“Queridos Reyes Magos:
Me llamo (...) y tengo diez años, pero cuando vengáis en enero a traerme los regalos ya habré hecho los once...”
¡No sé! Era una sensación muy extraña, porque parecía como si estuviese viendo una película en la que yo era el actor, pero con... ¡diez años! Me veía tal y como salgo en una fotografía que me hicieron en uno de mis primeros años de escuela, sentado tras una mesa y escribiendo.
“...Con los amigos de mi barrio me gusta jugar al fútbol, al escondite y al rescate, pero lo que más me divierte es jugar a los toros con mis primos. Todos los años estamos deseando que empiecen a poner los palos de la plaza para poder jugar a torear y a correr en el encierro.
Uno de los viejos del pueblo me dijo un día mientras jugábamos que me voy a parecer a mi padre, porque corro mucho y salto muy alto a las vallas. Ya llego hasta el segundo palo. Y yo me alegré cuando me dijo eso porque de mayor quiero ser corredor de encierros, como mi padre...”
¡Qué recuerdos! Es cierto que cuando era un crío jugábamos a las bolas, a las chapas, a la lima, al peón, al rescate, al escondite... y al fútbol, claro. No obstante, uno de los días del año más deseado por mí era aquél en el que empezaban a montar la plaza para la Fiesta; a partir de entonces, pasaba horas y horas con mis primos jugando a los toros.
“...Pero dicen los mayores que hasta que no cumpla los dieciséis no voy a poder salir a correr en el encierro de verdad porque lo prohíben las leyes. Y para que haga los dieciséis aún me quedan muchos años.
Además, ya no es como antes, que a los más pequeños les soltaban unas vaquillas pequeñitas. Ahora ya no dejan hacer eso. Hacen un encierro para niños con unos carretones que llevan los mayores por la calle como si fueran los toros. Y a eso ya juego con mis primos...”
¡Qué extraño! ¡Si cuando yo era un crío no pasaba eso! –Pensé para mí, según me veía en esa especie de película en la que aparecía de niño escribiendo la carta a los Reyes Magos-. Es más, recuerdo que fue precisamente con once años cuando salí por primera vez a la calle del encierro en las fiestas de mi pueblo. Tan lejos de los toros que ni los vi; pero ya salí aquel año.
“...Yo sé que aún soy pequeño para correr en el encierro de verdad, pero lo que no entiendo es por qué no nos pueden soltar unas vaquillas para los niños. Dicen los más mayores que así es como aprendieron ellos.
Por eso, como sois Reyes y además Magos, lo que os pido de regalo para este año es que habléis con los que mandan para que dejen hacer encierros para niños con vaquillas...”
Aunque seguía sin entender la razón de la visión que se me ofrecía ante mis ojos, estaba totalmente de acuerdo con lo que pedía en su carta a los Reyes Magos ese niño de diez años; fuese yo o no.
Al contrario de lo que ocurre con los chavales de ahora, los de mi generación no tuvimos problemas para incorporarnos al encierro según nos fue surgiendo la llamada de la afición; fuese a la edad que fuese. Y, al margen, en las capeas se solían soltar vaquillas para que los más pequeños diesen sus primeros pasos en el mundo de los toros.
Esos sí que eran unos auténticos encierros infantiles; toda una escuela para los futuros corredores de encierros. En cada localidad según la modalidad de su tradición local, como ocurría en Pamplona con el encierro txiki. Ahí aprendió a moverse por la calle Estafeta toda una generación de corredores.
“...Y, además, como he sido muy bueno en casa y en el colegio, también me pido...”
¡¡¡Rrriiinnnggg!!! ... ¡¡¡Rrriiinnnggg!!! ... ¡¡¡Rrriiinnnggg!!!
Aquel repetitivo sonido terminó por despistarme del todo.
Hasta que no atiné a saber que era mi móvil lo que sonaba no tuve conciencia de la realidad: me había quedado dormido.
Entonces fue cuando comprendí que esa película, esa visión mía con la edad de diez años escribiendo la carta a los Reyes Magos sólo había sido un sueño.
Y, pocos segundos después, también pude deducir la razón que lo había motivado:
Al mediodía había estado en una comida navideña con unos amigos, y uno de ellos comentó en los postres que su hijo había escrito la carta a los Reyes Magos y que, como ya tenía siete años, había pedido que le inscribieran en el Campeonato Nacional de Minimotos “Cuna de Campeones de ...[publicidad]... 2009” -un campeonato que consta de seis pruebas en distintos circuitos de España y que, además de estar patrocinado por la entidad bancaria que le da nombre, está becado por el Circuit de la Comunitat Valenciana Ricardo Tormo; y todo ello con el gran objetivo de formar a futuros campeones de motociclismo-. Por supuesto, ya había inscrito al niño.
Le di la enhorabuena, porque creo que esa es una fórmula ideal para que los chavales se forjen en lo que es su gran afición. Pero también le comenté la injusticia que representa el hecho de que, mientras a su hijo le iban a permitir correr campeonatos de minimotos con siete años, a los niños que quieren ser corredores de encierros no les permiten participar hasta los dieciséis y que mientras los cumplen, como los encierros txikis con becerras están prohibidos, sólo pueden correr delante de unos carretones que, lógicamente, no dan la medida de lo que es un encierro real.
-“¡Es que es muy peligroso que unos niños se pongan a correr delante de unas becerras!” –Me dijo aquel compañero de mesa.
-“Respóndeme a una pregunta” –le pedí-. “¿Qué velocidad alcanza la minimoto con la que va a correr tu hijo?”
-“¡Coge los 60 km/h!” –me contestó, sin poder disimular un tono jactancioso.
-“Pues tan peligroso puede ser un topetazo de una becerra a un chaval de diez o quince años como que un niño de siete se caiga de una moto a 60 km/h.”
Me resultó imposible convencerle.
Y mientras él siguió hablando de su hijo y de los que le han precedido en anteriores ediciones de Cuna de Campeones -Gadea, Barberá, Faubel, Terol, etc.-, yo no pude hacer otra cosa más que escucharle, con sana envidia, y pensar en los hijos de algunos compañeros corredores que conozco y que hasta los dieciséis años sólo podrán correr delante de un carretón.
¡Qué tengan suerte el día que den el salto!
Así, pensando en la fortuna de ese futuro motorista de siete años con su carta a los Reyes Magos, llegué a casa después de la comida y debí quedarme dormido al echarme en el sofá. No es de extrañar que me pusiese a soñar con otro niño que escribía una carta a los Reyes Magos pidiendo un encierro txiki con becerras.
Una carta y un sueño que no son otra cosa más que un comentario conmigo mismo tras un almuerzo.
9 comentarios:
totalmente acertado en tu comentario. hay niños corriendo en karts o en motos a los 10 años a 150 o 200 km por hora y ahi no pasa nada pero sin embargo no se puede poner un niño delante de una chota....
Un 10 para esta carta a los Reyes Magos, seguro que la comparten muchos niños. Un saludo y Feliz 2009
Aitor: gracias; y para tí también un feliz 2009.
Y para el comunicante "anónimo" del primer mensaje: sé bienvenido; pero te rogaría que la próxima vez te identificases, o bien utilizando la opción "nombre/URL" o bien añadiendo tu nombre al final del comentario. En caso contrario, podría no publicártelo.
Dejando al margen el tema de los karts, voy a seguir con la comparativa del motociclismo utilizada en el texto y decir que las categorías del campeonato Cuna de Campeones son:
Minimotos........ 7 años 60 km/h
MiniGP 70........ 9 años 140 km/h
MiniGP XL 80... 10 años 160 km/h
125 PreGP...... 12 años 175 km/h
125 PreGP EVO 13 años 190 km/h
Y esto no es una crítica, que conste. Al contrario, creo que es una gran iniciativa.
Sólo incluyo estos datos para que quede clara la hipocresía de nuestros gobernantes, porque estos campeonatos para niños en los que se alcanzan esas velocidades sí que están autorizados por las leyes.
Y creo que es mucho más peligrosa una caída de un niño a 190 km/h que un topetazo de una añoja (que también tiene su peligro); pero la comparativa sobre los distintos niveles de permisividad hay queda.
Yo no tengo hijos, ni sobrinos pequeños o familiares con crios que les llame este mundillo, pero por suerte pude ver las caras de dos de los hijos de un buen amigo mio en su primer encierro con becerras en la localidad de Cuellar.
Dos chavales que ya disfrutaron de montones de encierros con carretones, pero por su edad, y su mentalidad, su cuerpo les pedia algo mas.
Despues de correr nosotros el encierro de "mayores" nos fuimos a almorzar, lo que por aqui se llama tambien ir de encierro.
No nos dejaban ni acabar nuestro pincho, por que decian que tenian que calentar, eso era tan importante para ellos, como correr ese primer encierro con animales.
De verdad que se paga dinero solo por ver la cara de esos dos chavales en medio de la calle dando saltos "como lo hacen los mayores" esperando a poder coger sitio delante de esas becerras.
Disfrutaron como chavales que son, pero tambien nos hicieron disfrutar a nosotros como niños viendo esa aficion que llevan dentro. Un saludo
Con respecto al tema que hablas de la seguridad de los niños. Por ponerte un ejemplo, en el famoso referendum que se ha llevado a cabo en Paterna, muchas de las mujeres que han salido en los medios de comunicación de la provincia, afirmaban que habían votado en contra de la fiesta de los toros por miedo a que sus hijos fueran heridos en los festejos taurinos (algunas de ellas reconocían que acudían a la plaza de toros). Sin embargo no están en contra de la celebración de "la cordá" (es un espectáculo pirotécnico muy tradicional en la zona) que el año pasado, por poner un ejemplo se saldo con casi medio centenar de heridos en una sola noche. El gran problema de todo radica en los medios de comunicación y grupos político que son capaces de mostrarnos las distintas fiestas desde el punto de vista que les conviene y como aquí sabemos en la provincia de Valencia los populares, respaldados siempre por la televisión autonómica no están muy por la labor de difundir la fiesta y la presentan al público como un espectaculo cargado de cogidas, lo que es totalmente incierto.
Un saludo
Fantastica esta entrada. Nos esta malacostumbrando Sr. Lagun.
Y yo me pregunto ¿No se pueden recurrir esas leyes que "protegen" a los menores por el agravio comparativo que hay? Y pongo entre comillas lo de proteger porque esta demostrado que con 16 años, sin haber "tocado pelo" nunca, no se esta preparado para ponerse delante de un toro, y mucho menos para dejarse aconsejar al respecto.
Hola, Lagun! con agradable sorpresa visito tu blog por primera vez y quiero decir que me encanta y que se nota que amas esa afición tuya que casi más, parece una vocación, ¡Enhorabuena!
Angelines
¡Bienvenida, Angelines!
Me encanta que a ti te encante esta bitácora.
Vuelve siempre que quieras. Cada semana, más o menos, publico algo nuevo y sería un placer que siguieras hallando entradas que te gusten.
Espero encontrarme de nuevo contigo y, además, ver tus obras colgadas en ese espacio de la red al que conduce el enlace de tu nombre.
Un abrazo.
Casi todos los que de vez en cuando pasamos por aquí, creo que hicimos nuestros primeros pinitos antes de tener la edad que ahora se exige, por ello, nosotros no pasamos de correr ante becerras, a medirnos con cuatreños. En la zona centro es a lo que se obliga a nuestros chavales.
Feliz año 2009 a todos y que, con un poco suerte, este año presenciemos el debut de grandes corredores en cualquiera de las carreras que se den, sobretodo que vengan arreando los mas jovenes.
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