Este fin de semana pasado pude decidir libremente que quería ir a ver dos corridas de toros en Barcelona. A partir de ahora, ya no tengo ese derecho. Y, como yo, tampoco gozan de él los millones de aficionados al segundo espectáculo de masas que hay en España, pues ninguno de ellos podrá optar ya por presenciar en Cataluña una corrida de toros. El rito más ancestral de toda la Península Ibérica y el más consustancial al hombre ibérico; catalanes incluidos.
Una restricción de derechos decidida por mayoría en el Parlamento de Cataluña: los nacionalistas y unos pocos miembros del PSC. Todo muy democrático, pero con el repugnante “lavatorio de manos” de José Montilla.
Y ya no gozamos de ese “antiguo” derecho porque, aunque la prohibición de los toros en Cataluña no entra vigor hasta el día 1 de enero de 2012, a efectos prácticos ya ha sobrevenido, pues los dos festejos celebrados con ocasión de la Feria de la Mercè 2011 han sido los últimos de esta temporada en la Plaza Monumental de Barcelona.
El resultado de ellos, por sabido, no es preciso comentarlo. Baste decir que, creo, nos divertimos todos (incluidos los que voluntariamente bajamos hasta los más elementales niveles de exigencia), y que al final de los dos festejos se vivió en la Monumental un éxtasis taurino y protaurino. La desolación, por lo que conllevaban, se transmutó finalmente en delirio. Y confieso que yo me emocioné especialmente la noche del domingo, ya consumado el taurinicidio, cuando una hora después de la salida de los tres diestros por la Puerta Grande de la Monumental me encontré por el Paseo de Gracia con el grupo de aficionados que aún llevaba a hombros a Serafín Marín.
Mucho se ha dicho y escrito sobre la motivación que impulsó a los promotores y firmantes de la ILP en la que se solicitaba la abolición de los toros en Cataluña, así como de las razones que íntimamente pudieran sentir los diputados que la refrendaron. Unos y otros argumentaron en su día que no lo hicieron por motivos ideológicos, sino por una cuestión de conciencia que les impulsaba a enarbolar la bandera animalista. En cambio, lo que piensa la inmensa mayoría de los españoles, entre los cuales hay muchos catalanes, es que la decisión de prohibir los toros en la comunidad autónoma catalana vino motivada principalmente por una cuestión identitaria: romper nexos de unión entre Cataluña y España.
Ayer, lunes, para ocupar el tiempo del viaje de vuelta en el AVE, quise sondear en la prensa escrita catalana la opinión que, al respecto, pudieran manifestar periodistas y columnistas. Y, para ello, en la estación de Barcelona-Sants adquirí cuatro diarios: La Vanguardia, El Periódico de Catalunya, Ara y El Punt Avui.
Dada la trascendencia y significado de lo acontecido en Cataluña este fin de semana pasado, José Antich, el Director de La Vanguardia, dedicó su editorial del lunes al tema.
Confesaba que en las últimas cuatro décadas no ha ido a una corrida de toros y que nunca ha pisado la Monumental, por lo que su opinión (al menos para mí) gana enteros. Y lo que dice en el editorial es que la misma presentación en el Parlamento de la ILP con la que se pretendía prohibir las corridas de toros en Cataluña “era un atentado contra la libertad de quien quería acudir al espectáculo, y los discursos sobre el sufrimiento del animal los he considerado bastante demagógicos... El pulso entre taurinos y antitaurinos, que a nadie ha dejado indiferente, ha evidenciado que en muchos momentos el debate era más sobre identidades que sobre toros”.
Por otro lado, en páginas interiores, Joaquín Luna tituló su artículo con un concluyente: “Un puente menos (con España)”.
Como el diario anterior, El Periódico de Catalunya también dedicó su primer editorial al asunto, y en él se podía leer:
“Todo parece indicar que las corridas estaban sentenciadas y diagnosticadas de muerte natural... De ahí la extrañeza, ya manifestada por este diario, ante la decisión de prohibir el ejercicio de un derecho individual, que no debería haber sido coartado por razones políticas.”
(Y no olvidemos que estamos ante dos editoriales publicados bajo la responsabilidad de dos personas que no son, precisamente, unos carpetanos mesetarios.)
El diario Ara tampoco se resistió a dedicar su editorial del lunes a las últimas corridas celebradas en Cataluña, y resaltó su contenido con la siguiente frase:
“La sensibilitat majoritària al nostre país no veu amb bons ulls el maltractament als animals: un espectacle de sang i mort és avui dia inacceptable.”
Desconozco el catalán, pero no creo equivocarme si traduzco lo expresado. Vendría a decir Ara que la sensibilidad mayoritaria de nuestro país no ve con buenos ojos el maltrato de los animales: un espectáculo de sangre y muerte es hoy día inaceptable.
Una opinión que es concordante con el discurso oficial que vienen manteniendo desde un principio todas las voces autorizadas del sector que aplaude la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Pero esta opinión, digamos, mesurada del editorial de Ara contrastaba vivamente con el contenido insultante de un artículo publicado en su página 13 con la firma de David Cirici. Este escritor catalán cierra su artículo con este párrafo:
“És l'últim dia, però no crec que sigui cap drama ni per als entusiastes de la tauromàquia. És l'últim dia perquè això ja anava a menys. Si és cert que hem prohibit els toros perquè ens remou la consciència que el sofriment d’un animal sigui un espectacle, i no per altres raons, aleshores és posible que això ens faci més civilitzats. I si tot plegat ha estat una impostura (…), l’afició tampoc no hi perd tant. Els toros ja no són el que eren, i als empresaris també els convé concentrar el negoci en poques places. Els aficionats sempre podran agafar l’AVE i anar a veure l’espectacle en terres una mica, ni que sigui una miqueta, menys civilitzades”.
Se le entiende todo al Sr. Cirici, especialmente la frase de desprecio final. Pero no quiero que se me pueda acusar de falsear el texto y recurro a un traductor online:
"Es el último día, pero no creo que sea ningún drama ni para los entusiastas de la tauromaquia. Es el último día porque esto ya iba a menos. Si es cierto que hemos prohibido los toros porque nos remueve la conciencia que el sufrimiento de un animal sea un espectáculo, y no por otras razones, entonces es posible que esto nos haga más civilizados. Y si todo ello ha sido una impostura (...), la afición tampoco pierde tanto. Los toros ya no son lo que eran, y a los empresarios también les conviene concentrar el negocio en pocas plazas. Los aficionados siempre podrán coger el AVE e ir a ver el espectáculo en tierras un poco, aunque solo sea un poquito, menos civilizadas".
El “civilizado” Sr. Cirici, tirando de finura literaria, menosprecia en su última frase al resto de las comunidades autónomas de España. Y cuando digo al resto, digo a todas las demás, y no solo a las que se comunican por AVE con Cataluña. Por tanto, que ninguna se dé por no aludida.
Este ejercicio de soberbia del Sr. Cirici lo que realmente denota es un desprecio xenófobo hacia lo no catalán. Y debo recordarle que los aires de superioridad y la xenofobia no son propios de una persona civilizada, sino dictatorial.
De hecho, incluso se jacta de ello, dando por bueno que digamos que la prohibición de las corridas de toros en Cataluña ha podido ser una imposición. Y, además, alardea de haber privado a miembros de su propia comunidad autónoma del derecho a asistir en ella a presenciar corridas de toros, pues los remite a tomar el AVE si quieren hacerlo. Restricción de derechos que, a sensu contrario, hace extensiva al resto de aficionados de España.
Imagino que la exquisita educación que seguro habrá tenido el Sr. Cirici no le lleva a proferir insultos cuando, en vez de por escrito, se expresa verbalmente. Por tanto, no creo que él fuera el “civilizado” catalán que el domingo, desde su coche, nos gritaba a los que íbamos por la Gran Vía: “Asesinos, hijos de puta: ¡Fuera de este país!”. También nos remitía fuera de su Catalunya, pero éste otro, más que como literato, se expresaba como una mula.
Y, no es que lo imagine, estoy seguro que la taurinofobia que siente el Sr. Cirici le impidió asistir a la corrida de toros del domingo. Si lo hubiera hecho, habría podido ver como algunos asistentes al festejo colgaron de las balconadas de la andanada banderas de España, senyeres catalanas y hasta una estelada; y también habría visto una pancarta del club “Cocherito de Bilbao” junto a una bandera con la leyenda “Becerril” (de la Sierra, Madrid). Y nadie dijo ni reprochó nada. Al contrario. Lo que denota todo un ejercicio de convivencia ciudadana y civismo.
Con todo, la alusión más llamativa de la prensa catalana a lo acontecido el fin de semana pasado en Barcelona la protagonizó el diario El Punt Avui. No dedicó al asunto editorial alguno, y sólo incluyó en páginas interiores dos artículos alusivos. Uno hacia referencia a la trayectoria histórica del proceso que ha culminado con la prohibición de los toros en Cataluña. El otro, incluido en la página 28, lleva la firma de Anna Ballbona y lo titula:
.......... S'ha acabat el circ “cañí”
El titular se comenta por sí solo. ¿Es una argumentación animalista o estamos ante una cuestión identitaria?
.
.
Off topic dedicado a los aficionados a las corridas de toros. No ataquemos los correbous para defender las corridas de toros en Cataluña. Entre otras cosas, porque le estamos dando argumentos a los animalistas en su próxima meta. Los festejos taurinos profesionales y los populares van en el mismo barco, y su defensa debe ser conjunta.
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Lagun
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Una restricción de derechos decidida por mayoría en el Parlamento de Cataluña: los nacionalistas y unos pocos miembros del PSC. Todo muy democrático, pero con el repugnante “lavatorio de manos” de José Montilla.
Y ya no gozamos de ese “antiguo” derecho porque, aunque la prohibición de los toros en Cataluña no entra vigor hasta el día 1 de enero de 2012, a efectos prácticos ya ha sobrevenido, pues los dos festejos celebrados con ocasión de la Feria de la Mercè 2011 han sido los últimos de esta temporada en la Plaza Monumental de Barcelona.
El resultado de ellos, por sabido, no es preciso comentarlo. Baste decir que, creo, nos divertimos todos (incluidos los que voluntariamente bajamos hasta los más elementales niveles de exigencia), y que al final de los dos festejos se vivió en la Monumental un éxtasis taurino y protaurino. La desolación, por lo que conllevaban, se transmutó finalmente en delirio. Y confieso que yo me emocioné especialmente la noche del domingo, ya consumado el taurinicidio, cuando una hora después de la salida de los tres diestros por la Puerta Grande de la Monumental me encontré por el Paseo de Gracia con el grupo de aficionados que aún llevaba a hombros a Serafín Marín.
Mucho se ha dicho y escrito sobre la motivación que impulsó a los promotores y firmantes de la ILP en la que se solicitaba la abolición de los toros en Cataluña, así como de las razones que íntimamente pudieran sentir los diputados que la refrendaron. Unos y otros argumentaron en su día que no lo hicieron por motivos ideológicos, sino por una cuestión de conciencia que les impulsaba a enarbolar la bandera animalista. En cambio, lo que piensa la inmensa mayoría de los españoles, entre los cuales hay muchos catalanes, es que la decisión de prohibir los toros en la comunidad autónoma catalana vino motivada principalmente por una cuestión identitaria: romper nexos de unión entre Cataluña y España.
Ayer, lunes, para ocupar el tiempo del viaje de vuelta en el AVE, quise sondear en la prensa escrita catalana la opinión que, al respecto, pudieran manifestar periodistas y columnistas. Y, para ello, en la estación de Barcelona-Sants adquirí cuatro diarios: La Vanguardia, El Periódico de Catalunya, Ara y El Punt Avui.
Dada la trascendencia y significado de lo acontecido en Cataluña este fin de semana pasado, José Antich, el Director de La Vanguardia, dedicó su editorial del lunes al tema.
Confesaba que en las últimas cuatro décadas no ha ido a una corrida de toros y que nunca ha pisado la Monumental, por lo que su opinión (al menos para mí) gana enteros. Y lo que dice en el editorial es que la misma presentación en el Parlamento de la ILP con la que se pretendía prohibir las corridas de toros en Cataluña “era un atentado contra la libertad de quien quería acudir al espectáculo, y los discursos sobre el sufrimiento del animal los he considerado bastante demagógicos... El pulso entre taurinos y antitaurinos, que a nadie ha dejado indiferente, ha evidenciado que en muchos momentos el debate era más sobre identidades que sobre toros”.
Por otro lado, en páginas interiores, Joaquín Luna tituló su artículo con un concluyente: “Un puente menos (con España)”.
Como el diario anterior, El Periódico de Catalunya también dedicó su primer editorial al asunto, y en él se podía leer:
“Todo parece indicar que las corridas estaban sentenciadas y diagnosticadas de muerte natural... De ahí la extrañeza, ya manifestada por este diario, ante la decisión de prohibir el ejercicio de un derecho individual, que no debería haber sido coartado por razones políticas.”
(Y no olvidemos que estamos ante dos editoriales publicados bajo la responsabilidad de dos personas que no son, precisamente, unos carpetanos mesetarios.)
El diario Ara tampoco se resistió a dedicar su editorial del lunes a las últimas corridas celebradas en Cataluña, y resaltó su contenido con la siguiente frase:
“La sensibilitat majoritària al nostre país no veu amb bons ulls el maltractament als animals: un espectacle de sang i mort és avui dia inacceptable.”
Desconozco el catalán, pero no creo equivocarme si traduzco lo expresado. Vendría a decir Ara que la sensibilidad mayoritaria de nuestro país no ve con buenos ojos el maltrato de los animales: un espectáculo de sangre y muerte es hoy día inaceptable.
Una opinión que es concordante con el discurso oficial que vienen manteniendo desde un principio todas las voces autorizadas del sector que aplaude la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Pero esta opinión, digamos, mesurada del editorial de Ara contrastaba vivamente con el contenido insultante de un artículo publicado en su página 13 con la firma de David Cirici. Este escritor catalán cierra su artículo con este párrafo:
“És l'últim dia, però no crec que sigui cap drama ni per als entusiastes de la tauromàquia. És l'últim dia perquè això ja anava a menys. Si és cert que hem prohibit els toros perquè ens remou la consciència que el sofriment d’un animal sigui un espectacle, i no per altres raons, aleshores és posible que això ens faci més civilitzats. I si tot plegat ha estat una impostura (…), l’afició tampoc no hi perd tant. Els toros ja no són el que eren, i als empresaris també els convé concentrar el negoci en poques places. Els aficionats sempre podran agafar l’AVE i anar a veure l’espectacle en terres una mica, ni que sigui una miqueta, menys civilitzades”.
Se le entiende todo al Sr. Cirici, especialmente la frase de desprecio final. Pero no quiero que se me pueda acusar de falsear el texto y recurro a un traductor online:
"Es el último día, pero no creo que sea ningún drama ni para los entusiastas de la tauromaquia. Es el último día porque esto ya iba a menos. Si es cierto que hemos prohibido los toros porque nos remueve la conciencia que el sufrimiento de un animal sea un espectáculo, y no por otras razones, entonces es posible que esto nos haga más civilizados. Y si todo ello ha sido una impostura (...), la afición tampoco pierde tanto. Los toros ya no son lo que eran, y a los empresarios también les conviene concentrar el negocio en pocas plazas. Los aficionados siempre podrán coger el AVE e ir a ver el espectáculo en tierras un poco, aunque solo sea un poquito, menos civilizadas".
El “civilizado” Sr. Cirici, tirando de finura literaria, menosprecia en su última frase al resto de las comunidades autónomas de España. Y cuando digo al resto, digo a todas las demás, y no solo a las que se comunican por AVE con Cataluña. Por tanto, que ninguna se dé por no aludida.
Este ejercicio de soberbia del Sr. Cirici lo que realmente denota es un desprecio xenófobo hacia lo no catalán. Y debo recordarle que los aires de superioridad y la xenofobia no son propios de una persona civilizada, sino dictatorial.
De hecho, incluso se jacta de ello, dando por bueno que digamos que la prohibición de las corridas de toros en Cataluña ha podido ser una imposición. Y, además, alardea de haber privado a miembros de su propia comunidad autónoma del derecho a asistir en ella a presenciar corridas de toros, pues los remite a tomar el AVE si quieren hacerlo. Restricción de derechos que, a sensu contrario, hace extensiva al resto de aficionados de España.
Imagino que la exquisita educación que seguro habrá tenido el Sr. Cirici no le lleva a proferir insultos cuando, en vez de por escrito, se expresa verbalmente. Por tanto, no creo que él fuera el “civilizado” catalán que el domingo, desde su coche, nos gritaba a los que íbamos por la Gran Vía: “Asesinos, hijos de puta: ¡Fuera de este país!”. También nos remitía fuera de su Catalunya, pero éste otro, más que como literato, se expresaba como una mula.
Y, no es que lo imagine, estoy seguro que la taurinofobia que siente el Sr. Cirici le impidió asistir a la corrida de toros del domingo. Si lo hubiera hecho, habría podido ver como algunos asistentes al festejo colgaron de las balconadas de la andanada banderas de España, senyeres catalanas y hasta una estelada; y también habría visto una pancarta del club “Cocherito de Bilbao” junto a una bandera con la leyenda “Becerril” (de la Sierra, Madrid). Y nadie dijo ni reprochó nada. Al contrario. Lo que denota todo un ejercicio de convivencia ciudadana y civismo.
Con todo, la alusión más llamativa de la prensa catalana a lo acontecido el fin de semana pasado en Barcelona la protagonizó el diario El Punt Avui. No dedicó al asunto editorial alguno, y sólo incluyó en páginas interiores dos artículos alusivos. Uno hacia referencia a la trayectoria histórica del proceso que ha culminado con la prohibición de los toros en Cataluña. El otro, incluido en la página 28, lleva la firma de Anna Ballbona y lo titula:
.......... S'ha acabat el circ “cañí”
El titular se comenta por sí solo. ¿Es una argumentación animalista o estamos ante una cuestión identitaria?
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Off topic dedicado a los aficionados a las corridas de toros. No ataquemos los correbous para defender las corridas de toros en Cataluña. Entre otras cosas, porque le estamos dando argumentos a los animalistas en su próxima meta. Los festejos taurinos profesionales y los populares van en el mismo barco, y su defensa debe ser conjunta.
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Lagun
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4 comentarios:
Desde luego ellos lo tenían mucho más claro que nosotros, eran conscientes de cuál era en realidad el asunto de fondo. Espero que esta derrota nos sirva de lección.
“Cuando las barbas…”. No quisiera pecar de pesimista pero no veo claro el futuro de los festejos taurinos, como no lo veo en otros muchos campos. Vivimos la era del espectáculo por el espectáculo. No hay espacio para la afición y las esencia. Solamente sobrevive lo que dictan la ley del mercado y las empresa de telecomunicación y estos agentes hace tiempo que se dejaron arrastrar por una filosofía edulcorada de lo que es la vida y la naturaleza.
Me he criado en el campo, he conocido a grandes personajes anónimos que vivían por y para el medio en el que se desenvolvían. Esos personajes que tanto admiran los medios en las versiones cinematográficas de las grandes obras literarias pero que tanto desprecian en su realidad vital. En muchos casos se trata de cazadores y aficionados a los toros, conocen su medio, tienen claro el papel que tenemos cada uno en la naturaleza y son conscientes de que el equilibrio solamente se sostiene cuando cada uno cumple con su cometido.
En cierta ocasión oí decir a un ganadero que estaba cansado de los ecologistas que solamente pisan el cemento y el asfalto. También he oído a un divulgador “políticamente correcto”, al menos en dos ocasiones, recomendar sin empacho que hay que capturar a los ratones con jaulas diseñadas para no hacer daño al animal. Me pregunto si ese ecologista aceptará que llevemos a su casa todos los ratones capturados por ese método.
Los medios nos venden a diario esa visión edulcorada de la naturaleza y, como buenos profesionales, están ganando la batalla. En este caso ha servido de excusa para la prohibición en Cataluña, pero más allá habrá más. El fanatismo siempre intenta llevar sus teorías a sus últimas consecuencias. Y, mientras tanto, la afición rechinando los dientes, los profesionales y empresarios mirando para otro lado y las grandes empresas de la telecomunicación poniendo una vela a Dios y otra al diablo.
La meiga del mes de agosto.
Qué gran post, Lagun. No hay que rehuir el debate, creo que tenemos argumentos de sobra, aunque me jode tanto discutir de toros con alguien que no sabe ni lo que es un encaste, y encima nadando a contracorriente, bah, que te voy a contar. Por eso te recomiendo que te pases por Arnedo, es algo muy especial. (para otro año ya)
Muy buenas amigo y compañero de afición (y pasión).
En primer lugar, quisiera aprovechar este espacio para enviarle un cordial saludo y un fuerte abrazo, ya que, si no me equivoco, la última vez que hablamos por teléfono, usted se encontraba en la tierra que da contenido a esta entrada.
En segundo lugar, felicitarle por su capacidad de sintetizar el contenido de esos 4 periódicos (del tema que nos ocupa) de esta forma tan brillante.
Y en tercer lugar, transmitirle mi más sincera enhorabuena, por haber tenido la oportunidad de presenciar los festejos que, de momento, son los últimos programados en aquella bella y carismática plaza. En definitiva, por pasar ese fin de semana "viviendo el toro".
Y por último, me gustaría concluir con mi habitual frase pero que, en este caso, cobra todo el sentido del mundo, en la dirección contraria que pretenden los autores de los artículos comentados, especialmente la última (señora o señorita) ...
¡¡¡ Ya falta menos ... !!!
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