
La dejadez de un alcalde poco amante de lo taurino empezó a surtir efectos en los 90’s, y el encierro de Fuenlabrada fue languideciendo. Por último, desde 1996 agoniza por el nefasto Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares de la Comunidad de Madrid.
La inmensa mayoría de los nativos de Fuenlabrada no desean que su encierro se “pamplonice” o, mejor dicho, que se “sansebastianice”. Su ilusión sería volver a disfrutar de una gran suelta de reses en el entorno de la Fuente de los Cuatro Caños, pero eso resulta imposible con el actual reglamento. Por ello, boicotean el encierro clonado que se les impone e intentan que resulte un “contraencierro”: que los toros no lleguen a corrales.
HISTORIA
La historia más remota de Fuenlabrada hay que buscarla en una serie de pequeñas aldeas que ocupaban parte de su actual término municipal: “Loranca”, que pudo tener su origen en una antigua villa romana; “Acedinos”, donde se ha excavado un poblado visigodo; así como “Fregacedos” y “Alúa”, de las que sólo hay noticias tras la conquista de Toledo en 1085.
Estas cuatro aldeas estaban situadas en lo que se denominaba “tierra de Madrid”, pero limitaban con pueblos que: o bien pertenecían a otros concejos mucho más poderosos, o bien habían sido entregados a grandes señores en régimen de señorío o, incluso, a una Orden Militar. Esta situación ocasionaba a aquellas cuatro aldeas numerosos problemas de límites territoriales y un continuo hostigamiento, lo que provocó finalmente que se fueran despoblando y que sus vecinos se fueran concentrando en una única población, Fuenlabrada, que se funda en la segunda mitad del siglo XIV.
El nuevo municipio aparece plenamente integrado en la vida del Concejo de Madrid a partir del s. XV. Se sabe que allí tenían casa algunas familias ilustres de Madrid (especialmente la de los Vargas), que dos de sus vecinos eran monteros del rey Fernando “el Católico”, con la consideración que ello conllevaba, y que el traslado definitivo de la Corte a Madrid en 1561 supuso un empuje importante para su economía.
Sus habitantes se dedicaban fundamentalmente a la agricultura y a la ganadería, pero también existían algunas actividades artesanales de cierta relevancia (tejedores y rosquilleros) y, dada la cercanía con Madrid, un buen número de vecinos buscaba su sustento abasteciendo de paja (pajeros) a las numerosas caballerizas de la Corte. Llama la atención el número de fuenlabreños que, siendo de un núcleo rural, cursaron estudios universitarios a partir del siglo XVII, pues a lo largo de su historia encontramos entre sus naturales algunos cargos relevantes en la administración civil y religiosa, varios catedráticos de universidades, dos obispos y un músico, Dionisio Aguado, que está considerado como uno de los precursores de la guitarra clásica.
La Guerra de la Independencia tuvo graves consecuencias en Fuenlabrada, pues en el cuartel de Leganés (a 7 kms.) había un destacamento francés que periódicamente exigía alimentos y enseres para su mantenimiento y, por otro lado, en la zona se movían varias partidas de guerrilleros, lo que ocasionó fuertes enfrentamientos.
En el siglo XX ocurren dos hechos transcendentes para el municipio: la explosión de un polvorín durante la Guerra Civil, que destruyó gran parte de su casco antiguo, y una descomunal expansión urbanística durante la segunda mitad del siglo, que supuso un cambio radical en su fisonomía.
De 2.908 habitantes que aparecían censados en 1960, la localidad pasó a tener 7.369 en 1970, 65.181 en 1980, 141.496 en 1990 y, prácticamente, 200.000 vecinos con el cambio de siglo. Así, tan bruscamente, Fuenlabrada dejó de ser un pueblo rural para convertirse en la ciudad que hoy conocemos.
MONUMENTOS Y ARTE

En el interior encontraréis un interesante templo de una sola nave y, sobre todo, una importe colección de retablos barrocos. Entre ellos, hay que destacar su impresionante retablo mayor, que se atribuye a José Benito de Churriguera, aunque no se ha podido documentar su autoría.
En uno de los laterales del templo se encuentra el altar del Santísimo Cristo de la Misericordia, en cuyo honor se celebran estas fiestas de septiembre. La talla es moderna, del s. XX, pues la anterior fue destruida en nuestra Guerra Civil.
Más información sobre este apartado la tendréis en este enlace.
EXCURSIONES
Naturaleza.- No cuenta el término de Fuenlabrada con espacios naturales de especial interés. Sólo cabe mencionar la curiosidad de prepararse un buen almuerzo e ir a tomárselo al prado de Valdeserrano, que es el lugar donde tradicionalmente acuden sus vecinos el día 9 de marzo para pasar un día de campo en recuerdo de la figura de la santa Juana.
No obstante, los amantes de la naturaleza siempre tienen el recurso de acudir al madrileño Parque de la Cuenca Alta del Manzanares, que está a menos de una hora de camino y del que os enlazo una página aquí.
Turismo.- La escasa distancia a la que se encuentra Madrid facilita una oferta amplísima de visitas turísticas de todo tipo.
Para esta temática concreta os dejo este enlace.
FIESTAS
Fuenlabrada siempre estuvo bajo el patronazgo de San Esteban, cuya fiesta se celebra el 26 de diciembre; pero en mayo de 1738 se produjo un hecho que los fuenlabreños consideraron milagroso. Tras un periodo de intensa sequía, el día de la Ascensión comenzó a llover tan copiosamente que se pudo salvar una cosecha que se consideraba perdida. El milagro se lo atribuyeron al Santísimo Cristo de la Misericordia y, posiblemente, a partir de ese año se debió constituir la Hermandad con el voto de hacer una función en su honor el 14 de septiembre, día de la Exaltación de la Santa Cruz.
La devoción al Cristo de la Misericordia y el creciente protagonismo de sus fiestas terminaron por eclipsar a San Esteban; aunque aún se conserva como fiesta local.
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Las fiestas del Cristo siempre han estado vinculadas a la celebración de festejos taurinos. Apenas cuarenta años después de los hechos narrados, en 1774, se habla de “dar una corrida de novillos como es costumbre para la función...” Y, al menos, desde principios del siglo XIX se celebraban el 15 y el 16 de septiembre los tradicionales días de toros. Está constatado, para envidia de los corredores actuales, que se llegaban a soltar unas 30 reses para encierros y capeas en los dos días de fiesta.
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(NOTA: La primera y la tercera fotografía que aparecen insertadas han sido tomadas de sendos programas de actos y festejos de la localidad, y me las ha facilitado, junto con la otra fotografía, Candelas N.G. Con esta bitácora no tengo fines lucrativos y ruego se me permita mantener dichas reproducciones; no obstante, serán eliminadas si así me lo solicitan quienes posean los derechos de autor)