26/4/09

Feria de San Isidro 2009

.......................................Foto: Julián Jaén


Correr encierros es sólo una de las expresiones de mi afición por el Toro. Quizás sea la que más me llene al poder tener una participación directa, pero no es la única. Ver al toro en el campo, asistir a una corrida de toros o hablar de toros son otras de las manifestaciones de esa afición y también disfruto con ellas. Por ello no me he resistido a la tentación de dedicar una entrada para unirme al coro de voces de la BlogEsfera Taurina que, como habrá visto quien haya naufragado por internet en las últimas semanas, viene criticando el ciclo taurino madrileño que se anuncia entre el 30 de abril y el 7 de junio.

La Feria de San Isidro viene siendo el acontecimiento taurino más importante del mundo desde que la creara don Livinio Stuyck. Aún hoy sigue recibiendo esa calificación, pero si antaño se debía a la CALIDAD de sus carteles, desde hace años sólo viene motivada por la CANTIDAD de festejos que la componen. A la Feria de San Isidro la quitan lustre, importancia, trascendencia... y, con todo mi respeto a los toreros que se anuncian y en especial a los más modestos, la han convertido en la “Gran Feria de las Oportunidades”.

Esa tendencia se viene agudizando desde el 2006, que fue cuando se creó la Feria del Aniversario. Un miniciclo en el que, tras cuatro años, no sabemos ya que es lo que vamos a festejar, pero que se sigue usando para anunciar en él a toreros de la parte alta del escalafón, con hierros de su conveniencia y a costa de reducir su inclusión en el evento capital: la Feria de San Isidro. Así, en el “acontecimiento taurino más importante del mundo” sólo aparecen las figuras en alguna fecha contada y los huecos se rellenan con toreros que, por calidad o simple momento artístico, nunca habrían entrado.

Este año, por ejemplo, con la Feria de San Isidro, sus dos “satélites” (Fiestas de la Comunidad de Madrid y Feria del Aniversario), su otrora “guinda” y hoy simple “cartel añadido” a una feria satélite (Corrida de la Beneficencia), su “lapa” (Corrida de la Prensa) y su “parásito” (cartel del día 31 de mayo), se nos anuncia un ciclo taurino de 35 festejos 35 a celebrar en 39 días, los que van del 30 de abril al 7 de junio, ambos inclusive. Pues bien, en el paquete que componen el Aniversario y la Beneficencia entran 15 puestos “robados” a la Feria de San Isidro y con los que se habrían rematado muchos de sus carteles.

Este robo lo viene sufriendo la “Isidrada” tres años seguidos, y en éste, en el cuarto, no sólo la han robado, la han expoliado. A la desbandada habitual desde la Feria de San Isidro a la del Aniversario, se ha unido el hecho de que no se anuncien ni en la una ni en la otra los toreros que hoy despiertan mayor interés, ya sea artístico o mediático, lo que provoca que esta Feria de San Isidro 2009 sea la peor en calidad desde hace muchos lustros.

La Feria de San Isidro ha tocado fondo. Ya tenemos encima los nubarrones que surgieron en el horizonte hace unos años y lo que auguran, más que una tormenta, es el Apocalipsis. Esa amenaza que, magistralmente, captó Julián Jaén en la foto que encabeza esta entrada.

No voy a entrar a analizar las causas que, dicen, han motivado la ausencia en todo este ciclo madrileño de algunas de las figuras de más relumbre. Entre otras cosas porque no he estado presente en las negociaciones y desconozco quien está diciendo la verdad; si es que alguna de las partes lo hace. Además, personalmente, no suspiro por ver a un maestro que se dedica a engañar al público de una forma tan inteligente como artística; tampoco lloro porque no comparezca quien puede que se dedique a torear o, si no le salen las cosas, a no evitar una cogida y dar la vuelta al ruedo con la cara manchada de sangre, sin lavarse, para agrandar más su leyenda; ni menos aún sufro por la incomparecencia de quien dedica más tiempo a los anuncios y las pasarelas que al toreo de salón. Y así...

Claro que una cosa es lo que a mi, subjetivamente, me pueda gustar y otra lo que objetivamente debiera ocurrir. Es imperdonable que no se anuncien en el “acontecimiento taurino más importante del mundo” quienes aparecen como figurones del toreo, quienes se comportan como tales y quienes exigen retribuciones en base a ese caché. Que un matador de toros comparezca en el “acontecimiento taurino más importante del mundo” es, simplemente, una cuestión de vergüenza torera (¡esa expresión me suena!) y si alguno no lo hace voluntariamente está claro que desprecia tanto a ese acontecimiento como al público que se da cita en él.


Respecto al ganado, al Toro, mejor no hablar. El arranque de la feria es indignante, el anuncio de ganaderías con primeras y segundas “marcas” raya la tomadura de pelo y el que se sigan anunciando idénticos hierros sin tener en cuenta sus precedentes es, simplemente, de juzgado de guardia.

Así pues, este año más que nunca quiero hacer mío este slogan:


Y de todo este desaguisado, por supuesto, hay unos culpables. Al margen de la falta de vergüenza torera demostrada por quienes voluntariamente no se han querido anunciar (y realizar exigencias extraordinarias es lo mismo que no querer venir), hay otros dos claros culpables de que la Feria de San Isidro haya llegado a este punto de mediocridad.

A la empresa adjudicataria de la gestión de la Plaza de Toros de Las Ventas, Taurodelta, hay que atribuirla la culpabilidad del diseño de todo este ciclo taurino que se organiza con ocasión de la festividad de San Isidro, tanto la feria que lleva su específico nombre como las satélites que giran alrededor de su órbita; y, por tanto, es culpable de presentar una Feria de San Isidro mediocre, basada en la cantidad en vez de en la calidad.

¿Cuándo aparecerá una empresa que, de una vez por todas, reconozca que no hay toros ni toreros para confeccionar una Feria de San Isidro, sin satélites, que no supere los quince días? ¿Cuándo aparecerá una empresa que gestione la Plaza de Toros de Madrid tomando como referente máximo la calidad de sus carteles? ¿Cuándo aparecerá una empresa que, además de una Feria de San Isidro con calidad, diseñe el año taurino madrileño teniendo en cuenta la totalidad de la temporada? ¿Cuándo?

Hace falta tener mucha cara para esgrimir la crisis a la hora de negociar las retribuciones de toreros y ganaderos, escudarse en ella para justificar ausencias y, en cambio, seguir subiendo los precios de los abonos y las entradas.

¡Para abonados y espectadores no hay crisis que valga!

El “abono cautivo” ha convertido la gestión de la Plaza de Toros de Las Ventas en un negocio redondo y esa seguridad en la percepción de los ingresos, y en la obtención de beneficios, se anuncie lo que se anuncie, es la lacra que hay que erradicar para que la Feria de San Isidro retome la calificación del “acontecimiento taurino más importante del mundo” en base a la calidad de sus carteles.

Pero, si la empresa adjudicataria de la gestión de la Plaza de Toros de Las Ventas es la culpable del diseño de la Feria de San Isidro, hay otra entidad que es responsable de haber aprobado ese diseño y esos carteles. Esa entidad es la Comunidad de Madrid, que es la propietaria del coso venteño.

La Comunidad de Madrid es la responsable última del anuncio de una Feria de San Isidro tan mediocre, tanto en toreros como en ganaderías, y si fuera cierto que Taurodelta ha incumplido con los carteles presentados el pliego de posiciones de la cesión, tal y como se puede leer naufragando por la BlogEsfera, la aprobación de los mismos por quien tendría que supervisarlos debería provocar el cese inmediato del Director Gerente del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid.
(NOTA: Como queda reflejado a su pie, la foto que encabeza esta entrada es de JULIÁN JAÉN; la fuente de donde la he obtenido es el blog de Manon)

19/4/09

El Toro de San Marcos

Dibujo de Pablo Moreno Alcolado. Representa uno de los actos del rito del Toro de San Marcos, para lo cual ha recreado el que aparece en “Los Toros”, de José María de Cossío, obra de Vereda.


El Toro ha sido una fuente incesante de ritos ceremoniosos y de tradiciones populares.

Como ocurre en otros ámbitos, algunas de las celebraciones más antiguas se fueron perdido a lo largo de nuestra historia y sólo contamos con noticias de su existencia. Otros rituales, en cambio, han llegado hasta nuestros días, ya sea respetando las fórmulas tradicionales o bajo otras distintas que se conformaron por vía de una lenta evolución o de cambios traumáticos que fueron precisos para mantenerlos.

El más famoso de todos los ritos taurinos es el Toro de San Marcos, cuya celebración está unida a la festividad de dicho Evangelista: el 25 de abril.

Hasta hace dos siglos y medio estuvo muy extendido por la geografía peninsular, tanto en España como en alguna zona de Portugal, pero su celebración fue prohibida y en muchos lugares se perdió definitivamente. No obstante, en alguna localidad aún se conserva este antiguo rito, pero con un formato modificado para salvar las prohibiciones. En otros pueblos se celebra la fecha del 25 de abril con tradiciones taurinas que, de alguna forma, nos recuerdan al antiguo ritual, pero que no se sabe a ciencia cierta si traen causa de él o si su origen vino determinado por otras razones históricas. Por último, hay sitios donde el arraigo de la celebración del santo ha conllevado que se mantenga la fecha como fiesta local y que se programen en honor de San Marcos festejos más genéricos: corridas y encierros.

En todo caso, el día 25 de abril es una fecha de festejos taurinos populares, y ello es debido, sin duda, a la importancia que en su momento tuvieron tanto la festividad de San Marcos como el rito del Toro de San Marcos.


Don José María de Cossío se remite en su magna obra “Los Toros” a una serie de fuentes que llevarían a la afirmación de que el rito taurino más antiguo del que se tiene noticia en el día de San Marcos podría ser el que se originó en Baeza (Jaen), cuando la ciudad hizo en 1449 un voto particular de celebrar la fiesta de este santo con procesión, misa solemne y sermón, tomándole por su especial protector y ofreciéndole un toro cada año, para que librase aquella tierra de una terrible plaga de langosta que padecía y de las repetidas hostilidades de los moros.

Pero, como dice el propio Cossío, quizás sea esa la noticia más antigua que se tenga sobre un voto de toros al santo, pero él sólo no explica el ritual con el que en muchos lugares se celebraba el Toro de San Marcos.


Existen varias fuentes escritas de los siglos XVI y XVII que nos cuentan la original ceremonia del rito; lógicamente con variantes, pero también con denominadores comunes:

La víspera de la festividad salía al campo la cofradía de San Marcos, elegía un toro y el que fuese el mayordomo, utilizando una vara bendecida y diciendo una frase a modo de conjuro, llamaba al animal por el nombre de “Marcos” y le requería para que les acompañase a celebrar la fiesta del santo. En ese momento, el toro se tornaba manso, se dejaba guiar hasta el pueblo y permitía que las mujeres le adornasen el lomo con guirnaldas de flores y la cabeza con roscas de pan, así como que los niños le acariciasen. Al día siguiente, el de la fiesta, el toro seguía dócilmente la procesión detrás de la imagen del santo, entraba al templo, asistía al oficio religioso delante del altar mayor y, una vez que finalizaba la liturgia, salía de la iglesia y se volvía al campo, donde volvía a recuperar su fiereza habitual.

Algunas de las variantes del ritual consisten en la concreta literalidad de la frase del conjuro con el que el toro quedaba amansado en la víspera o en los actos que con él se llevaban a cabo en el día de la fiesta, como puede ser el hecho de que en algunos pueblos llevasen al toro de casa en casa para pedir limosna. Pero no dejan de ser precisiones locales, ya que cada una de las fuentes escritas viene a narrar la peculiaridad del rito en un pueblo determinado (aconsejo leer el artículo “La fiesta del Toro de San Marcos en el oeste peninsular”, de José María Domínguez Moreno, para profundizar en estas nociones del ceremonial y en todo lo relacionado con el rito).

En todo caso, lo que resulta evidente es que en la celebración del Toro de San Marcos se evocaba la milagrosa actuación del santo frente a un animal fuerte y fiero convirtiéndolo en manso y dócil, por lo que todo el ritual no deja de ser una forma de lenguaje simbólico.


En cuanto al área geográfica en el que se celebró el Toro de San Marcos, hay coincidencia general en señalar a la región de Extremadura como la zona de la Península en la que se concentraba el mayor número de localidades donde se oficiaba el rito.

Javier Marcos Arévalo (en su estudio “Roles, funciones y significados de los animales en los rituales festivos –La experiencia extremeña–”) señala que las poblaciones principales que lo celebraban pertenecían a las Diócesis de Coria, Plasencia, Cáceres y, en menor grado, a la de Badajoz.

La localidad cacereña que cuenta con mayor número de citas en las fuentes escritas es Brozas, pero parece ser que también se celebraba este ritual en Casas de don Gómez, Casas del Monte, Guijo de Coria, Pozuelo de Zarzón, Mirabel o Talayuela, entre otras. Respecto a esta última localidad, hay una copla recogida de la tradición oral por Antonio Rodríguez Moñino que nos evoca el rito:

Ven conmigo a Talayuela
a la feria de San Marcos;
allí verás un torito,
arrodillado ante el santo.


Y, si bien la provincia de Cáceres pudiera ser denominada como el foco central de la celebración del Toro de San Marcos, las distintas fuentes hacen referencia a otras provincias con pueblos donde también se festejaba, como pueden ser, al menos, Zamora, Salamanca, Ávila, Badajoz, Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén, Granada y Almería. Igualmente, en la vecina Portugal hubo localidades donde se seguía el ceremonial, como Marvao.


Resulta imposible determinar el origen del rito del Toro de San Marcos.

Juan Carlos Olivares Pedreño, en su estudio titulado “El dios indígena Bandua y el rito del Toro de San Marcos”, plantea la hipótesis de que el origen de la celebración del Toro de San Marcos podría estar en antiguos rituales que se debieron realizar en honor del dios Bandua, una deidad peninsular anterior a la época de la dominación romana.

Por su parte, Julio Caro Baroja en su libro “Ritos y mitos equívocos” defiende que hay una gran similitud entre las celebraciones del mundo helénico en honor al dios Dionisos y las nuestras del Toro de San Marcos, por lo que apunta que podría derivarse de un antiguo ritual relacionado con dicho dios griego. Y respecto a su fecha de celebración, el 25 de abril, afirma que se corresponde exactamente con las fiestas romanas llamadas Rubigalia o Robigalia, que estaban destinadas a preservar a los trigos de la roña.

Son dos posibles teorías. Pero, al fin y al cabo, no existen pruebas fidedignas sobre el origen del rito del Toro de San Marcos.

Lo que sí parece razonable es pensar (y, que conste, sólo voy a plasmar una reflexión propia) que este rito podría traer causa de otro anterior mucho más antiguo. Sabemos que desde el Neolítico el hombre otorgó al Toro la máxima representación del poderío fecundador en aras de obtener fertilidad, tanto en las personas, como en la agricultura y la ganadería. También es sabido que, tras la llegada del cristianismo, en nuestras sociedades rurales se asociaba a San Marcos con la agricultura y la ganadería, como un garante de la fertilidad de las cosechas y del ganado. Por ello, me aventuro a pensar (y, repito, sólo es una reflexión mía) en la posibilidad de que se pudiera haber cristianizado un antiguo rito propiciatorio de la fertilidad del campo y del ganado. Un antiguo rito en el que el protagonismo lo tuvo el Toro habría derivado con el cristianismo en uno nuevo con San Marcos como protagonista. Y que con ese nuevo rito, además de seguir implorándose por la fertilidad del campo y del ganado, también se venía a representar la victoria del cristianismo sobre el paganismo con la representación simbólica del amansamiento del Toro, dios, ante la presencia de una santidad cristiana, en este caso de San Marcos.

Sea como fuere, a la vista de las fuentes que lo narran, lo único que se puede asegurar es que en el siglo XV ya se celebraba el rito del Toro de San Marcos.


En torno a su ceremonial se creó una enconada controversia: milagro, magia, idolatría, superchería... Si en el cumplimiento más común del rito ya había actos que las altas jerarquías eclesiásticas difícilmente podían tolerar (como “bautizar” al toro con el nombre del Evangelista, llevarlo en procesión junto al santo e introducirlo en el templo durante los oficios religiosos), en algunos pueblos hasta se llegaban a crear ideas supersticiosas sobre la virtud de curas y mayordomos cuando el toro no se comportaba mansamente o no “seguía a rajatabla su teórico papel”; y lo mismo podía ocurrir con algún vecino si el toro se negaba a entrar en su casa al ir la cofradía pidiendo limosna.

Por otro lado, mientras unos autores veían el amansamiento del toro como un milagro, hubo tratadistas que denunciaban que todo aquello era producto de una “mano diabólica”. También hubo articulistas que aseguraron que al toro se le emborrachaba con vino para que se comportara con docilidad.

A este respecto es muy interesante la lectura de uno de los discursos de Benito Jerónimo Feijoo en su obra “Teatro crítico universal”, pues en él trata de desmontar el carácter sagrado, mágico o religioso de la costumbre.

El Papa Clemente VIII ya condenó a finales del s. XVI la celebración del ritual por “supersticiosa, gentílica e idolátrica”. Eso, unido a sucesos provocados por los toros en diversos pueblos, tanto en el interior de los templos como en las vías públicas, provocando daños materiales, heridos e incluso fallecidos, conllevó a la expresa prohibición del rito del Toro de San Marcos por el rey Fernando VI en el año 1753.


No obstante, esa prohibición se obvió en algunas localidades, ya sea por aislamiento geográfico, arraigo cultural o empecinamiento vecinal. Así, veinte años después de la abolición real seguía celebrándose la tradición en El Castillo de las Guardas, Alosno y otros pueblos de la provincia de Huelva, pues en una Carta Orden del Real Consejo de Castilla de 22 de enero de 1773, dirigida a la Audiencia de Sevilla, se ordenó prohibir que se continuase llevando al toro en procesión en esas localidades. Se cuenta también que la tradición se mantenía en Casas de don Gómez y en Marvao a principios del siglo XX, y que en Talayuela hubo quienes quisieron seguirla hasta, incluso, en los años sesenta del pasado siglo.


Que el rito se siga celebrando en alguna localidad siguiendo el protocolo marcado en el siglo XV está, por supuesto, descartado. Pero lo que sí se puede afirmar es que el espíritu del rito del Toro de San Marcos aún perdura en nuestros días.

Para asegurarlo, basta con citar los ejemplos de dos localidades de Andalucía: Beas de Segura (Jaén) y Ohanes (Almería).

Respecto al origen de las celebraciones para festejar a San Marcos que tienen lugar en la localidad jienense de Beas de Segura no se puede asegurar que traigan causa del rito, dada la falta de documentación en los archivos. Sólo se cuenta con versiones que se han transmitido de forma oral y que, además, harían referencia a causas distintas respecto a su origen.

Una de las versiones se remontaría a 1575 y hace referencia a la supuesta intervención de Santa Teresa de Jesús para controlar, amansar y atar a un toro o buey que andaba suelto por Beas de Segura y sembrando el pánico entre sus vecinos tras soltarse del yugo en que estaba uncido para realizar labores de arrastre en las obras del Convento de Monjas Carmelitas Descalzas de San José del Salvador. Y se dice que aquel extraordinario acontecimiento se empezó a festejar en los años sucesivos corriendo por las calles de Beas una o varias reses ensogadas por los cuernos y engalanadas de forma vistosa.

Otra versión habla de una epidemia de glosopeda que diezmaba el ganado vacuno de la localidad y que misteriosamente cesó un 25 de abril, hecho que la población atribuyó al santo de la fecha; y, en señal de agradecimiento, se estableció un voto colectivo consistente en entregar anualmente dos becerros a la Iglesia para que, después de acompañar a San Marcos en la procesión, fuesen vendidos y con el dinero se atendiese a los pobres de la localidad.
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Sobre este particular, hay que dejar constancia de lo que consta en el capítulo 52 de las respuestas que dio la villa de Beas a las Relaciones Topográficas del rey Felipe II (1575):

"... Ansí mismo hay voto en esta villa, día de Señor San Marcos, que no se matan ningunas carnes ni se pesan, ni abren las carnecerías de esta villa. Lo cual se prometió en voto en años pasados, por grandes infortunios e plagas de la langosta. No se sabe el tiempo que ha que se prometió el voto, mas que de tiempo inmemorial a esta parte se tiene y guarda".
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Ambas versiones nos alejarían del rito del Toro de San Marcos. No obstante, la lejanía no es tanta: en una versión, la de Santa Teresa de Jesús, se relata un hecho que también hace referencia a la intervención de una santa ante un animal fuerte y fiero convirtiéndolo en manso, como en el rito de San Marcos; mientras que en la otra estaríamos ante un voto específico al Evangelista como garante de la ganadería.

Además, en el programa que se sigue actualmente en Beas de Segura hay actos que nos recuerdan a los del viejo rito: la llegada de los toros el día del víspera, su ornato, aunque aquí sea a base de un collar de campanillas y cascabeles así como un aparejo bordado sobre el lomo (acción que se conoce por “cascar” las reses), la procesión con la imagen de San Marcos sobre una carreta de la que tiran dos reses domadas y un hecho que ocurría antes de la entrada en vigor del actual reglamento de festejos taurinos populares, que las reses que intervenían en la celebración eran luego devueltas a sus vacadas.

En todo caso, Beas de Segura es la localidad que, en la actualidad y de forma generalizada, “más asociamos” con el Toro de San Marcos. Algo que está bien, pero...


Hay otro pueblo, también andaluz, que celebra el día de San Marcos, y que lo hace siguiendo un ritual que, en este caso, sí parece estrechamente relacionado con el rito del Toro de San Marcos.

En las últimas estribaciones de la falda sureña de Sierra Nevada, ya en la provincia de Almería, está situado Ohanes. En este pueblo alpujarreño la fiesta por antonomasia es la de San Marcos y se celebra el domingo más próximo al día 25 de abril.


Pues bien, el acto central de la fiesta de Ohanes es la procesión del santo y durante la misma se sigue cumpliendo una antigua tradición popular: que unos toros se postren por ocho veces para reverenciar la imagen de San Marcos.

Según cuentan, es una fiesta que dataría del siglo XV, cuando los árabes fueron expulsados de Andalucía y un grupo de agricultores y ganaderos decidieron recoger dádivas para tallar una imagen de San Marcos. También dice la tradición que por esas fechas fue fundada en honor a este santo una hermandad, que sería la que introdujo la “adoración” del toro a San Marcos. Pero tampoco se cuenta con una prueba acreditativa de todo ello. La primera cita documental es del siglo XVIII y sólo son unas cuentas de gastos para toros. Todo lo anterior, según nos informan en la web oficial del Ayuntamiento y en un blog de la villa de Ohanes.


Como ya hice antes, voy a plasmar una reflexión personal. Sabemos que el foco de celebración del rito del Toro de San Marcos estaba en la provincia de Cáceres y que se extendía, aunque con muchos menos puntos de seguimiento, por el occidente peninsular; y, curiosamente, por algunas provincias de Andalucía. Se desconoce el motivo. Sí sabemos, en cambio, que según avanzaban las huestes cristianas en la Reconquista se fomentaban procesos de repoblación con grupos de personas de regiones ya ganadas a los árabes y, por tanto, cristianizadas. Por ello, me atrevo a pensar que una posible causa de la extensión del rito del Toro de San Marcos por Andalucía podría venir derivada de esos procesos de repoblación, en los que el hombre habría trasladado con él a su familia, sus enseres y sus costumbre o tradiciones.


En Ohanes no cabe hablar de unos toros amansados milagrosamente, pues éstos mantienen su bravura; ni de toros que vayan sueltos en la procesión junto a la imagen de San Marcos, pues van enmaromados; ni de toros que dócilmente reverencien al santo, pues son los propios mozos de Ohanes los que les obligan a arrodillarse...

Pero estamos, sin duda, ante una representación de ese viejo rito que, no se sabe desde cuando, se oficiaba en muchos lugares de España, ese rito en el que el Toro es el protagonista: el rito del Toro de San Marcos. Ese rito que nos evoca una copla que decía:

Ven conmigo a (...)
a la feria de San Marcos;
allí verás un torito,
arrodillado ante el santo.


(...)


NOTA: el dibujo de Pablo Moreno Alcolado puede ser tomado para su inclusión en otros espacios de la red, pero con las condiciones de que se deje constancia de su autoría y se ponga un enlace a esta bitácora. La fotografía del monumento al Toro Ensogado de Beas de Segura está tomada de la web del Ayuntamiento; por otro lado, la foto de la talla de San Marcos es del blog “ohanesconh”. Y ruego que se me permita mantener sus reproducciones, pues no tengo fines lucrativos con esta bitácora.

13/4/09

Encuesta (5)


¿Serías partidario de la contratación para los sanfermines de una ganadería de casta Navarra bien presentada dentro de su tipo racial?
(Toro de la ganadería José Arriazu e Hijos - Cedida por AMICASNA)



50 ...................... Total de votos
37 ... 74,00 % ... Sí
13 ... 26,00 % ... No


Soy consciente de que en estas encuestas se emite una cantidad de votos insuficientes para que sus resultados puedan representar a la totalidad de la afición. Ni tan siquiera al colectivo de los corredores de encierros. Pero a mí, personalmente, la encuesta me ha servido para conocer la opinión de quienes soléis entrar por esta bitácora de una forma más o menos habitual.

Y, por supuesto, también me va a servir para, aprovechando la inclusión de su resultado final, volver a hablar de la casta Navarra una semana más, mandar mi ánimo a los ganaderos dedicados a la cría de reses con este origen y mostrar mi apoyo a todos aquellos que trabajan por la recuperación de una de las históricas castas fundacionales del toro de lidia y, por tanto, por la conservación, cuando menos, de la variabilidad genética actual de nuestro campo bravo.

Enviado, pues, ese ánimo a unos, ese apoyo a los otros y mi aplauso para todos, voy a exponer las razones que me llevaron a votar por el “SÍ” en la encuesta.

Hablando en un ámbito más global, no sólo en el de los sanfermines, soy partidario de la recuperación para la lidia de los toros de casta Navarra, pues es una de las que conforman la raza del toro de lidia y deseo ver el comportamiento en los ruedos de ganaderías de todas las castas y encastes. Al margen, soy de los que opinan que los toreros –los que tienen posibilidad de elección, lógicamente; es decir: las primeras figuras del escalafón- deberían medirse a lo largo de la temporada a todo tipo de corridas de toros.

Pero la pregunta de la encuesta la dejé constreñida a la contratación de una ganadería de casta Navarra para los sanfermines. Y lo hice así por la específica denominación de “Feria del Toro” que tiene el ciclo taurino pamplonés y por su particularizada idiosincrasia. Y ahí, desde mi punto de vista, entran más factores a analizar.

Cuando en 1959 se creó oficialmente la denominada “Feria del Toro” se hizo para cambiar la filosofía que hasta entonces venía teniendo su ciclo taurino, sustituyéndola por otra consistente en confeccionar una feria pensada en las ganaderías, que deberían ser prestigiosas y cotizadas, y que deberían acudir con toros que tuviesen peso y trapío. Una feria cuya importancia radicase en las ganaderías elegidas y no en los toreros que se enfrentasen a ellas.

Lógicamente, dada la situación en la que actualmente se encuentran las ganaderías de casta Navarra, no podrían tener cabida en ese ideal de serial pamplonés. Ni por prestigio ni por cotización ni por peso.

Pero hace años que la Casa de Misericordia no viene cumpliendo fielmente con aquella filosofía. La mitad de las ganaderías que se vienen anunciando cada temporada están pensadas única y exclusivamente para abrir la puerta de los sanfermines a las primeras figuras del escalafón. No se contratan tanto por el prestigio o cotización que pudieran tener esas ganaderías, sino porque son las que aceptan torear determinados toreros; además, curiosamente, siempre suelen ser de encaste Domecq o derivados de él.

En la web “feriadeltoro.net” tenemos un artículo en el que se nos ofrece el acta de la Junta de la Casa de Misericordia que tuvo lugar con posterioridad a aquella feria del año de 1959, concretamente el 21 de julio, y ese acta termina con las siguientes palabras:

“Resumiendo: Toros excelentes de presentación y sin arreglo de pitones para los toreros valientes que deseen torearlos; y nada más”.

No se menciona en ese resumen a toreros de un determinado corte o puesto en el escalafón, se habla de “toreros valientes”; y para definir a los toros se utiliza la expresión “toros de excelente presentación”.

Pues bien, desde mi modesto punto de vista, la “buena presentación” no depende de los kilos, sino de lo bien rematado que esté el toro, lógicamente dentro de las características de su casta o su encaste; es decir: depende de su trapío. Y para valorar el trapío de un toro no existe un canon general, hay que partir de la procedencia de la res.

Por ello, dentro de mi abanico de posibles contrataciones para el ciclo taurino pamplonés, SÍ cabe la presencia de una ganadería de casta Navarra que esté bien presentada dentro de su específico tipo racial.

Al margen, siempre he pensado que en una denominada “Feria del Toro” deberían tener cabida la mayor cantidad posible de castas y encastes del toro de lidia, que no es justo ni equitativo que todos los años vengan la mitad de las ganaderías encastadas en Domecq, que se debería abrir más el abanico y... ¿por qué no a una ganadería de casta Navarra?

Pamplona es la capital de Navarra y si hay una ciudad que debería dar una oportunidad, o varias, a las ganaderías de casta Navarra esa es la vieja Iruña.

Pero esta sólo es mi opinión, que tiene la misma validez que las otras 36 que han votado en el mismo sentido. Y, por supuesto, tan válidas o más son las de los 13 votos que han optado por votar en sentido negativo.


NOTA: Como ya he hecho constar, la foto que encabeza esta entrada ha sido cedida por “AMICASNA”, la Asociación de Amigos de la Casta Navarra, a la que mando un saludo y mi agradecimiento por su colaboración.

6/4/09

Hondarribia


Municipio de la provincia de Guipúzcoa, Comunidad Autónoma del País Vasco (España). Se encuentra situado en la desembocadura del río Bidasoa, que hace de frontera natural con Francia, y a una distancia de unos 20 kilómetros de San Sebastián, que es la capital de su provincia.


Los encierros del País Vasco no suelen movilizar a la generalidad de los corredores de encierros de otras comunidades autónomas. Y no es justo. El esfuerzo que realizan algunas localidades vascas por mantener sus festejos taurinos populares debe merecer de nuestro apoyo; promocionándolos, como mínimo, y participando en ellos, a ser posible.

La sokamuturra (“toro ensogado”, aunque se usa refiriéndose tanto a toros como a vacas) es el tipo más común de festejo taurino popular en el País Vasco, pues es el que tiene un mayor arraigo en su territorio y el que ocupa más fechas en su calendario festivo. Se programan sokamuturras en las fiestas locales de muchos pueblos, pero también las hay con ocasión de festejos de tipo pagano, como es el Carnaval, y en alguna fiesta de muy marcado acento religioso, como ocurre durante la Semana Santa en Hondarribia.


Historia

Al menos un yacimiento en el Cabo Higuer y los cromlechs y dólmenes que se conservan en el monte Jaizkibel nos acreditan que en la zona hubo presencia humana en el Paleolítico y en el Neolítico. Así mismo, hallazgos de cerámicas y monedas darían fe de la existencia durante la época del Imperio de Roma de algún asentamiento humano en lo que hoy es el casco antiguo de la localidad.

Ahora bien, la fundación de la población se suele atribuir tradicionalmente al rey visigodo Recaredo, aunque de este hecho no hay una prueba fehaciente, y ya de una forma documentalmente acreditada al rey castellano Alfonso VIII, quien en 1203 otorgó a la villa Carta Puebla y Fuero. No obstante, en otro fuero, el que el rey navarro Sancho VI concedió a San Sebastián en el 1180, ya aparece citada una población con el nombre de Undarribia.

Hasta finales de la Edad Media, Hondarribia lograría una gran prosperidad gracias a la actividad comercial que generaba su puerto. Del mismo modo, cabe reseñar también la gran actividad pesquera que hubo en la población, destacando entre sus artes históricas la pesca de la ballena. Muy significativo es el hecho de que la fundación de la “Cofradía de Mareantes de San Pedro” se remonte al año 1361.

Debido a su emplazamiento estratégico, la localidad estuvo fortificada desde antaño, como queda probado con el sello que usaba el Concejo en 1297; pero fue tras un incendio que arrasó la vieja villa medieval en el año 1498 cuando Hondarribia quedó configurada como una gran plaza fuerte, al dotársela de una poderosa muralla defensiva.

Ese hecho implicó que fuera habitual frente de batalla en los conflictos bélicos que enfrentaron a España y Francia, con asedios que han pasado a la historia, siendo el más famoso y recordado el que sufrió en 1638 durante la Guerra de los Treinta Años. La victoria final en ese asedio se atribuye a la intercesión de la Virgen de Guadalupe y en su conmemoración se celebra en Hondarribia cada 8 de septiembre el “Alarde”.

La localidad experimentó un proceso de decadencia desde finales del s. XVII hasta mediados del XIX. Será a partir de ahí cuando comience a resurgir debido, en gran medida, a los recursos generados por un incipiente turismo en la villa. Las actividades económicas provenientes del fenómeno turístico se consolidaron a lo largo del último tercio del s. XX como el principal motor de Hondarribia, que experimentó un nuevo impulso económico, urbanístico y demográfico, siendo hoy en día una ciudad de servicios con una alta calidad de vida y dotada de excelentes infraestructuras para el disfrute del tiempo libre.

Respecto a su nombre, la localidad ha sido nominada de varias formas a lo largo de la historia. Como Hondarribia, que en euskera significa “vado de arena”. Este nombre aparece escrito en diversos documentos con otras formas: Ondarribia, Ondarrabia o Undarribia. En la carta de fundación se la denominaba en latín como “Fontem Rapitum”, de donde derivaría el nombre castellano Fuenterrabía, que fue el oficial hasta 1979 y que, hablando coloquialmente en castellano, aún se suele utilizar; especialmente en el caso de los foráneos. También de forma coloquial, en euskera se la viene citando como Honddarbi (“Onyarbi” sería su pronunciación). Ahora bien, y no obstante todo lo anterior, en la actualidad el único nombre oficial de la ciudad es Hondarribia.


Monumentos y arte

Aún cuando esta ficha se encuadra dentro de la Semana Santa y en ese marco parece ineludible entrar en la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción y del Manzano, en cualquier fecha del año es visita obligada dicha iglesia.

Se encuentra en el centro del casco antiguo, erigida sobre unos fragmentos de antiguas murallas. La datación de su construcción va desde el s. XV al XVIII y, por ello mismo, presenta una variedad de estilos: gótico, básicamente, con añadidos renacentistas y barrocos. Así, por ejemplo, la torre del campanario es de estilo barroco, una obra de Francisco de Ibero realizada en el s. XVIII.

Una mayor información la podéis encontrar pulsando el siguiente enlace del ayuntamiento: “hondarribia.org”.


Casco histórico


El casco histórico de Hondarribia se corresponde con el antiguo recinto amurallado, un bonito conjunto monumental que merece recorrerlo de una forma pausada: algunos lienzos y baluartes de las murallas, bellos edificios señoriales que llaman la atención, entre otros detalles, por sus balcones de hierro forjado y sus amplios y labrados aleros, calles empedradas trazadas en cuadrícula, plazas hermosas... Un paseo que puede hacerse sin un rumbo fijo, aunque procurando dejar para el final la parte más alta y, ahí, poder contemplar y visitar el castillo de Carlos V, actualmente reformado e incluido en la red de paradores nacionales.

En la bajada conviene seguir un itinerario distinto, pues así se pueden descubrir nuevos rincones. Y, una vez finalizado, ya extramuros, podemos dirigirnos hacia otro barrio histórico: La Marina. Es el barrio pesquero de Hondarribia, el más pintoresco y colorista, pues las casas presentan unas grandes balconadas de madera pintada de colores vivos y distintos: verde, rojo, azul... Los numerosos negocios de hostelería que se han ido instalando en él le han convertido en uno de los barrios más visitados de la ciudad.


Rutas locales

En la web “hondarribia.com” se nos muestran dos paseos distintos. El que a mí más me gusta y paso a recomendaros aparece titulado como “un paseo de lujo”. Y en verdad lo es. Un paseo que nos ofrece la posibilidad de recrearnos con la vistas de la bahía de Txingudi, pues nos llevará desde la ermita de Guadalupe hasta el antiguo Parador de Jaizkibel por la falda sur del monte, con vuelta nuevamente a Guadalupe, con lo que cabe también la posibilidad de programar una visita a la ermita.


Semana Santa – Aste Santua

(Programa de actos, celebraciones y festejos)

En Hondarribia se conservan para la celebración de la Semana Santa antiguos rituales religiosos que cuentan con una gran participación de la población. Especialmente significativos son los que tienen lugar el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección.

En lo que a esta bitácora más interesa, en materia de festejos taurinos populares, es tradicional en la Semana Santa hondarribitarra celebrar la Pascua con la suelta de sokamuturras. Según el programa de festejos, serán dos los días de sokamuturra: el domingo en el casco histórico, por la calle Mayor, y el lunes en la campa de Guadalupe. En ambos casos, aunque nada se especifica en el programa, podrían ser de la ganadería de Gorixo, de Mutriku; tal y como me cuenta un amigo donostiarra.

La mayoría de los corredores de encierros gozamos de vacaciones en los días de la Semana Santa y yo ruego a todo aquel que pueda que programe una visita a Hondarribia para participar en sus festejos taurinos populares, en las sokamuturras. Como reza el slogan del programa:

“¡Hondarribia beti zure zai!” ... “¡Hondarribia te espera!”

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NOTAS:

Se ha logrado contactar con un cargo del Ayuntamiento de Hondarribia para tratar de saber la antigüedad y razón de la suelta de sokamuturras en Semana Santa, pero al día de la fecha no se ha obtenido la respuesta solicitada. Si se recibiera esa respuesta la incluiríamos en un comentario.

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Quiero agradecer la colaboración prestada para la elaboración de esta entrada por “Un aficionado ... de San Sebastián” y por “Txikito de Aiete”. De verdad: ¡Gracias, compañeros!

Respecto a las fotos, la primera está tomada de la web del Ayuntamiento de Hondarribia. Las otras dos fotos están tomadas de la tarjeta de mi cámara; quizás no sean buenas, pero son mías, y me recuerdan a mi paso por la bonita ciudad de Hondarribia.