Tardé muchas horas para volver de Saint-Sever. Tantas que no pude evitar acordarme de los tiempos de mi infancia. De aquellos viajes en los que familias enteras, abuelos incluidos, se apretujaban en un Seat 600 con todo el equipaje –además de sombrilla, mesa y hamacas– y se chupaban horas y horas de viaje por unas carreteras plagadas de curvas y de baches para volver de las vacaciones.
También entonces se descansaba cada dos horas, pero era porque el coche se calentaba y había que detener la marcha forzosamente para que se refrigerase el motor.
Se paraba en el cruce de un camino, se sacaba del maletero la bolsa con los platos, los cubiertos, la tartera y el termo, se bajaban de la baca la mesa y las hamacas –hasta la sombrilla si hacia falta– y toda la familia almorzaba con la tortilla de patatas y los filetes empanados que había preparado la abuela, al tiempo que comentaban los días de vacaciones.
¡Qué viajes aquellos!
Volviendo de Francia, nosotros también hicimos parada en una ciudad de la costa de Aquitania para comer. Y tuvimos dos temas de conversación: los bonitos ojos azules de la camarera y, como es lógico, el fin de semana de Saint–Sever.
Fue duro salir de casa sabiendo que, físicamente, no compartiríamos viaje con Iván. Yo le conocí precisamente en mi primer viaje a Saint–Sever y, por ello, tuve su imagen y su recuerdo muy presente durante todo el viernes... el viernes, el sábado y el domingo, claro.
El domingo le rendimos un homenaje. Primero, cuando en la Abadía dieron las doce, guardamos un minuto de silencio en la Place du Tour du Sol, con un respeto total de la afición francesa. Luego, en el encierro, todas las carreras se las dedicamos a Él.
Y fueron muchas las carreras que se le dedicaron porque creo que este año hubo más corredores que en ediciones anteriores.
Los que no vienen a Saint–Sever aducen que es un viaje muy largo, que hay que firmar previamente una renuncia a reclamar en caso de percance, que los toros son de corro, etc.
Yo tengo que confesar que este encierro me enganchó desde que lo conocí y sólo puedo hablar bien de él.
Es cierto que a muchos nos pilla “un poco lejos” Saint–Sever. Pero, dadas las fechas en que se celebra, viene a ser el cierre de la temporada para la inmensa mayoría de los corredores que participamos en su encierro y, como hay que hacer noche allí, es una oportunidad única para organizar un viaje de fin de semana y reunirte con un grupo de amigos y compañeros para hacer de ese final de temporada un motivo de celebración. Por ello, al margen de que se pueda quedar ya desde el viernes, me gusta muchísimo la idea de la cena que la Peña Jeune Aficion prepara el sábado en el Convento de los Jacobinos, ya que en ella se suelen reunir corredores que el domingo participarán en el encierro y todos los años se crea un gran ambiente dentro de los viejos muros del Convento.
Y es que asistir a esa cena es “ir de encierro”; los que, aún pudiendo, deciden no participar en esa cena simplemente “van a correr un encierro”.
Respecto a la renuncia a reclamar en caso de percance, es un tema muy personal sobre el que todo corredor debe tener una idea ya formada y, por tanto, mientras que para unos será motivo para no participar en este encierro, para otros sólo será una forma de suscribir algo de lo que ya están íntimamente convencidos. Y ahí no tengo nada que comentar. Ni puedo ni quiero tratar de convencer a ningún corredor para que tome más riesgos de los que él está dispuesto a asumir.
Y sobre que el encierro se suele organizar con toros de corro y que, por tanto, tiene poca emoción, mejor no hablamos después de lo ocurrido el pasado mes de octubre con un puto cabestro.
Por otro lado, a mí, personalmente, me encanta el recorrido del encierro de Saint–Sever; especialmente el tramo de la rue Lafayette y, sobre todo, cuando es en subida, en las carreras de ida. Hay cosas a mejorar, como los bordillos de la entrada a la Place du Tour du Sol, pero el recorrido es muy variado y tiene un gran encanto.
Y qué decir de los corredores que allí se dan cita: los justos, por lo que la carrera se ve y se lee perfectamente; y todos buenos y experimentados, gente que sabe correr. Un placer.
Por todo ello, Saint-Sever es una cita que yo tengo marcada en rojo en mi calendario.
Pero además hay otra razón: la defensa de la ancestral costumbre de correr encierros (tan de moda ahora con la consulta de Paterna sobre los bous al carrer).
De los políticos españoles no me fío nada. Pero nada de nada. Son tan falsos que estoy convencido de que serían capaces de venderle a Europa la tradición de los toros por un plato de lentejas. Los políticos franceses, en cambio, no dudan en dar su apoyo a los toros; y el alcalde de Saint-Sever, por ejemplo, se juega su carrera política cada vez que se celebra un encierro en la “Cap de Gascogne”. Por eso sé que, mientras en Francia se celebren corridas de toros y en Saint-Sever se corran encierros, los políticos españoles no se atreverán a venderse a Europa.
Y si algún día lo hicieran siempre tendríamos un consuelo: aplicando al caso la famosa frase del gran Humphrey Bogart en la película Casablanca, “siempre nos quedará... Saint-Sever”.
¡¡¡Merci beaucoup Peña Jeune Aficion!!! ..... ¡¡¡Merci beaucoup Saint-Sever!!!
También entonces se descansaba cada dos horas, pero era porque el coche se calentaba y había que detener la marcha forzosamente para que se refrigerase el motor.
Se paraba en el cruce de un camino, se sacaba del maletero la bolsa con los platos, los cubiertos, la tartera y el termo, se bajaban de la baca la mesa y las hamacas –hasta la sombrilla si hacia falta– y toda la familia almorzaba con la tortilla de patatas y los filetes empanados que había preparado la abuela, al tiempo que comentaban los días de vacaciones.
¡Qué viajes aquellos!
Volviendo de Francia, nosotros también hicimos parada en una ciudad de la costa de Aquitania para comer. Y tuvimos dos temas de conversación: los bonitos ojos azules de la camarera y, como es lógico, el fin de semana de Saint–Sever.
Fue duro salir de casa sabiendo que, físicamente, no compartiríamos viaje con Iván. Yo le conocí precisamente en mi primer viaje a Saint–Sever y, por ello, tuve su imagen y su recuerdo muy presente durante todo el viernes... el viernes, el sábado y el domingo, claro.
El domingo le rendimos un homenaje. Primero, cuando en la Abadía dieron las doce, guardamos un minuto de silencio en la Place du Tour du Sol, con un respeto total de la afición francesa. Luego, en el encierro, todas las carreras se las dedicamos a Él.
Y fueron muchas las carreras que se le dedicaron porque creo que este año hubo más corredores que en ediciones anteriores.
Los que no vienen a Saint–Sever aducen que es un viaje muy largo, que hay que firmar previamente una renuncia a reclamar en caso de percance, que los toros son de corro, etc.
Yo tengo que confesar que este encierro me enganchó desde que lo conocí y sólo puedo hablar bien de él.
Es cierto que a muchos nos pilla “un poco lejos” Saint–Sever. Pero, dadas las fechas en que se celebra, viene a ser el cierre de la temporada para la inmensa mayoría de los corredores que participamos en su encierro y, como hay que hacer noche allí, es una oportunidad única para organizar un viaje de fin de semana y reunirte con un grupo de amigos y compañeros para hacer de ese final de temporada un motivo de celebración. Por ello, al margen de que se pueda quedar ya desde el viernes, me gusta muchísimo la idea de la cena que la Peña Jeune Aficion prepara el sábado en el Convento de los Jacobinos, ya que en ella se suelen reunir corredores que el domingo participarán en el encierro y todos los años se crea un gran ambiente dentro de los viejos muros del Convento.
Y es que asistir a esa cena es “ir de encierro”; los que, aún pudiendo, deciden no participar en esa cena simplemente “van a correr un encierro”.
Respecto a la renuncia a reclamar en caso de percance, es un tema muy personal sobre el que todo corredor debe tener una idea ya formada y, por tanto, mientras que para unos será motivo para no participar en este encierro, para otros sólo será una forma de suscribir algo de lo que ya están íntimamente convencidos. Y ahí no tengo nada que comentar. Ni puedo ni quiero tratar de convencer a ningún corredor para que tome más riesgos de los que él está dispuesto a asumir.
Y sobre que el encierro se suele organizar con toros de corro y que, por tanto, tiene poca emoción, mejor no hablamos después de lo ocurrido el pasado mes de octubre con un puto cabestro.
Por otro lado, a mí, personalmente, me encanta el recorrido del encierro de Saint–Sever; especialmente el tramo de la rue Lafayette y, sobre todo, cuando es en subida, en las carreras de ida. Hay cosas a mejorar, como los bordillos de la entrada a la Place du Tour du Sol, pero el recorrido es muy variado y tiene un gran encanto.
Y qué decir de los corredores que allí se dan cita: los justos, por lo que la carrera se ve y se lee perfectamente; y todos buenos y experimentados, gente que sabe correr. Un placer.
Por todo ello, Saint-Sever es una cita que yo tengo marcada en rojo en mi calendario.
Pero además hay otra razón: la defensa de la ancestral costumbre de correr encierros (tan de moda ahora con la consulta de Paterna sobre los bous al carrer).
De los políticos españoles no me fío nada. Pero nada de nada. Son tan falsos que estoy convencido de que serían capaces de venderle a Europa la tradición de los toros por un plato de lentejas. Los políticos franceses, en cambio, no dudan en dar su apoyo a los toros; y el alcalde de Saint-Sever, por ejemplo, se juega su carrera política cada vez que se celebra un encierro en la “Cap de Gascogne”. Por eso sé que, mientras en Francia se celebren corridas de toros y en Saint-Sever se corran encierros, los políticos españoles no se atreverán a venderse a Europa.
Y si algún día lo hicieran siempre tendríamos un consuelo: aplicando al caso la famosa frase del gran Humphrey Bogart en la película Casablanca, “siempre nos quedará... Saint-Sever”.
¡¡¡Merci beaucoup Peña Jeune Aficion!!! ..... ¡¡¡Merci beaucoup Saint-Sever!!!
(NOTA: la foto que encabeza esta entrada la he tomado de la página "seat600.info" Con esta bitácora no tengo fines lucrativos y por ello ruego a los propietarios de los derechos de autor que me permitan mantenerla)
12 comentarios:
Como bien has dicho, subir a St Sever es IR DE ENCIERRO, en el sentido mas amplio de la expresion. Y, anque parezca mentira, a alguno aun nos queda alguna cita en el calendario. Por lo menos hasta justo antes de Navidad. Ultimo encierro del año, 20 de Diciembre en Quartell (Valencia).
Se me hizo estraño el entrar a las 8 de la mañana en su blog y no ver la entrada de los lunes a la que nos tiene acostumbrados, pero claro todos tienen derecho a descansar despues de un fin de semana tan duro pero satisfactorio a la vez.
Como siempre que nos juntamos la gente del toro, fue algo memorable, algo que hay que vivir por que no se puede contar y no es por que no tengamos voz que se de buena tinta que algunos se la dejaron en el intento.
Gracias a todos los que estais en este mundillo del toro por hacer de esto algo especial, por hacer vivir cosas que dificilmente se viven en otros entornos, por vuestra compañia, por estar a las duras y a las maduras, por vuestras bromas, por que cada vez que nos juntamos aprendemos algo nuevo (en los bares de francia no se fuma), por hacer que aunque estemos a muchos kilometros de casa nos sintamos como en ella y no lo digo por el sabor flamenco que pusisteis en el bar la muleta, en fin gracias por todo
!Que envidia! Me alegro que disfrutarais de lo que es el encierro de Saint Sever; mejor dicho, lo que es el finde de Saint Sever.
Menos mal que un amigo que estuvo me ha traido algo (Vicent, GRACIAS)que hara que se me haga la boca agua.
Amigo Cuasca, ¿qué te voy a decir a ti? Tú sabes como nadie lo que es IR DE ENCIERRO. En eso tú y tu grupo más íntimo de amigos sois unos maestros. Por cierto, felicita a la repostera de mi parte.
Iván Fuenla: Gracias a tí y a tu grupo. Vaya fiestecita con la caja ¿Qué tal van esas manos?
Y a Jose, el de Móstoles, sólo puedo decirle que se ha perdido un fin de semana de esos que le gustan a él. Lo del viernes por la noche fue la caña.
Señores solo decir que para mi que era la primera vez que subia fue un fin de semana excepcional y desde aqui quiero dar las gracias a toda esa gente que me ha echo sentir como en mi casa y que en todo momento me he sentido arropado por uno o por otro aunque no me concieran;de verdad de corazon muchas gracias a todos y un verdadero placer haber compartido con vosotros esta experiencia.Un saludo(Roberto).
Amigo Lagun, gracias por seguir contandonos todas estas cosillas de los encierros. Hacía tiempo que no escribía, aunque sabes que estoy siempre "ojo avizor" de la bitácora.
Por cierto, de este escrito, me ha gustado mucho como recalcas y distingues eso de "ir de encierro" e "ir a correr un encierro". ¿Aún queda gente de esa, de la que va de encierro? Gracias a Dios, si, todavía hay algunos.
Por cierto Cuasca, no te libras de traerme una coca de esas (de comer, eh), una de cada, jeje!!
SUERTE!!
Alberto (Arganda)
Alberto... pues va a ser que no. Las tuyas te las guardo aqui, a ver si asi te dignas a bajar por levante, que ni con agua caliente se te saca de Madrid. Y por cierto, alli en Arganda tambien sabeis muy bien lo que es ir de encierro, aunque siendo sincero, fueron mejores los primeros años que subi. Luego la cosa se fue apagando un poco.
Un abrazo compadre.
Aunque sé que me sigues, Alberto, ya te había puesto muchas "faltas semanales".
Todos hemos "ido a correr encierros". Especialmenete esos días que te hacías auténticos tours. Pero para mí la cultura del encierro es algo más: es integrarte en otro lugar, socializarte con otras gentes, culturizarte con otras costumbres; es ¡IR DE ENCIERRO! Así, en genérico. Y dicho de modo concreto: "ir de encierro a ..."
Y si no es así no me satisface plenamente.
Coñe, Cuasca ahí le has dao, o mejor dicho, me has dao. Bueno, haz una cosa, no guardes las cocas, sino que te avisaré antes de ir, para que estén recientitas. Es una cita pendiente, que tengo que realizar, sin duda.
Por cierto, los primeros años, nos es que lo diga yo, pero después entre percances y trabajo, la verdad es que, según cuentan, se notaba que a ratos faltaba un "pilar" importante en la cuadrilla, o no?
Amigo Lagun, lo recuperaré, no lo dudes, jeje!! Lo cierto es que, bueno digamos que no han sido buenos tiempos, pero ya pasaron, de momento.
SUERTE!!
Alberto (Arganda)
Que placer más grande es poder leer estos comentarios y este post.
Es una laguna dentro de tanto barro. Gracias.
Gracias a vosotros por las palabras del anterior comentario. Es más: viniendo de quien vienen, es todo un honor recibirlas en esta bitácora.
Os envío todo mi ánimo para que sigáis manteniendo el altísimo nivel de vuestra web.
Lagun, esta reseña es la mejor que nunca he leido sobre Saint Sever...
Aqui en la prensa hemos tenido poco y lleno de tonterillas...
Esta "Operacion retorno desde SS" esta de PUTA MADRE!
(Como el resto de lo escrito)
Como cada vez que hablamos te confirmo que la prensa, si no esta especializada, es solamente MIERDA!
Bixente de la Costa Atlantica
Publicar un comentario