Sucede en los encierros de Pamplona que, pese a la gran cantidad de corredores que participan, en los momentos previos a la carrera siempre sueles tener a tu lado y enfrente a los mismos compañeros, y que de algunos no conoces ni su nombre ni su procedencia ni, tan siquiera, su timbre de voz; sólo su cara, que siempre la encuentras en el mismo punto del recorrido del encierro. Luego, el resto del año no te vuelves a cruzar con esas caras, con esos compañeros, hasta que llega un nuevo 7 de julio y... ¡ahí están de nuevo!
Eso es, precisamente, lo que me venía sucediendo a mí durante años con este compañero, hasta que un día, por un hecho muy concreto, me acerqué a saludarle.
No obstante aquel saludo de hace ya algunos años, lo que realmente nos ha dado la oportunidad de conocernos algo más a fondo ha sido “la magia de internet” y, todo hay que decirlo, decenas y decenas de correos electrónicos en los últimos cinco meses. A través de ellos he confirmado mi impresión de que este veterano compañero es un impenitente corredor de encierros; pero, además, he podido descubrir a todo un sanferminero de pro, a un auténtico “casta”, como dicen por su tierra.
No fue fácil convencerle para que sus recuerdos y opiniones sobre el encierro de Pamplona puedan aparecer publicados hoy en esta bitácora. Pero, bueno, aquí tenemos una pequeña parte del contenido de los muchos correos que nos hemos remitido en estos meses. Y eso es algo que siempre le agradeceré; no ya por mí, sino por todos los seguidores de este blog.
En lo que ha sido inflexible es en su exigencia de que no apareciese publicada una foto suya. Alguien podrá pensar que esta entrada resulta incompleta sin la publicación de la fotografía de nuestro compañero, pero... se lo he respetado. ¡Bueno! Se lo he respetado sólo en el sentido literal de la palabra “foto”; porque esta vez ilustraremos la entrevista a un veterano corredor de encierros recurriendo a la magia del dibujo, de la caricatura. Con su punto de gracia, pero respetuosa, por supuesto.
Ha sido el propio compañero, que tiene un humor muy sanferminero, el que ha elegido la caricatura que os presentamos, en la que aparecen fundidas dos facetas que van muy ligadas a él: una, la de corredor impenitente del encierro; y, otra, la de ser un poco cocinillas en una conocida Sociedad Gastronómica pamplonesa.
José Miguel García Gobeo, “Txemi”,
de Iruña-Pamplona (Navarra). 61 años.
“Txemi” visto a través del rotulador de Pablo Moreno Alcolado.
(P) ¿CÓMO TE LLAMAS?
(R) José Miguel García Gobeo.
(P) ¿ERES CONOCIDO POR ALGÚN APODO?
(R) ¡No! Pero te diré que, según los círculos y edades de mi vida, me han llamado de muy diversas maneras tomando parte de mi nombre o alguno de mis dos apellidos. En la actualidad, los amigos me llaman “Gobeo” o “Txemi”.
(P) ¿DÓNDE NACISTE Y EN QUÉ FECHA?
(R) En Iruña–Pamplona, el 21 de agosto de 1947.
(P) ¿Y A QUÉ EDAD COMENZASTE A CORRER ENCIERROS?
(R) Corrí mi primer encierro el 9 de julio de 1964. Por tanto, tenía 16 años.
(P) ¿EN TU FAMILIA HABÍA ANTECEDENTES DE CORREDORES DE ENCIERROS?
(R) En mi casa no había tradición de correr. Cuando yo era pequeño, mi padre nos llevaba a mi hermana la mayor y a mí a ver el encierro al balcón de algún amigo, principalmente en la calle Estafeta, o a la Plaza de Toros. Y recuerdo cómo, cuando íbamos a Estafeta, él bajaba a la calle y justo se ponía al lado de unas ventanas para guarecerse en caso de peligro. Es decir: era uno más de los que “estorban”.
(P) Y, ENTONCES, ¿DE DÓNDE CREES QUE TE VIENE LA AFICIÓN?
(R) Por el riesgo, por el sentimiento de no dejar pasar esa ocasión única que te ofrece un encierro, con todo su peligro e indefinición, para ganar el espacio de libertad que te da el riesgo, el miedo, esa sensación de peligro indescriptible, los nervios “pre” y la satisfacción “post”, cuando la tuve. Supongo que también por la costumbre, todo el mundo lo hacía; pero, si analizo, de mis amigos fui yo el único corredor constante, permanente, sin que por ello quiera ponerme a más altura que nadie.
(P) ¿QUÉ OPINABAN EN TU CASA CUANDO COMENZASTE A CORRER?
(R) Mis padres no se enteraron en bastante tiempo que corría, pero como mi madre (¡ah las madres!) siempre sospechaba, me quitaba el despertador, me bajaba la persiana, me cerraba la puerta y, aún teniendo un sueño muy ligero siempre, los días de San Fermín dan para mucho cansancio y muchos días ni me enteraba que mi madre había entrado en la habitación y me había hecho aquella faena. Esto me llevó a dormir a menudo en casa de un amigo, Montxo (el cual murió el 15 de abril del año pasado), pues su madre estaba encantada de que corriéramos y nos despertaba ella. Allí teníamos hasta la ropa limpia y todo. Y... ¡a correr!
(P) Y TU NOVIA O MUJER, CUANDO TE CASASTE, ¿TE PEDÍA QUE NO CORRIESES?
(R) La chavala poco a poco se fue percatando de que aquello no tenía solución y lo dejó, porque sus protestas eran inútiles.
(P) ¿EN QUÉ TRAMOS DEL ENCIERRO HAS CORRIDO?
(R) Aquel 9 de julio de 1964 nos lanzamos un amigo mío, también llamado José Miguel, y yo desde el Ayuntamiento hacia Estafeta, y en la esquina esperamos a ver aparecer los toros por el Ayuntamiento. En ese instante nos echamos a correr cada vez más fuerte y nos cogió la manada a la altura de la Bajada de Javier, momento en el que me aparté lleno de miedo.
Ese mismo año corrí otro día de la misma manera, y un toro se quedó parado a la altura de una carbonería que había justo enfrente de la puerta en que yo me resguardé. El toro empezó a dar cabezadas, a trastear, voltear gente y yo no pude ni moverme del miedo que tenía, del pánico más bien. Así que decidí que yo allá no iba a correr más y al año siguiente me fui a Santo Domingo, donde tenía a gente conocida corriendo en esa zona.
(P) ¿CÓMO ERAN ANTES LOS ENCIERROS DE PAMPLONA Y COMO HAS VISTO SU EVOLUCIÓN?
(R) En cuanto a la evolución, estos últimos años se ha diferenciado más por el exceso de gente, mientras que a finales de los 70 lo fue por la preparación física que poco a poco íbamos teniendo los mozos. Y no sólo por el encierro, sino en nuestra vida cotidiana. La práctica de deporte con asiduidad, una mejor alimentación, etc., nos permitía correr en Santo Domingo 70 ó 100 metros con los toros detrás y nosotros aguantando la carrera ¡Una maravilla! Poca gente, espacios, manada agrupada, conocimiento..., todo se cruzaba.
Respecto al otro tema, antiguamente corrían en Santo Domingo corredores de gremios comerciales de la Plaza Vieja, como le llamábamos al Mercado de Abastos que hay justo ahí. Había un trozo para los carniceros, abajo del todo, y otro para los pescaderos, un poco más arriba. Corrían menos y muchos de ellos con la mandarra típica del trabajo; así como en Mercaderes y en Estafeta se corría hasta con traje y corbata, y si hacía mal día con la gabardina en el brazo. Todo un lujo aquellas fotos de los años 50.
En Mercaderes era distinto. La carrera más corta, entrecortada por la incertidumbre de acabarse la cuesta y la mucha anchura. Aquí, en aquel entonces, corría gente que le decían que eran carlistas, gente txapelgorri, boina roja. Cierto o no, era una chorrada como otra cualquiera, pero diferente también.
En Estafeta, antes corría poca gente en la esquina con Mercaderes, pero al final de esta calle, ya más cerca de la Plaza de Toros, siempre ha habido carreras de cine: los hermanos Unzu, en sus tiempos inconfundibles los gemelos, o Barón, siempre con su txapela enfundada, para más tarde pasar a los corredores habituales de hoy, con mucho nombre, muchas facultades, pero con más espacio. Todo era para ellos y ahora es parecido, con la salvedad de que la masificación les lleva a estar más perdidos en el tumulto. Masificación que, curiosamente, viene de fuera y no de corredores locales. De éstos hay pocos, cada día menos, y se dan más en Santo Domingo.
(P) Y EN LA PREDISPOSICIÓN, ¿HAY DIFERENCIAS SIGNIFICATIVAS ENTRE LOS CORREDORES DE TUS AÑOS MOZOS Y LOS DE AHORA?
(R) Cuando empecé (mediados los 60) no se corría todos los días; dos encierros corría yo, a veces tres o cuatro, pero nunca todos. El día que estabas de andada y pasabas la noche era obligatorio dianas, encierro, almuerzo y cama si no aguantabas más. Fíjate: ¡qué barbaridad! La antítesis del buen corredor. Pero era así. Y corríamos con alpargatas de esparto atadas con las cintas, sin calcetines, etc. Todo un horror y un error, pero así eran las cosas. Luego, había otros días que no te levantabas al encierro o a lo sumo ibas a verlo.
El pasar de correr al principio dos días, luego alguno más y posteriormente todos nace, sobre todo, a raíz de los sucesos de 1978, que marcaron a mi entender el devenir de los sanfermines. Se impuso la pauta de que todo el mundo debía estar todos los días en todos los actos de la fiesta o acabaríamos tachándolo de poco sanferminero, mal pamplonica, poco casta... Ello llevó a una situación que también afectó al encierro, como un acto más de todos los que hay en las fiestas, y había que participar todos los días.
Y así fue. Aún cuando antes de todo esto ya había quienes corrían a diario, como Javier Hermosilla y Fermín Echeve, como los más conocidos y sin citar a otros que también lo hacían, por tener la cabeza más comida con el tema del encierro, siguiéndoles la costumbre poco a poco más y más gente, todos ellos de Pamplona, residentes o allegados. También evolucionó con los extranjeros, que se apuntaban a la fiesta y todos los años corrían en el encierro, varios de ellos todos los días; si bien es verdad que el resto de la fiesta como tal, nunca la llegaban a gozar, porque su vida se circunscribía a eso: el encierro, un almuerzo, descansar, toros, salida de peñas suave y a casa, cenar y descansar para al día siguiente correr en plenas facultades.
(P) TE HAS REFERIDO A LOS “SUCESOS DE 1978” Y SEGURO QUE LOS MÁS JÓVENES NO SABEN A QUÉ TE ESTÁS REFIRIENDO. ¿NOS PODÍAS DECIR QUÉ PASÓ ESE AÑO EN LOS SANFERMINES Y QUÉ CONSECUENCIAS TUVO?
(R) Aún cuando los bien pensantes siempre dicen que la política no se debe mezclar en la fiesta, a mi entender, es algo inevitable. No sólo en la actualidad, siempre ha sido así.
Aquellos años, en plena transición de la dictadura a la monarquía parlamentaria, fueron convulsos, reivindicativos y violentos. Mucha protesta, mucha formación política por parte del pueblo llano, mucha desavenencia con el poder establecido y una parte de lección que nos quisieron dar en general a todos, para comprobar la fuerza del poder, hizo que aquel 1978 fuera una locura, y por una simple pancarta sacada en la plaza de toros tras la corrida se desencadenó toda la tragedia. Gente con pistola en mano, la policía entró a saco tras los niños y sus pancartas y aquello fue el caos. En la ciudad se vivieron momentos de auténtica guerra de guerrillas, hasta que al caer la noche uno de los muchos disparos que hubo por parte de la policía mató a Germán Rodríguez y con ello mató los sanfermines del 78.
Aquello marcó un momento, una época y una manera de entender los sanfermines. Unos por miedo, otros por precaución, otros por querer seguir disfrutándolos, la mayoría porque no quiere violencia, se acabó gritando eso de “San Fermín, San Fermín”, no ya como petición de fiesta, sino como grito represor ante cualquier “sugerencia” de alguien, grito, petición, protesta o pitada en los toros. Una aberración. Con la cual se perdió, a mi juicio, parte de la libertad que tenemos como personas y por supuesto como participantes de la fiesta más espontánea, alegre y reivindicativa de cuantas existen. Nos dieron una “lección” que todavía dura.
Por ello es por lo que te decía que la labor ciudadana fue importante para recuperar la fiesta.
(P) ADEMÁS DE CORRER EN LOS ENCIERROS DE PAMPLONA ¿HAS CORRIDO EN LOS DE OTRAS LOCALIDADES?
(R) Sólo he corrido delante de toros, nunca con vacas o vaquillas, y sólo en Pamplona y Tafalla; y en ésta pocas veces. Para mí lo de Pamplona era sagrado y lo guardaba con respeto e intimidad de algo que no quería que me arrebataran.
(P) ¿HAS SUFRIDO ALGÚN PERCANCE SERIO EN LOS ENCIERROS?
(R) A lo largo de tantos años, siempre algo sucede, desde los pequeños tropiezos, caídas, empujones, pisotones, golpes con el testuz, roces con el lomo y vueltas de campana. Cosas sin importancia; salvo que, conforme la edad va pasando, la recuperación siempre es más lenta, hasta llegar a la última que fue una cornada seria que me atravesó la pierna derecha de lado a lado, sin que afectara a huesos ni arterias importantes, pero que me dejó secuelas añadidas al deterioro que ya tenía en esa rodilla, al habérmela roto dos veces y tener tres operaciones más.
P) ¿TE RECUPERASTE TOTALMENTE DE ESA COGIDA?
(R) Para la vida normal y cotidiana, sí. Pero ya no me deja hacer deporte; algo que practicaba antes con cierta normalidad. ¡Bueno! La excusa es la pierna, por no decir la edad... que cuenta y más de lo que parece.
(P) Y... ¿TUVISTE QUE DEJAR DE CORRER EN EL ENCIERRO?
(R) En realidad quería haberlo dejado el año anterior, pero tuve un percance el día 8 de Julio, donde me tropecé con alguna “raya de lápiz”, me cayeron un montón de mozos encima y de los toros solo pude ver sus pezuñas, amén del golpe, del cual no me pude recuperar hasta pasados los sanfermines.
Llevaba cuarenta años corriendo, número redondo, y consideraba suficiente ya el tiempo, las facultades iban fallando, los reflejos, las formas, la gente, todo influía, así que dije: este año no, el siguiente. Y mira por donde con doble ración y todo.
Así que la decisión de dejarlo ya estaba tomada, lo que sucedió es que me fui, como quien dice por la puerta de atrás, con una cornada, aunque no tan funesta como a otros corredores que murieron cerca mía en años anteriores y que también me hicieron replantear si debía seguir o no, pero se ve que no influyeron lo suficiente.
(P) ¿Y AHORA...?
(R) Todos los días de San Fermín, salvo causa de fuerza mayor, a las 8 de la mañana estoy en la Cuesta de Santo Domingo, para seguir sintiendo la emoción, ya algo alejada, pero emoción, de ver pasar los bichos al lado, aun sabiendo lo mal que está el hacerlo. Antes siempre me quejaba de “esos viejos apoyados en la pared molestando e incordiando la retirada”. Ahora yo soy uno de esos viejos con la tripa hacia fuera, esperando ver pasar los toros como si en ello me fuera la vida. Como decía Darwin, debe ser la evolución de las especies.
Hay un dato imperceptible para el resto de corredores, pero importante, satisfactorio y tremendamente emocionante para mí, y es que a partir de la fecha de mi cogida, el día que el encierro es de la misma ganadería que la del toro que me corneó, mi hermano Otilio, el que me sigue en edad, ya que corremos los tres que somos, se queda a mi lado en la acera. Nunca había visto a un acérrimo corredor de encierros que se quedara sin correr uno en solidaridad con “nada”. ¡Uff! Fuerte, emocionante e indescriptible.
(P) ¿ANTES DEL ENCIERRO CANTABAS AL SANTO, TENÍAS ALGUNA MANÍA O SUPERSTICIÓN QUE CUMPLIR?
(R) Antes del comienzo del encierro ni rezaba ni cantaba al Santo. Nunca lo he hecho. Pero... ¿Superstición? ¡Qué curioso! No soy nada supersticioso en la vida, pero... ¡Ah! El encierro, el mito, te hace ir por otros derroteros. Yo, concretamente, hasta que corrí, solía ir casi siempre andando al encierro y hacía el mismo recorrido, tocaba la corteza de los mismos árboles, pasaba por las mismas calles y siempre iba solo, jamás acompañado. Y, estando en el recorrido, pocas veces daba la cara a la gente, todo ello por los nervios que me atenazaban. Comprar el periódico ahí, donde Matxela, era también un rito, apoyarme en la pared, pasar hojas sin poder leer... Desayunar con mis hermanos era otro rito, otro momento maravilloso de la vida. Unas veces éramos dos y otras los tres, los que hubiésemos corrido. Ahora, ya sin correr yo, lo seguimos haciendo. Yo siempre, el viejo, el mayor, dando lecciones de pundonor, de permanencia ¡No te jode!
(P) HAY VARIAS CUESTIONES EN RELACIÓN AL ENCIERRO DE PAMPLONA SOBRE LAS QUE ME GUSTARÍA SABER TU OPINIÓN: VESTUARIO, MASIFICACIÓN, ANONIMATO Y TELEVISIÓN. HÁBLAME DE LA PRIMERA, DEL VESTUARIO.
(R) La vestimenta sanferminera es uno de los muchos agobios, intransigencias y maneras de entender la fiesta, nuestra fiesta.
En principio, según los estudios existentes, parece ser que el traje blanco con pañuelo, faja y txapela tradicionales, nace de los bailes folklóricos de nuestra tierra. Poco se diferencia un dantzari de Bizkaia con uno de Navarra o de Araba, uno de Cortes a uno de Bera, del Roncal a Viana. Todos son parecidos. Y, además, algo que sólo es folklórico lo convertimos en político y social. Con lo que, en conclusión, el tra-je-tí-pi-co-pam-plo-ni-ca se va al carajo. Las cosas son más universales de lo que nos parece.
En los tiempos de mi primer encierro eran muy pocos los que practicaban la vestimenta llamada sanferminera: algún mozo de peña, de los recalcitrantes, los dantzaris y poco más, si acaso te la ponías algún día. Luego todos les fuimos siguiendo para no estar desubicados de la especie sanferminera y en la actualidad no se concibe por la mayoría de los que disfutamos de las fiestas, siendo indígenas, que salgamos a la calle de otra manera.
Pero también es una mera circunstancia de la actualidad, donde lo mismo te critican por llevarlo, porque eres un folklórico y ya sólo te falta la peineta, como por no llevarlo, porque pareces dar a entender que estás en contra de ello y, ya en el encierro, te quieres hacer distinguir para que se te vea más.
¿Quién sabe por qué se viste cada uno como lo hace? Sólo quien se viste, uno mismo, pero los demás nos convertimos en jueces y sentenciamos.
¡Qué más da como vayas vestido, si lo que somos es personas y no un vestido!
(P) VAMOS CON LA SEGUNDA: LA MASIFICACIÓN.
(R) Lo de la masificación es el eterno problema, del cual se hablaba ya en los años 70 y comparativamente éramos cuatro.
¿A quién le dices que no participe en el encierro? ¿A los menores de 16 años? ¿A los mayores de 65? Por ahí eliminaríamos en la pirámide de edad a un buen montón, pero es entre esas edades donde más gente existe. ¿A quien quitamos de ahí? ¿A los casados? ¿A los que son padres? ¿A los que no van de blanco?
¿Por qué y en qué calidad damos paso a unos sí y a otros no? ¿A los que diéramos un carnet? ¿Con qué mérito? Porque soy corredor de siempre, porque soy de Pamplona, porque vivo aquí al lado, porque vengo de una provincia cercana, porque vengo de una provincia lejana, porque soy extranjero, porque voy de blanco, porque tengo pelo, porque no fumo, porque no bebo...
(P) SOBRE EL ANONIMATO
(R) En este momento el anonimato es ya imposible a nada que destaques en algo. A nivel local, el periodismo está ávido de noticias y todos los días tiene a su propia competencia, más la radio y la televisión. Por otro lado, hay personas que no se resisten al gusto que da ser famosillo y es uno de los males, no sólo de quien te busca, sino que si eres fácil de encontrar está hecho el binomio perfecto.
(P) Y SOBRE LA TELEVISIÓN, ¿ESTÁS A FAVOR O EN CONTRA DE LA RETRANSMISIÓN DE LOS ENCIERROS?
(R) Sé que para las arcas de la Casa de Misericordia es un palo, y para la gente en general también; pero yo diría que no, radicalmente.
(P) ¿Y TÚ CREES QUE LAS DISTINTAS COMISIONES O FOROS QUE SE CREAN TODOS LOS AÑOS EN RELACIÓN CON EL ENCIERRO PROPICIARÁN CAMBIOS QUE PALÍEN SIGNIFICATICAMENTE ALGUNOS DE SUS PROBLEMAS?
(R) La realidad es que, como siempre, los cambios son difíciles. Como decía antes: ¿Dónde y por qué pones el límite? Criterios, susceptibilidades, cuestiones hirientes por mor de la edad, estado civil, preparación, vestimenta, día, carnet, etc. etc.
Así que supongo que echarán en la curva de Estafeta la pasta para que no se resbalen los morlacos, modificarán alguna parte del vallado que estará estropeada y cambiarán algún tornillo roñoso; pero en lo principal, a mi juicio, para evitar la masificación o, cuando menos, disminuir el número de corredores, no adoptarán ninguna medida por impopulares o, incluso, ilegales, como sería que no se pudiera grabar y retransmitir el encierro o publicar y distribuir fotos de la carrera.
Ese sería el cambio ideal. Así, nadie tendría fotos, películas ni entrevistas y la gente vendría a San Fermín a participar lisa y llanamente, anónimamente.
(P) ¿QUÉ SON PARA TI LOS SANFERMINES?
(R) Parto de la base de que a mi padre le gustaban los sanfermines a morir y quizás de ahí viene mi afición a ellos, pero a ellos en general, no sólo al encierro.
Yo reivindico la fiesta total, no la parcial. No sólo encierro, no sólo procesión, no sólo Riau-Riau, no sólo corrida, no sólo almuerzo, no sólo copas, no sólo comidas y cenas, quiero todo y a todas horas mientras el cuerpo aguante y cuando ya no pueda más a casa o, como antes, a la Peña y a dormir en un banco o en una silla durante las horas que sean necesarias.
Para mí, los sanfermines es la fiesta por excelencia, la entrega a la juerga absoluta, el desmadre, la desinhibición, la trasgresión de las formas, la perfección de la locura general, la catarsis mundial al juntarse gentes tan dispares para pasarlo bien. Además, es la fiesta de mi pueblo y lo que quiero es diversión perdido en el anonimato de la masa para gozar como dice la canción de “una fiesta sin igual”.
(P) ¿ESA PASIÓN POR LOS SANFERMINES QUE TRASMITES TE HA LLEVADO, APARTE DE A PARTICIPAR Y DISFRUTAR, A VINCULARTE CON ELLOS A UN NIVEL, DIGAMOS, DE SU DEFENSA, PROMOCIÓN U ORGANIZACIÓN?
(R) ¡Sí! A raíz de los sucesos de 1978, entre unos pocos amigos y corredores del encierro organizamos en septiembre los sanfermines “txikitos”. Aunque sea inmodestia decirlo, creo que aquello fue un hito, que tuvo un éxito abrumador y que ejerció una gran influencia en el devenir social que marcó en cierta manera el futuro de nuestras fiestas durante varios años. Hicimos muchas cosas, propusimos alguna que todavía se conserva y, realmente, fue un tiempo maravilloso por los años, la plenitud, la labor realizada, la fuerza que teníamos y el entusiasmo que pusimos. También te diré que durante dos años hicimos un programa de radio con el tema monográfico de los sanfermines y editamos un pequeño libro que salió a la luz en junio de 1979. En fin, como te decía, una época sensacional.
(P) Y, POR ÚLTIMO, HABLANDO DEL ENCIERRO EN CONCRETO, ¿QUÉ ES PARA TI EL ENCIERRO?
(R) Qué difícil es explicarlo; sobre todo, llevándolo tan dentro. Considero que el encierro es algo que está entre el riesgo, el deber, el sentimiento, la inconsciencia, la temeridad, la satisfacción, la tradición, la pasión, el amor y algo tan complejo como sería descifrar cada neurona de uno mismo para poder decir aquello que fuera bonito y preciso de cada una de todas sus acepciones.
(...)
Quiero volver a agradecer a Txemi su autorización para publicar esta entrevista y, además, su consentimiento para presentarla con una caricatura.Y, en segundo lugar, decirle que comparto, si no todas, la inmensa mayoría de sus reflexiones; pero hay una con la que estoy en total desacuerdo: cuando nos ha dicho que “me fui, como quien dice por la puerta de atrás, con una cornada”. Amigo Txemi: no te has ido, ni muchos menos aún por la puerta de atrás, tú sigues siendo un corredor de encierros. Y, por mi parte, si siempre deseo la llegada del día 7 de julio para disfrutar del encierro de Pamplona y de los sanfermines, este año tengo un aliciente añadido: poder darte un abrazo de compañero y amigo.