........................ Oroz – http://www.latiradeoroz.es/
En el encierro de Pamplona, tradicionalmente, siempre se entendió que la participación era de carácter popular y colectiva, de ahí que la referencia a los corredores se hiciese de una forma genérica y que, para ello, se hablase de “los mozos”. Nunca, salvo desgracias, se hacían referencias a los datos particulares de los corredores y, de esa forma, no había lugar a ningún tipo de protagonismo personal.
En cambio, como a los toros se les atribuía el carácter de exclusivos protagonistas del encierro, era normal que en los periódicos y revistas apareciesen los datos concretos de sus nombres, sus números, sus ganaderías y sus procedencias, así como que las crónicas se centrasen en relatar el comportamiento de las reses en la carrera y que sólo vagamente citasen el de los mozos.
Mozos, sin indicaciones específicas de nombres, edades, naturaleza o profesión de cada corredor. Mozos, siendo irrelevante que esa masa la conformasen participantes habituales en el encierro, que no era lo más común, o participantes ocasionales, ya fuesen madrugadores empedernidos, trasnochadores impenitentes, comerciantes del mercado con su mandarra recogida a la cintura o domingueros con traje y sombrero en su día de asueto. Mozos, al fin y al cabo.
Y siempre fue así, tanto para el espectador en general como para los medios de comunicación. La locución tradicional que se empleaba por todos era la de “mozos y toros”. A modo de anécdota podría decir que tengo una revista de los años sesenta del pasado siglo XX (de la que desconozco su periodicidad, pero de la que guardo un número como oro en paño) que su cabecera es “Mozos y Toros” y que en ella no hay ni una sola alusión específica sobre la identidad de los corredores que aparecen en las numerosas fotografías que se muestran.
Pero en los años setenta surgió en España una nueva corriente periodística, más populista y en gran medida enfocada al logro de alcanzar un puesto alto en el ranking de ventas, que en lo referente a la información sobre el encierro de Pamplona comenzó a personalizar con nombres y apellidos a las figuras de los corredores, buscando satisfacer la innata curiosidad del ser humano, del lector, por conocer a aquellas personas que destacan en las distintas parcelas de la vida; en este caso, en el encierro.
Como abanderado de esa nueva corriente periodística y esa nueva manera de ofrecer información referente al encierro de Pamplona se puede señalar al periódico de tirada nacional “Diario 16”, cuyo primer número apareció en octubre de 1976. Posteriormente, y de forma paulatina, los periódicos de la capital navarra se fueron sumando a esa mueva tendencia y a esos nuevos modos periodísticos en relación al trato de los corredores del encierro en sus crónicas.
La lejanía en el tiempo hace que resulte difícil precisar las fechas, pero se puede decir que fue contemporáneamente cuando empezó a aumentar el número de fotografías del encierro que se publicaban en la prensa diaria, y también por entonces los fotógrafos profesionales descubrieron el filón de comercializar en sus estudios las imágenes del encierro que captaban con sus cámaras. Por otro lado, en el año 1982 comenzaron las retransmisiones televisivas en directo del encierro de Pamplona. Todo ello contribuyó a popularizar, además de sus nombres y apellidos, los rostros de una serie de corredores que destacaban en el encierro por sus carreras, especialmente de los que a diario aparecían corriendo delante de las astas en el tramo de “la Telefónica”, que era el que siempre tuvo una mayor cobertura mediática.
Con estos antecedentes, un año de la década de los ochenta se personó en Pamplona una periodista catalana y estuvo entrevistando a todos esos mozos que habían ido adquiriendo fama de ser excelentes corredores del último tramo del encierro. Y, en ese concepto de excelencia que ofrece el diccionario de nuestra lengua, la periodista calificó a todos esos corredores, en conjunto, como “los divinos”.
La expresión caló en la población y se comenzó a llamar “divinos” a aquel grupo de corredores que cada mañana destacaba por sus carreras en el tramo de “Telefónica” (años después, el grupo se iría disgregando y algunos de ellos pasaron a correr en distintos tramos de Estafeta). Eran, aproximadamente, una docena de mozos, generalmente vinculados con el deporte en su vida diaria, con una muy buena forma física, por tanto, y que abogaban por una concepción atlética del encierro, entre otras ideas.
A partir de entonces, y en un claro afán por aumentar el número de ventas, todos los días de encierro los periodistas buscaban obtener de los divinos sus impresiones sobre la carrera. Y, de forma inevitable, sucedió que a ese encono de la prensa se unió el hecho de que a una parte de los integrantes de dicho grupo parecía entusiasmarles la idea de ser entrevistados o, al menos, no ponían reparos en que lo hicieran. Así, en apenas unos diez o quince años, en los medios de comunicación se había pasado de hablar de “mozos”, en genérico, a tratar como figuras mediáticas a una serie de corredores con nombre y apellido, amén de fotografía expresa con su rostro.
Una de las consecuencias de todo ese proceso fue que, en cada “San Fermín”, y todos los días de encierro, aparecían repetidamente en los medios de comunicación las mismas opiniones de los mismos divinos, y que esas opiniones, a fuerza de ser repetidas año tras año, pasaron a convertirse en “doctrina ex cátedra” para la generalidad de los espectadores de televisión y los lectores de prensa, que nunca habían corrido el encierro y sólo tenían como referencia esas opiniones que continuamente escuchaban o leían.
En cambio, entre el colectivo de los corredores locales del encierro, en un principio, se dividieron las opiniones. Los divinos tenían sus defensores y sus detractores. Ahora bien, a medida que la presencia en televisión de algunos de los integrantes del grupo se fue haciendo repetitiva, esos divinos empezaron a ser considerados como tediosos y, hasta, odiosos para la generalidad de los corredores locales del encierro, pues no necesitaban que ningún “experto” les repitiera constantemente a qué hora se tenían que acostar en fiestas, cuándo se tenían que levantar, cómo tenían que calentar, si es que debían hacerlo, ni el modo en que debían correr delante de un toro. Ellos ya sabían muy bien lo que tenían que hacer; eran sus fiestas y era su encierro.
Además, como consecuencia de incidentes que se producían en carrera, entre los aficionados locales al encierro se fue generalizando la opinión de que el divino, con tal de coger toro y poder aparecer diariamente delante de las astas en las imágenes de televisión y en las fotos, era capaz de empujar y de dar codazos al resto de los corredores de su mismo tramo. Esa opinión se fue afianzando cuando se extendió el rumor de que, mediando precio, algunos corrían con camisetas que llevaban publicidad, por lo que forzosamente necesitaban aparecer corriendo ante las astas de los toros, aunque para ello tuvieran que practicar esos malos modos de los que ya les venían acusando.
Consecuentemente, el significado del término "divino" fue mutando y, de ser elogioso, pasó a convertirse en despectivo para la generalidad de los pamploneses y de los corredores locales del encierro, que consideraban que los divinos sólo tenían afán de protagonismo y, en algunos casos, de lucro.
En la actualidad, ya están retirados la mayoría de los corredores que conformaban aquel grupo, pero varios de ellos aún siguen corriendo el encierro a diario. Y, como ocurrió desde un principio, entre los que siguen en activo hay alguno que trata de huir de todo tipo de polémica y popularidad; pero hay otros que, en cambio, con su forma de actuar siguen alimentando la polémica.
El sentimiento que tiene la generalidad de la sociedad pamplonesa sobre estos mediáticos corredores resultó evidente en el año 2006, cuando se opuso frontalmente a que en el Monumento al Encierro, que por entonces estaba ultimando el escultor Rafael Huerta, apareciese la figura de un corredor con el rostro de uno de los divinos, concretamente el divino más famoso y, a la vez, el más aborrecido.
Un sentimiento que se ha ido labrando históricamente por las razones antes mencionadas y que en los últimos años había seguido fomentando con actuaciones como abrir una página web en la que, además de colgar sus fotos, publicitó la oferta de dar cursos para enseñar a correr el encierro; amén de dejar en la página frases para la historia como la de que el corredor es el verdadero protagonista del encierro. ¡Increible! Todo un ejercicio de antropocentrismo que choca frontalmente con la auténtica filosofía del encierro.
En el encierro de Pamplona, tradicionalmente, siempre se entendió que la participación era de carácter popular y colectiva, de ahí que la referencia a los corredores se hiciese de una forma genérica y que, para ello, se hablase de “los mozos”. Nunca, salvo desgracias, se hacían referencias a los datos particulares de los corredores y, de esa forma, no había lugar a ningún tipo de protagonismo personal.
En cambio, como a los toros se les atribuía el carácter de exclusivos protagonistas del encierro, era normal que en los periódicos y revistas apareciesen los datos concretos de sus nombres, sus números, sus ganaderías y sus procedencias, así como que las crónicas se centrasen en relatar el comportamiento de las reses en la carrera y que sólo vagamente citasen el de los mozos.
Mozos, sin indicaciones específicas de nombres, edades, naturaleza o profesión de cada corredor. Mozos, siendo irrelevante que esa masa la conformasen participantes habituales en el encierro, que no era lo más común, o participantes ocasionales, ya fuesen madrugadores empedernidos, trasnochadores impenitentes, comerciantes del mercado con su mandarra recogida a la cintura o domingueros con traje y sombrero en su día de asueto. Mozos, al fin y al cabo.
Y siempre fue así, tanto para el espectador en general como para los medios de comunicación. La locución tradicional que se empleaba por todos era la de “mozos y toros”. A modo de anécdota podría decir que tengo una revista de los años sesenta del pasado siglo XX (de la que desconozco su periodicidad, pero de la que guardo un número como oro en paño) que su cabecera es “Mozos y Toros” y que en ella no hay ni una sola alusión específica sobre la identidad de los corredores que aparecen en las numerosas fotografías que se muestran.
Pero en los años setenta surgió en España una nueva corriente periodística, más populista y en gran medida enfocada al logro de alcanzar un puesto alto en el ranking de ventas, que en lo referente a la información sobre el encierro de Pamplona comenzó a personalizar con nombres y apellidos a las figuras de los corredores, buscando satisfacer la innata curiosidad del ser humano, del lector, por conocer a aquellas personas que destacan en las distintas parcelas de la vida; en este caso, en el encierro.
Como abanderado de esa nueva corriente periodística y esa nueva manera de ofrecer información referente al encierro de Pamplona se puede señalar al periódico de tirada nacional “Diario 16”, cuyo primer número apareció en octubre de 1976. Posteriormente, y de forma paulatina, los periódicos de la capital navarra se fueron sumando a esa mueva tendencia y a esos nuevos modos periodísticos en relación al trato de los corredores del encierro en sus crónicas.
La lejanía en el tiempo hace que resulte difícil precisar las fechas, pero se puede decir que fue contemporáneamente cuando empezó a aumentar el número de fotografías del encierro que se publicaban en la prensa diaria, y también por entonces los fotógrafos profesionales descubrieron el filón de comercializar en sus estudios las imágenes del encierro que captaban con sus cámaras. Por otro lado, en el año 1982 comenzaron las retransmisiones televisivas en directo del encierro de Pamplona. Todo ello contribuyó a popularizar, además de sus nombres y apellidos, los rostros de una serie de corredores que destacaban en el encierro por sus carreras, especialmente de los que a diario aparecían corriendo delante de las astas en el tramo de “la Telefónica”, que era el que siempre tuvo una mayor cobertura mediática.
Con estos antecedentes, un año de la década de los ochenta se personó en Pamplona una periodista catalana y estuvo entrevistando a todos esos mozos que habían ido adquiriendo fama de ser excelentes corredores del último tramo del encierro. Y, en ese concepto de excelencia que ofrece el diccionario de nuestra lengua, la periodista calificó a todos esos corredores, en conjunto, como “los divinos”.
La expresión caló en la población y se comenzó a llamar “divinos” a aquel grupo de corredores que cada mañana destacaba por sus carreras en el tramo de “Telefónica” (años después, el grupo se iría disgregando y algunos de ellos pasaron a correr en distintos tramos de Estafeta). Eran, aproximadamente, una docena de mozos, generalmente vinculados con el deporte en su vida diaria, con una muy buena forma física, por tanto, y que abogaban por una concepción atlética del encierro, entre otras ideas.
A partir de entonces, y en un claro afán por aumentar el número de ventas, todos los días de encierro los periodistas buscaban obtener de los divinos sus impresiones sobre la carrera. Y, de forma inevitable, sucedió que a ese encono de la prensa se unió el hecho de que a una parte de los integrantes de dicho grupo parecía entusiasmarles la idea de ser entrevistados o, al menos, no ponían reparos en que lo hicieran. Así, en apenas unos diez o quince años, en los medios de comunicación se había pasado de hablar de “mozos”, en genérico, a tratar como figuras mediáticas a una serie de corredores con nombre y apellido, amén de fotografía expresa con su rostro.
Una de las consecuencias de todo ese proceso fue que, en cada “San Fermín”, y todos los días de encierro, aparecían repetidamente en los medios de comunicación las mismas opiniones de los mismos divinos, y que esas opiniones, a fuerza de ser repetidas año tras año, pasaron a convertirse en “doctrina ex cátedra” para la generalidad de los espectadores de televisión y los lectores de prensa, que nunca habían corrido el encierro y sólo tenían como referencia esas opiniones que continuamente escuchaban o leían.
En cambio, entre el colectivo de los corredores locales del encierro, en un principio, se dividieron las opiniones. Los divinos tenían sus defensores y sus detractores. Ahora bien, a medida que la presencia en televisión de algunos de los integrantes del grupo se fue haciendo repetitiva, esos divinos empezaron a ser considerados como tediosos y, hasta, odiosos para la generalidad de los corredores locales del encierro, pues no necesitaban que ningún “experto” les repitiera constantemente a qué hora se tenían que acostar en fiestas, cuándo se tenían que levantar, cómo tenían que calentar, si es que debían hacerlo, ni el modo en que debían correr delante de un toro. Ellos ya sabían muy bien lo que tenían que hacer; eran sus fiestas y era su encierro.
Además, como consecuencia de incidentes que se producían en carrera, entre los aficionados locales al encierro se fue generalizando la opinión de que el divino, con tal de coger toro y poder aparecer diariamente delante de las astas en las imágenes de televisión y en las fotos, era capaz de empujar y de dar codazos al resto de los corredores de su mismo tramo. Esa opinión se fue afianzando cuando se extendió el rumor de que, mediando precio, algunos corrían con camisetas que llevaban publicidad, por lo que forzosamente necesitaban aparecer corriendo ante las astas de los toros, aunque para ello tuvieran que practicar esos malos modos de los que ya les venían acusando.
Consecuentemente, el significado del término "divino" fue mutando y, de ser elogioso, pasó a convertirse en despectivo para la generalidad de los pamploneses y de los corredores locales del encierro, que consideraban que los divinos sólo tenían afán de protagonismo y, en algunos casos, de lucro.
En la actualidad, ya están retirados la mayoría de los corredores que conformaban aquel grupo, pero varios de ellos aún siguen corriendo el encierro a diario. Y, como ocurrió desde un principio, entre los que siguen en activo hay alguno que trata de huir de todo tipo de polémica y popularidad; pero hay otros que, en cambio, con su forma de actuar siguen alimentando la polémica.
El sentimiento que tiene la generalidad de la sociedad pamplonesa sobre estos mediáticos corredores resultó evidente en el año 2006, cuando se opuso frontalmente a que en el Monumento al Encierro, que por entonces estaba ultimando el escultor Rafael Huerta, apareciese la figura de un corredor con el rostro de uno de los divinos, concretamente el divino más famoso y, a la vez, el más aborrecido.
Un sentimiento que se ha ido labrando históricamente por las razones antes mencionadas y que en los últimos años había seguido fomentando con actuaciones como abrir una página web en la que, además de colgar sus fotos, publicitó la oferta de dar cursos para enseñar a correr el encierro; amén de dejar en la página frases para la historia como la de que el corredor es el verdadero protagonista del encierro. ¡Increible! Todo un ejercicio de antropocentrismo que choca frontalmente con la auténtica filosofía del encierro.
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Por ello, no debe extrañar (aunque yo no lo compartí) todo lo que ocurrió en la solanera de la plaza de toros de Pamplona la tarde del día 12 de julio del 2004, el día que dicho corredor resultó cogido por un “jandilla” que le propinó cinco cornadas.
Con todo, lo más preocupante no es que esa generación de buenísimos corredores que conformaron los divinos promoviese unas ideas y unas formas que, desde mi exclusivo punto de vista, son discutibles; sino que, a fuerza de ser repetidas y ensalzadas por los medios, esas ideas y esas formas calaron en una generación de niños de toda España que cada mañana de los sanfermines se sentaba frente al televisor para ver el encierro de Pamplona y que, inevitablemente, crecieron mamándolas, de forma que ahora son el “credo” de una gran parte de la actual generación de corredores de nuestros encierros.
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Lagun
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NOTA: El dibujo publicado es obra de César Oroz (http://www.latiradeoroz.es/), a quien tengo que agradecer públicamente que, sin conocerme de nada, me lo haya remitido desinteresadamente para que lo publique en esta bitácora. El dibujo es de 1992 y apareció publicado en el “Diario de Navarra”. Formaba parte de una serie de tipos sanfermineros titulada “Quién es quién en San Fermín”. Y, lógicamente, no podía faltar “el divino”.
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Por ello, no debe extrañar (aunque yo no lo compartí) todo lo que ocurrió en la solanera de la plaza de toros de Pamplona la tarde del día 12 de julio del 2004, el día que dicho corredor resultó cogido por un “jandilla” que le propinó cinco cornadas.
Con todo, lo más preocupante no es que esa generación de buenísimos corredores que conformaron los divinos promoviese unas ideas y unas formas que, desde mi exclusivo punto de vista, son discutibles; sino que, a fuerza de ser repetidas y ensalzadas por los medios, esas ideas y esas formas calaron en una generación de niños de toda España que cada mañana de los sanfermines se sentaba frente al televisor para ver el encierro de Pamplona y que, inevitablemente, crecieron mamándolas, de forma que ahora son el “credo” de una gran parte de la actual generación de corredores de nuestros encierros.
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Lagun
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NOTA: El dibujo publicado es obra de César Oroz (http://www.latiradeoroz.es/), a quien tengo que agradecer públicamente que, sin conocerme de nada, me lo haya remitido desinteresadamente para que lo publique en esta bitácora. El dibujo es de 1992 y apareció publicado en el “Diario de Navarra”. Formaba parte de una serie de tipos sanfermineros titulada “Quién es quién en San Fermín”. Y, lógicamente, no podía faltar “el divino”.
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11 comentarios:
Egun on Lagun:
Una vez más recorriendo nuestra pequeña historia, en este caso tocando un tema tan "peligroso" o más que los propios toros, como son los llamados "divinos".
Y digo peligroso porque los mismos que se sienten aludidos, no les sientan bien según qué pareceres o comentarios.
En este caso has hecho un recorrido histórico del tema, acertando una vez más en muchas de tus apreciaciones, lo que resulta gratificante si además de ello el encierro va tomando nuevas dimensiones en cuanto a participación, conocimiento real, y su evolución sea la que sea, que sea para mejor que la actual.
No quiero ser nostálgico y reivindicar aquellos encierros de poca gente y corriendo lejos, ahora hay muchos corredores y los toros están más asustados, antes se asustaba más el corredor. El tiempo ha cambiado y todos en general vivimos mejor que nuestros antepasados. Ojalá le suceda lo mismo al encierro y mañana sea mejor.
Seguro que tú puedes ayudar a ello.
Un abrazo.
Tamborilero
Hola, me hace mucha gracia el tema de los divinos porque haberlos haylos.
Yo tambien soy de la generacion de haberlos endiosado por la tele pero, y despues de haber compartido carrera con alguno de ellos, creo que a algunos de ellos se les ha metido en el saco sin haberlo querido.
Por cierto, me encanta la frase. "a qué hora se tenían que acostar en fiestas, cuándo se tenían que levantar, cómo tenían que calentar, si es que debían hacerlo...".
Ya queda menos para poder compartir carrera con los divinos...¡el que se atreva!
Yo soy mas DeVinos
¡YA ESTAN AQUI!
un fuerte abrazo amigo!
brj
Muy bueno tu artículo LAGUN. Quizá un poco centrado en un determinado "personaje ???". Lo cierto es que de aquella generación de corredores, muy buenos y discretos muchos de ellos, algunos se pasaron "de divinos" a "endiosados" y por eso no gozan de las simpatías de la mayor parte de los corredores ni de los ciudadanos de Pamplona.
Y lo malo de todo ello es que sus comportamientos han sido aprendidos por otros participantes, tanto de casa como de fuera, que lo único que les importa es "lograr protagonismo", aunque su forma de actuar "jorobe" (No me atrevo a poner jod.)tanto a otros corredores como al encierro en sí.
Saludos a todos y ¡¡¡VIVA SAN FERMIN...!!!.
Hola Lagún. He estado bjo toneladas de papeleo, pero se acabó el curo y ahora tendré más ratitos para brujlear por los blogs. Qué gusto me da verte, así, con estas entradas fantásticas y estupendísimas.
¡Venga, al toro que te está esperando!
Disfruta. Besos
Kaixo TAMBORILERO:
Me parece a mí que desde este modesto blog poco es lo que se puede hacer por mejorar los encierros. Pero, al menos, lo que intento es dar a la cuestión un poco de sentido histórico, que se sepa de donde partieron para que no se pierda su lógica y no se traspasen ciertas barreras.
Eskerrik asko, tamborilero.
Hola CHIRRINA:
¿No serás tú uno de ellos? De los divinos, digo.
Un abrazo.
Amigo BRJ:
Espero que este año podamos ir DeVinos juntos. Nos damos un toque telefónico y quedamos.
Un saludo.
Bienvenido TAILLON:
Comparto completamente el último punto de tu comentario. De hecho, yo también termino el texto diciendo algo parecido. Respecto a lo del "personaje" en cuestión, creo que era una de las formas lógicas de cerrar el tema. Podía haberlo hecho de otra manera, pero me salió así.
Saludos y vuelve por aquí siempre que quieras.
MARINA, guapa:
Pues sí. Ya mismo nos vamos para Pamplona para disfrutar de los amigos durante unos días... y del Toro, claro.
Un beso.
Egun on Lagun!
Gran entrada y un placer leerte en estas fechas que se acercan tan entrañables! Los "divinos" verlos en los medios todo el rato puede resultar a veces redundante pero yo pienso que en una situación de apuro que vengan,citen y se lleven a un toro suelto no tiene precio y bastantes de ellos lo hacen, como aquel que no es divino pero que agarro del rabo a Ermitaño! Buena suerte a partir del miercoles y ánimo!
Iker.
Entre los exámenes finales, la selectividad y un viaje para celebrar que he aprobado y estoy en la uni llevaba mucho tiempo sin entrar, pero veo que tu blog sigue vivo y tan tremendo como siempre. Me alegro.
Yo de los divinos pienso que son muy buenos corriendo y que han hecho muchos quites, pero que se equivoquen en tratar de imponer un tipo de festejo como el que a ellos les gusta. Lo bonito de los encierros es la variedad y en que es un festejo, pero que cada pueblo y cada persona lo tiene que celebrar a su manera y no de una sola.
¡Egun on IKER!
Nadie discute la calidad que tienen o han tenido como corredores, pero creo que sabes que la cuestión va por otro lado, ¿no?
Y, por supuesto, toda la SUERTE del mundo para todos los corredores y el resto de participantes.
Un abrazo para ti.
RAÚL:
La verdad es que te echaba en falta últimamente. Gracias por tu comentario que, por otro lado, comparto plenamente.
Un abrazo.
Con la de buenos corredores que hay en el encierro de Pamplona....
Pero es cierto que yo creo que solo queda un "divino" y que incluso a muchos de los que llamaban "divinos" ni siquiera les gustaba.
Incluso de los mejores corredores que hay ahora mismo, creo que a ninguno de ellos les identificamos como "divinos".
¿Será una palabra en desuso en el encierro de Pamplona?
Jarrito
De los que en su día fueron denominados como "divinos", al menos tres corrieron el año pasado.
Actualmente, el concepto de "divino" dentro de lo que son los encierros de Pamplona se ha abierto mucho y cada cual le da su propia interpretación. Por ello, aún hoy se emplea el término, pero de manera distinta a la de hace treinta años.
Un abrazo, Jarrito. Nos vemos.
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