25/1/10

En medio del túnel del invierno

........... Foto: Ira Meyer


Recorriendo el túnel del invierno nos encontramos poblaciones con festejos taurinos aislados que son como pequeñas ventanas que nos recuerdan la existencia del Toro. Pero en medio de ese gélido túnel hay dos grandes puertas que nos comunican con sendas localidades que programan importantes ciclos de encierros, dos enormes icebergs con una gran base taurina: Valdemorillo y Ciudad Rodrigo.


Valdemorillo

Si Valdemorillo nos sorprendía en el año 2009, ya en plena crisis, con un significativo serial de encierros, hay que decir que en este 2010 ha bajado el listón notablemente. Se confirma así que aquella buena programación traía origen del presupuesto del año anterior, que aún era de bonanza, y que iba a ser en esta temporada cuando la feria de Valdemorillo se iba a sumar al carro de los recortes.

Hay quien lo achaca a una supuesta rebaja del 20% en la subvención que ofrece el Ayuntamiento a la empresa organizadora. Por contra, hay quien centra las críticas en dicha empresa, alegando que los carteles se podrían haber completado mucho mejor con la cantidad que aportará el Consistorio. Y, lógicamente, también hay quien opina que la mediocridad de la feria de San Blas 2010 es achacable a ambas partes: a la empresa por programarla y al Consistorio municipal por consentírselo cuando menos, si es que no tiene responsabilidad directa en la decisión de reducir el número de festejos, pues con ello se ahorrará los gastos de la infraestructura de un día de encierros.

Ya sea por el uno, por la otra o por culpa de los dos, el caso es que en la feria de Valdemorillo de 2010, además de una merma en la significación cualitativa de los nombres que se anuncian –opinión a la que siempre puede tacharse de subjetiva-, se ha programado una corrida de toros menos que en la temporada anterior y no aparece anunciado concurso o exhibición de recortadores como en otros años –lo que aparece en el cartel es un espectáculo con el título de “Humor Amarillo”-. Por lo que, objetivamente hablando, los corredores de encierros sufriremos una reducción en el número de carreras con las que poder desperezarnos del letargo invernal.

Estos son los carteles:

Jueves, 4 de febrero
Erales de Gabriel Rojas para:
Alberto Escobar, Juan Duque y Alberto López Simón
(Alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Madrid)

Viernes, 5 de febrero
2 Novillos de Felipe Navas para:
Noelia Mota (rejoneadora)
4 Novillos de Monte La Ermita para:
Arturo Saldívar y Miguel de Pablo

Sábado, 6 de febrero
Toros de Peñajara
Miguel Abellán, Leandro y Alberto Álvarez

Domingo, 7 de febrero
Toros de Antonio San Román
Curro Díaz, Luis Bolívar y Miguel Tendero.


¡Es lo que hay! Y, en principio, como no se sabe el modo en que se soltarán las reses del viernes, los únicos alicientes que a priori se nos presentan a los corredores son los encierros del fin de semana. ¡Una pena!


Ciudad Rodrigo

Todos los años se oyen rumores que apuntan a disputas intestinas en la elección de los distintos hilos que conforman el conjunto de los festejos del “Carnaval del Toro”. Y en este año, al margen de la eterna polémica sobre la figura del organizador de los festejos, también se adivina la existencia de discordias en relación al origen de las ganaderías contratadas.

De hecho, en el comunicado de prensa del Ayuntamiento notificando la definitiva configuración del cartel de encierros y capeas aparece la siguiente indicación:

“Desde el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo se ha procurado que la mayoría de los toros del Carnaval procedan de ganaderías salmantinas. Así, y de acuerdo con la oferta de la empresa contratada, excepto tres festejos, el resto se celebrarán con siete ganaderías de nuestra provincia.”

Pero, además de este tema, ha debido de haber otros que han llevado a algún desencuentro respecto a la modalidad del encierro del lunes.

Se venían escuchando desde hace tiempo las ganaderías que contaban con más posibilidades de ser contratadas para el próximo Carnaval, y entre ellas aparecía la gaditana de Cebada Gago, que con buen criterio se pronosticaba que iría situada en el encierro urbano del martes, puesto que podría causar muchos problemas ubicaba en un encierro a caballo.

Finalmente, los toros de Cebada Gago correrán por las calles de la vieja Miróbriga, pero será el lunes y, aunque nada se anuncia en el comunicado de prensa del Ayuntamiento, el encierro se apunta como urbano.

La definitiva composición de festejos queda del siguiente modo:


Viernes, 12 de febrero (noche)
Capea nocturna con dos toros de Francisco Galache.

Sábado, 13 de febrero
Encierro urbano con tres toros de Francisco Galache.
Capea tradicional y desencierro.

Domingo, 14 de febrero
Encierro campero con siete toros de Jacinto Ortega.
Capeas tradicionales y desencierros al mediodía y por la tarde.

Lunes, 15 de febrero
Encierro con siete toros de Cebada Gago
Capeas tradicionales y desencierros al mediodía y por la tarde.
Capea nocturna con dos toros de Francisco Galache.

Martes, 16 de febrero
Toro del Aguardiante: ganadería de Barcial.
Encierro urbano con siete toros de Hernández Pla.
Capeas tradicionales y desencierros al mediodía y por la tarde.


Al margen de las disputas que haya podido haber, a los ojos de los que estamos totalmente fuera de la organización nos resultan muy atractivos los nombres de las ganaderías anunciadas. Sean de la provincia que sean.

Francisco Galache inaugurará el ciclo y dicen que con nota en cuanto a presencia. Los toros de Jacinto Ortega protagonizaron un encierro a caballo el año pasado que aún es recordado. Cebada Gago garantiza un encierro cargado de emociones para el lunes (como un día escuché decir a un amigo mío: “con los toros de Cebada Gago no se pueden planificar las carreras, hay que inventárselas”). El de Barcial asegura una presencia imponente para el Toro del Aguardiante y ojalá que también ofrezca juego. Y las reses de Hernández Pla pueden favorecer ajustadas y vistosas carreras para el martes.

Tras el fiasco del año 2008, el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo reaccionó en el 2009 y parece ser que en el 2010 se confirma esa tendencia positiva en la programación del “Carnaval del Toro”.

¡Y que dure muchos años!

...

Por último, sólo me resta decir que, como en esta bitácora vamos a inaugurar la temporada de encierros del año 2010, en la entrada de hoy ha querido volver a asomarse un viejo amigo:






“¡Tengan cuidado ahí fuera!”

Sargento Phil Esterhaus
... Hill Street Blues

18/1/10

Recordando los encierros del pasado

Foto antigua del encierro de Cortes (Navarra) – Fuente: Biblioteca de Cortes


Si tengo en la bitácora una sección titulada “Naufragando por internet” es por casos como éste. Hace unos meses “googleaba” por la red buscando información sobre las Cortes de Navarra y, pinchando por aquí y por allá, me encontré con esta foto antigua del encierro del pueblo de Cortes (Navarra). Está colgada en una web pública de álbumes de fotografías y, por ello, me la bajé, pensando en la posibilidad de hablar de ella algún día. Y, la verdad, no ha sido ningún hecho real lo que me ha llevado a que hoy la rescatara, sino la circunstancia de que estos meses de reposo invernal, en lo que a encierros se refiere, es un período de tiempo ideal para volver la vista atrás repasando los vídeos o fotos que guardamos. Así, la fotografía que encabeza esta entrada, con sus casi cincuenta años de antigüedad, no servirá para otro fin que no sea el suyo propio: recordar los encierros del pasado.

El pie de foto insertado por la Biblioteca de Cortes dice lo siguiente:

“1966. Fiestas de San Miguel. Encierro frente al cuartelillo de la Guardia Civil. Toda Navarra, con las fiestas de San Fermín de Pamplona a la cabeza, es muy conocida por los espectáculos taurinos de vaquillas en la calle durante los meses de verano. No hay fiesta de los pueblos sin vacas en la calle. Esta curiosa instantánea refleja como los corredores del encierro se refugian en el cuartelillo de la Guardia Civil.”


En efecto, la foto es curiosa, cuando menos, por el concreto lugar donde se intentaba poner al resguardo la montonera de gente que en aquel momento resultó sorprendida por la vaca. Si en vez del cuartelillo de la Guardia Civil se tratase de una casa, una zapatería o una mercería, pongo por casos, la foto no sería tan anecdótica, pero quedaría como realmente quiero mostrarla: un reflejo de cómo se concebían, celebraban y vivían los encierros de hace unas décadas en Cortes y en muchos otros pueblos.


Los encierros no estaban tan encorsetados por los reglamentos como los de ahora, lo que originaba que fueran más espontáneos, más frescos, más variados, más ricos en matices, más... Si no fuera por las diferencias que imponen los recorridos, muchos encierros actuales se nos presentarían como clónicos. Los reglamentos tienden a prohibir elementos de la idiosincrasia local de los encierros y a crear modelos autonómicos, con lo que nos están privando de una parte importante del bagaje cultural que teníamos hasta hace unos años.

Por otro lado, antes en un encierro era más palpable el carácter festivo del acto. Ahora esa particularidad se va difuminando, y la tendencia actual es a convertirlo en un acto meramente funcional, que sólo se caracteriza por su finalidad intrínseca -encerrar los toros- y obvia lo festivo.

A ello no sólo contribuyen los reglamentos, también está incidiendo en esa particularidad el hecho de que muchos corredores nos desplacemos por todo el territorio de nuestro país para participar en gran parte del calendario de encierros pero, en la mayoría de los casos, sin integrarnos en la fiesta; limitándonos a sumar carreras en nuestro currículum como el que añade cromos a una colección.


Reconozco que en la actualidad se ven encierros con carreras más ajustadas que nunca. Por otro lado, hay que felicitarse de que se ha ganado en aspectos tan importantes como la seguridad, se ha conseguido que los encierros se corran con reses de mayor trapío y, algo importantísimo, se observa un mayor respeto hacia los animales. Soy consciente de todo ello y disfruto con ello.

Pero me da rabia ver como las normativas legislativas están reduciendo los encierros a los modelos más previsibles, más fácilmente controlables y, por ello, más susceptibles de reglamentar en todos sus aspectos. En algunos encierros está todo tan pautado, se hace una planificación tan previamente perfecta y se presenta un acto tan atractivo que los corredores tendemos a participar en ellos masivamente. No es que esté abogando por la imperfección en la organización; lo que ocurre es que en encierros así la evolución lógica ya sólo puede seguir dos caminos: el colapso –la muerte por éxito, que diría Javier Solano- o la limitación del número de corredores.

Lo primero llevaría directamente a la desaparición del encierro. Lo segundo, a la pérdida del carácter popular del festejo y, por tanto, a su mutación en un mero espectáculo. En ambos casos, a la muerte de los encierros tal y como los heredamos del pasado.

Deseando que ello no ocurra nunca, y para recordar la imperfecta espontaneidad de los encierros del pasado, vaya la fotografía de Cortes (Navarra) y, además, las dos que os muestro a continuación, que están tomadas del blog “Toreros Antiguos”, fueron realizadas por Manuel Vaquero y pertenecen al Archivo Ragel:
.
Encierro de Pamplona (Navarra)
.
Encierro de Méntrida (Toledo)
.
.
Tres encierros distintos. Cada uno con sus propias características y su particular idiosincrasia, pero todos igual de memorables.
.
Lagun
.
.
NOTA: aún cuando las tres fotografías insertadas aparecen en webs públicas, ruego a los propietarios de los derechos de autor que me permitan mantenerlas en esta entrada, pues con esta bitácora no tengo fines lucrativos.
.

11/1/10

El encierro en el Madrid de los Austrias. Recorrido clásico por la calle Mayor.

..... Plaza Mayor de Madrid ............................. Fuente:“re-moto.com .....


Que Madrid, la capital, tuviese encierros con toros de lidia es un deseo de la inmensa mayoría de los corredores madrileños y de gran parte del colectivo de los corredores de encierros.

Son innumerables las veces que, comentándolo en almuerzos, habrá salido a relucir el tema de que se pudiesen correr encierros en Madrid con los toros de la Feria de San Isidro, en un recorrido que transcurriese por la calle de Alcalá y terminase en la Plaza de Las Ventas.

Claro que, más que un deseo, sería más correcto decir que eso es un sueño. O, incluso, una quimera. Ningún político que llegue a ser Alcalde de Madrid se arriesgará a organizar un encierro en la ciudad. Además, los profesionales del toreo también se opondrían a que los toros anunciados para los festejos isidriles vespertinos se corriesen por las calles al amanecer. La primera excusa que unos y otros emplearían sería la falta de tradición de los encierros en la capital del reino.

Pero hay que decir que Madrid siempre tuvo sus encierros. Como en todas las poblaciones, antes de la invención del ferrocarril el encierro fue un acto previo necesario para poder celebrar un festejo taurino en el recinto dispuesto para la ocasión.

A ese respecto, el del recinto, Madrid ha dispuesto de varios cosos taurinos a lo largo de su historia. El que evoca más solera y tradición entre todos ellos es, sin duda, la Plaza Mayor.

Francisco López izquierdo, en su libro “Plazas de toros de Madrid y otros lugares donde se corrieron” (Ed. Avapiés – 1992, 2ª ed.), nos descubre que fue el 3 de julio de 1619 cuando se celebró la corrida de inauguración de la Plaza Mayor. No obstante, previamente a su construcción, cuando se llamaba Plaza del Arrabal, ya se celebraban en ese mismo lugar corridas de toros. Al menos desde el año 1540. Y allí se estuvieron celebrando hasta que en 1737 se construyó junto al río Manzanares la Plaza de Toros de Casa Puerta y, después, en 1749 la Plaza de Toros de la Puerta de Alcalá. Aún así, la Plaza Mayor de Madrid siguió acogiendo esporádicos festejos taurinos, normalmente relacionados con celebraciones solemnes de la Casa Real, siendo la última vez que se corrieron toros en ese emblemático lugar el día 18 de Octubre de 1846.

Es decir: que la Plaza Mayor ha sido escenario de festejos taurinos en Madrid y del momento culminante de sus encierros desde 1540, cuando menos, hasta 1846. ¡Trescientos seis años! ¡Ahí es nada!


Fueron, desde luego, muchos años de encierro, y esa tradición también implicaba la del itinerario por donde se solía realizar habitualmente. Un itinerario que se convirtió en el recorrido clásico del encierro de Madrid.

Óleo sobre lienzo de autor desconocido ... Museo Taurino de la Plaza de las Ventas

Francisco López izquierdo nos describe ese recorrido en las páginas 36 y 37 del libro antes citado:
En fecha inmediata a cada corrida, solían pastar los toros en la Casa de Campo, junto a la Torrecilla. Abrevaban en el arroyo Meaques y también en el Manzanares, y cuando se iban a efectuar los encierros los agrupaban en la Tela -actuales jardines entre el Campo del Moro y la calle Segovia-, conduciéndolos desde aquí por el barranco de la Cuesta de la Vega, que solía ser reparado echando espuertas de tierra para allanar los regatones que ocasionaban las lluvias. En la Puerta de la Vega se hacía un descansadero o toril para, desde allí, hacer el encierro por la calle Mayor, pasando por la Puerta de Guadalajara hasta la Plaza (Mayor) por la Calle Nueva, actual de Ciudad Rodrigo”.



A la vista de la información que aporta López Izquierdo, y de otras fuentes que también facilitan datos al respecto, se puede decir que el encierro de Madrid se realizaba en tres fases:

1) En un primer momento, se hacía la conducción de los toros por el campo hasta el llano de la Tela, donde se les iba reagrupando.

Esta fase no estaba exenta de dificultades, pues en la inmensa mayoría de los casos era necesario cruzar el río Manzanares y, como veremos en otros capítulos de esta serie que ahora comenzamos, sin que tuviera que ser necesariamente por el Puente de Segovia, sino por el sitio más favorable del itinerario.

A esta dificultad propia del terreno se unía el hecho de que hasta el campo salían a recibir el encierro gentes a caballo y a pie, lo que dificultaba la labor de los vaqueros y los pastores por la impericia de algunos de esos acompañantes, por el deseo de otros de provocar espantes para que ese acto festivo se prolongara y por la maldad de unos pocos, que de éstos también había.

Además, los madrileños, sabedores de que La Tela era el punto de reunión del encierro, solían acudir a ese paraje y sus inmediaciones: unos para ver los toros, otros para practicar distintas suertes y, como ocurría por el campo, algunos con la intención de dificultar ese reagrupamiento de las reses, ya fuese por divertimiento o por maldad.

2) Una vez agrupados los toros en La Tela, pastores y vaqueros debían hacerlos subir por el barranco de la Cuesta de La Vega para cruzar la Puerta de su mismo nombre y, ya dentro de la ciudad, encerrarlos en un toril descansadero que se instalaba a un costado de la desaparecida iglesia de Santa María, que estaba situada aproximadamente en la actual esquina de la calle Mayor con Bailén.

Esta labor también acarreaba muchos problemas, puesto que había que conseguir que los toros subieran por la abrupta ladera del barranco hasta cruzar la Puerta de la Vega, con el problema añadido de la gente que se situaba en ese punto alto del recorrido para ver el desarrollo del acto y esperar la subida de la manada.

3) La última fase del encierro ya se desarrollaba dentro del recinto urbano. El recorrido, que era vallado para la ocasión, partía desde el corral que se instalaba junto a la iglesia de Santa María y transcurría por la calle Mayor, pasaba por la Puerta de Guadalajara y cruzaba por la calle Nueva (hoy Ciudad Rodrigo) para concluir en la Plaza Mayor.

...


Casualmente, fusionando las dos últimas fases de aquel recorrido clásico y adaptándonos a la actual configuración urbana de la ciudad, al día de hoy se podría organizar un encierro en Madrid cumpliendo con todos los requisitos fijados en el actual reglamento de la Comunidad.


El corral de suelta se podría instalar en la confluencia de la calle Cuesta de la Vega con Cuesta de Ramón. Desde allí, los aproximadamente 70 primeros metros del recorrido, hasta la curva de noventa grados que dibuja el trazado urbano, se podrían dejar de zona libre de corredores. Luego, ya en carrera delante de la manada, se subiría por la Calle Mayor hasta desviarse por la Calle Ciudad Rodrigo y desembocar en la Plaza Mayor, donde se podría instalar una plaza portátil frente a la Casa de la Panadería.

Tramos (mediciones aproximadas a través del Google Earth):


01 ... 070 m. ... 7 % ... Zona libre
02 ... 120 m. ... 8 % ... C/ Mayor hasta cruce con calle Bailén.
03 ... 025 m. ... 0 % ... Cruce de Mayor con Bailén
04 ... 390 m. ... 3 % ... C/ Mayor hasta giro en C/ Ciudad Rodrigo
05 ... 075 m. ... 0 % ... C/ Ciudad Rodrigo
06 ... 062 m. ... 0 % ... Plaza Mayor – Casa de la Panadería


En este recorrido clásico del encierro de Madrid, salvo la curva del inicio, todo la manga sería una larga recta, por lo que carece de puntos de inflexión en los que se pudiera romper bruscamente la configuración de una manada de toros. Dicha configuración quedaría supeditada únicamente a la resistencia de las reses por la distancia y, sobre todo, por la pendiente: 742 metros de continua subida, con un desnivel medio del 4 %. Debiendo destacarse que en los dos primeros tramos el desnivel es del 7 % y el 8 %, aproximadamente; y que, después de Bailén, la calle Mayor tiene una pendiente media del 3%.

El hecho de que sea prácticamente recto pudiera dar a pensar que sería algo soso, pero quien se sitúe en la Cuesta de la Vega y enfile hacia la Plaza Mayor verá que es muy exigente. Y la entrada a la Plaza por el túnel de la calle Ciudad Rodrigo es, simplemente, de ensueño.


En otras entradas nos ocuparemos de los recorridos alternativos que ocasionalmente se utilizaron para encerrar los toros en la Plaza Mayor. Pero, hablando de éste, del recorrido más clásico del encierro:

¿Te gustaría que algún día se pudiera correr un encierro en Madrid por la Cuesta de la Vega, Calle Mayor, Calle Ciudad Rodrigo y Plaza Mayor?

Lagun

...

.......................... (Continuación: recorrido alternativo por la calle de Alcalá)

4/1/10

Cuatro siglos de casta Navarra


Estamos en puertas del día más fantástico del año: la festividad de los Reyes Magos. Una ocasión ideal para incluir la recomendación de un libro.

El que hoy os presento es un estudio exhaustivo de la historia de una de las castas fundacionales del toro de lidia: la casta Navarra.

Este libro está escrito por cuatro autores que son perfectos conocedores de ella y cada uno ha desarrollado una materia distinta dentro del conjunto de la obra:

Ramón Villanueva se ha ocupado de estudiar los orígenes de la casta Navarra, demostrando que la primera ganadería fue la de Agustín Ximenez, y no la del Marqués de Santacara, como siempre se había creído. Saturnino Napal nos recuerda el pasado en los ruedos de las afamadas ganaderías de casta Navarra: de los años dorados a la decadencia. Koldo Larrea analiza la pervivencia del ganado bravo de casta Navarra en las vacadas de la zona propia de su crianza y los rastros genéticos que se conocen en diversas ganaderías. Por último, Miguel Reta nos presenta los planes de futuro, que tienen como finalidad principal la recuperación o consolidación del ganado bravo de casta Navarra, sin descartar un posible objetivo a largo plazo que se concretara en una futurible vuelta a los carteles de las ferias taurinas.

Por otro lado, el libro también cuenta con un extenso e interesante prólogo de Rafael Cabrera Bonet.

En suma, una obra muy interesante que no sólo debería atraer la atención de los aficionados a los festejos taurinos populares, que es donde ahora podemos admirar el comportamiento de las vacas y los toros de casta Navarra, sino que debería ser de lectura obligada para los aficionados de todo tipo de festejos taurinos y para los amantes del toro bravo.

Lagun


Título: Cuatro siglos de casta Navarra (1605–2005) Pasado, presente y futuro.
Autor: Koldo Larrea, Saturnino Napal, Miguel Reta y Ramón Villanueva.
Edita: Evidencia Médica, SL.
Precio (aprox): 20,00 €.