16/4/11

Carta a doña Esperanza Aguirre


Presidenta de la Comunidad de Madrid:


Ayer, día 15 de abril de 2011, fue publicado en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid el Decreto 20/2011, de 7 de abril, en el que se declara la Fiesta de los Toros Bien de Interés Cultural, en la categoría de Hecho Cultural; declaración que, para dicho ámbito territorial, entra en vigor en el día de hoy, como se establece en el dispositivo Tercero de esa norma.


Este Decreto, y la declaración que contiene, me provoca una sensación agridulce, Presidenta. Por un lado, como aficionado a las corridas de toros y demás festejos taurinos profesionales, es para mí una grata noticia y la celebro. Por otro, como aficionado a los festejos taurinos populares, me ha causado una enorme tristeza saber que este tipo de festejos no ha quedado comprendido dentro de esa declaración de Bien Interés Cultural.


Usted, Presidenta, es aficionada a las corridas de toros; y, al tiempo que se debatía su prohibición en el Parlamento de Cataluña, instó al Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid a iniciar los trámites legislativos pertinentes para blindarlas en el ámbito de la comunidad autónoma que preside. Pero usted ha demostrado con el contenido de este Decreto que, aunque sea aficionada a las corridas de toros, no lo es “a los toros”, porque ha excluido voluntariamente los festejos taurinos populares de la declaración de Bien Interés Cultural que entra en vigor a partir de hoy.


Sabe usted que el espectáculo de las corridas de toros tiene su origen y base en los festejos taurinos populares. Y también lo sabe, pero parece ser que no quiere reconocerlo, que en la inmensa mayoría de los municipios de la Comunidad de Madrid no se entienden los “días de toros” sin su previo encierro y/o alguna otra modalidad de festejo taurino popular. Es más, también sabe que, puestos a elegir, en las fiestas patronales de muchos pueblos de la comunidad autónoma que usted preside podrían prescindir en sus “días de toros” de las corridas, pero no del encierro y la capea. Debería saber, de hecho lo sabe pero le cuesta reconocerlo, que el auténtico Hecho Cultural en la Comunidad de Madrid no es la corrida de toros, sino “los toros”; y que en ese concepto conjunto es el festejo taurino popular el que tiene un mayor peso y un mayor número de aficionados y seguidores, que sienten como parte de su bagaje cultural los encierros y las capeas, además de otras varias modalidades.


Claro que usted, para esta declaración de blindaje, ha tomado como referencia las corridas de toros que se celebran en la ciudad de Madrid; y en esta capital, lamentablemente, no se celebran encierros. Por ello, muchos aficionados a las corridas de toros de Madrid-capital no lo son a los encierros y demás festejos taurinos populares. Pero es un grave error extrapolar ese gusto o ese sentimiento al resto de la Comunidad de Madrid que usted preside; y es una injusticia si se hace legislando para todo su ámbito territorial.


Los aficionados a los festejos taurinos populares de la Comunidad de Madrid venimos sufriendo desde el año 1996 el más duro reglamento autónomo en la materia. Un reglamento que cercenó de raíz modalidades locales particularizadas de festejos taurinos populares; y que, hablando de encierros, impuso en toda la comunidad un tipo único, más unas descafeinada alternativa. No puedo olvidar lo sangriento que resultó el año 1995 en la Comunidad de Madrid, pero esa no era razón suficiente para que el Sr. Gallardón, que entonces la presidía, cometiera aquel histórico error que aún hoy le achacamos los aficionados a los festejos taurinos populares. Ahora usted ha cometido otro que tampoco podremos olvidar: denegar a los festejos taurinos populares la denominación de Hecho Cultural digno de ser reconocido como Bien Interés Cultural.


Independientemente de encasillamientos a nivel político, dado que ambos militan en el mismo partido, desde hoy los nombres de Alberto Ruiz-Gallardón Jiménez y Esperanza Aguirre Gil de Biedma quedan emparejados en el, cada vez más desangelado, devenir histórico de los festejos taurinos populares en la Comunidad de Madrid. Sabemos que lo del Sr. Gallardón no tiene remedio. Él, en materia taurina, es... así. ¿Pero usted, Señora?


Aún está tiempo de corregir el error que ahora ha cometido. Y yo, modesta y respetuosamente, le pido que no se centre usted en su localidad de la andanada de la Plaza de Toros de Las Ventas; la invito a que mire más allá de la ciudad de Madrid, a la totalidad de los pueblos de la Comunidad de Madrid; la reclamo que sea consciente de la afición que en ellos se siente por “los toros”, y no sólo por las corridas de toros; y la solicito que inste al Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid para reformar el Decreto 20/2011, de 7 de abril, con el fin de incluir a los festejos taurinos populares junto a las corridas de toros en la declaración de Bien de Interés Cultural, dentro de la categoría de Hecho Cultural. Pues si algo caracteriza a los festejos taurinos populares es, precisamente, que forman parte de la cultura de los pueblos de la Comunidad de Madrid.


Atentamente,


Lagun


11/4/11

El viejo y el mar


El día 23 de abril se celebrará el Día Mundial del Libro y, como he venido haciendo por estas fechas los años anteriores, os voy a pedir que os acerquéis a una librería, que compréis un libro y lo leáis. Además, en esta entrada también voy a presentaros una obra que no es de temática taurina, aunque su autor sí guarda una estrecha relación con los sanfermines: Ernest Hemingway.


Ernest Hemingway escribió en 1951 la novela que lleva por título El viejo y el mar. Fue un gran éxito universal y, de hecho, se convirtió en la baza fundamental para que este autor recibiese en 1954 el Premio Nobel de Literatura. Así, El viejo y el mar pasó a ser la novela más reputada de Hemingway y está incluida en el ranking de las más famosas del siglo XX. No obstante, también hay que dejar indicado que recibió numerosas críticas.


Hemingway nos narra en esta novela la historia de Santiago, un viejo pescador que ya ha visto pasar sus mejores días en la mar y que, al comienzo del relato, lleva ochenta y cuatro días sin pescar un solo pez. La gente cree que está acabado y que le acompaña la mala suerte, por lo que rehúyen su compañía. Sólo le guarda afecto un joven muchacho llamado Manolín, que aprendió a pescar con él, y que mantiene su cariño por el veterano pescador, sin escuchar la rumorología de los vecinos pero con la oposición de su padre.


Por su parte, Santiago maldice su suerte, pero no pierde la esperanza de que la racha cambiará y, por ello, se embarca mar adentro buscando ese momento. Lo hace en solitario y, como se resiste a abandonar las tradiciones, manteniéndose fiel a sus artes de pesca y renunciando a los nuevos avances que proporciona el progreso. En esa salida conseguirá, por fin, pescar un enorme pez espada tras duras jornadas de lucha contra la naturaleza y contra el propio animal. Cara a cara.


El viejo y el mar es una novela corta, muy corta, pero muy dinámica e intensa. Y la historia que narra nos habla de naturaleza, sentimientos, compañerismo, superación, nobleza... Unos conceptos que la hacen extrapolabe a otros ámbitos y aficiones (incluida la nuestra). Como su final, aunque es un tanto desconcertante.


Parte de la crítica habla de sobrevaloración, pero no se puede negar que El viejo y el mar es una gran obra y, por ello, os la recomiendo para festejar el próximo Día Mundial del Libro y de cara a los días festivos que se aproximan.


Lagun

4/4/11

La escalera sanferminera

..... César Oroz ... Fuente: http://www.latiradeoroz.es/

La “escalera sanferminera” es uno de los rituales relacionados con las fiestas de San Fermín que no aparecen en el programa oficial de festejos. De hecho, ni tan siquiera se celebra durante los específicos nueve días del mes de julio en los que la ciudad de Pamplona honra al “santo morenico”; pero es indudable que se trata de un ritual propio de los sanfermines o, al menos, que pertenece a lo que se podría denominar como cultura sanferminera.

Las fiestas de San Fermín se celebran, al menos desde 1591, el día siete del séptimo mes del año. Este hecho inspiró la creación de una letra para una canción que ha llegado a convertirse en la más universal de dichas fiestas:

Uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril, cinco de mayo, seis de junio, siete de julio: San Fermín”.

La secuencia temporal que enumera la letra de esa canción es conocida como “escalera sanferminera”, y cada una de las fechas que la componen son sus “peldaños”.

Pues bien, no se sabe cuál es su antigüedad, pero es costumbre muy arraigada entre los sanfermineros más recalcitrantes festejar la escalera reuniéndose en las concretas fechas de cada unos de sus peldaños para organizar cenas y fiestas con las que celebrar el paso del tiempo que resta para la llegada de un nuevo “San Fermín”.

Hay que imaginar que la idea debió surgir de forma espontánea entre algún reducido grupo de impenitentes sanfermineros que encontraron en la letra de la canción la excusa perfecta para organizar toda esa serie de reuniones presanfemineras, en las que evocar fiestas pasadas y comentar las noticias que se tuvieran sobre las futuras. Y, como buenos fiesteros, se reunían con una condición: los peldaños de la escalera había que respetarlos, y celebrarlos en cada uno de los concretos días indicados. Caigan en el día de la semana que caigan.

Así, si no parece que sea un gran “sacrificio” tener que reunirse con los amigos la noche de un jueves o un miércoles, por ejemplo; ya suena algo más fuerte que sea en un lunes. ¿Y reunirse un “uno de enero” por la noche para montar una fiesta tras la de Nochevieja? ¿Y un “uno de enero” o un “tres de marzo” que además caiga en lunes?

Debo agradecer a César Oroz, el dibujante y humorista gráfico pamplonés, que me haya dado autorización para que, encabezando esta entrada, publique agrupadas las tres tiras que él fue dedicando a la escalera en distintas fechas de peldaños del año 1992. Oroz logró reflejar magistralmente en esas tres tiras el espíritu de la escalera. Y, al hilo del párrafo anterior, quiero hacer especial hincapié en la primera de ellas. Simplemente, ¡GENIAL!

La idea de celebrar la escalera sanferminera fue adquiriendo popularidad, especialmente desde finales de los años setenta del pasado siglo veinte, y ya son bastantes los peñistas y acérrimos sanfermineros que lo hacen; hasta el punto que esa costumbre de unos pocos se llegó a convertir en las últimas décadas en un auténtico ritual. Ritual de culto sanferminero, habría que decir.

Y, como suele ocurrir con muchos actos que guardan relación con las fiestas de San Fermín: si en un principio fue una especie de locura de unos pocos “castas” y después fue ganando adeptos y cierta popularidad, en los dos últimos años se está llegando a un nivel en el que ya se programan actos de la escalera sanferminera que tienen cierto componente institucional, como es la celebración de un oficio religioso y eventos con resonancia pública y mediática.

No seré yo el que reniegue de esos eventos de nueva generación, pero sí me gustaría que no se perdiese la naturaleza espontánea del acto primigenio de este ritual: la reunión de unos amigos y compañeros “locos por los sanfermines”.


La publicación de esta entrada en el día de hoy no es casual. Es 4 de abril, el cuarto peldaño de la escalera, y cuadrillas de sanfermineros se reunirán esta noche para celebrarla. En honor a San Fermín y al grito de: ¡¡¡YA FALTA MENOS!!!


Lagun