26/10/09

Toro Ensogado


Arroyo del Ojanco (2004). Foto: Juan B. Marqueta.
Fuente: http://www.juanb.com/


Concepto básico

Se denomina “Toro Ensogado” a la modalidad de festejo taurino popular consistente en la suelta en una localidad de una res vacuna con una o varias sogas fijadas a su cuerpo para poder controlar sus movimientos y embestidas.

Se trata de una ancestral costumbre de festejo taurino popular que tuvo en la antigüedad una gran importancia y difusión en toda la Península Ibérica, y que aún se conserva en un centenar de localidades.

Esa denominación genérica no es la única con la que se le conoce a este festejo, ya que a lo largo y ancho de la Península, y con independencia de los títulos específicos que recibe en cada población, se le denomina con otros nombres genéricos, como son los de toro enmaromado, toro de soga, toro de cuerda, bou en corda, bou capllaçat, sokamuturra... y gayumbo, que es una voz antigua con la que se le conoció en otras épocas y que da título a un cuadro de Francisco de Goya.


Variantes más comunes de toro ensogado

La riqueza que atesora la Península Ibérica en sus manifestaciones culturales también se manifiesta en los festejos taurinos populares en general y en el Toro Ensogado en particular, ya que cada localidad celebra su festejo con toro ensogado incorporando al concepto básico unas variantes provenientes de costumbres ancestrales heredadas que le otorgan una originalidad singular.

Existen variantes en todos los elementos y aspectos del festejo, por lo que tratar de detallarlas todas resultaría prácticamente imposible y sólo cabe apuntar algunas de las más comunes y dar algún ejemplo de las mismas.

Respecto al propio festejo:
- Hay localidades, como Ohanes (Almería) o Pina de Ebro (Zaragoza), en las que el festejo va intrínsecamente unido a otro acto que tiene carácter religioso y se enmarca dentro de un conjunto de manifestaciones culturales, por lo que las reses no llegan a ser soltadas totalmente.
- No obstante, la inmensa mayoría de festejos con toros ensogados sí que consisten en una verdadera suelta de reses para ser corridas por los mozos.

Grazalema (2008). Foto: Peña del Lunes del Toro de Cuerda. Fuente: http://www.lunesdeltorodecuerda.com/


Respecto a la res:
- Lo más común es que la res que se suelte sea un toro, como ocurre en Grazalema (Cádiz), Chiva (Valencia) o Lodosa (Navarra), entre otros; pero hay alguna localidad en la que únicamente se celebra con vacas, como Torroella de Montgrí (Gerona) o La Puebla de Montalbán (Toledo), y también las hay donde la suelta es tanto de machos como de hembras, siendo Beas de Segura (Jaén) el ejemplo más típico.

Beas de Segura (2009). Foto: Emilio Navarro (Ojosapiens). Fuente: http://www.ojosapiens.eu/


- Además, se puede abrir más el abanico dentro de este apartado si se tiene en cuenta que, cuando el protagonista del festejo es un macho, hay festejos en los que se utilizan ejemplares de media casta, como en Allariz (Orense), mientras que en la mayoría de festejos se sueltan reses bravas.
- Hay festejos en los que las astas de las reses van enfundadas, como es el caso de Ontinyent (Valencia); mientras que en otros muchos no es así.
- Otro criterio diferenciador dentro de este grupo viene derivado del hecho de que, aunque nunca se realice de cara al público, el animal suela ser sacrificado al final del festejo, como en Benavente (Zamora), o que no lo sea, que es el caso de Chiva (Valencia) o de las sokamuturras, en general.


Respecto a la soga:
- Salvo en una minoría de lugares en los que a la res se la amarra con varias sogas: Ohanes (Almería) o Fornalutx (Mallorca), en la mayoría se utiliza una única maroma, cuya longitud varía: en San Roque (Cádiz) se utiliza una muy corta, mientras que la más larga puede que sea la de Benavente (Zamora).
- Por otro lado, mientras en la práctica totalidad de la Península la maroma se amarra a los cuernos de la res, en las sokamuturras es típico anudarla al cuello y engancharla a un gran collar con cascabeles que portan los animales.
- Ya entrando en cuestiones de detalle, si en muchos pueblos se ata a la res con una maroma simple y sin ningún tipo de adorno ni de complemento, en otros la zona de la cuerda que está en contacto directo con la cabeza del animal tiene una banda para protegerlo de rozaduras; e, incluso, los hay que llevan elementos decorativos, como se hace en Chiva (Valencia).

Chiva (2007). Foto: Emilio Navarro (Ojosapiens). Fuente: http://www.ojosapiens.eu/


- Una variante de algunos pueblos del País Vasco, como Azpeitia (Guipúzcoa), es la de anclar la cuerda a un punto del recorrido, o a varios que se usan correlativamente, siendo la longitud de la soga la que limita el movimiento de la res.


Respecto a la actitud de los mozos:
- Los mozos suelen llevar más dominado al animal en aquellos festejos en que es sujetado con varias maromas, como en Fornalutx (Mallorca).

- Pero su actitud es más variable en los pueblos donde la res está fijada por una única soga. En Benavente (Zamora) siempre debe haber mozos llevando la maroma por delante de la res, para así poder marcarla un recorrido prefijado que hay que cumplir. En otros pueblos en los que la tradición no señala un itinerario obligatorio, los mozos simplemente intentan llevar siempre la soga sujeta por delante, para ser ellos los que decidan el recorrido que ha de seguir el animal, como ocurre en Chiva (Valencia) o en Grazalema (Cádiz), por ejemplo; aunque también hay momentos en los que eso no ocurre por las circunstancias que se derivan del festejo, del recorrido o de las embestidas del animal. En cambio, en Lodosa (Navarra) los mozos siempre dejan suelta la maroma para que el toro se mueva a su libre albedrío y sólo la sujetan cuando resulta estrictamente necesario dirigir a la res o controlar sus embestidas.

Lodosa (2008) ... Foto cedida por Mikel Leza.


Respecto al recorrido:
- Tal y como solía ser norma común en la antigüedad y esencia del Toro Ensogado, en Lodosa (Navarra) no se coloca ningún tipo de vallado, por lo que la res puede aparecer en cualquier punto de la población.
- En la mayoría, y normalmente por obligación legislativa, sí que se delimita el espacio, pero también hay que distinguir entre recorridos lineales, como el de San Roque (Cádiz), y los compuestos de varias calles y plazas en un área más o menos amplio, tal y como queda delimitado el de Grazalema (Cádiz).


Origen

No existe ninguna fuente que nos indique el auténtico origen de los festejos con toros ensogados. Pero, en sintonía con Francisco J. Flores Arroyuelo (“Correr los toros en España – Del monte a la plaza”), parece lógico convenir que esta práctica trae causa del traslado hasta el poblado que el hombre prehistórico debía realizar con los toros primitivos (los uros) que cazaba vivos en el campo; para lo que se servía, entre otros elementos o técnicas, de maromas con las que poder controlarlos y conducirlos hasta el recinto en el que serían encerrados, sin que en aquellas acciones, lógicamente, faltasen carreras, desplantes, así como sustos, golpes y hasta cogidas.

Además, como el hombre rindió culto al Toro desde la prehistoria, también necesitó trasladar toros vivos hasta su poblado para celebrar ceremonias de fertilidad, por un lado, y ritos de sacrificios, por otro. Por lo que en la acción humana de introducir en su poblado a toros ensogados, además de contar con vínculos cinegéticos, también hay nexos con la celebración de rituales.

Es en esta línea donde se encuadran contribuciones de historiadores del toreo como el Conde de las Navas, el Conde de las Almenas y el Marqués de San Juan de Piedras Albas, que conforman la tesis de que las fiestas populares de toros tienen un origen prehistórico e ibérico, ligado primero a actividades cinegéticas y, posteriormente, a la institución del sacrificio y, por tanto, a la esfera de las creencias mágico-religiosas.

Del mismo modo, Pedro Romero de Solís, Manuel Delgado o Julián Pitt-Rivers defienden que los festejos taurinos populares tienen su origen en rituales de sacrificios. Pero Álvarez de Miranda, en cambio, mantiene que provienen de rituales asociados al culto a la fecundidad y la fertilidad, en los que el hombre pretendía apropiarse del poder genésico del toro a través del contacto con él, sin que fuese preciso ni la muerte del animal ni el consumo de su carne.

En todo caso, lo que resulta evidente es que todas aquellas ancestrales creencias desaparecieron y que perduraron algunas de las prácticas taurinas que se realizaban en base a ellas, aunque evolucionando en las formas, en su trasfondo esencial e, incluso, adaptándose a nuevas civilizaciones y nuevos credos, como ocurre en el caso del cristianismo.

En ese sentido, Juan Carlos Olivares Pedreño plantea en su estudio “El dios indígena Bandua y el rito del Toro de San Marcos” que el origen del Toro de San Marcos podría estar en rituales que se debieron realizar en honor del dios Bandua, que era una deidad peninsular prerromana; por lo que se trataría de un rito que, evolucionando, logró sobrevivir hasta la Edad Media, y un ejemplo de la supervivencia en el Medievo de ancestrales ritos taurinos.

Volviendo a citar al Conde de las Navas, en su libro “La fiesta más nacional” da cuenta de una carta de Francisco Fernández y González, fechada en 1896, en la que se hace referencia a una crónica latina del siglo XII que menciona la repetición en Castilla de una fiesta muy usada entre los romanos y de orden semejante a correr vacas enmaromadas. Consistía en atar los cuernos de un toro con una maroma, al cual llamaban la atención por ambos lados.

Y es que, en efecto, los festejos de toros ensogados tuvieron en la Península Ibérica su momento de mayor auge en plena Edad Media. Así lo demuestran documentos como el Fuero de Tudela, también llamado de Sobrarbe (s. XII), el Fuero de Albarracín (s. XIII), las Cantigas de Alfonso X el Sabio (s. XIII) y muy diversas crónicas medievales.

Sydney Crocker & Blich Barker. Museo Zumalacárregui. Fuente: http://www.gipuzkoakultura.net/


Julio Caro Baroja, en su libro “El estío festivo”, encuadra a los festejos de toros ensogados que se practicaban en la Edad Media como juegos propios de fiestas familiares. Estas fiestas en las que se corrían toros ensogados se solían celebrar por diferentes motivos: festejar visitas de grandes personalidades, ordenaciones de sacerdotes, nacimientos, bautizos, esponsales y casamientos (estrechamente vinculados al específico rito del “Toro Nupcial”, que solía ser un toro ensogado y traía causa de antiguos rituales de fertilidad). También hay que resaltar que los festejos de toros ensogados que se celebraban por votos a santos patrones se extendieron por la península en los siglos XIV y XV, y muchos de los que han sobrevivido son herencia de ellos.

Si los espectáculos taurinos a pie, entre los que se encuadraban los festejos populares, tuvieron ya con Alfonso X el Sabio una norma restrictiva, sería en el siglo XVI cuando estuvieron cerca de ser prohibidos por las disposiciones de las más altas esferas de la Iglesia, especialmente por la bula de Pío V, “De salutis gregis dominici”, de 1567. Pero la fecha más negra para los festejos de toros ensogados es el 30 de agosto de 1790, la de la “Real Provisión de los Señores del Consejo por la cual se prohíbe por punto general el abuso de correr por las calles novillos y toros que llaman de cuerda, así de día como de noche”, que fue firmada por Carlos IV.

Debemos imaginar que con aquella Real Provisión de 1790 desaparecieron muchos festejos de toros ensogados. ¡Pero no todos! La gran tradición y la gran afición del pueblo llano, especialmente, consiguió que sobrevivieran un buen número de festejos y, con ellos, el antiguo rito del Toro Ensogado.


Localidades en las que actualmente se siguen celebrando festejos de toros ensogados

Distribución geográfica del Toro Ensogado


El ancestral festejo del Toro Ensogado se sigue conservando y celebrando en un centenar de localidades correspondientes a veintiséis provincias de España más otras dos de la vecina Portugal, que sepamos.

No se puede decir que sea alto el número de poblaciones con festejos de toros ensogados, ni tampoco que su distribución geográfica sea uniforme; por lo que no debe llevar a engaños el elevado número de provincias donde se sigue celebrando. Así, sería mucho más exacto decir que este antiguo rito taurino se conserva en algunas localidades de seis o siete comarcas del territorio peninsular, con el añadido de unas pocas poblaciones aisladas en las que aún se mantiene por la arraigada afición de sus vecinos.

Y es que, no hay que negarlo, los festejos de toros ensogados mantienen una dura pugna por su supervivencia desde hace más de cinco siglos, en los que vienen deseando su desaparición gobernantes y dirigentes de las distintas épocas y regímenes habidos. Algo que, íntimamente, también anhelan los de hoy en día, pues en la mayoría de los reglamentos autonómicos de festejos taurinos populares se prohíbe esta modalidad, si bien permiten que se sigan celebrando en aquellas localidades que tienen una tradición acreditada.

A continuación se ofrece la relación de localidades agrupadas en comunidades autónomas. En el bien entendido de que es una lista abierta, pues siempre puede haber alguna población que celebre festejos de toros ensogados y no aparezca incluida; aunque será mucho más fácil lo contrario: que aparezca relacionada alguna localidad que, desgraciadamente, haya dejado de celebrar toros ensogados en los últimos años y debamos sacarla del listado.


Andalucía

El festejo taurino popular más propio de Andalucía es, precisamente, el del Toro Ensogado, o Toro de Cuerda, que es la denominación genérica más común en esa comunidad. Dentro de su ámbito territorial se encuentra una de las comarcas señeras en este tipo de festejos: la Sierra de Grazalema; pero también cuenta con una población que tiene uno de los festejos de nuestro país con mayor tradición y fama: Beas de Segura y su Toro de San Marcos.

Andalucía tiene festejos con toro ensogado en Cádiz: Benamahoma, Benaocaz, Grazalema, San Roque y Villaluenga del Rosario; en Jaén: Beas de Segura y Arroyo del Ojanco; en Córdoba: Carcabuey; en Huelva: Villalba del Alcor; en Málaga: Gaucín; y en Almería: Ohanes.

El festejo de Ohanes se diferencia claramente del resto, pues queda enmarcado dentro del conjunto de una procesión religiosa, siendo su esencia una clara muestra de lo que debió ser el rito del Toro de San Marcos en la Edad Media. También están dedicados a San Marcos los festejos de Arroyo del Ojanco y Beas de Segura, pero ambos tienen una idiosincrasia muy particular, tanto por la gran cantidad de reses que se sueltan como por el protocolo que se sigue con cada una de ellas antes y después de ser “cascadas”, lo que conlleva que cada animal tenga que pasar por una cadena de actos distintos que se alargan durante varios días.

Menos protocolarios, pero más cercanos al espíritu de lo que fue el Toro Ensogado en épocas pretéritas son los festejos de la Sierra de Grazalema, entre los que destaca el de la localidad que da nombre a la comarca.

El Toro de Cuerda de Grazalema

Grazalema (2008). Foto: Peña del Lunes del Toro de Cuerda. Fuente: http://www.lunesdeltorodecuerda.com/


Se desconoce el origen de este festejo, pero hay teorías que llegan hasta afirmar que podría provenir de un antiguo rito céltico que tendría más de dos mil años de antigüedad. Sin pretender negar lo anterior, lo más probable es que la introducción de este festejo en la Sierra de Grazalema sea debida a repobladores cristianos de tierras ganaderas de Castilla.

Se cuenta que, de un antiguo festejo popular que se celebraba en la población al aprovechar los días que los ganaderos volvían con sus reses al pueblo tras haber pasado el invierno pastando en otros prados, los monjes Carmelistas Descalzos lo habrían cristianizado en el siglo XVIII a cambio de financiar el rito taurino popular y dedicarlo a honrar la festividad de la Virgen del Carmen.

El Toro de Cuerda de Grazalema se celebra el lunes siguiente al día 16 de julio, que es la festividad de la Virgen del Carmen. A las ocho de la mañana se suelta en la parte alta del pueblo al toro para que descienda por las empinadas calles de la localidad hasta llegar a la parte baja, donde es encerrado. Al mediodía se le vuelve a soltar, y los mozos, procurando llevar la maroma siempre por delante de la res, se afanan por que el toro vuelva a subir a la zona alta de Grazalema para volver a bajarlo después. Por la tarde se procede a realizar una nueva suelta.

En los últimos años se han llegado a correr hasta tres toros, pero siempre por separado.


Aragón

En la Comunidad Autónoma de Aragón tenemos toros ensogados en Albentosa, Aliaga, Calamocha, Cedrillas, Cella, Rubielos de Mora, Sarrión, Teruel y Utrillas (Teruel), así como en Pina de Ebro (Zaragoza).

Tres son los festejos con toro ensogado que destacan en la comunidad:

El Toro de Sogas, de Pina de Ebro: La procesión de San Juan va encabezada por un toro ensogado por las astas, con un cabo por delante y otro por detrás para que los mozos puedan controlarlo. Un festejo cuyo origen va unido a una leyenda del siglo XII que dice que los cofrades de San Juan decidieron llevar todos los años un toro en la procesión porque, cuando unos árabes les impedían sacar al santo en procesión, sorpresivamente apareció un toro que arremetió contra los infieles y los obligó a huir.

El Toro Ensogado de Rubielos de Mora

Rubielos de Mora (2009). Foto: José Ángel Barea. Fuente: “vaquilladelangel.blogspot.com


El 16 de julio, que es la festividad de la Virgen del Carmen, se suelta por las calles de la localidad un toro sujeto por una única maroma que los sogueros tienen obligación de llevar siempre por delante. Se trata de una tradición que se remonta a 1620.

La Vaquilla del Ángel, de Teruel. El segundo fin de semana de julio se celebra en Teruel la fiesta de su patrón: el santo Ángel, y uno de los actos más emblemáticos es la suelta por la ciudad de un toro que es conducido por los mozos con dos sogas que lleva amarradas a sus astas. Una tradición que no tiene un origen definido, pues según una teoría se remontaría al s. XIV, mientras que otra lo sitúa en el s. XVII. Después de sufrir varias prohibiciones, se restableció en 1931 y, tras la Guerra Civil, tomó tal auge que desde 1949 son cuatro los toros que se corren.


Castilla – La Mancha

Cuatro son las localidades castellano-manchegas que conservan festejos con reses ensogadas: La Puebla de Montalbán, Villaluenga de La Sagra y Yuncos, en la provincia de Toledo; más la ciudad de Cuenca.

La Vaca Enmaromada de La Puebla de Montalbán

La Puebla de Montalbán (2009). Foto: Raúl Barbero. Fuente: “raulbarbero.blogspot.com


Las fiestas en honor en honor del Cristo de la Caridad se vienen celebrando en La Puebla de Montalbán desde 1598, en virtud de un voto que hizo el pueblo cuando una peste estuvo a punto de acabar con la población de esta villa. Uno de los actos más esperados en la actualidad es la suelta de su tradicional vaca enmaromada.


Castilla y León

Unos pocos pueblos de la Comunidad Autónoma de Castilla y León logran conservar sus festejos con toros ensogados: Alija del Infantado, en León; Astudillo, en Palencia; Mucientes, Palazuelo de Vedija, Torrelobatón y Villafrechós, en Valladolid; así como Villarín de Campos y Benavente, en Zamora.

Es más, posiblemente alguno de los mencionados ya no formará parte de esa lista por la fuerte presión que vienen soportando desde hace años.

El Toro Enmaromado de Benavente

Benavente (2005). Foto: Emilio Navarro (Ojosapiens). Fuente: http://www.ojosapiens.eu/


Hay muchas versiones de la presunta leyenda sobre el origen del Toro Enmaromado de Benavente. Una de ellas dice que un día que la condesa y su hijo paseaban por las afueras de la muralla se les vino encima un toro que aquella jornada se corría en la localidad, matando al joven en su embestida, por lo que se obligó a partir de entonces a que los toros en Benavente se corriesen enmaromados para que no ocurriese otro incidente parecido.

Lo documentalmente acreditado es que se tienen noticias de juegos de toros en Benavente desde los siglos XV y XVI y que en el s. XVII aparecen las primeras referencias de festejos de un toro enmaromado relacionados con la fecha del Corpus Christi. Desde dicho siglo se viene celebrando este antiguo rito en Benavente, aunque hubo circunstancias históricas que afectaron de forma temporal la continuidad del festejo.

Su suelta tiene lugar en la tarde de la víspera del Corpus. Y ese, el momento de la salida del toril, es el momento más espectacular del festejo. Luego, la carrera discurre por un recorrido urbano que es fijo y que los mozos tratan de que cumpla el toro, llevando siempre por delante la larga maroma que el toro tiene sujeta a sus astas.

El festejo concluye siempre con el sacrificio del animal en unas dependencias municipales.


Cataluña

En Cataluña es la comunidad autónoma donde se observa una mayor oposición ciudadana contra los festejos taurinos, y muy especialmente contra los de naturaleza popular. Por contra, en este ámbito de los festejos taurinos populares hay una comarca catalana que siente pasión por los correbous y que tiene una larga tradición de bous ensogats. Esa comarca es conocida como Terres de l’Ebre, las Tierras del Ebro: Les Cases d’Alcanar, El Ligallo de Ganguil, Sant Carles de la Rápita, Sant Jaume D’Enveja y, a la cabeza de todas estas localidades de Tarragona situadas en el Delta del Ebro, Amposta.

Pero, además, Cataluña también cuenta con una localidad de la provincia de Gerona en la que se celebra un festejo taurino popular de reses ensogadas: Torroella de Montgrí. Un caso curioso, pues la iniciativa parte de una peña cuyos miembros son oriundos de Beas de Segura y organizan en el mes de agosto unos festejos con vaquillas al estilo de su localidad de origen.

El Bou Capllaçat de Amposta

Amposta. Foto: ACN. Fuente: http://www.diaridetarragona.com/


Se tienen noticias de la existencia en Amposta del festejo de Bou Capllaçat desde finales del s. XIX, cuando en la víspera de la Mare de Déu d’Agost tenía lugar la primera salida; pero de todo el ámbito territorial catalán ya se tiene constancia de bous capllaçats en 1636, y se peinsa que ya se celebraba con anterioridad.

La nota más característica de la comarca es la forma de amarrar al toro: un lazo alrededor de las astas terminado en un cabo de un metro de longitud que es donde se amarran las dos sogas con las que se domina al toro.


Comunidad Valenciana

La Comunidad Valenciana, que siempre es un referente en materia de festejos taurinos populares, también cuenta con un buen número de localidades con toros ensogados. Es más, puede que sea la única comunidad autónoma donde estén surgiendo nuevos pueblos que celebran esta modalidad de festejo.

Alquerías de Santa Bárbara y Alquerías del Niño Perdido, en Castellón. Aielo de Malferit, Alborache, Bugarra, Chiva, Godelleta, Ontinyent, Turis, Vallada y Yátova, en Valencia.

De esta relación, las localidades que cuentan con un mayor renombre son Ontinyent y, sobre todo, Chiva.

Bou en Corda, de Ontinyent

Ontinyent (2007). Foto: Xequi. Fuente: http://www.flickr.com/


Con motivo de las fiestas de la Purísima Concepción, Ontinyent celebra el fin de semana anterior su tradicional Bou en Corda, que se remonta al año 1662 y que actualmente recorre las calles y plazas de la localidad entre un gentío de mozos y conducido a través de una maroma que los mozos suelen llevar por delante. El festejo cuenta con una acto previo muy particular: L’Embolà. Es el momento en el que se cubren las astas del toro con una peculiar funda que consiste en un cilindro de hierro cubierto en su parte delantera por una bola de tela a la que se le une una vaina de cuero sujeta por una cuerda muy fina.

Pero, sin duda, el festejo con toro ensogado más conocido de toda la Comunidad Valenciana es el que se celebra en Chiva los días 17, 18 y 19 de agosto en honor a la Virgen y san Roque.

El Torico de la Cuerda, de Chiva

Chiva (2006). Foto: Emilio Navarro (Ojosapiens). Fuente: http://www.ojosapiens.eu/


Según el historiador Mora Yuste, el documento más antiguo que se conserva sobre este festejo es de 17 de agosto de 1765; un año en el que, tras ser corrido el Toro durante tres días, fue subastado por los clavarios de San Roque y su importe entregado para la construcción del templo. Pero, como ya entonces se habla de tres día de bou, al igual que hoy, habría que suponer que el festejo en sí debe gozar de más antigüedad, pues normalmente los orígenes suelen tener siempre pretensiones más modestas. Así, el mismo autor señala otras fuentes en las que se habla de una cesión de un toro a Chiva por parte de ganaderos turolenses como pago por los pastos consumidos por sus ganados durante el invierno; lo que nos podría remontar a prácticas más remotas.

El astado es amarrado con una única cuerda que los mozos tratan de llevar siempre por delante de él, para dirigir el recorrido a seguir y, a falta de un itinerario fijo y obligatorio, algunos portadores de la maroma cumplen con la ilusión de llevar al Toro hasta la casa de sus padres, mujeres, novias o amigas.

Al contrario de lo que ocurre en otros pueblos, en Chiva no se sacrifica al Toro a la finalización del festejo; y durante el mismo el trato que se le dispensa es totalmente respetuoso.

Cabe destacar, por último, lo vistosa que resulta la soga de Chiva, al estar confeccionada en tres colores: azul, rojo y amarillo; y que, para minimizar el roce sobre el testuz del Toro, la cuerda lleva una badana, así como unos bordados y unas borlas de adorno, que se suelen presentar los mismos colores que aquella.


Galicia

En Galicia sólo hay una localidad que conserva una fiesta en la que el protagonista sea un toro ensogado. Se trata de Allariz, en Orense.

La Festa do Boi, de Allariz

O Boi, protagonista da festa. Fuente: http://www.festadoboi.com/


El origen de esta fiesta se remontaría al siglo XIV según una leyenda popular que dice que habitaba por entonces en Allariz una colonia judía que todos los años se burlaba de los cristianos en las celebraciones del Corpus Christi, originándose graves altercados; hasta que a un hidalgo de la localidad llamado Xan de Arzúa se le ocurrió en 1317 encabezar la procesión a lomos de un buey con el que, a base de embestidas del animal y los varazos que repartía el hidalgo, se consiguió dispersar a los judíos.

En memoria de aquel hecho, y sufragado por el capital dejado en testamento por el propio Xan de Arzúa, todos los años se corría un buey por las calles de Alariz durante el Hábeas, y no se abandonó la tradición hasta principios del siglo XX. Fue en 1983 cuando fue rescatado por un grupo de jóvenes de la localidad.

El sábado anterior al Corpus se realiza la prueba del buey: ni muy bravo ni manso debe ser. Luego, durante los ochos días siguientes se saca al buey ensogado y se suceden carreras amenizadas con música regional e interpretaciones simbólicas de aquel hecho legendario.


Islas Baleares

En las Islas Baleares se rindió culto al Toro en la antigüedad, lo que implica la celebración de rituales taurinos, pero en la actualidad sólo se celebra un festejo popular en todo el ámbito de la comunidad: la Baixada del Bou de Fornalutx.

La Baixada del Bou de Fornalutx

Fornalutx (2008). Foto: Cati Cladera. Fuente: http://www.elmundo.es/


Los festejos de una localidad se adaptan a sus tradiciones y en Fornalutx, para celebrar las fiestas su patrona, la Mare de Déu de la Natividad, es tradicional realizar la Baixada del Bou, que culmina con la coronación del Toro en la plaza del pueblo por una payesa.

Los mozos conducen a la res de forma controlada por las empinadas cuestas de Fornalutx, sirviéndose de una cuerda que, amarrada a la cabeza de la res, consta de dos cabos: uno que llevan los mozos por delante para guiar al Bou, y la que sostienen por detrás para controlarlo. Tras su coronación, el animal es trasladado a unas dependencias donde es sacrificado y su carne repartida y consumida.


La Rioja

Se corren toros ensogados en Barruelo, Cabretón, Cenicero y Rincón de Soto.

El Toro Ensogado de Cabretón

Cabretón. Foto: SANDA. Fuente: http://www.larioja.com/


Dentro del programa de actos en honor a la Virgen del Carmen, la localidad riojana de Cabretón celebra su festejo del Toro Ensogado.

Antiguamente, se compraban dos vacas para todos los días de la fiesta, y en el último se soltaban ensogadas por todo el pueblo y sin ningún tipo de vallado, siendo sacrificadas posteriormente. Actualmente, son dos toros los que se adquieren para el festejo concreto del Toro Ensogado.

De uno en uno, se sueltan en la plaza de la Iglesia y posteriormente se abre una de las puertas para correrlo por el pueblo siguiendo un recorrido que está vallado. Cuando finaliza el festejo ambos animales son sacrificados.

El Toro Ensogado de Cabretón, además de gozar de una gran tradición local, es uno de los más peculiares de La Rioja por la manera de enmaromar los toros: con una soga a cada cuerno.


Navarra

Lodosa es el único pueblo de Navarra donde se autoriza la celebración de un festejo con toro ensogado.

Lodosa (2009). Foto: Joseba Carnicer. Fuente: everyoneweb.es/toriviciao


El Toro Ensogado de Lodosa

Aunque se intuye que debe gozar de siglos de antigüedad por la tradición a este tipo de festejos que había en la región durante la Edad Media, la documentación existente en Lodosa sobre la celebración de este festejo únicamente nos remonta a 1892, que es el año en el que está fechado el documento más antiguo que se conserva en relación al Toro Ensogado.

La fecha de celebración es el tercer fin de semana de septiembre, que es cuando comienzan las fiestas en honor de la Virgen de las Angustias; pero ese viejo rito se revive en esta localidad navarra durante todos los fines de semana que median hasta la Virgen del Pilar.

El Toro se suelta en la plaza próxima al ayuntamiento y, desde allí, es él, el protagonista de la fiesta, el que elige el itinerario por el que discurrirá el festejo, pues los mozos no toman la cuerda salvo en casos absolutamente necesarios; de forma que el Toro Ensogado de Lodosa corre por las calles de la localidad con la soga siempre por detrás suya, sin un rumbo prefijado ni vallado que limite su carrera.


País Vasco

La Comunidad Autónoma del País Vasco no sólo es la región que cuenta con un mayor número de localidades donde se celebren festejos de reses ensogadas, es que su modalidad típica de festejo taurino popular es ésa: la sokamuturra.

Hondarribia (2009). Foto: José Manuel Jiménez. Fuente: www.sokamuturrak.com/


En Álava: Labastida; en Guipúzcoa: Aretxabaleta, Arrasate, Azkoitia, Azpeitia, Bergara, Deba, Elgoibar, Errenteria, Hernani, Hondarribia, Legazpia, Mendaro, Mutriku, Oiartzun, Oñate, Pasaia, Placencia, San Sebastián, Tolosa, Urnieta, Villabona y Zestoa; y en Vizcaya: Amorebieta, Bermeo, Derio, Durango, Guernica, Lekeitio y Sodupe en Vizcaya.

Ésa es la relación de localidades del País Vasco con festejos de reses ensogadas, de sokamuturras, que se viene manejando en artículos elaborados para el Congreso del Toro de Cuerda. Una lista que, dado el arraigo que existe en el País Vasco por las sokamuturras, puede que sea más amplia (y sería positivo que nos advirtiesen vía comentarios a este texto de otras poblaciones que las celebren para añadirlas al listado).

En el País Vasco, los festejos de sokamuturra tienen tantas variantes como localidades, prácticamente, pero se podría reseñar de una forma un tanto general que se celebran tanto con toros como con vacas, e incluso hay sitios que se sueltan becerrillas para los chavales más jóvenes, y que las astas de las reses suelen ir enfundadas; que la forma más común de amarrar a la res no es a las astas, sino enganchando la soga a un collar que se ciñe alrededor del cuello; que la soga puede ir libre, sujeta por los mozos o dejarla anclada a un muro, de forma que es la propia longitud de la cuerda la que delimita la zona por la que se puede mover la res; por último, que se eligen para correr las sokamuturras lugares de lo más variado: calles en línea, entramados de vías urbanas, plazas públicas o, incluso, en playas.

Resulta difícil destacar una población entre todas las del País Vasco, pero se puede decir que Azpeitia es uno de los lugares donde hay mayor afición por las sokamuturras.

Sokamuturras de Azpeitia

Azpeitia (2009). Foto: José Manuel Jiménez. Fuente: www.sokamuturrak.com/


Según datos ofrecidos por Imanol Elías Odriozola, la noticia más antigua que se ha encontrado en el Archivo Municipal de Azpeitia respecto a toros data de 1518. A partir de ahí existen varios documentos del s. XVI que acreditan la gran afición de los azpeitiarras por correr toros. Pero una decisión tomada en 1567 por las autoridades del pueblo indica que hubo un cambio especial que modificaría el modo de jugar con el toro en Azpeitia. El 14 de octubre de 1567 se reunió la corporación municipal para organizar el programa de festejos por el nacimiento de Catalina Micaela de Austria, hija de Felipe II: actos religiosos, danzas, fuegos artificiales y... decidieron dar esta orden: “Que Juan de Ondarra y Pedro de Altuna, carniceros de la Villa, traigan a cada buey o toro, que con sus sogas corran las calles, pagando a cada ducado”.

Es el primer dato con el que cuenta Azpeitia para acreditar la antigüedad (documentada) de la práctica de correr toros con soga en la localidad.

Desde entonces, la historia de los toros ensogados en Azpeitia es larga y está repleta de todo tipo de acontecimientos. Hoy en día, las sokamuturras se corren en Azpeitia con motivo de un buen número de fiestas: San Sebastián, Carnavales, San Ignacio... La gente del pueblo sale a la calle y se crea un ambiente formidable. En ese aspecto, destaca por su curiosidad la jornada del Domingo de Carnaval. Los azpeitiarras celebran ese día el “Txikito Elegante”, y salen a la calle con trajes y vestidos de principios del s. XX o, cuando menos, con traje y corbata ellos y con distinguidos vestidos ellas. Y así acuden a las sokamuturras que se corren ese día, resultando pintoresco ver a los mozos corriendo y recortando con traje y corbata.


Portugal

En Ponte de Lima (Viana do Castelo) se celebran las “vacasdas cordas”, en el que se corre un toro bravo amarrado con dos sogas. Más renombre y fama tienen las “touradas à corda” de distintas localidades de la Isla Terceira (Azores).

Touradas à corda de Isla Terceira (Azores)

Tourada à corda. Foto: “bluesphere”. Fuente: http://www.flickr.com/


El historiador Luis da Silva Ribeiro afirma tener noticias de touradas desde la segunda mitad del siglo XVI, pero no concreta su antigüedad y deja abierta la posibilidad de que su origen sea tanto español como portugués.

En las touradas à corda de Isla Terceira se corren toros que, previamente, son embolados y amarrados por una sola cuerda anudada directamente alrededor del cuello. Durante el desarrollo de festejo, la cuerda es manejada por un grupo de pastores que visten un atuendo tradicional.


Lagun

(...)

NOTA: Quiero agradecer públicamente el gesto de retirar su firma o su logo que han tenido algunos de los fotógrafos citados; y a todos, por supuesto, el hecho de permitirme el uso de sus fotografías para ilustrar este texto.
Por otro lado, también quiero agradecer la información y ayuda prestada por parte de los compañeros de “El Sur A Cuerpo Limpio . es” y a aquellos otros que también me han aportado datos de forma particular.
A todos: ¡¡¡GRACIAS!!!

(...)

19/10/09

Gerardo Diego


De todos los grupos generacionales de artistas, literatos e intelectuales que han surgido a lo largo de la historia de nuestro país, la Generación del 27 es la promoción cultural que más se ha aproximado a la Tauromaquia y la que nos ha aportado un mayor número de obras inspiradas en el mundo del Toro.

La Generación del 27 contó con importantísimos poetas que se inspiraron en el toreo de manera frecuente: Federico García Lorca, Rafael Alberti o Miguel Hernández, por poner unos ejemplos; pero el más aficionado a los toros, el que más se prodigó en la temática y el único que no se limitó a escribir poemas sueltos y llegó publicar dos libros completos de poesía taurina fue Gerardo Diego.


Gerardo Diego Cendoya (1896-1987), natural de Santander.



Aficionado a los toros desde su niñez, fue un precursor de sus compañeros de generación en lo que se refiere a componer poesía taurina, pues en 1926 ya había escrito los poemas “Torerillo en Triana” y “Elegía a Joselito”, mientras que ni Lorca ni Alberti habían abordado aún esa temática. La pasión por los toros de Gerardo Diego se reflejó en dos libros completos de poesía taurina: “La suerte o la muerte - Poema del toreo” y “El Cordobés dilucidado”.

El primero de esos dos libros, “La suerte o la muerte - Poema del toreo”, es la obra cumbre de poesía taurina de Gerardo Diego. En él reúne composiciones fechadas entre 1926 y 1963 que están inspiradas en las grandes figuras de su época, en las variadas suertes de la lidia y en los distintos momentos de una corrida de toros, además de otros poemas referidos a distintos ámbitos del toro, por lo que se puede decir que conforma toda una tauromaquia completa.

El libro comienza con un “Bautizo y Brindis”, y continúa con unos poesías dedicadas al toro.

“Primavera del utrero”:

“Qué plenitud de dehesa.
Qué azul embriaguez de abril.
Y cómo el pitón progresa,
Garabato de candil.
...”


En una de ellas, “Invocación al toro”, Gerardo Diego le pide al Toro inspiración para terminar su poema, como si fuese una musa, y le rinde culto dándole el tratamiento de un Dios al que llama Padre y equipara con Zeus:

“...
Padre toro, desgarra en mil jirones
las banderas del aire y borbotones,
fulmina y tala, abrasa y carboniza,

revuelve paraísos con avernos,
y encuna este poema de ceniza
y de gloria en la rima de tus cuernos.”


A la hora de recrear los distintos momentos y suertes de la lidia, Gerardo Diego recurre a descripciones que parecen pensadas para personas que van a ir por primera vez a una plaza de toros.

“Verónicas gitanas”:

“Lenta, olorosa, redonda,
la flor de la maravilla
se abre cada vez más honda
y se encierra en su semilla.
...”


La “Media verónica”:

“Uno, dos, tres, siete lances,
columnas de un monumento.
No se deshaga en romances.
Que no se lo lleve el viento.
Falta la cúpula alta,
la rotonda que se exalta
sobre la teoría jónica.
Y la torera cintura
-flor de elegancia- clausura,
pura, la media verónica.”


“Suerte de varas”:

“Cruje el rey sus soberanos
huesos. Qué poderío.
Y el caballo alza sus manos
como tañendo el vacío.
Un minuto dura, eterno,
el alto pujar del cuerno
contra el pulso que se afianza.
Ni uno de los dos cediera
si el maestro no tendiera
la larga de la esperanza.”


“Naturales”:

“El toreo se hace hondo,
a un tiempo se abisma y vuela,
cuando va el toro redondo,
atado el cuerno a la tela.
...”


“Pase de pecho”:

“Entre un temporal deshecho
la gruesa nave embestía.
Al pasar por el estrecho
la plaza se estremecía.
Tú erguido, firme, derecho,
faro en tu roca vigía,
larga el brazo, álzale al techo,
rompa la espuma bravía.
Y allá va el pase de pecho.
Fue la noche y ya es el día.”


Y entre suertes y lances, Gerardo Diego incluye homenajes a figuras del toreo, tanto para elogiar su dimensión artística como para glosar su muerte.

La “Elegía a Joselito”:

“Un lienzo vuelto, una última voz –toro-,
un gesto esquivo, un golpe seco, un grito,
y un arroyo de sangre –arenas de oro-
que se lleva –ay, espuma- a Joselito.”


Un poema sobre “Las largas de Rafael el Gallo”:

“...
Con la larga cordobesa,
larga como una promesa,
tráete ya el toro a la cola
como al paje la princesa.
...”


Una “Oda a Belmonte”:

“...
Venid acá, oh incrédulos,
vedle cómo se afianza
sobre el talón izquierdo bien posado;
la acordada muñeca templa y tañe
a la lira que avanza
y humilla y tuerce y cruje y se comprime.
Mientras la mano diestra la esperanza
del claro acero esgrime.
...”


O el “Adiós a Manolete”:

“...
La balanza equilibra
la suerte y muerte igual.
Islero a Manuel reta.
Manuel a su isla va.

Rodeados de sombra
de espesa inmensidad,
solos allá en su isla
se entrecruzan en paz.”


Siendo tan buen aficionado como era Gerardo Diego, no podía faltar un “Himno a los subalternos”:

“...
Gloria a vosotros, alfiles, jinetes,
gloria y honor. Que mi verso más clásico,
desde el toril al trotar de mulillas
corona os ciña solemne.”


Además, entre otros muchos momentos, el poeta también nos evoca el instante inminente a “El encierro”:

“(Pamplona)
¡Madre, los toros! El río
urge y aprieta sus ondas
de tumulto y vocerío
y espumas negras, redondas.
Se va haciendo embudo el lecho.
Hay que tragar el estrecho,
zancas largas, sanfermines.
Sopla el fuelle. Allá van blusas,
jirones, aspas, esclusas.
Y están tocando a maitines.”


Cierra el libro Gerardo Diego con el poema “Plaza vacía”, y su último verso... ¡Qué último verso!:

“la vida es sombra, y el toreo sueño.”



Francisco Javier Díez de Revenga, máximo especialista en la poesía de Gerardo Diego, dice de él que "fue uno de los pocos poetas españoles capaz de articular un libro monográfico sobre la fiesta, La suerte o la muerte, obra maestra tanto por su intenso contenido poético como por sus virtudes formales y estructurales, ya que todo el libro está concebido como un gran poema del toreo".

13/10/09

Onda


Municipio de la provincia de Castellón, en la Comunidad Valenciana (España). Está situado a unos 25 kilómetros de su capital provincial en dirección oeste, en la comarca de la Plana Baja.


................... Foto: Alós ............. Fuente: flickr.com

Si cada una de las comarcas, provincias o regiones de nuestro país se suele distinguir por tener una modalidad típica de festejo taurino popular que es la que se ofrece mayoritariamente en su territorio, se podría decir que en la provincia de Castellón tienen muchas de esas variantes: entradas a caballo, encierros de toros cerriles y de corro, sueltas de reses, toros enmaromado... y, como no, hablando de Levante, toros embolados.

Ir de fiestas a la provincia de Castellón supone primordialmente disfrutar del Toro, y una de las que ofrece más oportunidades para ello es la Fira de Onda.


HISTORIA

Está acreditada la presencia del hombre en tierras de Onda durante el Neolítico por el hallazgo de diferentes herramientas de sílex. A partir de ahí, encontramos restos arqueológicos, especialmente cerámicos, de la época del Bronce Valenciano y del período Ibérico. Los griegos llamaron al lugar “Sepelacon” y en tiempos de la dominación de Roma se le conoció como “Sepelaci”. Fue por entonces cuando, dado los puntos donde se han hallado más restos, se cree que el núcleo de población se ubicó de forma definitiva ya en la colina del actual castillo. De la época de la romanización se conservan cinco inscripciones latinas, restos de un puente en el Mijares y un trozo de vía romana. Por otro lado, del período visigótico tenemos una patena de bronce.

La consolidación definitiva de Onda como población se produce a principios del siglo XI, en época musulmana. Posteriormente, a partir del siglo XII, fue amurallada y se convirtió en un importante núcleo de población. La estratégica situación geográfica de Onda, entre la llanura y la sierra, permitió desde antiguo un control de la zona circundante y, consecuentemente, de las comunicaciones, y ello fue un factor determinante en su historia, tanto de la localidad como del castillo.

Onda fue conquistada por el Cid Campeador en el año 1090, hecho que está reflejado en el “Cantar del Mío Cid”, pero pasaría nuevamente a manos musulmanas a partir de 1102. Sería el rey Jaime I de Aragón quien la volvería a reconquistar definitivamente alrededor de 1237 y en el año 1248 la otorgó su Carta Puebla.

Se podría decir que, a partir de entonces, convivieron en Onda cristianos, judíos y musulmanes; pero dejando constancia que los musulmanes debieron abandonar el interior del recinto amurallado y construirse en un arrabal un barrio nuevo para ellos que se llamó “Morería”, mientras que los cristianos pasaron a ocupar todo el núcleo fortificado salvo el barrio judío, que estaba alrededor del Portal de Valencia. La convivencia que así se forjó perduró hasta que judíos, en 1492, y moriscos, en 1609, fueron expulsados de España.

Respecto al estatus jurídico de Onda, tras su conquista por Jaime I fue lugar de realengo hasta que en 1280 fue traspasado a la Orden del Hospital y ésta a su vez transfirió su señorío a la Orden de Montesa en 1319. Pedro el Ceremonioso vendió la jurisdicción criminal a esta orden en 1343, hecho que provocó una etapa de conflictos por parte de los vecinos; hasta que en 1393 lograron reunir el dinero necesario para comprar esa jurisdicción criminal y retornarla al rey Juan I. Posteriormente, Fernando el Católico volvió a otorgar el lugar de Onda a Alfonso de Aragón, duque de Villahermosa, lo que provocó una nueva resistencia de los vecinos que acabó cuando murió el duque y legó la población al rey.

Durante la rebelión de las Germanías (1519-1522), Onda se alineó con el bando real luchando contra los agermanados. En los años siguientes participó en la guerra contra los moriscos que se rebelaron en la Sierra de Espadán, convirtiéndose el castillo de Onda en cuartel general del duque de Segorbe. Posteriormente, en la Guerra de Sucesión (1701-1713) se mantuvo fiel a la causa del rey Felipe V.

Con ocasión de la invasión francesa de principios del siglo XIX y la posterior Guerra de la Independencia, Onda fue tomada por las tropas francesas en 1811, para ser liberada poco más tarde. Sin embargo, en 1812 volvió a ser ocupada y nuevamente liberada.

Pocos años después fue escenario de diversos enfrentamientos durante la Primera Guerra Carlista (1833-1840), destacando la llamada batalla de Onda, en la que fueron derrotados tres batallones del ejército carlista.

Finalmente, también sufrió los efectos de la Guerra Civil, como ocurrió con el bombardeo de la alcazaba del castillo.

Onda es actualmente una localidad de unos 25.000 habitantes con una gran pujanza socioeconómica. Su actividad económica se centra principalmente en la industria cerámica, la construcción y el sector servicios. En lo que respecta al sector agrícola, predomina el cultivo de la naranja.


MONUMENTOS Y ARTE

................... Foto: Alós ............. Fuente: flickr.com

Cuenta el cronista Muntaner que el castillo de Onda tenía tantas torres como días el año, de donde procede su sobrenombre del “Castillo de las Trescientas Torres”.

La estructura original parece ser musulmán, pero levantada sobre el antiguo asentamiento romano; de ahí que haya quien también asegure que su origen es de esa época. Y es que, al tratarse de una fortificación que ha estado en uso de forma continuada, ha tenido muchas reparaciones, reconstrucciones y ampliaciones que han ocultado trazas originales y variado su configuración a lo largo de los siglos.

El castillo está ubicado en un cerro próximo a la villa, ocupa una gran superficie y consta de cuatro recintos escalonados.

En 1967 recibió, junto con la totalidad del casco antiguo, la declaración de Conjunto Histórico-Artístico.

Para una mayor información sobre la materia, pulsad el siguiente enlace.


EXCURSIÓN

Naturaleza y Turismo (en conjunto).- La localidad de Onda es una de las puertas de entrada al segundo paraje protegido más grande de la Comunidad Valenciana: El Parque Natural de la Sierra de Espadán, que tiene una superficie de 31.180 hectáreas pertenecientes a 19 municipios.


Declarado Parque Natural en el año 1998, este enclave es una estribación del Sistema Ibérico, concretamente la que separa las cuencas de los ríos Palancia y Mijares.

En él se hallan los alcornocales más extensos y mejor conservados de toda la Comunidad Valenciana. También hay masas boscosas de pino rodero, además de árboles o arbustos de interés como son el melojo, el tejo, el acebo, el castaño, el arce, el quejigo, el avellano, el serbal y el madroño. Sobresalen, en cuanto a la fauna, rapaces como las águilas perdicera, culebrera y calzada, el azor, el cárabo, el búho chico y el búho real; y entre los mamíferos se puede citar el jabalí, el zorro, la garduña, la jineta y el tejón, además de 16 clases distintas de murciélagos.

Para disfrutar de esta maravilla de la naturaleza existen todo tipo de rutas, a través de las cuales podremos conocer también una gran cantidad de pueblos y restos de asentamientos y castillos moriscos que nos recuerdan el pasado de la zona.

.............................. Fuente: Ayuntamiento de Aín


Una de esas rutas es la GR-36, que tiene un itinerario señalizado de 65 kms. con el que en cuatro etapas podemos cruzar a pie la Sierra de Espadán, desde Vilavella hasta Montanejos. Es la más completa y, por tanto, la que nos ofrece la posibilidad de tener una mejor visión de conjunto, conocer más enclaves concretos y visitar un mayor número de pueblos de esta sierra, que mantienen un cuidado urbanismo para respetar el aspecto típico de la comarca.

Para una mayor información sobre la Sierra de Espadán, pulsad el siguiente enlace.


FIRA DE ONDA


El viernes anterior a la última semana completa del mes de octubre comienza la Fira d’Onda, las fiestas patronales que la localidad celebra en honor al Santísimo Salvador, la Virgen de la Esperanza y San Roque.

El origen de la Fira está, muy probablemente, en el privilegio que el rey Jaime I otorgó en 1267 a Onda para la celebración de una feria anual a partir del día de San Miguel, pero se desconocen las razones históricas por las que se llegó a producir el cambio de fechas.

Dos de los datos más significativos de ese proceso histórico es que a principios del siglo XVIII ya se celebraba la Feria a finales de octubre; y, por otro lado, que consta en un acta municipal de finales del siglo XIX que era costumbre inmemorial de la villa elegir un toro de entre tres para luego ser corrido por las calles. De una feria ganadera a unas fiestas lúdicas en las que, al día de hoy, se programan una gran cantidad de actos culturales, eventos deportivos, celebraciones religiosas y, por supuesto, festejos taurinos.

En el presente 2009 se correrán por las calles de Onda tres encierros de toros cerriles pertenecientes a las ganaderías de Gerardo Ortega (día 21), Conde de la Maza (día 23) y Victoriano del Río (día 24), y se exhibirán a lo largo de la Fira unos treinta astados, además de otros festejos con reses de corro. Y, como es tradicional en la región, por las noches se programan festejos de toros embolados.
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(NOTAS: Más datos sobre la historia de la Fira d’Onda los podéis obtener a través del historiador Ximo Huguet Lecha en el siguiente enlace. El programa completo de los festejos taurinos de la Fira 2009 podéis encontrarlo en el blog Espai Taurí a través del siguiente enlace. Con esta bitácora no tengo fines lucrativos, por lo que ruego a los propietarios de los derechos de autor de las fotografías incluidas que me permitan mantenerlas en la presente entrada)

5/10/09

Evolución histórica del antitaurinismo

El antitaurinismo ha ido evolucionando desde los postulados de la Iglesia, con base en los razonamientos del cardenal Juan de Torquemada, hasta las tesis de colectivos como PETA
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Es evidente que soy un aficionado a los toros y, lógicamente, todos los textos de esta bitácora tienen como fundamento esa premisa. Pero no sería fiel a la realidad si al menos en un texto no recogiera la opinión de quienes no piensan o sienten como yo: de los antitaurinos.

Va a ser hoy. Y voy a intentar hacerlo con objetividad y, sobre todo, con mesura; es decir, sin ánimo de contrarrestar su opinión, sin insultarlos, pero también sin incidir en la habitual retahíla de verbos y apelativos que ellos nos suelen dedicar a los taurinos.


...


Desde que contamos con fuentes escritas, está acreditado que los distintos tipos de juegos de toros que ha habido a lo largo de la historia siempre tuvieron detractores de todos los ámbitos de la sociedad.


Ya en la antigua Roma hubo moralistas como Cicerón o Séneca que criticaron los espectáculos en los circos con fieras de cualquier especie. Esas criticas tuvieron continuidad posteriormente en escritores cristianos de los primeros siglos de la Iglesia, entre los que cabe citar a Prudencio, Casiodoro, San Agustín o San Juan Crisóstomo, que fueron forjando una línea de pensamiento que, finalmente, en el siglo XV, el cardenal Juan de Torquemada aplicó concretamente al ámbito taurino, al censurar específicamente los primitivos juegos de toros del Medievo por considerarlos como uno más entre los distintos tipos de enfrentamiento del hombre con fieras.

El argumento principal del posicionamiento antitaurino de la Iglesia era que quien osaba participar en un juego de toros cometía una ofensa contra Dios por arriesgar su vida de forma voluntaria, ya que la vida es obra de Dios y no le estaba permitido al hombre poner en riesgo lo que no le pertenecía.

El punto culminante del antitaurinismo religioso llegó en 1567 con la bula “De salutis gregis dominici” del pontífice Pío V, en la que se dictó la prohibición de los espectáculos en los que se corrieran toros, bajo pena de excomunión para los que permitiesen su celebración y para los clérigos que tomasen parte en los mismos, condenándose también a quien pudiese morir mientras participaba en uno de esos espectáculos a no recibir una sepultura eclesiástica.

Esa bula contra los festejos taurinos conllevó su instantánea erradicación en Italia, su desaparición en la mayor parte del territorio de Francia -siguieron celebrándose en el sur- y la adopción en Portugal de alguna medida correctora en los esquemas de la lidia. En España, en cambio, no acarreó consecuencias, pues Felipe II no favoreció el cumplimiento de los requisitos formales previos para que la bula tuviera vigencia y no se aplicó.

Tras Pío V, los sucesivos pontífices mantuvieron posiciones ambiguas respecto a la prohibición ordenada en dicha bula de 1567: Gregorio XIII suavizó preceptos, Sixto V volvió a adoptar una postura de firmeza, y Clemente VIII ordenó su derogación.

La corriente antitaurina de procedencia religiosa se mantuvo latente durante el siglo XVII, pero iría perdiendo contundencia. Desde entonces la Iglesia no ha vuelto a definirse con claridad determinante al respecto.


Si fue importante la postura de la Iglesia respecto a los festejos taurinos, más determinante resulta la de quien está al frente del Poder del Estado.

En el s. XIII el rey Alfonso X el Sabio prohibió matar toros a pie y por dinero, pero al mismo tiempo alentó las suertes a caballo, pues dispuso que todo guerrero que las practicase sin ánimo de obtener ganancia por ello se le reconocería fama de hombre esforzado y valiente. Estas ordenanzas recogidas en Las Siete Partidas promocionaron durante los períodos de entreguerras de la Reconquista la práctica de juegos de toros a caballo por parte de miembros de la nobleza y de todo caballero cercano a la Corte, y ocasionaron que el toreo medieval tomase un carácter cortesano, aristocrático y caballeresco.

No la gustaron los juegos taurinos a Isabel I, la Católica, pero tampoco ordenó su prohibición. Posteriormente, una vez finalizada la Reconquista, perduraron durante el s. XVI por la postura de Felipe II ante las directrices abolicionistas de la Iglesia. Y en el s. XVII, cuando cesó la presión eclesiástica, las corridas caballerescas llegaron a gozar de su época de mayor esplendor.

Sería en el s. XVIII, con la llegada al trono de la dinastía Borbón, cuando tuvo lugar la mayor corriente antitaurina proveniente del Poder del Estado.

Tras la muerte sin descendencia de Carlos II, Philippe de Bourbon, duque de Anjou, nacido y criado en Versalles, se trasladó con diecisiete años a España para hacerse cargo de la Corona y españolizó su nombre para reinar como Felipe de Borbón: Felipe V. Por su afrancesada y refinada educación, muy distinta en gustos a los imperantes entonces en la sociedad española, el primer Borbón de la Casa Real española sintió una profunda aversión hacia los festejos taurinos, lo que provocó que la nobleza y toda la clase cortesana dejase de participar en ellos, desapareciese la corrida caballeresca y surgiera un primitivo toreo a pie que fue el germen de las actuales corridas de toros. Aquel primer Borbón no quiso o no se atrevió a prohibir los festejos taurinos, pero sí lo hizo Fernando VI, aunque permitía celebrarlos si los beneficios se destinaban a beneficencia.

No obstante, con quien alcanzó su cenit la política antitaurina de los Borbones fue con Carlos III, quien 1785 prohibió las corridas de toros en todo el reino. Carlos IV volvió a insistir en la prohibición en 1805; y es que el pueblo español debió mantenerse fiel a sus tradiciones, pues en 1790 se había dictado una Real Provisión por la que se prohibía correr toros de cuerda por las calles.

Durante el tiempo de gobierno de José Bonaparte, y sin duda para contentar al pueblo español, se autorizó la celebración de corridas de toros. Y, una vez finalizada la Guerra de la Independencia, Fernando VII levantó todas las prohibiciones y los festejos taurinos volvieron a celebrarse por todo el reino.

Ya en nuestros días, sin poderes absolutistas, las competencias en materia taurina están transferidas a las Comunidades Autónomas; y una de ellas, la de Canarias, tiene prohibida la celebración de festejos taurinos desde 1991. En la actualidad, se encuentra pendiente de debate en el Parlamento de Cataluña una iniciativa legislativa popular para la abolición de la tauromaquia en el ámbito de su Comunidad.


Pero el antitaurinismo no ha sido un sentimiento exclusivo de algunas de las grandes personalidades del Estado o de la Iglesia. Entre nuestros literatos, filósofos e intelectuales también ha habido representantes que en sus obras, reflexiones y opiniones han mostrado su rechazo a los festejos taurinos. De algunos siempre cabe la duda de si el parecer que podemos leer en sus obras es debido a su propia convicción o si simplemente se trata de giros literarios; pero en otros, en cambio, es más que evidente su postura antitaurina.

Los nombres son muchos y su enumeración podría resultar extensa. Por ello, a modo de ejemplo, cabe citar a algunos que aparecen en todas los listados, como el Padre Mariana, Gaspar Melchor de Jovellanos, José de Vargas Ponce, Mariano José de Larra o Fernán Caballero. Pero cuando se habla de antitaurinismo relacionándolo con nuestras letras hay que hacer una mención especial a la Generación del 98.

La gran mayoría de los componentes de la Generación del 98 mostraron en algún momento su aversión por las corridas de toros. La idea más común era que, junto a la religión, consideraban a la afición por los toros un símbolo del atraso intelectual del pueblo español y una de las causas que provocaban la abulia y frivolidad que demostraba la sociedad ante los problemas reales de España. Criticaron, por ejemplo, que el pueblo pasease por las calles en hombros a Rafael Guerra, Guerrita, el mismo día que hundieron nuestra escuadra naval en Santiago de Cuba y se consumó el “Desastre del 98”.

Como muestra del sentir antitaurino de este grupo, se puede hacer constar algunas citas.

Antonio Machado retrata a esa España que criticaba la Generación del 98 en El mañana efímero (1913):

“La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María...”

Y augura, o desea, su fin: “...ha de tener su mármol y su día...”

Pío Baroja describe las impresiones del protagonista de La busca (1904) cuando acude por primera vez a una corrida de toros: “Le pareció el espectáculo una asquerosidad repugnante y cobarde...”

De Miguel de Unamuno provienen las críticas más numerosas contra las corridas de toros. Incide en la misma idea común:

"...Mientras la gente discute la última estocada de “Pavito” y su escapatoria con la cupletista Carmen o Conchita, no habla de otras cosas, y es muy conveniente hacer que el público tenga hipotecadas su atención y su inteligencia en variedades de ésas..."

Para él, que declaró que “siempre me han aburrido y repugnado las corridas de toros”, la causa de su rechazo no fue la crueldad hacia los toros, sino su repercusión social y las negativas consecuencias que causan en la economía del país por los grandes e improductivos latifundios que se destinan a su cría.

Y, por poner un último ejemplo de la Generación del 98, Azorín comienza su artículo “Toritos, barbarie” (1913) diciendo: “Asistimos en estos tiempos a un renacimiento de la barbarie taurina...”; y él se incluye entre “cuantos no amamos esta fiesta cruel y estulta, cuantos detestamos los toros...”

La cita de ese famoso artículo de Azorín no es caprichosa, pues en él critica, no el fondo, sino las vehementes formas del adversario más acérrimo de las corridas de toros entre los componentes de aquella generación, del escritor que las atacó con mayor tesón y pasión: Eugenio Noel.

Eugenio Noel consagró prácticamente toda su vida y su obra a la denuncia de las corridas de toros y el flamenquismo. Curiosamente, por lo mucho que investigó sobre ambos temas, a él se debe el conocimiento de datos que no se pueden encontrar en ninguna otra fuente.

Este ingenioso a la vez que peculiar “noventayochista” llevó a cabo por toda España una campaña antitaurina y antiflamenca dando conferencias con tanta pasión que a menudo provocó tumultos e intentos de agresión contra su persona.

Curiosamente, por entonces surgió la figura del torero Juan Belmonte y, al renunciar en sus encuentros con el toro a la lucha y recurrir a la estética, hizo callar a la inmensa mayoría de los intelectuales de la época, que pasaron de repudiar la “Fiesta” a convertirse en acérrimos partidarios de El Pasmo de Triana.

Manuel Vicent es en la actualidad uno de los más conocidos escritores de militancia antitaurina. Es conocida su costumbre de escribir un artículo todos los años al comienzo de la Feria de San Isidro.


Y, desde luego, siempre ha habido una parte de la sociedad que se ha sentido antitaurina.

Sus argumentos, aunque con matices, siempre han tenido como fundamento básico la crueldad. Pero hay que hacer constar que, mientras en la antigüedad la crueldad hacía referencia a las personas que resultaban heridas o fallecían por las embestidas de los toros y que posteriormente se refería tanto a las cornadas que sufrían las personas como a la muerte de los toros y la forma en que ésta se producía, en la actualidad hay un sector de antitaurinos, cada vez más numeroso, que sólo hablan de crueldad, de tortura, en referencia a la muerte de los toros, al tiempo que festejan el hecho de que resulte herido o muera un participante en el festejo, sea profesional o no.

Por otro lado, en los antitaurinos que tienen una ideología política de izquierda más extremista y en los independentistas, además de la crueldad, tiene un gran peso en su sentimiento la vinculación que imputan a las corridas de toros con la ideología política de derechas, especialmente con el régimen franquista, así como la negación de España y todo lo que a ella pueda representar, como es el caso de los toros.

Hay que destacar que en la actualidad no es ningún poder fáctico quien con mayor ahínco critica la celebración de las corridas de toros y pide su abolición, sino la población antitaurina. Y ello es debido a su agrupación en organizaciones que, además de proporcionar una voz común que llegue a toda la sociedad, convoca multitud de movilizaciones o actos de protesta.

Hay organizaciones de índole internacional, siendo la más conocida y la más importante por número de miembros “People for the Ethical Treatment of Animals” (PETA). El eslogan de PETA es “los animales no son nuestros para comer, vestir, experimentar o usar para entretenimiento”.
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La manifestación de PETA más conocida en España es la que convocan todos los años en Pamplona al inicio de los sanfermines, con el nombre de “encierro humano”, aunque su repercusión viene dada, no por el número de asistentes, que no suele ser elevado, sino por el hecho de que se manifiestan por las calles prácticamente desnudos.

La organización ha sido criticada por el gran numero de animales que eutanasian en sus dependencias -alrededor del 95 % de los que están a su cargo-, así como por sus campañas, ya que si la consigna en Pamplona es que en la cabecera de la manifestación se sitúen mayoritariamente mujeres que no lleven más ropa que un tanga y muestren el resto de su cuerpo, en sus campañas publicitarias suelen recurrir a mujeres famosas que también posan desnudas, lo que provoca críticas por un supuesto uso del cuerpo de la mujer para sus fines publicitarios.

Entre las organizaciones nacionales cabe mencionar, entre otras, a AnimaNaturalis, cuya finalidad es establecer, difundir y proteger los derechos de los animales, para lo que pretenden transmitir información y sensibilizar a la opinión pública con campañas de protesta, manifestaciones, conferencias, mesas informativas y actos coloristas y reivindicativos como los que suelen convocar al inicio de las más importantes ferias taurinas.

Existe también un partido político denominado “Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal” (PACMA), El ideario programático de PACMA es crear una relación armoniosa entre el ser humano y los animales, para lo que promueven medidas en la legislación, la educación, la concienciación social y la prohibición de todo tipo de espectáculos públicos con animales. Entre las distintas manifestaciones que convoca, siempre ha elegido desde su constitución la localidad de Tordesillas para protestar contra el festejo conocido como “Toro de la Vega” y solicitar su prohibición.


Ahora bien, si la sociedad civil es la que a través de distintas organizaciones representa actualmente la corriente antitaurina de mayor fuerza, quienes tienen un mayor poder de influencia y ejercen una mayor presión son determinados medios de comunicación. Entre ellos, la televisión, que es el medio que llega a un mayor número de hogares, siendo varias las cadenas generales con programas en los que el mensaje es nítidamente antitaurino.

Destaca sobremanera por su antitaurinismo Tele 5. Curiosamente, en la actual línea editorial de los informativos de esa cadena no se suelen atacar las corridas de toros, a las que son aficionados sus directores y presentadores, pero son reiteradas las informaciones y las imágenes con las que se trata de influenciar de forma negativa en la audiencia contra los encierros, capeas y resto de festejos taurinos populares.

Las organizaciones antitaurinas cuentan con un poderosísimo aliado en la televisión y en el resto de medios, puesto que a sus manifestaciones no suelen acudir más que unos centenares de personas, pero siempre aparecen incluidas como noticia relevante, y la mayoría de las veces en portada.

Fotógrafos que parecen más pendientes de la aparición de las primeras tetas en la cabecera de la manifestación que de captar una imagen que muestre el número de manifestantes


Con todo, al mismo tiempo que en los últimos decenios los festejos taurinos populares han cobrado un gran auge tanto en participación como en seguimiento y resulta casi imposible conseguir una entrada para asistir a los festejos de las grandes ferias de la temporada, las encuestas señalan que decrece el porcentaje de españoles interesados en las corridas de toros.

Independientemente de que toda sociedad cambia en sus gustos e ideas, una de las razones para entender esa evolución de la opinión de los españoles es que las sociedades del mundo rural son cada vez más urbanas, que se extienden los gustos y sentimientos propios de las grandes urbes y se pierden aficiones como la de los toros que están mucho más ligadas al campo que a la ciudad.

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