Dos pruebas evidentes de la pésima calidad que han tenido los festejos celebrados son el triste balance final de cinco orejas cortadas y que el Jurado de los Premios Taurodelta, la empresa organizadora, haya decidido por mayoría declarar desiertos los premios al Triunfador de la Feria, al Torero Revelación y a la Mejor Faena.
Y lo peor de todo es que era algo esperado. En la "blogoesfera taurina" se criticaron los carteles de esta Feria desde el mismo día de su presentación y se vaticinó el desastre que finalmente se ha producido.
Por tanto, si es cierto, como se dice, que el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid aprobó por unanimidad la programación presentada por la empresa Taurodelta, todos los miembros de su dirección deberían ser cesados inmediatamente o, si tuvieran algo de dignidad, deberían presentar en bloque su dimisión.
Pero, sin duda, soy demasiado optimista. Estoy seguro que no ocurrirá ni lo uno ni lo otro, y que la Consejería seguirá adelante con el único punto de su ideario taurino: cobrar de la empresa adjudicataria el canon fijado con independencia de los resultados logrados.
Si el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid es el responsable último de la programación de la Feria de San Isidro 2010, pues dicho organismo es el que debe aprobar la propuesta que se presenta por la empresa adjudicataria, es a ésta, a Taurodelta S.A., a la que hay que responsabilizar de la nefasta gestión de la Plaza de Toros de Las Ventas y de la contratación de los carteles.
Los carteles anunciados eran simplemente muy malos, fiados únicamente en la contratación del diestro José Tomás, no ya para la Feria de San Isidro, sino en su satélite de la Feria del Aniversario. Unos carteles que, dejando al margen la calidad, sólo estaban pensados para rellenar con el menor coste posible la gran cantidad de festejos que componen una feria que está pidiendo a gritos una reducción. ¡No hay toros ni toreros para tanto festejo! A la Feria de San Isidro no se debe traer a nadie para hacer méritos, esos hay que ganárselos en el resto de la temporada, que Taurodelta deja abonada a la desolación en los tendidos.
Es indignante que Manuel Martínez Erice, como empresario de la primera plaza del mundo, diga públicamente que le suenan a Prehistoria encastes como Veragua o Vega Villar; y, además, resulta irresponsable a la vista de los resultados obtenidos por las ganaderías contratadas, que en general ha sido descastadas.
Ahora bien: ¿alguien duda que la empresa Taurodelta S.A. pedirá el tercer año de prórroga al que tiene derecho para explotar (nunca mejor dicho) la Plaza de Toros de Las Ventas? ¡La pedirá! Está en su ideario taurino: la obtención del máximo beneficio económico con independencia de los resultados de su gestión.
Examen de conciencia deberían hacer los ganaderos de nuestro campo bravo. Es tristísimo comprobar como los auténticos ganaderos de reses bravas van desapareciendo, por el desprecio al que los someten empresarios del corte de los de Taurodelta, y como ha irrumpido en el sector una nueva generación de “vende-toros” (expresión con las que eran definidos la pasada semana por Rafael Cabrera Bonet en un artículo publicado en su espacio de la COPE), cuyo gran objetivo es verse anunciados junto a las figuras del toreo, buscando la comercialidad de su “producto” aunque sea a costa de llevar al toro bravo a su decadencia.
¿Qué decir de los toreros? Alguien se preguntará si aún queda alguno... y la verdad: alguno queda. Pero entre ellos no están, precisamente, ninguno de los que encabezan el escalafón. A las figuras les importa un carajo Madrid. Ya tienen la temporada hecha desde hace meses y la talega llena. Pero lo peor, con todo, es ver el conformismo y la mentalidad de muchos modestos y de la mayoría de los novilleros.
Sobre los presidentes de los festejos ("¿A quien defiende la Autoridad?"), veterinarios, veedores, etc. sólo cabe decir que es a ellos a quienes habría que sacarles el pañuelo verde.
Todo el entramado taurino está copado por personas que desprecian al Toro y al Toreo, y que han ido creando un nuevo ideario taurino cuyo eje se sustenta únicamente en las efímeras figuras del escalafón de toreros, en la estrellas que les proporcionan fulgor y dinero.
Pero no hay que olvidar a quien da cobertura publicitaria a todos este contubernio de figurantes: la prensa. La vergonzosa manera que tiene de tratar, de enjuiciar y de entender la Fiesta de los Toros se resume con el montaje programado para la denominada “Corrida de la Prensa”, en la que se permitió a las figuras contratadas que vinieran con sus dos “toritos” debajo del brazo y que se lidiaran sin respetar el consuetudinario criterio de su antigüedad.
“MundoToro”, que simboliza a ese sector en internet, proclamó en su web que tiene la solución a los males de la Feria de San Isidro: cubrir la Plaza de Las Ventas. ¡Manda güevos! La prensa oficialista, en general, lleva años empeñada con ese objetivo, aún sabiendo que atenta con su declaración como Monumento Histórico Artístico. Ya de paso, les propongo que en el proyecto de reforma arquitectónica que presenten incluyan la modificación del remate superior de la fachada del edificio, concretamente la placa de cerámica donde reza la inscripción “Plaza de Toros”, y que la sustituyan (como les propongo en la fotografía que encabeza este texto) por otra que es mucho más acorde con su ideario taurino: “Plaza de Toreros”.
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