Octubre es un buen mes para que todos los corredores de encierros adquieran un libro.
Según vaya avanzando el otoño se irán reduciendo los días que tendremos para correr encierros, pasaremos muchas más horas en casa y leer un libro es una de las mejores recomendaciones que puedo hacer para el tiempo libre que iremos teniendo.
Apuntad éste para aumentar vuestra biblioteca: “El toro bravo”, de Álvaro Domecq y Díez.
El autor de este libro creció entre los toros de la ganadería de su padre, Juan Pedro Domecq Núñez de Villavicencio, y vivió entre los toros de su propia ganadería, Torrestrella, por lo que se puede asegurar que atesoró en vida conocimientos y méritos más que sobrados para poder escribir sobre el toro bravo en el campo.
El libro que os apunto resulta muy interesante, ya que refleja la vida del toro bravo desde que nace hasta que es incluido en el lote de una corrida: el nacimiento de los becerros, el destete, el herradero, los tentaderos, la vida del toro en el campo, las peleas, el lenguaje de los toros, el apartado, etc. Además, también trata otros asuntos relacionados con las ganaderías de bravo: temas clásicos, como los sitios y condiciones de una finca, y más actuales, como la investigación científica.
Al margen de las ideas de don Álvaro Domecq sobre algunos temas de índole personal, como los criterios de selección, que pueden ser compartidas o no por los lectores, el conjunto de la obra resulta muy didáctico para todo aficionado y, especialmente, para aquellos que desean empezar a adquirir conocimientos sobre la vida del toro bravo en el campo.
Espasa-Calpe editó por primera vez este libro en 1985 y la histórica portada con la que encabezo esta entrada es, cuando menos, la correspondiente a la cuarta edición, de marzo de 1987, cuyo diseño es de José Fernández Olías e incluye una fotografía de Arjona. Lo digo a efectos de rogar a quien posea los derechos de autor que se me permita mantener dicha reproducción, ya que con esta bitácora no tengo fines lucrativos. Y también para advertir a los interesados en adquirir el libro que las últimas ediciones de esta obra aparecían con una cubierta distinta, tal y como se puede comprobar en el catálogo que aparece en la web de la editorial.
Título: El toro bravo
Autor: Álvaro Domecq y Díez
Edita : Espasa-Calpe
Precio (aprox): 20,00 €
(...)
Añorando a un amigo, dejo hoy esta amplia NOTA:
Habitualmente dedico este espacio de cada entrada para dejar constancia de mi gratitud a las personas que me han ayudado, apuntar las autorías de las fotografías que he publicado y solicitar a los propietarios de los derechos de autor que me permitan mantener dichas reproducciones. Pero en esta entrada ya he cumplido con ese compromiso en el último párrafo de la misma, al que me remito, porque hoy quiero dejar este espacio para realizar un pequeño comentario a raíz del fallecimiento de un gran corredor de encierros ocurrido el pasado día 7 de octubre.
Es sabido que todos los años tenemos que lamentar la pérdida de varios compañeros en este ancestral rito y, como todos se merecen un homenaje y siempre podría ocurrir que alguno quedara en el olvido por falta de noticias, al abrir esta bitácora decidí que todos los años publicaría en el mes de noviembre una entrada con un homenaje conjunto a todos los corredores de encierros fallecidos y que no haría reconocimientos particulares a lo largo de cada temporada.
Pero la desgracia ha querido que ya en el primer año de singladura haya tenido que volver a meditar la decisión que tenía tomada.
Aunque soy consciente de que puede ocurrir, cuesta creer que sea uno mismo o alguien conocido quien vaya a tener la desdicha de perder la vida corriendo en un encierro; pero esta vez el infortunio ha recaído demasiado cerca, en un corredor por el que sentía un gran afecto, en un amigo: Iván Moreno Báez (a quien apodaban “Buty”, aunque en mi cuadrilla le llamábamos el “Pinky”).
De ahí mi desazón y mis dudas.
Pero, a la vez que pensaba en Iván, no podía olvidar que en la corta trayectoria de esta bitácora ya había habido más casos de corredores que habían perdido la vida, como le ocurrió a José Vicente (“el Pincho”) en Benifairó de Les Valls, por citar tan sólo al último del que yo tenía conocimiento.
Así, finalmente, he decidido seguir con la misma línea que ya me había trazado. Entre compañeros de encierros no cabe reclamar un trato distinto; y Él lo decía cuando salía a relucir el tema en los almuerzos, que no quería tener ningún tipo de protagonismo.
Por ello, a los amigos de Iván que me lo habéis sugerido os ruego que me perdonéis porque ahora no publique una entrada en su memoria y permitidme que sólo le llore mientras escribo esta nota. Algún día, cuando se calme el dolor, le dedicaré una entrada en la sección que Él realmente se merece, en la de “corredores de encierros”, porque era un gran corredor, un ejemplo en el que deberíamos fijarnos todos los compañeros y de manera especial los más jóvenes.
Iván Moreno Báez, “Pinky”: descansa en paz.
Según vaya avanzando el otoño se irán reduciendo los días que tendremos para correr encierros, pasaremos muchas más horas en casa y leer un libro es una de las mejores recomendaciones que puedo hacer para el tiempo libre que iremos teniendo.
Apuntad éste para aumentar vuestra biblioteca: “El toro bravo”, de Álvaro Domecq y Díez.
El autor de este libro creció entre los toros de la ganadería de su padre, Juan Pedro Domecq Núñez de Villavicencio, y vivió entre los toros de su propia ganadería, Torrestrella, por lo que se puede asegurar que atesoró en vida conocimientos y méritos más que sobrados para poder escribir sobre el toro bravo en el campo.
El libro que os apunto resulta muy interesante, ya que refleja la vida del toro bravo desde que nace hasta que es incluido en el lote de una corrida: el nacimiento de los becerros, el destete, el herradero, los tentaderos, la vida del toro en el campo, las peleas, el lenguaje de los toros, el apartado, etc. Además, también trata otros asuntos relacionados con las ganaderías de bravo: temas clásicos, como los sitios y condiciones de una finca, y más actuales, como la investigación científica.
Al margen de las ideas de don Álvaro Domecq sobre algunos temas de índole personal, como los criterios de selección, que pueden ser compartidas o no por los lectores, el conjunto de la obra resulta muy didáctico para todo aficionado y, especialmente, para aquellos que desean empezar a adquirir conocimientos sobre la vida del toro bravo en el campo.
Espasa-Calpe editó por primera vez este libro en 1985 y la histórica portada con la que encabezo esta entrada es, cuando menos, la correspondiente a la cuarta edición, de marzo de 1987, cuyo diseño es de José Fernández Olías e incluye una fotografía de Arjona. Lo digo a efectos de rogar a quien posea los derechos de autor que se me permita mantener dicha reproducción, ya que con esta bitácora no tengo fines lucrativos. Y también para advertir a los interesados en adquirir el libro que las últimas ediciones de esta obra aparecían con una cubierta distinta, tal y como se puede comprobar en el catálogo que aparece en la web de la editorial.
Título: El toro bravo
Autor: Álvaro Domecq y Díez
Edita : Espasa-Calpe
Precio (aprox): 20,00 €
(...)
Añorando a un amigo, dejo hoy esta amplia NOTA:
Habitualmente dedico este espacio de cada entrada para dejar constancia de mi gratitud a las personas que me han ayudado, apuntar las autorías de las fotografías que he publicado y solicitar a los propietarios de los derechos de autor que me permitan mantener dichas reproducciones. Pero en esta entrada ya he cumplido con ese compromiso en el último párrafo de la misma, al que me remito, porque hoy quiero dejar este espacio para realizar un pequeño comentario a raíz del fallecimiento de un gran corredor de encierros ocurrido el pasado día 7 de octubre.
Es sabido que todos los años tenemos que lamentar la pérdida de varios compañeros en este ancestral rito y, como todos se merecen un homenaje y siempre podría ocurrir que alguno quedara en el olvido por falta de noticias, al abrir esta bitácora decidí que todos los años publicaría en el mes de noviembre una entrada con un homenaje conjunto a todos los corredores de encierros fallecidos y que no haría reconocimientos particulares a lo largo de cada temporada.
Pero la desgracia ha querido que ya en el primer año de singladura haya tenido que volver a meditar la decisión que tenía tomada.
Aunque soy consciente de que puede ocurrir, cuesta creer que sea uno mismo o alguien conocido quien vaya a tener la desdicha de perder la vida corriendo en un encierro; pero esta vez el infortunio ha recaído demasiado cerca, en un corredor por el que sentía un gran afecto, en un amigo: Iván Moreno Báez (a quien apodaban “Buty”, aunque en mi cuadrilla le llamábamos el “Pinky”).
De ahí mi desazón y mis dudas.
Pero, a la vez que pensaba en Iván, no podía olvidar que en la corta trayectoria de esta bitácora ya había habido más casos de corredores que habían perdido la vida, como le ocurrió a José Vicente (“el Pincho”) en Benifairó de Les Valls, por citar tan sólo al último del que yo tenía conocimiento.
Así, finalmente, he decidido seguir con la misma línea que ya me había trazado. Entre compañeros de encierros no cabe reclamar un trato distinto; y Él lo decía cuando salía a relucir el tema en los almuerzos, que no quería tener ningún tipo de protagonismo.
Por ello, a los amigos de Iván que me lo habéis sugerido os ruego que me perdonéis porque ahora no publique una entrada en su memoria y permitidme que sólo le llore mientras escribo esta nota. Algún día, cuando se calme el dolor, le dedicaré una entrada en la sección que Él realmente se merece, en la de “corredores de encierros”, porque era un gran corredor, un ejemplo en el que deberíamos fijarnos todos los compañeros y de manera especial los más jóvenes.
Iván Moreno Báez, “Pinky”: descansa en paz.
2 comentarios:
Cierto es que este tiempo es mas de estar en casa y, como bien dices, buen momento para volver a la lectura de un buen libro.
Te hare caso amigo Lagun.
¿Me dejas 20.00 eurillos?
No quería dejar pasar la ocasión para hacer una pequeña reflexión sobre lo acontecido a Iván.
Se dice que todos sabemos que nos jugamos la vida al meternos en la manga de un encierro, pero esta es la primera vez que la muerte nos golpea tan cerca, nunca se había producido una muerte tan cercana y por ello, ahora si, somos realmente conscientes de lo que conlleva este rito y las posibles consecuencias, ya no son tan solo de boquilla, ahora hemos visto que son reales, y nos dejan un poso realmente triste. Es cierto, nos jugamos la vida.
Un recuerdo para IVAN.
Por otra parte, y aunque tenga muy poco que ver con lo anterior; el libro que nos recomienda usted con esta entrada, del cual yo he disfrutado con su lectura, es altamente recomendable.
Un saludo.
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