto, en todas esas ocasiones encadenando una tras otra las distintas secuencias que habían captado cada una de las cámaras del equipo. De memoria me resulta imposible decir la cantidad de repeticiones que se llegaron a emitir a lo largo de la retrasmisión: veinte... treinta... cuarenta, quizás.

¿Era necesaria tanta repetición? ¿Justifica la labor informativa tal cantidad de repeticiones de la cogida que sufrió Julio Aparicio?


Llevado al mundo de los encierros, ese mismo tipo de tratamientos informativos los hemos vivido en repetidas ocasiones, como ocurrió en los pasados sanfermines del 2009 y con ocasión del encierro celebrado el 28 de agosto de 2005 en San Sebastián de los Reyes, en el que en un tapón que se formó a la puerta del coso se produjo una cornada prácticamente idéntica, puede que más grave incluso. En esa ocasión, para entresacar de la penumbra del callejón aquella espantosa imagen, Antena 3 no dudó en ofrecer en un círculo ampliatorio el plano de detalle de la misma.

¿Es todo esto periodismo puro y duro o morbo?


Lagun


NOTA: La foto que encabeza el texto la he obtenido de la web de Las Ventas, y capta una imagen de la tarde del 18 de mayo de 1994, con Julio Aparicio toreando en el día de su confirmación de alternativa a un toro de Alcurrucén al que cortó dos orejas y con el que logró una de su mejores faenas de su vida torera. ¡Mucha suerte, maestro, en su recuperación!
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17/5/10

Rabo de Toro


Las previsiones meteorológicas que daban para este fin de semana pasado eran de que íbamos a poder disfrutar de buen tiempo. ¡Por fin!

Y, claro, eran dos buenos días para poder disfrutar del Toro.

En mi caso, como no me apetecía ir de encierro (ya tengo una edad en la que tengo que seleccionar mucho las pocas carreras que pueden dar de si mis piernas) y como mis entradas del abono de San Isidro para ver a “El Juli” y compañía con los garcigrandes se las había cedido a los amigos de Fregenal de la Sierra (generoso que es uno, y ellos que se lo merecen), la mejor manera que se me ocurrió para disfrutar del Toro y del Sol fue la cocinar, para luego degustarlo, un buen rabo de toro en el jardín de mi retiro alcarreño... Y con fuego de leña, claro; que eso de la olla express está muy bien para unas prisas, pero si hay tiempo, campo y solcito lo mejor es preparar leña de encina, una trébedes, un caldero y... lo más fundamental:

1 rabo de toro
3 tomates maduros
2 pimientos rojos
2 cebollas
2 zanahorias
2 dientes de ajo
Aceite de oliva
Vino
Tomillo
Laurel
Clavo
Nuez moscada
Pimienta negra
Sal
Agua


Desde luego, hay muchas formas de preparar un rabo de toro, tantas como cocineros, por lo que os contaré como lo preparé yo; en este caso con las “limitaciones” que conlleva el campo y no tener a mano todos los utensilios y elementos de una cocina.

El viernes, antes de salir para La Alcarria ya me había hecho con todos los ingredientes, incluido el rabo de toro-toro, que no de ternera. Sólo me quedaba el tomillo que iba a añadir como condimento por aquello de darle un toque campero, pero es que ese detalle de unas pocas ramitas de fresco y aromático tomillo prefería obtenerlas en el día durante mi paseo matutino con Chico, con mi perro.

Así, pues, ya de vuelta en el jardín de casa, preparé el fuego y...

Mientras se calentaba en el caldero un buen chorro de aceite de oliva y lo aromatizaba por un momento con los dientes de ajo, pelados aunque enteros, salé los trozos del rabo de toro y los enhariné para, luego, con los ajos ya retirados y reservados, sofreír los trozos de carne por todos los lados. Una vez doraditos, los reservé en una fuente.

En el mismo aceite, pero retirando una parte para que no me quedase el sofrito muy aceitoso, eché primero los pimientos muy troceaditos y, algo después, incorporé cebolla y media cortadas en juliana (la otra media me la reservé para el momento de añadir el clavo). Una vez que vi tiernos esos ingredientes, agregué las zanahorias peladas y cortadas en rodajas, las mareé un poco y, por último, agregué los tomates pelados y troceados.

Mientras el fuego cumplía su función con las verduras y las hortalizas, pero removiéndolas de vez en cuando para que no se agarraran, en un mortero preparé un majado con los dientes de ajo que había utilizado para aromatizar el aceite, unos granos de pimienta negra, las ramitas de tomillo y una ralladura de nuez moscada.

Cuando el sofrito estuvo convenientemente reducido, incluí en el caldero los trozos de rabo de toro y, tras revolverlo todo un poco para que la carne se impregnara de los sabores de nuestra huerta, añadí el majado del mortero que ya tenía ultimado. Una nueva vueltecita e, inmediatamente, le tocó el turno al vino.

¿Cuánto? Desde luego, al gusto. Hay quien le echa un vaso, mientras que otros... Yo suelo utilizar como medida mi mortero, que no es muy grande, y de esa manera “rebaño” los restos que hayan podido quedar del majado.

¿Qué vino? En Córdoba se suele tirar de Montilla o de Moriles. Los hay que primero flambean una copita de brandy y, luego, un vino blanco o tinto de calidad. Yo lo suelo hacer con vino tinto. Nada más. Eso sí: un vino tinto bueno.

Así pues: incorporé el vino y, tras unas vueltecitas para que se evaporara el alcohol, añadí agua hasta cubrir todos los ingredientes.

Aquí, hay gente que en vez de agua le añade caldo de carne. Yo soy más bien de agua, pero es que esta vez, además, es lo que decía al principio: que allí, en medio del jardín, me tenía que apañar con lo justo. Así que: agua de un manantial de La Alcarria. ¡Muy rica!

Y los penúltimos toques: dos hojitas de laurel y la media cebolla reservada para clavar en ella el clavo, valga la redundancia (así le tengo controlado hasta el final para luego retirarlo).


Hasta aquí lo más entretenido de la preparación del estofado. Ahora ya sólo me quedaba lo más “divertido”: dejarlo cocer durante horas, aunque removiéndolo de vez en cuando y vigilándolo para que no se agarrara. ¿Cuántas? Dos, tres... hasta que la carne estuviese prácticamente desprendida de los huesos. Tiene que estar supertierna.

¿Y eso es lo “divertido”? Se preguntará alguno. Pues sí, porque en el mortero no cabía todo el contenido de la botella de vino y, entre trago y trago, también me había preparado unos taquitos de jamón y de queso para almorzar al solcito.


Una vez que estuvo listo el estofado, lo rectifiqué de sal y de pimienta, y lo dejé reposar. Simplemente. En casa me podría haber entretenido pasando la salsa por el chino para que quedara uniforme, aunque dejando siempre alguna rodaja de zanahoria entera para que la presentación del plato tenga ese tipo de toques que le dan en los restaurantes. Pero en el campo no se hacen esas cosas, se sirve tal y como ha quedado en el caldero y punto.

Y así fue como disfruté del Sol y del Toro este fin de semana: cocinando en el jardín un estofado de rabo de toro y comiéndomelo con mi mujer.


Por supuesto, esta entrada la encuadro dentro de la sección “comentarios en el almuerzo”. Yo, con mi mujer, almorcé y a vosotros (si estáis por la labor esta semana) os toca poner los comentarios.

Tenéis tema libre: podéis comentar lo que queráis sobre la Feria de San Isidro... podéis hablar del encierro o encierros que hayáis corrido este finde... los que este año vayan a por esa marca mítica de los doscientos encierros, que es donde parece estar el nivel de los más renombrados corredores, pueden contar cuántos llevan ya a estas alturas de la temporada... los que entrenan todo el año, y aquellos que afinan su forma física específicamente para los sanfermines, pueden decirnos si han realizado algún test en estos días y si están en tiempos de un encierro de Dolores Aguirre, Miura o Jandilla... Lo que queráis, vamos, sobre cómo habéis disfrutado del Toro en este fin de semana. Yo ya os lo he contado.

Lagun


NOTA: No tenía cámara para haber hecho una foto al caldero con el estofado de rabo de toro, así que la de portada la he sacado del blog “amiloquemegustaescocinar” y le ruego a su autor que me permita mantenerla.
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10/5/10

Mariano Benlliure

.......... Primer tumbo


Aunque la temática taurina fue fuente de inspiración artística para que creara carteles de importantes corridas de toros, así como pinturas al óleo, acuarelas y pequeños apuntes, Mariano Benlliure es conocido sobre todo por su obra escultórica, que le consagró como un maestro de la escultura taurina y, teniendo en cuenta el conjunto de su obra, uno de los escultores españoles más famosos de finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Por ello, a lo largo de su carrera, obtuvo numerosos galardones, recibió incontables menciones honoríficas y logró muchos premios en certámenes nacionales e internacionales.


Mariano Benlliure y Gil (1862-1947) nació en el Grao de Valencia, en el seno de una familia de pintores de reconocido prestigio, lo que propició que entablara contacto con las artes plásticas desde su más tierna infancia y que fuera un artista precoz. Así, con tan sólo seis años ya realizó una pequeña escultura titulada “Frascuelo entrando a matar” que expuso en su Valencia natal, y siendo aún muy joven, con catorce años, se presentó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid con un pequeño grupo modelado en cera que tenía por título “La cogida de un picador”. De esa misma época es “La cogida de Frascuelo”.

Su precocidad artística es, pues, una evidencia; como también lo es su temprano gusto por la plasticidad de la lidia, que llegaría a ser una de las temáticas más recurrentes a lo largo de toda su carrera artística.

Mariano Benlliure fraguó su personal estilo de esculpir partiendo del clasicismo en el que se educó, dotándolo de realismo y naturalismo, con un modelado muy detallista, y utilizando innovaciones de la plástica modernista. Característico de sus obras es la veracidad anatómica de las figuras. Pero, sin duda, el mayor exponente de Mariano Benlliure es la maestría con la que consiguió reflejar el movimiento y la expresión. Por esa razón, y porque se interesó especialmente por los momentos más dramáticos de la lidia, una de las definiciones que la crítica especializada atribuye a la interpretación que lograba en el gesto de sus figuras es la de dramatismo expresivo.

Esas notas características se hacen palpables en dos de las obras que el genial artista valenciano presentó en el año 1900 en la Exposición Universal de París: “La estocada de la tarde” y “Primer tumbo”. Esta última escultura citada fue adquirida por el estado francés para el Museo de Luxemburgo y actualmente se expone en el Museo de Orsay (foto de portada).

Resulta imposible destacar todos los magníficos detalles de esta obra. A la vista quedan. Por ello, sólo llamaré la atención en dos apuntes curiosos. En primer lugar, que la violencia del encuentro se hace patente en las tres figuras de la escultura, y también en el significativo detalle de representar al picador sin castoreño, al haberlo perdido tras la impetuosa embestida del toro contra el caballo. Y, en segundo lugar, que resulta sorprendente en la obra como Benlliure representa al caballo: revolviéndose para intentar morder el morrillo del toro que le está embistiendo.

La evolución del artista en esta secuencia de la lidia le llevará a eliminar de la escena a la figura del picador, como se aprecia en una obra posterior (1914) que lleva por título “Las víctimas de la fiesta”, en la que un toro poderoso, apoyado en sus cuartos traseros, levanta sobre uno de sus pitones el cuerpo crispado de un caballo.

.......... Las víctimas de la fiesta


A modo de paréntesis y como reflexión personal, quiero recordar que Picasso también encontró su mayor fuente de inspiración en la suerte de varas, y que una de sus obras tiene un título parecido: “Las víctimas”. No obstante, hay que apuntar que, si el genial pintor malagueño se decantó por representar a sus caballos con un grado de total sumisión, el ilustre escultor valenciano solía representar a todas sus figuras en actitud combativa.


Posteriormente a la Exposición de París, Mariano Benlliure volvería a inspirarse con asiduidad en el momento de la suerte suprema. Así, tras la faena memorable que el 9 de mayo de 1907 realizó Machaquito en Madrid a un toro de Miura de nombre Barbero, Benlliure modeló una escena versionada de la que presentó en la capital francesa que lleva por título “Una estocada de Machaquito”, también llamada “Sin puntilla”.

.......... Una estocada de Machaquito


El trágico final del sacrificio ritual del toro queda magníficamente interpretado en esta obra, en la que el animal expresa con su agónico gesto todo el dolor que siente tras la fulminante estocada, pero sigue demostrando su bravura al mantenerse en pie hasta ese último momento, para no ceder ante el rival, ante el torero, que Benlliure ha sacado de la escena, aunque dejando evidencia del coraje que el diestro también ha puesto en la suerte suprema con el trozo de la taleguilla que queda colgado en el pitón derecho del toro. Y todo ello ante el entusiasmo del público, reflejado en sombreros y otros presentes que ha arrojado al albero.


Otra obra singular de Mariano Benlliure es la que lleva por título “El coleo”, en la que representa a un toro que lleva clavada en su costado una vara quebrada y que, tras derribar al caballo y al picador, se revuelve pisoteando al varilarguero y a su montura, al tiempo que un torero trata de hacer el quite coleando al astado.

.......... El coleo


Este conjunto escultórico fundido en bronce, que fue presentado en Madrid antes de ser enviado por Benlliure a la Exposición Internacional de Roma de 1911, está emplazado actualmente en el municipio de Güines, La Habana (Cuba); y es, curiosamente, la única escultura taurina que está emplazada en un lugar público de la isla.


El más importante de todos los monumentos taurinos que creó Mariano Benlliure tiene como motivo, triste motivo, la muerte del torero José Gómez Ortega (Joselito), ocurrida el 16 de mayo de 1920 en Talavera de la Reina, tras resultar corneado por el toro Bailaor, de la señora viuda de Ortega.

.......... Mausoleo de Joselito – Foto: González-Alba, en Flickr


Por encargo de la familia, Mariano Benlliure diseñó y creó el monumental “Mausoleo de Joselito”, el más grande los toreros clásicos, y cuya muerte, prematura e inesperada, provocó una gran conmoción en toda España. Por ello, sin duda, Benlliure concibió la obra representando al pueblo, el sevillano y el de toda España, con gentes de todo sexo, edad y condición, portando el féretro del torero a hombros, como tantas tardes le sacaron de las plazas de toros, pero esta vez camino del cielo.

Fundido el conjunto en bronce, la representación del cortejo fúnebre está interpretada con un realismo excepcional. El dramatismo, en este caso, viene caracterizado en el pesar de ese pueblo, y se acentúa por el contraste que ofrece el mármol blanco con el que Benlliure cinceló el cuerpo yacente del torero.

En 1926 quedó definitivamente instalado en Sevilla, en el cementerio de San Fernando.


Muchas otras obras de temática taurina surgieron del cincel de Mariano Benlliure. Entre ellas, no podemos dejar de reseñar en este bitácora la escultura que lleva por título: “El encierro”, también conocida como “Camino del encierro” o “Transporte de una corrida”.

.......... El encierro


Fue modelada en 1920 y reproduce el traslado a campo abierto de una torada, precedida por un cabestro y conducida por un mayoral sobre su montura. Al margen del minucioso realismo del conjunto, destaca la maestría con la que Mariano Benlliure consiguió interpretar el dinamismo de la escena.

Como en otros casos, Benlliure realizó versiones de esta obra, incluyendo a un segundo jinete que va cerrando la torada.


Mariano Benlliure fue autor de una innumerable producción de obra civil, con estatuas ubicadas en plazas públicas de muchas ciudades de España, Europa, Estados Unidos y de distintos estados iberoamericanos. Por otro lado, en los últimos años de su vida también incorporó la imaginería religiosa a su repertorio temático. Pero hay que volver a subrayar que no es menos numerosa, importante y variada su obra taurina. Y en este ámbito, aunque sus esculturas más renombradas están inspiradas en los momentos más intensos de la lidia, Mariano Benlliure tiene representaciones de todos los instantes y suertes de una corrida de toros. A modo de ejemplo, y para finalizar, en 1944 presentó una exposición en Madrid con una selección de sus mejores obras: “El encierro”, “Alguacilillos”, “Paseíllo”, “Toro de salida”, “Toro arrancándose”, “Primera vara”, “Las víctimas de la fiesta”, “Primer par de banderillas”, “Brindis”, “La estocada de la tarde”, “El arrastre”... y, así, hasta un total de dieciocho bronces de don Mariano Benlliure: todo un genio.

Lagun


NOTA: De las distintas fotografías publicadas con obras de Mariano Benlliure, sólo he encontrado constancia del autor de la correspondiente al “Mausoleo de Joselito”. Por ello no he citado al resto. Pero, tanto al citado como a todos aquellos que posean derechos de autor sobre dichas fotografías, ruego que se me permita mantenerlas en esta entrada, que sólo tiene ánimo divulgativo y en ningún caso interés lucrativo.
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3/5/10

San Felices de los Gallegos


Municipio de la provincia de Salamanca, en la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Está situado en la comarca del Abadengo, a unos 105 kms. de la capital de su provincia en dirección oeste.

Autor: SeRGiuKo, en “Flickriver” y su blog: “Descubriendo Rincones


Muchos, y de todo tipo, han sido los motivos que históricamente hemos encontrado para señalar una festividad en la que pudiéramos correr toros: bodas, nacimientos, obtención de títulos, victorias bélicas, creencias religiosas... Incluso, hasta desastres naturales.

Pero hay un pueblo que, en este aspecto, se lleva la palma en originalidad, ya que el motivo por el que en su día acordaron señalar una conmemoración festiva anual fue la obtención de una sentencia favorable en un juicio. Claro que el reconocimiento judicial que obtuvieron justificaba tal alegría, pues significó la definitiva liberación de un yugo económico feudal contra los vecinos de la localidad. Y, efectivamente, entre los actos que se programan está la celebración de encierros. Ese pueblo es San Felices de los Gallegos.


HISTORIA

Según cuenta el historiador local don Guillermo Toribio de Dios, la villa de San Felices de los Gallegos fue fundada por un obispo de Oporto llamado don Félix cuando corría el año 690, y la denominó “San Felices” en honor del santo de su nombre, añadiéndole “de los Gallegos” porque, supuestamente, la pobló con una colonia de gallegos.

No obstante, la ocupación humana de su territorio es mucho anterior, como lo atestiguan algunos dólmenes que en él se conservan, así como castros cercanos y la propia existencia de un verraco dentro de su casco urbano, que hace pensar en un asentamiento prerromano de origen vetón.

Tras la invasión musulmana, la población debió ser reconquistada en el siglo XII y recibió el título de villa en el siglo XIII, pues como tal fue denominada cuando Sancho IV de Castilla la concedió en 1291 el privilegio de tener mercado todos los lunes.

La circunstancia de estar situada junto a la frontera hispano-lusitana provocó que se viera involucrada en las guerras fronterizas entre Castilla y Portugal, llegando a formar parte de una u otra Corona en épocas sucesivas. El episodio bélico más significativo en este conflicto ocurrió en el año 1296, cuando el rey portugués don Dionis conquistó la villa. Debió ser por entonces, muy probablemente, cuando se ordenó por ese monarca la construcción del actual castillo de San Felices.

Durante los siglos XIV y XV se produjeron sucesivos cambios de titularidad en la posesión de la villa, hasta que quedó incluida en la corona de los Reyes Católicos, quienes se la cedieron en régimen de señorío en 1476 a García Álvarez de Toledo, primer duque de Alba. Bajo su jurisdicción se impuso a los ciudadanos de la villa de San Felices “El Noveno”, un impuesto consistente en entregar a la casa ducal una novena parte de todos los frutos y ganados que se produjesen y criasen en la villa. Ese impuesto, con sus discordias, estuvo vigente hasta el 11 de mayo de 1852, fecha en la que, tras tres siglos de pleitos, se dictó sentencia definitiva por la que se declaraba abolido.

Al margen de lo anterior, San Felices de los Gallegos vivió durante el siglo XVI una época de prosperidad, en la que se relanzó la economía local y, con ello, aumentó la población progresivamente. En los siglos XVII y XVIII fue una de las posiciones militares estratégicas en la zona fronteriza con Portugal. Y ese hecho también fue determinante en la Guerra de la Independencia, durante la cual fueron ocupados por el ejército francés la villa y su castillo.

El tumultuoso siglo XIX fue negativo para la villa. Y, ya en el siglo XX, la emigración y el éxodo rural provocaron una caída demográfica y su retraso económico.

En la actualidad se viene dotando a San Felices de los Gallegos de todo tipo de servicios e infraestructuras, lo que unido a su promoción turística y cultural ha abierto una vía de progreso para la localidad.


MONUMENTOS

Entre la rica arquitectura monumental de San Felices de los Gallegos, que le valió la declaración de Conjunto Histórico Artístico en 1965, sobresale su recinto amurallado y, más concretamente, la Torre del Homenaje.

Autor: Cuasca, en “Flickriver” y su web: “Festes Valencianes


El Castillo de San Felices fue edificado en el siglo XIII por órdenes de don Dionis. En origen, debió ser una torre que posteriormente se desmochó y que se reconstruyó en el siglo XV por la Casa de Alba, erigiéndose la Torre del Homenaje que ha llegado hasta nuestros días. Bien conservada por fuera, su interior estaba en ruinas, pero recientemente fue restaurado todo el conjunto y actualmente alberga un Aula Histórica de San Felices.

Rodeando la Torre, se levantó en primer lugar una muralla a la que se denomina “Cerca Vieja” y posteriormente otra más moderna que se conoce como “Cerca Nueva”, pero de la que sólo quedan dos puertas.

La construcción de la “Cerca Vieja” se atribuye también a don Dionis, en el siglo XIII, pero en varios estudios se ha identificado alguna fase constructiva que sería anterior a aquella época y que distintos tratadistas ubican en época tardorromana o, incluso, prerromana, lo que, de ser cierto, llevaría a pensar en un asentamiento vetón.

Para una mayor información del castillo podéis consultar el siguiente enlace. Y un análisis técnico del recinto, realizado por Luis Serrano-Piedecasas y Miguel Ángel Muñoz, puede ser consultado en este otro enlace.

Respecto a otros monumentos de la villa: el verraco prerromano (conocido popularmente como "Burro de San Antón"), la Torre de las Campanas, el Arco del Puerto..., así como sus edificios religiosos y civiles, tenéis una detallada relación en la siguiente publicación.


EXCURSIONES

Turismo.- Al oeste de la provincia de Salamanca, en territorio fronterizo con Portugal, se encuentra la comarca histórica del Abadengo. Pertenece al partido judicial de Vitigudino y al obispado de Ciudad Rodrigo, y está conformada por doce municipios: Ahigal de los Aceiteros, Bañobárez, Bermellar, Cerralbo, Fuenteliante, Hinojosa de Duero, La Fregeneda, La Redonda, Lumbrales, Olmedo de Camaces, San Felices de los Gallegos y Sobradillo.

Visitando estos pueblos y su entorno descubriremos un rico patrimonio monumental que se fue erigiendo en distintas épocas de nuestra historia, además de unos recursos naturales que conocieron todo ese pasado y que han sobrevivido hasta el presente: bosques de robles, quejigos, endrinos y encinares enmarcados entre profundos cañones horadados por la acción milenaria de los ríos.

Para tener más referencia del Abadengo, podéis visitar la web de este enlace.


Naturaleza.- San Felices de los Gallegos es uno de los municipios incluidos en el Parque Natural de Arribes del Duero, un espacio natural de una belleza espectacular, en el que su mayor característica son los grandes desniveles de los cañones por los que discurre el río Duero en su tramo internacional, así como sus afluentes: los ríos Tormes, Uces, Huebra, Esla y Águeda.

Arribes del Águeda - Autor: Victorino G. Calderón - Fuente: Panoramio


Es precisamente el río Águeda el que nos sitúa en San Felices de los Gallegos. Y disponemos de la ruta denominada GR-14.1 para conocer particularmente las Arribes del Águeda. Una agreste reserva animal en la que destacan especialmente las aves, con la presencia estelar del Águila Real y el Buitre Leonado.


Fiesta: EL NOVENO

Encierro de San Felices de los Gallegos – Autor: Javi Valladares – Fuente: OjoDigital

Los Reyes Católicos entegaron la villa de San Felices de los Gallegos al primer duque de Alba en 1476. Desde entonces, la Casa de Alba impuso a los vecinos de la villa (y otras próximas) un impuesto conocido con el nombre de “El Noveno”, por el que debían entregar una novena parte de toda su producción, agraria y ganadera principalmente.

En tiempos de Felipe II, los habitantes de la villa compraron las tierras de su término para dejar de ser un lugar de señorío y pasar a convertirse en lugar de realengo, con lo que dependerían únicamente de la jurisdicción del rey. Fue entonces cuando iniciaron un pleito para conseguir que la justicia les librara de aquel impuesto feudal, pues ya no pertenecían a la Casa de Alba. Pero el litigio, con varias sentencias contradictorias, se extendió durante trescientos años, hasta que el 11 de mayo de 1852 se dictó, por fin, una sentencia definitiva que declaraba abolido “El Noveno”.

Desde entonces, y ya va a hacer 158 años, San Felices de los Gallegos (junto con Ahigal de los Aceiteros y Puerto Seguro, antaño denominado Barba de Puerco, que eran los otros dos pueblos involucrados en el litigio) viene rememorando la abolición de aquel arcaico impuesto con unas festividad que tomó su mismo nombre: la Fiesta de “El Noveno”, que se celebra en el fin de semana más próximo al día 11 de mayo y en la que, entre sus actos, estando en tierras de raíz vetona y de carácter ganadero, no podían faltar los festejos taurinos, con sus encierros a caballo, capeas y desencierros correspondientes.

Para la ocasión, la Plaza Mayor de la localidad de San Felices de los Gallegos se cierra utilizando carros de labranza antiguos, lo que ofrece una aire de tradición secular que, entre otros detalles, ha servido para que la Fiesta de “El Noveno” esté declarada de Interés Turístico Regional.

Lagun

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NOTA: ruego a los respectivos propietarios de los derechos de autor de las fotos publicadas que me permitan mantenerlas en esta entrada, puesto que no tengo ningún fin lucrativo con mi bitácora.