27/9/11

S'ha acabat el circ cañí



Este fin de semana pasado pude decidir libremente que quería ir a ver dos corridas de toros en Barcelona. A partir de ahora, ya no tengo ese derecho. Y, como yo, tampoco gozan de él los millones de aficionados al segundo espectáculo de masas que hay en España, pues ninguno de ellos podrá optar ya por presenciar en Cataluña una corrida de toros. El rito más ancestral de toda la Península Ibérica y el más consustancial al hombre ibérico; catalanes incluidos.

Una restricción de derechos decidida por mayoría en el Parlamento de Cataluña: los nacionalistas y unos pocos miembros del PSC. Todo muy democrático, pero con el repugnante “lavatorio de manos” de José Montilla.

Y ya no gozamos de ese “antiguo” derecho porque, aunque la prohibición de los toros en Cataluña no entra vigor hasta el día 1 de enero de 2012, a efectos prácticos ya ha sobrevenido, pues los dos festejos celebrados con ocasión de la Feria de la Mercè 2011 han sido los últimos de esta temporada en la Plaza Monumental de Barcelona.

El resultado de ellos, por sabido, no es preciso comentarlo. Baste decir que, creo, nos divertimos todos (incluidos los que voluntariamente bajamos hasta los más elementales niveles de exigencia), y que al final de los dos festejos se vivió en la Monumental un éxtasis taurino y protaurino. La desolación, por lo que conllevaban, se transmutó finalmente en delirio. Y confieso que yo me emocioné especialmente la noche del domingo, ya consumado el taurinicidio, cuando una hora después de la salida de los tres diestros por la Puerta Grande de la Monumental me encontré por el Paseo de Gracia con el grupo de aficionados que aún llevaba a hombros a Serafín Marín.


Mucho se ha dicho y escrito sobre la motivación que impulsó a los promotores y firmantes de la ILP en la que se solicitaba la abolición de los toros en Cataluña, así como de las razones que íntimamente pudieran sentir los diputados que la refrendaron. Unos y otros argumentaron en su día que no lo hicieron por motivos ideológicos, sino por una cuestión de conciencia que les impulsaba a enarbolar la bandera animalista. En cambio, lo que piensa la inmensa mayoría de los españoles, entre los cuales hay muchos catalanes, es que la decisión de prohibir los toros en la comunidad autónoma catalana vino motivada principalmente por una cuestión identitaria: romper nexos de unión entre Cataluña y España.


Ayer, lunes, para ocupar el tiempo del viaje de vuelta en el AVE, quise sondear en la prensa escrita catalana la opinión que, al respecto, pudieran manifestar periodistas y columnistas. Y, para ello, en la estación de Barcelona-Sants adquirí cuatro diarios: La Vanguardia, El Periódico de Catalunya, Ara y El Punt Avui.

Dada la trascendencia y significado de lo acontecido en Cataluña este fin de semana pasado, José Antich, el Director de La Vanguardia, dedicó su editorial del lunes al tema.

Confesaba que en las últimas cuatro décadas no ha ido a una corrida de toros y que nunca ha pisado la Monumental, por lo que su opinión (al menos para mí) gana enteros. Y lo que dice en el editorial es que la misma presentación en el Parlamento de la ILP con la que se pretendía prohibir las corridas de toros en Cataluña “era un atentado contra la libertad de quien quería acudir al espectáculo, y los discursos sobre el sufrimiento del animal los he considerado bastante demagógicos... El pulso entre taurinos y antitaurinos, que a nadie ha dejado indiferente, ha evidenciado que en muchos momentos el debate era más sobre identidades que sobre toros”.

Por otro lado, en páginas interiores, Joaquín Luna tituló su artículo con un concluyente: “Un puente menos (con España)”.


Como el diario anterior, El Periódico de Catalunya también dedicó su primer editorial al asunto, y en él se podía leer:

“Todo parece indicar que las corridas estaban sentenciadas y diagnosticadas de muerte natural... De ahí la extrañeza, ya manifestada por este diario, ante la decisión de prohibir el ejercicio de un derecho individual, que no debería haber sido coartado por razones políticas.”

(Y no olvidemos que estamos ante dos editoriales publicados bajo la responsabilidad de dos personas que no son, precisamente, unos carpetanos mesetarios.)


El diario Ara tampoco se resistió a dedicar su editorial del lunes a las últimas corridas celebradas en Cataluña, y resaltó su contenido con la siguiente frase:

“La sensibilitat majoritària al nostre país no veu amb bons ulls el maltractament als animals: un espectacle de sang i mort és avui dia inacceptable.”

Desconozco el catalán, pero no creo equivocarme si traduzco lo expresado. Vendría a decir Ara que la sensibilidad mayoritaria de nuestro país no ve con buenos ojos el maltrato de los animales: un espectáculo de sangre y muerte es hoy día inaceptable.

Una opinión que es concordante con el discurso oficial que vienen manteniendo desde un principio todas las voces autorizadas del sector que aplaude la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Pero esta opinión, digamos, mesurada del editorial de Ara contrastaba vivamente con el contenido insultante de un artículo publicado en su página 13 con la firma de David Cirici. Este escritor catalán cierra su artículo con este párrafo:

“És l'últim dia, però no crec que sigui cap drama ni per als entusiastes de la tauromàquia. És l'últim dia perquè això ja anava a menys. Si és cert que hem prohibit els toros perquè ens remou la consciència que el sofriment d’un animal sigui un espectacle, i no per altres raons, aleshores és posible que això ens faci més civilitzats. I si tot plegat ha estat una impostura (…), l’afició tampoc no hi perd tant. Els toros ja no són el que eren, i als empresaris també els convé concentrar el negoci en poques places. Els aficionats sempre podran agafar l’AVE i anar a veure l’espectacle en terres una mica, ni que sigui una miqueta, menys civilitzades”.

Se le entiende todo al Sr. Cirici, especialmente la frase de desprecio final. Pero no quiero que se me pueda acusar de falsear el texto y recurro a un traductor online:

"Es el último día, pero no creo que sea ningún drama ni para los entusiastas de la tauromaquia. Es el último día porque esto ya iba a menos. Si es cierto que hemos prohibido los toros porque nos remueve la conciencia que el sufrimiento de un animal sea un espectáculo, y no por otras razones, entonces es posible que esto nos haga más civilizados. Y si todo ello ha sido una impostura (...), la afición tampoco pierde tanto. Los toros ya no son lo que eran, y a los empresarios también les conviene concentrar el negocio en pocas plazas. Los aficionados siempre podrán coger el AVE e ir a ver el espectáculo en tierras un poco, aunque solo sea un poquito, menos civilizadas".

El “civilizado” Sr. Cirici, tirando de finura literaria, menosprecia en su última frase al resto de las comunidades autónomas de España. Y cuando digo al resto, digo a todas las demás, y no solo a las que se comunican por AVE con Cataluña. Por tanto, que ninguna se dé por no aludida.

Este ejercicio de soberbia del Sr. Cirici lo que realmente denota es un desprecio xenófobo hacia lo no catalán. Y debo recordarle que los aires de superioridad y la xenofobia no son propios de una persona civilizada, sino dictatorial.

De hecho, incluso se jacta de ello, dando por bueno que digamos que la prohibición de las corridas de toros en Cataluña ha podido ser una imposición. Y, además, alardea de haber privado a miembros de su propia comunidad autónoma del derecho a asistir en ella a presenciar corridas de toros, pues los remite a tomar el AVE si quieren hacerlo. Restricción de derechos que, a sensu contrario, hace extensiva al resto de aficionados de España.

Imagino que la exquisita educación que seguro habrá tenido el Sr. Cirici no le lleva a proferir insultos cuando, en vez de por escrito, se expresa verbalmente. Por tanto, no creo que él fuera el “civilizado” catalán que el domingo, desde su coche, nos gritaba a los que íbamos por la Gran Vía: “Asesinos, hijos de puta: ¡Fuera de este país!”. También nos remitía fuera de su Catalunya, pero éste otro, más que como literato, se expresaba como una mula.

Y, no es que lo imagine, estoy seguro que la taurinofobia que siente el Sr. Cirici le impidió asistir a la corrida de toros del domingo. Si lo hubiera hecho, habría podido ver como algunos asistentes al festejo colgaron de las balconadas de la andanada banderas de España, senyeres catalanas y hasta una estelada; y también habría visto una pancarta del club “Cocherito de Bilbao” junto a una bandera con la leyenda “Becerril” (de la Sierra, Madrid). Y nadie dijo ni reprochó nada. Al contrario. Lo que denota todo un ejercicio de convivencia ciudadana y civismo.


Con todo, la alusión más llamativa de la prensa catalana a lo acontecido el fin de semana pasado en Barcelona la protagonizó el diario El Punt Avui. No dedicó al asunto editorial alguno, y sólo incluyó en páginas interiores dos artículos alusivos. Uno hacia referencia a la trayectoria histórica del proceso que ha culminado con la prohibición de los toros en Cataluña. El otro, incluido en la página 28, lleva la firma de Anna Ballbona y lo titula:

.......... S'ha acabat el circ “cañí”


El titular se comenta por sí solo. ¿Es una argumentación animalista o estamos ante una cuestión identitaria?
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Off topic dedicado a los aficionados a las corridas de toros. No ataquemos los correbous para defender las corridas de toros en Cataluña. Entre otras cosas, porque le estamos dando argumentos a los animalistas en su próxima meta. Los festejos taurinos profesionales y los populares van en el mismo barco, y su defensa debe ser conjunta.
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Lagun
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20/9/11

La primera conducción de toros para ser lidiados en Madrid desde Andalucía


.................. Dibujo a plumilla - Autor: Luis Pineda



Con la corrida que se celebró en Madrid el día 5 de julio de 1790 se inició una serie de festejos consecutivos en los que se lidiaron toros de ganaderías de Andalucía por primera vez en la Villa y Corte. Ese festejo fue anunciado dos días antes en el Diario de Madrid con un cartel que comenzaba diciendo:

Toros. El lunes 5 es la sexta corrida. No habiéndose omitido diligencia alguna para averiguar las mejores Bacadas del Reyno, con el verdadero deseo de dar gusto al público, se han traído a prueba toros de las cinco más acreditadas de Andalucía, y dispuesto se principien a lidiar en la presente corrida...”

Aunque en la Villa y Corte ya se habían lidiado toros de ganaderías de la Sierra de Segura, hay que recordar que esa comarca no se incluyó en la provincia de Jaén hasta 1833; y que antes fue de otros reinos. Además, por la confección de los carteles en los que se anunciaban esas vacadas, cabe suponer que sus reses tendrían una raíz que, más que andaluza, debía ser similar a las manchegas. En cambio, las ganaderías que se presentaron en 1790 estaban radicadas en tierras sevillanas, por lo que sí se puede afirmar que fue en ese año cuando por primera vez se lidiaron en Madrid toros de Andalucía.

Hasta entonces, las reses que se anunciaban tradicionalmente en Madrid eran: toros castellanos pertenecientes a ganaderías de distintos territorios de la cuenca del Duero, toros de raíz navarra procedentes de vacadas afincadas en localidades de varias provincias bañadas por el Ebro, toros de diversas zonas ganaderas de La Mancha y toros criados en lugares aledaños a la propia villa de Madrid. Más concretamente, gracias al investigador Francisco López izquierdo sabemos hasta las cifras precisas de las reses lidiadas en la Plaza de Toros de la Puerta de Alcalá en las cuatro temporadas anteriores a ese 1790:

-De Miguel Jijón, de Villarrubia de los Ojos, que era la ganadería más importante de la época: 359 toros, un 29 % del total de esos cuatro años; y del resto de las ganaderías afincadas en La Mancha: 425 toros, un 34 % del total; por lo que del conjunto de la región fue el 63 % de las reses lidiadas.
-De una amplia lista de ganaderos de Colmenar Viejo: 249 toros, un 20 %.
-De la cuenca del Ebro: 140 toros, un 11 %.
-Y toros castellanos de vacadas radicadas en las provincias de León, Zamora y Salamanca: 36, un 3 %.
-Quedarían otras 29 reses que corresponden a ganaderías de las que no se nos aportan datos o que eran de otros puntos geográficos a los reflejados.

Con estos antecedentes adquiriría sentido el motivo que se argumentaba en el cartel de la corrida de aquel 5 de julio de 1790 para anunciar la novedosa presentación de ganaderías andaluzas en Madrid: complacer el gusto del público trayendo a prueba, como parte de las mejores vacadas del Reino, las cinco más acreditadas ganaderías de Andalucía.

Ahora bien, en el mundo taurino de la época había una disputa que nos puede ofrecer otra posible razón para entender aquella presentación de toros andaluces en la Villa y Corte.

Desde 1775, y hasta prácticamente el final del siglo XVIII, se vivió con pasión entre los aficionados la primera gran rivalidad entre toreros coetáneos de la que hay noticias: Pedro Romero, de Ronda, y Joaquín Rodríguez “Costillares”, de Sevilla; a los que se unió poco después un discípulo de este último: José Delgado, alias “Hillo” o “Pepe-Hillo”, también de Sevilla.

La competencia entre el torero de Ronda y los dos sevillanos fue total, y abarcaba cualquier aspecto que surgía. Uno de ellos guarda relación con la aversión que tenían Costillares y Pepe-Hillo a los toros castellanos; un rechazo que tuvo su manifestación más conocida con ocasión de los festejos reales que se celebraron en la Plaza Mayor de Madrid los días 22, 24 y 28 de septiembre de 1789 para festejar la exaltación al trono de Carlos IV. Los dos toreros sevillanos pidieron por escrito al Sr. Corregidor que no se lidiaran los toros de Castilla contratados, pertenecientes a la ganadería de D. Agustín Díaz de Castro; en cambio, el de Ronda no puso reparos en enfrentarse a aquellos temibles toros de tierras leonesas, lo que permitió que se pudieran correr en tan señalados festejos.

Pedro Romero puso en evidencia a los dos diestros sevillanos con ese incidente de los toros de Castilla ocurrido en 1789. A pesar de ello, la Real Junta de Hospitales contrató para lidiar las corridas del año siguiente en la Plaza de Toros de la Puerta de Alcalá a Costillares y Pepe-Hillo, además de un tercer torero llamado Francisco Garcés. Casualmente, entre las ganaderías de 1790 no aparece contratada la de D. Agustín Díaz de Castro, y fue ese año cuando se tomó la novedosa decisión de traer a prueba ganaderías de Andalucía.

Por ello, lo que cabe preguntarse es si, más que querer complacer el gusto del público, aquellas dos decisiones de la Real Junta de Hospitales fueron una imposición de Costillares y Pepe-Hillo.

Pero, si ya resulta difícil dar respuesta a preguntas de ese tipo respecto a hechos contemporáneos, más lo es aún encontrarla para casos ocurridos hace más de dos siglos. Por ello, fuese por la razón que fuese, sólo cabe resaltar la importancia que tiene para la historia del toreo la noticia que sitúa en 1790 la presentación en Madrid de las primeras ganaderías de Andalucía.

Ahora bien, respecto a esas presentaciones se conservan en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid (ARCM) las notas de los gastos que ocasionó el traslado de los toros seleccionados desde Andalucía hasta Madrid. Una información que, aunque pueda parecer más banal, resulta muy ilustrativa de la forma como se hizo esa conducción, y por extensión de la forma de conducir toros de lidia en esa época de finales del siglo XVIII. Es más: se podría decir que es un gran testimonio de cómo se trasladaron los toros de lidia desde el origen de los festejos taurinos hasta finales del siglo XIX, que fue cuando se empezó a generalizar el transporte por ferrocarril.

El Marqués de Casa Mena hizo de intermediario entre la Real Junta de Hospitales de Madrid y las ganaderías sevillanas vendedoras; y también fue quien organizó la conducción de los toros seleccionados: 12 de D. Antonio Maestre, 8 de D. Joaquín de Goyeneta, 8 de D. Benito de Ulloa, 8 de D. Juan Bécquer y otros 8 del Conde de Vistahermosa. En total 44 toros.

(Hay que dejar constancia de que el número concreto de toros por ganaderías que aparece en las notas del ARCM no concuerda con el que se ofreció en los carteles de las respectivas corridas publicados en el Diario de Madrid: 14 toros del Conde de Vistahermosa, 12 de D. Antonio Maestre, 8 de D. Benito Ulloa, 5 de D. Joaquín de Goyeneta y 5 de D. Juan Bécquer. Serían también 44 toros, aunque distribuidos de forma diferente. A este respecto, y pese a la oficialidad que se supone a los carteles, la variada documentación conservada en el ARCM, y que siempre es coincidente, aporta una mayor credibilidad a sus datos, por lo que es su distribución la que aquí damos por cierta.)

El punto de encuentro para la conducción fue Castilblanco de los Arroyos, a unos cuarenta kilómetros al norte de Sevilla, hasta donde los mayorales de las distintas ganaderías contratadas trasladaron sus respectivas reses.

El punto de destino, lógicamente, fue Madrid; y muy posiblemente a una finca muy cercana a Barajas llamada “La Muñoza”, en cuya dehesa se concentraban habitualmente las reses que adquiría la Real Junta de Hospitales para ser lidiadas en Madrid.


Mapa con la ruta aproximada de la conducción


Y el itinerario que se siguió entre ambos puntos lo podemos esbozar por la relación de los pagos que fueron efectuados en los portazgos de la ruta: Castilblanco de los Arroyos, Monesterio, Puente de Almaraz, Talavera de la Reina, Puente del Alberche y Navalcarnero. Además, también consta una relación de gratificaciones realizadas a los guardas de las dehesas donde se permitió pastar y descansar al ganado, lo que nos permite conocer más localidades del recorrido: Monesterio, Zafra, Ribera del Fresno, Campo Alange, Pedrojo, Trujillo y Talavera de la Reina.

De toda esa información se deduce claramente que la conducción, una vez que partió de tierras sevillanas, transcurrió por vías pecuarias que atraviesan Extremadura para dirigirse a Talavera de la Reina y Navalcarnero, desde donde se habría rodeado el término de Madrid, muy posiblemente por su zona sur, para llegar hasta el punto de destino.

Una conducción que se realizó en 40 días: partió el 3 de mayo de Castilblanco de los Arroyos, pasó por Talavera de la Reina el 3 de junio y llegó al lugar de entrega el 11 de junio. Fechas siempre referidas al año 1790. El viaje de vuelta, ya sin ganado de ningún tipo, se calculó para presupuestarlo en 11 días a pié.

Desde luego, 44 toros conforman una gran manada de reses bravas, y eran de vacadas diferentes, lo que lleva a suponer que fue una conducción difícil. No obstante, sólo se previeron y utilizaron 7 cabestros. Un número de mansos que parece exiguo dadas las dificultades propias de un traslado tan largo y, por otro lado, con la sospecha de la presencia de lobos en el tránsito por tierras de Extremadura, como así ocurrió finalmente.

Con todo, no se extravió ninguna res, y los 44 toros que partieron de Castilblanco de los Arroyos llegaron finalmente hasta su destino en Madrid. Lo que da idea de la pericia de los hombres que realizaron el traslado.

Detalle del dibujo a plumilla de Luis Pineda



Al mando de la conducción estuvo Juan de Amisas, quien ejerció las funciones de mayoral junto a Bartolomé Carmona, dos célebres varilargueros de la época que guiaron la marcha con sendos caballos comprados al efecto. Y la expedición se completó (precisamente por la sospecha de que aparecieran lobos) con cuatro vaqueros a pie: Antonio Martín, Pedro Utrera, Fernando Portillo y Miguel Franco. Pero consta en las notas del ARCM que el último de los vaqueros citados abandonó la conducción en Talavera de la Reina, por lo que sólo fueron tres los zagales que completaron el recorrido.

Respecto al encargado de la dirección de la remesa, quien realmente figura citado en las notas de gastos no es “Juan de Amisas”, como he hecho contar en el párrafo anterior, sino “Juan Luís de Amisas”; pero entiendo que se trata de un error o una confusión, y que fue el primero (Juan), y no el segundo (Juan Luís), quien dirigió aquella histórica conducción.

Juan de Amisas fue un varilarguero sevillano que, según Cossío, aparece en carteles de la Maestranza entre 1765 y 1770, así como en carteles de Madrid de 1787 y 1790, lo que es un dato muy importante. Juan de Amisas tuvo un hijo llamado Juan Luís de Amisas, que siguió los pasos de su padre y también alcanzó fama como picador, pero que nació en el año 1776, según Cossío, por lo que resulta imposible imaginar que se otorgó la dirección de tan importante conducción de toros bravos a un chaval de 14 años. Por contra, es mucho más creíble que se le encargase a un hombre con la veteranía que por entonces tenía el padre. Esta suposición gana enteros al constar en las notas del ARCM que los mayorales que dirigieron el traslado no volvieron a Sevilla porque fueron contratados para actuar en Madrid durante aquella temporada de 1790, lo que viene a coincidir con lo apuntado por Cossío respecto a los carteles en los que aparece anunciado Juan de Amisas en la Villa y Corte. Además, donde figura el nombre de “Juan Luis” es en los textos redactados por contables o secretarios, pero en la firma de esos textos se puede leer con claridad meridiana “Juan de Amisas”.

Respecto al coste de la contratación de aquellos 44 toros de ganaderías de Andalucía y su traslado hasta Madrid, fue el Marqués de Casa Mena quien tuvo que ir adelantando los pagos, para después rendir cuentas con la Real Junta de Hospitales; que son, precisamente, las notas conservadas en el ARCM.

Por los 44 toros se abonaron 50.600 reales de vellón. Y se especifica en la documentación que fue a razón de 1.150 rs. por cada toro, sin distinción de ganaderías. Lo que demostraría en relación con lo indicado en los antecedentes que no fue una selección y negociación ganadería por ganadería, sino una operación diseñada y concertada de forma conjunta.

Además, llama poderosamente la atención el precio pactado por toro, porque la cotización más alta de aquella época la tenían los “toros jijones”, que se anunciaban por entonces a nombre de D. Miguel Jijón y se pagaban en Madrid a un precio de 930 rs. por toro más otros 20 que daba el ganadero en limosna a los hospitales.

Una segunda partida fue la de los 7 cabestros, que se compraron en Sevilla a D. Diego Vázquez y costaron 4.480 reales de vellón, a 640 rs. por cabeza. Además, también se adquirieron dos caballos para los mayorales: uno que se compró junto a los cabestros a 640 rs., y a 770 el segundo.

Además de los pagos anteriores, hubo otros muchos. Se gratificó con 110 rs. a los mayorales de las vacadas vendedoras por llevar sus respectivas reses a Castilblanco de los Arroyos. Por lo que se refiere a la conducción hasta Madrid, a los mayorales se les ajustó a 20 rs. por día, pero sólo les abonaron las 40 jornadas que duró el viaje de ida, dado que los dos se quedaron en la Villa y Corte para actuar como piqueros en la temporada. Por otro lado, a los tres vaqueros que completaron la totalidad del traslado se les pagó a razón de 10 rs. por día, ajustándose en 11 las jornadas de vuelta más las 40 de la ida. Y a todos esos importes habría que sumar otras partidas, como lo pagado al vaquero que dejó la conducción a la altura de Talavera de la Reina, el coste de la cebada para los caballos, los pagos de los portazgos y las gratificaciones a los guardas de las dehesas donde se permitió pastar y dormir a la manada.

En total, para la contabilidad de la empresa se ajustó finalmente la operación en un coste de 59.141 reales de vellón. Pero es evidente que los gastos fueron algo superiores, pues hubo distintas partidas que se debieron contabilizar por otros conceptos, como ocurrió con los caballos utilizados por los mayorales, que quedaron para el servicio de la plaza de toros.

Sin duda, el traslado de aquella primera manada de toros andaluces hasta Madrid del año 1790 debió ser toda una aventura. Romántica, con nuestra mentalidad del siglo XXI (algunos hasta participaríamos gratis, si se nos permitiese hacerlo ahora); pero seguro que dificultosa y dura para los hombres que la protagonizaron. Aún así, aquellas conducciones desde Sevilla a Madrid, y en condiciones semejantes, se repitieron durante unos cien años. Y hubo temporadas en las que se trasladaron más de un centenar de toros; como en el año 1800, que fueron 149 cabezas, o las 110 del año 1831.

Una práctica que comenzó a disminuir hacia 1881, cuando se empezaron a enviar en tren algunos vagones con toros procedentes de Sevilla y con destino a Madrid. No obstante, las conducciones por cañadas, cordeles y veredas continuaron realizándose hasta el año 1894, en el que ya se regularizó la contratación de un tren especial de toros desde Sevilla hasta Madrid.
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Lagun
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NOTA:
En primer lugar, quiero agradecer al pintor Luis Pineda su desinteresada predisposición a colaborar en esta entrada con la realización de una obra original que la encabezara e ilustrara; y, como no, felicitarle por el encuadre que ha ideado para plasmar la difícil imagen de una conducción con medio centenar de reses, así como darle mi más sincera enhorabuena por la calidad artística del dibujo a plumilla con el que nos ha obsequiado a todos. Por ello, rogaría que todos visitarais su página web (luispineda.com), en la que podréis ver otras obras suyas y la forma de poneros en contacto con él.
Por otro lado, dejar constancia de las fuentes utilizadas para la elaboración de esta entrada:
-El Archivo Regional de la Comunidad de Madrid (signatura 5.033, principalmente).
-Los archivos del Diario de Madrid correspondientes a julio, agosto y septiembre de 1790.
-Al Doctor en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla, Antonio Luis López Martínez, quien tuvo la amabilidad de contestar a un correo que le remití cuando localicé buena parte de los datos ofrecidos en este texto en dos obras suyas: El libro “Ganaderías de Lidia y Ganaderos”, y un trabajo titulado “El ferrocarril y el transporte de toros en España”, que podéis encontrar en este enlace que os adjunto.
-Al investigador Francisco López Izquierdo, con los datos ofrecidos en su libro "Plaza de Toros de la Puerta de Alcalá (1739-1874)".
-Y a José María de Cossío, con su monumental tratado “Los Toros”.
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7/9/11

Ampuero



Municipio de la Comunidad Autónoma de Cantabria (España), situado en la cuenca del Asón, a unos 50 kilómetros en dirección este de Santander.



Al común de la gente, Cantabria evoca a mar, extensas praderías y altas montañas. Más concretamente, el valle del Asón puede traer a la memoria de muchos su río salmonero y la captura del “campanu”; y no dejará de haber quien identifique la comarca con el Santuario de la Bien Aparecida. Pero serán pocos los que pensarán en encierros cuando a su memoria llegue el recuerdo de esa comunidad autónoma y este bello rincón de su geografía.

Sin embargo, en la cuenca del río Asón hay un municipio con unos encierros que, además de celebrarse en un hermoso marco de casas con balconadas típicas de una arquitectura popular serrana, tienen la peculiaridad de realizarse por un recorrido que es de ida y vuelta, lo que proporciona la interesante posibilidad de asistir en el mismo festejo a una doble carrera, con una conformación de manada, velocidad y tensión que suele ser distinta en cada una de las pasadas. Ese municipio es Ampuero.


HISTORIA

Restos líticos hallados en el término de Ampuero evidencian la existencia de vida humana prehistórica dentro de su territorio. Sin embargo, no se puede hablar documentalmente de una población estable hasta la Edad Media.

La repoblación de la zona oriental de la monarquía asturiana que en el siglo VIII ordenó Alfonso I debió proporcionar la base de un asentamiento cristiano en las tierras de Ampuero, pues las iglesias en las que se concentra su población ya aparecen en citas de los siglos XI y XII, y el nombre concreto de Ampuero se encuentra incluido en el Becerro de las Behetrías, un censo fiscal que en 1351 ordenó realizar Pedro I de Castilla.

Ampuero nunca perdió la condición de villa de realengo con la que figuraba en ese documento, aunque Pedro Fernández de Velasco fuese propietario de muchas heredades en el último cuarto del siglo XIV, y sus descendientes detentasen un destacado poder político y económico en el siglo XV.

Una tradición muy asentada en la villa mantiene que “La Pinta”, una de las tres carabelas que participaron en la expedición del Descubrimiento de América, era propiedad de un vecino de Ampuero. De hecho, en el escudo del municipio figura dicho navío como motivo principal.

La localidad se vio favorecida con la decisión tomada por los Reyes Católicos de mejorar el antiguo camino de Castilla que, por el Puerto de Los Tornos, enlazaba Burgos con el mar en Laredo, pues Ampuero es punto de paso de la ruta y ese hecho la procuró mayores posibilidades de realizar transacciones comerciales. Además, propició la proliferación de las ya tradicionales ferrerías de Ampuero, convirtiéndose la industria del hierro en el gran motor económico de la localidad, que alcanzaría su punto más álgido cuando en el siglo XVIII se abrió una fábrica de anclas para los bajeles de La Armada.

En el año 1605 fue hallada por unos niños pastores la talla de la Virgen Bien Aparecida, en torno a la cual se forjó una devoción que se extendería con tanto fervor que conllevó, ya en el siglo XX, su nombramiento de Patrona de Cantabria. Para dar cobijo a su advocación, en el año 1701 se realizó el proyecto de un santuario, y Felipe V concedió un privilegio de ferias y mercados para promover la finalización de las obras. Esta concesión real reforzaría la actividad económica de Ampuero.

También por orden de Felipe V, Ampuero consolidó la categoría de villa al concederla jurisdicción civil y criminal propias, y desligarse en ese aspecto de la vinculación a los tribunales de Laredo.

En la actualidad, el municipio de Ampuero se presenta como una población en la que han quedado algo relegadas las actividades agropecuarias y aparecen compensados los sectores secundario y terciario propulsando su economía, pues las actividades relacionadas con el turismo han proliferado de forma considerable.


MONUMENTOS

La Iglesia Parroquial de Santa María es un templo que se inició a finales del siglo XV, pero en el que se observan una variedad de estilos arquitectónicos, muy evidentes en las columnas del interior, lo que indica que su construcción se llevó a cabo a lo largo de diversas etapas correspondientes a los siglos XVI y XVII; como es el caso de su sobria fachada clasicista.


Iglesia de Santa María, en Ampuero ... Foto: Javier Esvall

Acoge la imagen de la Virgen Niña, en cuyo honor se celebran el 8 de septiembre las fiestas patronales de Ampuero. Se trata de una talla moderna, con rasgos de gran realismo y una tierna expresividad, sobre la que se cuenta que fue regalada a la villa por un “indiano” en el siglo XIX.


ALREDEDORES

Turismo.- A unos escasos cinco kilómetros de Ampuero se encuentra el Santuario de la Bien Aparecida. La imagen de la Virgen Bien Aparecida, actual Patrona de Cantabria, es una talla menuda de estilo gótico que fue encontrada por unos pastorcillos en el 1605. Su fiesta, declarada de Interés turístico Regional, se celebra el día 15 de septiembre y atrae a una gran multitud de peregrinos hasta este lugar, por lo que se ha convertido en uno de los más emblemáticos de toda la comunidad autónoma.

También cabe recomendar una visita a la Iglesia Parroquial de San Pedro del municipio vecino de Limpias, que acoge la escultura de El Santo Cristo de la Agonía, al que rinden devoción creyentes de muchas regiones de España.


Naturaleza.- Para disfrutar de la naturaleza suele ser imprescindible realizar rutas a pie, pero hay itinerarios en automóvil que resultan muy sugerentes para deleitarse de una naturaleza diversa y, como no, de algunos de sus espectáculos más sobresalientes; como ocurre si se remonta por carretera el curso del río Asón, desde su desembocadura hasta su nacimiento.



Un recorrido de tan solo unos 40 kms. nos permitirá conocer, en un principio, las marismas de Santoña, con la riqueza faunística que alberga ese Parque Natural. Seguidamente se presentará ante nosotros el paisaje de la ría del Asón y, según nos vayamos internando en la cuenca, el ancho valle por el que desciende el río, entre praderías y una vegetación de ribera. Recorreremos los más célebres tramos salmoneros y trucheros y, al mismo tiempo, el valle se irá haciendo cada vez más angosto, hasta adentrarnos en una zona de típica conformación en “V”, con un paisaje dominado por moles de rocas calizas. Al final de la ruta, en el Parque Natural de los Collados del Asón, el color de las formaciones rocosas se funde con las manchas verdosas de las hayas, los robles, las encinas y el gran espectáculo: el nacimiento del río Asón, que surge de una cueva que se abre en la parte alta de un farallón rocoso y salta por una pared vertical de unos setenta metros de altura conformando una bellísima cascada.


LAS ENCERRONAS DE AMPUERO

Las fiestas patronales de Ampuero en honor de la Virgen Niña tienen como eje la fecha del día 8 de septiembre, y como seña de identidad la celebración de sus encierros taurinos, denominados popularmente en la localidad como “encerronas”.

En origen, estos festejos provienen de la existencia en los montes limítrofes de Cantabria con Vizcaya de una raza bovina autóctona de carácter salvaje, la “monchina”, cuyos ejemplares se criaban en libertad y eran capturados por los lugareños para ser lidiados en los festejos de los pueblos. De esa tradicional modalidad de celebración de los festejos taurinos, popular en participación y organización, surgió el encierro como tal en el año 1941.

Desde entonces, la evolución de los encierros de Ampuero ha sido palpable. El número de festejos ha ido aumentando de uno a los cuatro de este año, la infraestructura organizativa ha sido profesionalizada y se ha ido mejorando en el nivel de presentación y calidad de las reses; especialmente a partir de 1998, cuando se empezaron a correr los mismos novillos-toros que son lidiados en las novilladas con picadores vespertinas. Por otro lado, la participación en el recorrido, que había ido aumentando progresivamente en la segunda mitad del siglo XX, se redujo con esa nueva directriz referente a las reses; pero, al mismo tiempo, se observó una mayor responsabilidad en la predisposición de los corredores.

El encierro ganó en seriedad, tensión y vistosidad, lo que ha ido atrayendo a corredores de otras regiones y del país vecino, pudiéndose asegurar que Ampuero ya está incluido en el calendario nacional de encierros y que merece la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional, pues la de Regional del año 1993 está siendo superada.

En el presente 2011, en el que Ampuero celebrará el 70º aniversario de sus encierros, se han programado cuatro días de festejos:
Jueves, 8 de septiembre: Valdefresno.
Viernes, 9 de septiembre: Hnos. Peralta.
Sábado, 10 de septiembre: Juan Luis Fraile.
Domingo, 11 de septiembre: La Glorieta.
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Lagun
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NOTA: Con mi bitácora no tengo fines lucrativos, por lo que solicito a los propietarios de los derechos de autor de las imágenes publicadas que me permitan mantenerlas en esta entrada.
Por otro lado, quiero agradecer a mi buen amigo y gran aficionado D.R. su habitual predisposición a la hora de facilitar información a todo aquél que así se lo demanda; entre los cuales me incluyo. Y recomendaros que visitéis dos webs sobre los tradicionales encierros de esta alegre y muy taurina localidad cántabra: “
laencerrona” y “encierrosampuero”.
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2/9/11

Medina del Campo



Municipio de la provincia de Valladolid, en la Comunidad Autónoma de Castilla y León (España), situado a unos 50 kilómetros de su capital en dirección suroeste.



Tras la reconquista cristiana del valle del Duero, ya se apreció en dicho territorio que los juegos de toros tenían predicamento. Una afición que pareciera ser producto de una huella genética que hubiese dejado el pueblo vaceo en los habitantes del que fue su área de asentamiento, y que no se difuminó tras los muchos siglos de dominación romana y musulmana.

Medina del Campo cuenta con documentación que atestigua la afición de correr toros por sus habitantes desde el año 1490. Al margen de la antigüedad de los documentos en los que se hace referencia a juegos de toros medievales en distintas localidades de nuestra geografía, hay que convenir que este tipo de tradiciones siempre tiene un poso que obliga a retroceder en el tiempo para pensar en su posible origen. Y, lo que es más importante, nos indica que en todas esas localidades, y por supuesto en Medina del Campo, los encierros forman parte de su cultura más ancestral.


HISTORIA

Los primeros vestigios de población humana en el término de Medina del Campo se remontan a la Edad del Hierro. No obstante, no hay testimonios de asentamientos estables hasta las épocas de las dominaciones romana y árabe. De tiempos de los romanos se han localizado restos arqueológicos en la loma denominada “Las Peñas”, y de la cultura árabe deviene el nombre “Medina”.

La primera referencia documental de la población es una carta de donación del año 1107, cuando era una plaza en la margen derecha del río Zapardiel, donde en la actualidad se alza el castillo, y que había sido recién repoblada por mandato del rey Alfonso VI.

El auge y desarrollo que adquirió Medina del Campo en las últimas fases de la Edad Media se vieron corroborados por Fernando IV al convocar las Cortes en la localidad. Aquella fue sólo la primera vez, pues las convocatorias se volverían a repetir a lo largo de los siglos XIV y XV. Pero la época de mayor esplendor y trascendencia, incluso internacional, llegó durante los siglos XV y XVI, con el asentamiento en Medina del Campo de las Ferias Generales del Reino. Y es que, como suele ocurrir en todo centro donde circula la riqueza monetaria, fue por entonces cuando la Villa tuvo una vida más intensa, y cuando se erigieron la mayor parte de las importantes construcciones religiosas, militares y civiles de la Villa.

El traslado definitivo de la Corte a Madrid supuso un duro golpe para Medina del Campo, pues aquella decisión real supuso que también se desplazase de la localidad la actividad comercial y financiera, perdiendo su condición de plaza de referencia.

Así, desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XIX, y según fue perdiendo vitalidad mercantil, Medina del Campo fue sufriendo un languidecimiento progresivo en todos los niveles sociales. Ese proceso negativo se invirtió con la llegada del ferrocarril y los distintos proyectos gubernamentales que hicieron de la localidad un nudo de comunicaciones terrestres, tanto por ferrocarril como por carretera. A la agricultura se sumaron la industria y el sector servicios como motores económicos, y Medina del Campo volvió a entrar en una fase de crecimiento que la ha llevado a ser considerada la población más importante de la provincia Valladolid, al margen de su capital.

Además, la promoción del patrimonio monumental de la Villa a raíz de la declaración de su casco histórico como conjunto histórico artístico en 1978, así como la apertura de museos y centros culturales, han contribuido para que Medina del Campo se haya convertido en las últimas décadas en un referente para el turismo que fluye por la comunidad autónoma de Castilla y León.

MONUMENTOS

El monumento más emblemático de Medina del Campo es su fortaleza: el Castillo de La Mota, erigido en el cerro que también fue asiento de la localidad primitiva.



Su construcción parte de los lienzos de una fortaleza del siglo XII y se prolonga hasta el siglo XV, bajo el mandato de los Reyes Católicos. Es de planta trapezoidal, posee una muralla exterior reforzada por torres circulares y, además, una segunda muralla interior que protege el recinto donde se encuentran sus más importantes dependencias. El elemento más llamativo de este monumento es su impresionante torre del homenaje, la más alta de Castilla, con cinco pisos y una altura cercana a los cuarenta metros.

Para una mayor información, podéis pulsar en el enlace que aquí os facilito.


RECORRIDOS

Turismo. La inmensa Plaza Mayor de Medina del Campo es testimonio vivo de las ferias que se celebraron en la localidad durante los siglos XV y XVI. Sin salir de ella podemos contemplar una serie de edificios que son representativos de tres poderes tradicionales: el de la Corona, con el Palacio Real; el municipal, con la Casa Consistorial; y el eclesiástico, con la Colegiata de San Antolín. Además, también en la Plaza Mayor de se encuentra la Oficina de Turismo, donde se puede obtener toda la información necesaria.

Naturaleza. En la Ley de Espacios Naturales de Castilla y León se establece un catálogo de Zonas Húmedas de Interés Especial en la provincia de Valladolid. Entre ellas, tres humedales se encuentran en el término municipal de Medina del Campo: Lagunas Reales 2, Lagunas Reales 1 y Lagunas de Medina del Campo, cuya visita nos permitirá disfrutar de aves como la avutarda, una especie que está incluida en la categoría de Vulnerable para España pero que cuenta con una gran población en Castilla y León.


FIESTAS DE SAN ANTOLÍN



El origen de los festejos con toros en Medina del Campo se remonta, cuando menos, a la Edad Media. Desde 1490 se encuentran documentadas en la Villa varias modalidades de “correr toros”: ensogados, embolados, encohetados, alanceados y en encierro. De todas ellas, y como es evidente, fue el encierro la que adquirió arraigo a lo largo de los tiempos.

Los tradicionales encierros de Medina del Campo han ido experimentando una lógica evolución histórica, hasta quedar configurados hacia la mitad del siglo XX con las tres fases que hoy conocemos: a caballo, conduciendo las reses por campo abierto hasta el embudo de entrada a la localidad; a pie, por un recorrido urbano; y la posterior capea en la plaza de toros.

Para el presente año 2011, en el que los tradicionales encierros de Medina del Campo estrenan la trascendental declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional, se han programado cinco días de encierro: 2, 3, 4, 6 y 8 de septiembre.

Medina del Campo aguarda durante todo el año la llegada de las Fiestas de San Antolín y, de manera muy especial, los días de su encierro. Un festejo que atrae también a caballistas y corredores de toda la comarca, de la región e, incluso, de otras comunidades autónomas. Pues bien:

Hoy es el día. Hoy se celebrará el primer encierro del 2011 en Medina del Campo.

Lagun


NOTA: Con mi bitácora no tengo fines lucrativos, por lo que solicito a los propietarios de los derechos de autor de las imágenes publicadas que me permitan mantenerlas en esta entrada.
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