18/1/10

Recordando los encierros del pasado

Foto antigua del encierro de Cortes (Navarra) – Fuente: Biblioteca de Cortes


Si tengo en la bitácora una sección titulada “Naufragando por internet” es por casos como éste. Hace unos meses “googleaba” por la red buscando información sobre las Cortes de Navarra y, pinchando por aquí y por allá, me encontré con esta foto antigua del encierro del pueblo de Cortes (Navarra). Está colgada en una web pública de álbumes de fotografías y, por ello, me la bajé, pensando en la posibilidad de hablar de ella algún día. Y, la verdad, no ha sido ningún hecho real lo que me ha llevado a que hoy la rescatara, sino la circunstancia de que estos meses de reposo invernal, en lo que a encierros se refiere, es un período de tiempo ideal para volver la vista atrás repasando los vídeos o fotos que guardamos. Así, la fotografía que encabeza esta entrada, con sus casi cincuenta años de antigüedad, no servirá para otro fin que no sea el suyo propio: recordar los encierros del pasado.

El pie de foto insertado por la Biblioteca de Cortes dice lo siguiente:

“1966. Fiestas de San Miguel. Encierro frente al cuartelillo de la Guardia Civil. Toda Navarra, con las fiestas de San Fermín de Pamplona a la cabeza, es muy conocida por los espectáculos taurinos de vaquillas en la calle durante los meses de verano. No hay fiesta de los pueblos sin vacas en la calle. Esta curiosa instantánea refleja como los corredores del encierro se refugian en el cuartelillo de la Guardia Civil.”


En efecto, la foto es curiosa, cuando menos, por el concreto lugar donde se intentaba poner al resguardo la montonera de gente que en aquel momento resultó sorprendida por la vaca. Si en vez del cuartelillo de la Guardia Civil se tratase de una casa, una zapatería o una mercería, pongo por casos, la foto no sería tan anecdótica, pero quedaría como realmente quiero mostrarla: un reflejo de cómo se concebían, celebraban y vivían los encierros de hace unas décadas en Cortes y en muchos otros pueblos.


Los encierros no estaban tan encorsetados por los reglamentos como los de ahora, lo que originaba que fueran más espontáneos, más frescos, más variados, más ricos en matices, más... Si no fuera por las diferencias que imponen los recorridos, muchos encierros actuales se nos presentarían como clónicos. Los reglamentos tienden a prohibir elementos de la idiosincrasia local de los encierros y a crear modelos autonómicos, con lo que nos están privando de una parte importante del bagaje cultural que teníamos hasta hace unos años.

Por otro lado, antes en un encierro era más palpable el carácter festivo del acto. Ahora esa particularidad se va difuminando, y la tendencia actual es a convertirlo en un acto meramente funcional, que sólo se caracteriza por su finalidad intrínseca -encerrar los toros- y obvia lo festivo.

A ello no sólo contribuyen los reglamentos, también está incidiendo en esa particularidad el hecho de que muchos corredores nos desplacemos por todo el territorio de nuestro país para participar en gran parte del calendario de encierros pero, en la mayoría de los casos, sin integrarnos en la fiesta; limitándonos a sumar carreras en nuestro currículum como el que añade cromos a una colección.


Reconozco que en la actualidad se ven encierros con carreras más ajustadas que nunca. Por otro lado, hay que felicitarse de que se ha ganado en aspectos tan importantes como la seguridad, se ha conseguido que los encierros se corran con reses de mayor trapío y, algo importantísimo, se observa un mayor respeto hacia los animales. Soy consciente de todo ello y disfruto con ello.

Pero me da rabia ver como las normativas legislativas están reduciendo los encierros a los modelos más previsibles, más fácilmente controlables y, por ello, más susceptibles de reglamentar en todos sus aspectos. En algunos encierros está todo tan pautado, se hace una planificación tan previamente perfecta y se presenta un acto tan atractivo que los corredores tendemos a participar en ellos masivamente. No es que esté abogando por la imperfección en la organización; lo que ocurre es que en encierros así la evolución lógica ya sólo puede seguir dos caminos: el colapso –la muerte por éxito, que diría Javier Solano- o la limitación del número de corredores.

Lo primero llevaría directamente a la desaparición del encierro. Lo segundo, a la pérdida del carácter popular del festejo y, por tanto, a su mutación en un mero espectáculo. En ambos casos, a la muerte de los encierros tal y como los heredamos del pasado.

Deseando que ello no ocurra nunca, y para recordar la imperfecta espontaneidad de los encierros del pasado, vaya la fotografía de Cortes (Navarra) y, además, las dos que os muestro a continuación, que están tomadas del blog “Toreros Antiguos”, fueron realizadas por Manuel Vaquero y pertenecen al Archivo Ragel:
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Encierro de Pamplona (Navarra)
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Encierro de Méntrida (Toledo)
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Tres encierros distintos. Cada uno con sus propias características y su particular idiosincrasia, pero todos igual de memorables.
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Lagun
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NOTA: aún cuando las tres fotografías insertadas aparecen en webs públicas, ruego a los propietarios de los derechos de autor que me permitan mantenerlas en esta entrada, pues con esta bitácora no tengo fines lucrativos.
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5 comentarios:

SILVIA dijo...

Todas las fotografías son buenísimas. Pero la primera es que se sale. Tus explicaciones inmejorables una vez más. Mil besazos!!!

chirrina dijo...

Me quedo con esta frase para su reflexion:

"muchos corredores nos desplacemos por todo el territorio de nuestro país para participar en gran parte del calendario de encierros pero, en la mayoría de los casos, sin integrarnos en la fiesta; limitándonos a sumar carreras en nuestro currículum"

Totalmente de acuerdo, pero ¿porque se produce esto y cada vez mas?

LAGUN dijo...

SILVIA:
Es una lástima que la foto de Cortes vaya sin firma porque el autor se merecería ser citado. Tiene tanto juego...
Besos.

CHIRRINA:
La frase que citas va unida al párrafo en el que comento que a los encierros los estamos desvinculando del concepto “fiesta” al que tradicionalmente vienen unidos.
Nada se puede objetar al deseo de conocer otros encierros. Pero esa tendencia a la que hacía referencia en el texto entronca con la diferencia ya comentada aquí entre “ir de encierro” o “ir a correr un encierro”, que son actitudes muy diferentes cuando se va a otro pueblo. Y también enlaza, llevado al extremo, con la equiparación entre “encierro” y “deporte de riesgo”.
El párrafo del texto no es una crítica –no estoy legitimado para ello-, sino la exposición de una tendencia. De hecho, utilicé la primera persona del plural y, por tanto, yo también me incluía en ella por ser parte del colectivo.
Ahora bien, como ya he mantenido en otras entradas de la bitácora, mi opinión personal -tan susceptible de opinión como cualquier otra-, es que no hay que dejar de preservar el nexo entre encierro y fiesta; y que lo que a mí me gusta es “ir de encierro”.
Un abrazo.

Cuasca dijo...

Aqui os dejo una foto que hasta hace no mucho era habitual hacerse en la Comunidad Valenciana. Los mozos del pueblo con el manso y el ganadero.
La imagen esta realizada en Jerica (Castellon) a finales de los 50 o primeros de los 60. Mi abuelo se ve al fondo, en la esquina superior derecha, con gafas de sol.
http://www.pix8.net/pro/pic/4173yCGpH/283460.jpg

LAGUN dijo...

CUASCA:

¡Curiosa!
Ahora: tu abuelo no quería que le quitaran el sitio, ¿eh?
Un abrazo, y gracias por el enlace a esa foto.