Yo no pude ver correr a Fermín Echeverría hasta 1982, como mínimo, ya que ese fue el primer año que se televisaron en directo los encierros de Pamplona; y, en concreto, no recuerdo si fue en esa edición de los sanfermines cuando me fijé en él por primera vez. Lo único que puedo asegurar es que, como suele ocurrir, un día le vi realizar una gran carrera y, a partir de ahí, siempre le busqué en las imágenes. No sabía su nombre, pero me daba igual: le admiraba como corredor.
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Ese seguimiento televisivo me permitió ver una secuencia que no olvidaré jamás: en el encierro del día 13 de julio de 1986, con toros de Murteira Grave, se ve en las imágenes como Fermín toma la curva de Mercaderes con Estafeta llevando de la mano a un joven corredor, enseñándole a tomarla y colocándole en rectitud para afrontar Estafeta. Así era Etxebe: un MAESTRO. Un corredor de los grandes y, además, de los que no dudaba en darte un consejo, en correr contigo para enseñarte. ¡Que envidia siento de no haber podido ser uno de sus alumnos!
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Fermín Echeverría, que había nacido el 5 de septiembre de 1940 en Pamplona (Navarra) (1), corrió su primer encierro por las calles de la vieja Iruña con tan sólo catorce años y ya no dejó de hacerlo en toda su vida.
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Le llegó a apasionar tanto el encierro que, “cuando se casó, le dijo a su suegro que lo hacía con una condición: que su hija nunca le pidiera que dejara de correr” (2). Y su mujer, María Jesús Amorena, nunca se lo pidió; o puede que sí, pero Etxebe siempre se presentó a su cita mañanera.
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Una pasión que, incluso, llegó a transmitir a sus dos únicas hijas, que también fueron corredoras en el tramo de Santo Domingo.
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Aunque en pueblos como Tafalla, Falces o Tudela también pudieron disfrutar con las carreras de Fermín Echeverría, el encierro que él prefería era el de Pamplona; y allí terminó haciendo suya la calle Mercaderes a base de carreras prodigiosas.
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En el bar “Etxebe”, del que era propietario, podemos contemplar un puñado de fotografías que nos permiten hacernos una idea de su dimensión como corredor. Son de hace unas décadas, de un tiempo en el que aún había huecos en la calle y el toro te hacia hilo porque te podía ver; pero él, además de hábil buscando la cabeza de la manada, era un experto practicando la técnica de salirse de la trayectoria de los toros. De hecho, al margen de algunas leves lesiones por las típicas caídas, nunca sufrió heridas de gravedad. Nunca, hasta el 8 de julio de 2003.
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Ese día un toro de la ganadería de Cebada Gago (1), “Clavelito” (que no “Castillero”), arrolló a Fermín Echeverría en Mercaderes y lo lanzó al adoquinado con tanta violencia que sufrió un traumatismo craneoencefálico del que ya no pudo recuperarse; falleciendo el 24 de septiembre de 2003, después de permanecer dos meses y medio en coma.
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Amigos suyos aseguran que morir corriendo el encierro era su sueño. ¡Sí, seguro que así era! Pero eso no sirve de consuelo a su familia, a quienes le conocieron y a quienes le admiramos.
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Aquel 8 de julio se truncó la vida de Fermín Echeverría y, con ella, la carrera de un hombre que iba camino de cumplir cincuenta años como corredor del encierro de Pamplona; lo que le convertía, casi con toda seguridad, en el decano de los corredores y en testigo directo de la evolución que ha experimentado este antiguo rito en la capital navarra durante toda la segunda mitad del siglo XX.
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Dicen los que le conocían que era un casta, que vivía como el que más las fiestas de San Fermín y que intentaba que también lo hiciera todo su entorno; que por ello formó parte en 1977 del grupo de socios fundadores de la peña San Juan (hoy, “Donibane”) (3). Además, fue entrenador de un equipo de Boscos y participó en la junta directiva del Club Atlético Osasuna cuando era presidente Javier Miranda.
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Termino esta breve semblanza recogiendo las palabras de su amigo Eneko Andueza en el artículo “Homenaje a Fermín Etxeberría”, publicado en elchofre.com (4):
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“...Pamplona llora porque sabe que se ha ido uno de los grandes, de los que dejan huella, de los que crean escuela, de los que son capaces, como tú, de dejarse la vida por sentir de cerca las astas, por sentir de cerca algo tan indescriptible como los sentimientos que se viven en el encierro.
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Has pasado a la leyenda, pero no al olvido. Ahora brilla más que nunca tu recuerdo y, sobre todo, las magistrales carreras por la calle Mercaderes. Ahí estás, junto a los grandes, ..., todos aquellos que marcasteis todas las épocas de ese sentimiento tan nuestro que es para todos los navarros el encierro...
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Descanse en paz, Fermín Etxeberría.”
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NOTAS:
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(1) Los datos concretos sobre la fecha de nacimiento de Fermín Echeverría y, por otro lado, el nombre del toro que realmente lo arrolló, “Clavelito”, los he obtenido gracias al gran aficionado de San Sebastián, pero navarro de corazón, T.L.A., al que agradezco su colaboración.
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Ese seguimiento televisivo me permitió ver una secuencia que no olvidaré jamás: en el encierro del día 13 de julio de 1986, con toros de Murteira Grave, se ve en las imágenes como Fermín toma la curva de Mercaderes con Estafeta llevando de la mano a un joven corredor, enseñándole a tomarla y colocándole en rectitud para afrontar Estafeta. Así era Etxebe: un MAESTRO. Un corredor de los grandes y, además, de los que no dudaba en darte un consejo, en correr contigo para enseñarte. ¡Que envidia siento de no haber podido ser uno de sus alumnos!
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Fermín Echeverría, que había nacido el 5 de septiembre de 1940 en Pamplona (Navarra) (1), corrió su primer encierro por las calles de la vieja Iruña con tan sólo catorce años y ya no dejó de hacerlo en toda su vida.
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Le llegó a apasionar tanto el encierro que, “cuando se casó, le dijo a su suegro que lo hacía con una condición: que su hija nunca le pidiera que dejara de correr” (2). Y su mujer, María Jesús Amorena, nunca se lo pidió; o puede que sí, pero Etxebe siempre se presentó a su cita mañanera.
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Una pasión que, incluso, llegó a transmitir a sus dos únicas hijas, que también fueron corredoras en el tramo de Santo Domingo.
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Aunque en pueblos como Tafalla, Falces o Tudela también pudieron disfrutar con las carreras de Fermín Echeverría, el encierro que él prefería era el de Pamplona; y allí terminó haciendo suya la calle Mercaderes a base de carreras prodigiosas.
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En el bar “Etxebe”, del que era propietario, podemos contemplar un puñado de fotografías que nos permiten hacernos una idea de su dimensión como corredor. Son de hace unas décadas, de un tiempo en el que aún había huecos en la calle y el toro te hacia hilo porque te podía ver; pero él, además de hábil buscando la cabeza de la manada, era un experto practicando la técnica de salirse de la trayectoria de los toros. De hecho, al margen de algunas leves lesiones por las típicas caídas, nunca sufrió heridas de gravedad. Nunca, hasta el 8 de julio de 2003.
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Ese día un toro de la ganadería de Cebada Gago (1), “Clavelito” (que no “Castillero”), arrolló a Fermín Echeverría en Mercaderes y lo lanzó al adoquinado con tanta violencia que sufrió un traumatismo craneoencefálico del que ya no pudo recuperarse; falleciendo el 24 de septiembre de 2003, después de permanecer dos meses y medio en coma.
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Amigos suyos aseguran que morir corriendo el encierro era su sueño. ¡Sí, seguro que así era! Pero eso no sirve de consuelo a su familia, a quienes le conocieron y a quienes le admiramos.
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Aquel 8 de julio se truncó la vida de Fermín Echeverría y, con ella, la carrera de un hombre que iba camino de cumplir cincuenta años como corredor del encierro de Pamplona; lo que le convertía, casi con toda seguridad, en el decano de los corredores y en testigo directo de la evolución que ha experimentado este antiguo rito en la capital navarra durante toda la segunda mitad del siglo XX.
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Dicen los que le conocían que era un casta, que vivía como el que más las fiestas de San Fermín y que intentaba que también lo hiciera todo su entorno; que por ello formó parte en 1977 del grupo de socios fundadores de la peña San Juan (hoy, “Donibane”) (3). Además, fue entrenador de un equipo de Boscos y participó en la junta directiva del Club Atlético Osasuna cuando era presidente Javier Miranda.
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Termino esta breve semblanza recogiendo las palabras de su amigo Eneko Andueza en el artículo “Homenaje a Fermín Etxeberría”, publicado en elchofre.com (4):
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“...Pamplona llora porque sabe que se ha ido uno de los grandes, de los que dejan huella, de los que crean escuela, de los que son capaces, como tú, de dejarse la vida por sentir de cerca las astas, por sentir de cerca algo tan indescriptible como los sentimientos que se viven en el encierro.
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Has pasado a la leyenda, pero no al olvido. Ahora brilla más que nunca tu recuerdo y, sobre todo, las magistrales carreras por la calle Mercaderes. Ahí estás, junto a los grandes, ..., todos aquellos que marcasteis todas las épocas de ese sentimiento tan nuestro que es para todos los navarros el encierro...
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Descanse en paz, Fermín Etxeberría.”
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NOTAS:
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(1) Los datos concretos sobre la fecha de nacimiento de Fermín Echeverría y, por otro lado, el nombre del toro que realmente lo arrolló, “Clavelito”, los he obtenido gracias al gran aficionado de San Sebastián, pero navarro de corazón, T.L.A., al que agradezco su colaboración.
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(2) Según declaró a la prensa su amigo Javier Iracheta y apareció en diariodenavarra.es el 9 de julio de 2003.
.(3) Peña Donibane.
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(4) Enlace.
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Por último, la fotografía que encabeza esta entrada fue publicada el 15 de julio de 2003 en diariodenavarra.es, pero no recuerdo que apareciera el nombre del autor.
.Con esta bitácora no tengo fines lucrativos y ruego se me permita mantener dicha fotografía; no obstante, será eliminada si el propietario de los derechos de autor así me lo solicita.
15 comentarios:
Este articulo, puro sentimiento, es de lo mejor que has escrito, sini el mejor.
Permiteme amigo Lagun que te felicite de corazon.
Siento, como muchos, no haberlo podido conocer, ni incluso haber podido compartir algun metro junto a él, el maestro, por Mercaderes pero como bien reflejas: "Ahora brilla más que nunca tu recuerdo y, sobre todo, las magistrales carreras por la calle Mercaderes"
Un saludo
Estoy de acuerdo con José de Móstoles, ésta ha sido la entrada que más me ha gustado y más me ha llegado desde que dió inicio a esta aventura.
Yo tambien me fijaba en él al paso de la manada por Mercaderes, aunque no he visto y me gustaría ver (si conoce algun enlace a ese encierro en Youtube seria precioso que lo enlazara) ese encierro del que habla.
Para mi es el mejor ejemplo de lo que debería ser un corredor de encierro: magistral en la calle, discreto en la vida diaria, al menos esa es la imagen que yo tenia de él.
El toro Clavelito (Castaño, chorreao) como buen manso, derrotó y se escondió tras los cabestros, tras ellos y lomo con lomo con otro toro llegó a la plaza si mal no recuerdo.
Lo dicho, su mejor entrada, si señor.
Para Jose y Garrapo: Creo que si esta entrada os ha gustado más es porque sois corredores y os toca la fibra sensitiva. Yo la escribí con mucho cariño, y me gusta leerla, pero tengo que reconocer que la que tiene más trabajo previo y la que creo que ofrece más aportación, por ahora, es la del origen del encierro. Pero es mi opinión personal.
Y para Garrapo en especial. Como digo en la entrada, el nombre concreto del toro que arrolló a Etxebe, "Clavelito", me lo facilitó T.L.A. (perdóname compañero que te vuelva a citar) e, igualmente, me índicó la posible causa que llevó al error a todos los medios de adjudicar el hecho a "Castillero", el otro toro colorado. Esta es la versión de nuestro amigo:
Ese día, a la altura de Mercaderes, abría carrera "Castillero" y en tercer-cuarto lugar venía por la izquierda de la carrera "Clavelito". Pues bien, en una de las últimas repeticiones de TVE se ve de frente como Etxebe (con sus 62 años) venía corriendo en la cara de "Clavelito" y, según baja la toma y se pierde la escena, se aprecia como el pitón izquierdo del toro golpea el hombro derecho del corredor cuando éste se estaba retirando de cintura. Más que arrollarlo aparatosamente, fue un golpe de los que te desequilibran y te hacen girar sin control. Además, puede que el estado del piso también contribuyera.
En ese momento, "Castillero" llegó a la curva y resbaló, quedándose tumbado ahí unos segundos; posteriormente, llegó "Clavelito", que patinó mínimamente y siguió hacia adelante, tomando la cabeza de la manada por Estafeta y llegando en primer lugar al ruedo, mientras que el toro que venía a cola del grupo era "Castillero", y de ahí que fuese a ese toro al que se le achacó el atropello de Etxebe.
Enorme, si señor.
Coincido con "garrapo" y Jose de Mostoles.
No sé de calidad literaria, pero de sentimento y profundidad, el mejor. Nos estás acostumbrando mal
ENHORABUENA.
¡Sí! ¡Ya lo sé! El anterior comentario es un mensaje anónimo y, como no se identifica en el texto, tendría que haberlo mandado al limbo. Pero...
¡¡¡IDENTIFIQUENSE, SEÑORES!!!!
¿Tanto cuesta firmar sus comentarios?
Yo, como todos, creo que este escrito está hecho con puro sentimiento, si señor. No creo que sea el mejor, que para mí ha sido el de la historia de los encierros y, como no, el de Pamplona pero este tiene algo especial, algo grade.
No me sorprende saliendo de la "pluma" de quien sale, pero ahí está y ahí quedará para los restos. Por todo ello, en primer lugar, de nuevo mi más sincera enhorabuena por el escrito sobre un SEÑOR corredor y, aunque no tuve oportunidad, no cabe duda que buena persona era, mejor que corredor seguro, y ya es dificil.
SUERTE!! (Ahora más que nunca)
Alberto (Arganda)
Hola Lagún.
Muy "jondo" y oportuna su salida ¡sí señor!, dado que los San Fermines están ahí mismo.
Me ha puesto la carne de gallina, sobre todo por cómo vivía los encierros y como formaban parte de su vida.
Mis felicitaciones nuevamente.
Media Verónica
¡Gracias, Maestro!
Que mejor homenaje para un maestro como "Etxebe" que este escrito tuyo que, con tanto mimo y tanta dedicación, nos has querido regalar.
¡Más vale tarde que nunca! Y a pesar, de que ha pasado el tiempo y con él, los sanfermines del 2.008, me tenía que asomar a este espacio.
Nuevamente, Gracias. Gracias también en su nombre que, desde ese Palco de Honor que San Fermín le ofreció en su día compartir (Paradójicamente, el día de San Fermín "Txikito" (De Aldapa) de aquel fatídico 2.003), seguro que nos hace un guiño por tenerle presente en nuestra memoria y, sobre todo, en nuestros corazones.
Un aficionado ... de San Sebastián.
¡¡¡ Ya falta menos ... pa´ SAN FERMÍN !!!
Yo sólo soy un modesto juntapalabras, y no de los buenos precisamente. Tú, aficionado de San Sebastián, sí eres que eres un maestro, además de buena persona.
¡¡¡ Ya falta menos ... pa´ SAN FERMIN !!!
Muy buenas¡
Andaba buscando una tarde como hoy algo sobre él cuando me he encontrado con esto.
Sencillamente espectacular, me he quedado sin palabras y con las lagrimas en la cara cuando he terminado.
Sin mas quería agradecertelo ya que soy familiar suyo y él me enseñó lo poco que se de corredor. Gracias por este gran artículo.
Y me he animado a seguir leyendo alguna entrada mas y está genial, seguiré leyendolo.
Nos vemos
¡Hola LARKYN!
En primer lugar, bienvenido a esta bitácora.
La persona a la que debemos dar las gracias por su forma de entender los encierros es a Etxebe. ¡Qué grande fue! Y mi entrada no es más que un modesto homenaje a su figura.
Por lo demás, deseo volver a encontrarme con algún otro comentario tuyo a cualquier entrada de las que ya tengo publicadas o edite en el futuro.
Hasta pronto. Un abrazo.
Casualmente he topado con este artículo y tengo que confesar que he tenido que parar varias veces mientras lo leía, para poder enjugarme las lágrimas.
Yo sí tuve la suerte de conocer a Fermín "Etxebe" y de ser un gran amigo suyo. Cuando empecé a correr en el encierro, con 18 años, elegí el tramo de Ayuntamiento-Mercaderes porque era el que más me atraía por su peligro. Era un tramo explosivo, eléctrico, como decía Fermín.
Allí coincidía todas las mañanas con Fermín y otros corredores del mismo tramo. La verdad es que compartir ese miedo por las mañanas antes del encierro, nos hizo muy grandes amigos a un grupo de aquellos corredores que coincidíamos allí.
Desde el segundo día que estuve en el recorrido, Fermín comenzó a saludarme y a darme consejos. Comenzamos a quedar para celebrar las escaleras de San Fermín y a acudir juntos a los encierros de Tafalla, Tudela y Falces. Me presentó a otros corredores del tramo y que además eran amigos suyos del encierro. Me fascinó lo mucho que puede unirte algo como el encierro. Éramos amigos de verdad.
Mis Sanfermines cambiaron. Me hice socio de la peña San Juan y todos los días acudíamos a la corrida, con su extensa cuadrilla y a la salida con la peña al finalizar los toros.
Me sumergió en los auténticos Sanfermines, del disfrutarlos de día a tope y de retirada a las 11 de la noche porque al día siguiente había que estar fresco para el encierro. Siempre quedábamos cuatro o cinco con él, en la puerta del bar Etxebe, a las 06:45h. De allí íbamos caminando hasta el recorrido del encierro en silencio porque la procesión iba por dentro. Todos, excepto él, que siempre iba riéndose y gastando bromas.
Acudió a mi boda y vió nacer a mis dos hijos, al que adoraban conforme fueron creciendo. Fermín, como decimos aquí, era muy chiquero. Con él corrieron muchos toros de fuego, tanto en Pamplona, como en Tafalla.
Antes de que se me olvide, quiero comentar que el joven que entró de la mano con Fermín a la Estafeta, aquel 13 de julio del 86, era uno de nuestra cuadrilla. Era M.I., farmacéutico de profesión. La de veces que les escuché a los dos, comentar aquel encierro y la risa que les causaba porque alguien puso en duda su orientación sexual.
Ya siento haberme extendido tanto, pero la verdad es que me ha servido de desahogo, porque a pesar de haber pasado casi ocho años, Fermín sigue estando muy presente en nuestros corazones.
Fermín era el que unía la cuadrilla y el que organizaba absolutamente todo. Desde que se fué, aquello se desintegró y quedamos un grupo muy reducido, que seguimos juntándonos para la cena de escalera, incluída su mujer, Txus Amorena. Pero hay que reconocer, que aquello nunca fue lo mismo desde que nos dejó. De hecho, para mí los Sanfermines, que eran mi pasión, dejaron de serlo desde aquel fatídico 8 de julio de 2003.
Sí que le oí decir alguna vez, que si le dieran a elegir cómo morir, a él le gustaría, corriendo el encierro. Y si por él fuera, todo el año iría vestido de pamplonica.
Tengo tantísimos recuerdos y anécdotas de él, que podría escribir un libro.
Muchísimas gracias por escribir sobre mi gran amigo Fermín.
Un abrazo.
J.L.G.
Para J.L.G.:
Te tengo que reconcer que yo, cuando ya hace unos tres años que escribí esta entrada, aún he tenido que hacer un esfuerzo para no soltar una lágrima al leer tu comentario.
Muchas gracias por dejar este nuevo homenaje a Fermín. Sin duda, se lo merece. Y hablo en presente.
Un abrazo, compañero.
Hola a todos.
Hoy me ha mandado un correo JLG comentándome que me pasar por esta página.
Yo no soy tan fuerte como él, y al leer ciertos párrafos, no me he podido contener. Ahora mismo tengo la vista borrosa de lágrimas.
Soy otro integrante (de los pocos que quedamos) de ese grupo del que habla JLG y considero a Fermín como mi padre en el encierro.
Como actualmente muchos que acuden al seminario, reconozco que soy de vocación tardía. Por problemas médicos, mi acercamiento al encierro fue ya con veintitantos años. El gusanillo estaba (vaquillas en fiestas de pueblos, etc.)pero fue JLG el que encendió la llama. Así conocí a Fermín, que me acogió bajo su protección y me enseñó a correr. Recuerdo su primer consejo. Cuando estés apurado, NUNCA AL OLIVO (madero), MEJOR AL SUELO. Hasta que me retiré (tengo la esperanza que sea una excedencia y no un retiro), siempre lo he tenido presente.
Fermín era una persona, como todos sabemos, que vivía por y para el encierro.
Todos los que lo conocimos, siempre lo llevaremos en nuestro corazón.
Perdonad la chapa, pero la verdad es que me he emocionado recordando muchas anédotas e historias vividas con él y junto a él.
Un abrazo a todos. PBT
Para P.B.T.:
Como esas lagrimillas han sido de emoción y de cariño, "me alegro" de habértelas provocado con esta entrada dedicada a Fermín.
Un abrazo.
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